En el budismo -o al menos, en el budismo zen- -o al menos, así lo entendí- se enfatiza el no aferrarse; ni al pasado, ni al presente, ni al futuro; o sea, impermanencia total; yo lo he tomado -lo leí, creo, en alguna parte- como no esperar, no tener esperanza.
Lo que de buenas a primeras suena bastante dark: o sea, la mayor parte de las personas tienen la esperanza de un mejor mañana; y es lo que mueve a la mayoría a continuar con sus esfuerzos.
Pero, creo que, tiene sentido; al menos para mí: no importa el esfuerzo, o los resultados, o los fracasos; al final todos llegaremos al mismo lugar; o a la misma situación; o sea, nadie sale ganador de esta partida.
Yo, al menos, no lo encuentro deprimente; quién sabe si porque lo he intelectualizado; o simplemente porque ya tengo cincuenta y dos años y no espero grandes cosas de la vida; me basta con disfrutar -a veces no literalmente- el día, tratar de ser amable con las personas, y pasar un poco de tiempo con mis hijos.
Me puse a pensar -otra vez- en esto en la mañana del sábado anterior: vino de visita mi amigo asiático autista -trato de invitarlo a desayunar cada tres meses, pero la última vez lo había citado en la cafetería que más visito-.
En esta ocasión -igual que como seis meses atrás- le pedí que viniera a la casa de Rb: preparo un omelete con embutidos, champiñones y chile pimiento; frijoles refritos, platanos fritos, y café; han sido, en general, buenas reuniones.
La última vez había decidio no invitarlo acá pues no me había sentido cómodo cuanod Rb intentaba conversar 'normalmente' con él: yo nomás lo dejo que hable y hable y hable; agregando nomás, de vez en cuando, algún comentario.
Pero el sábado mi amigo estuvo actuando un poco diferente: hacía grandes pausas al hablar; e incluso tenía ciertas dificultades al responder a preguntas directas; yo lo noté un poco, pero no le dí mucha importancia; Rb lo notó y me conminó a que le preguntara si le había sucedido algo.
Trate de hacerle una pregunta bastante ligera; pero no me dió ninguna respuesta específica; más tarde le comenté a Rb que quizá estaba intentando auto regularse; o sea, a mí me ha sucedido varias veces; después de algún evento desafortunado, como un reclamo directo, o un deliz social importante, me retraigo.
Pero hubo algo más que me dejó pensativo: en cierto momento de la conversación mi amigo volvió a referirse a su situación indicando que esperaba que mejorara: encontrar un trabajo en donde reciba un poco más de dinero; y en el que sienta que su contribución es más importante.
Y es que, personalmente, yo no espero eso: me gusta mi trabajo -no es perfecto- y no espero encontrar otro 'mejor'; afortunadamente mis egresos son de alrededor de la mitad de mis ingresos; y tampoco tengo grandes aspiraciones sobre la 'contribución' que mi trabajo pueda representar.
Es más, en muchas ocasiones lo encuentro irrelevante: mucho del trabajo que realizo puede ser obviado; y no es que no me esfuerce; de hecho trato de realizar las tareas asignadas con el cuidado necesario; pero, muchas veces, el resultado queda totalmente fuera de mi control.
Entonces, le comentaba a Rb que me llamaba la atención las esperanzas de mi amigo; tenemos casi la misma edad, pero yo no ando en búsqueda de algo más; o sea, uno de mis temores vitales es que me despidan de mi trabajo actual -aunque en otras ocasiones deseo que lo hagan-, encuentro curiosa la diferencia.
Y a ver cómo sigue eso...
El domingo anterior había previsto visitar al voluntario que vive en la colonia en la que crecieron mis chicos: repito lo mismo cada mes desde hace un par de años; había comprado, para el efecto, una bolsa de pan tostado.
Unos días antes Rb me había pedido que cortáramos el monte del patio delantero: había crecido bastante y les provoca dificultades a los perros cuando salen a aliviarse de sus necesidades fisiológicas; así que a media mañana nos pusimos a la tarea, completándolo en un poco más de un ahora.
A las tres menos cuarto me dirigí a la casa del voluntario; llevaba la bolsa de pan tostado que había comprado la tarde anterior, y el tablero de ajedrez: a pesar de no haber querido continuar con el cubo de Rubik, aún podemos jugar una partida cada mes.
El tránsito estaba bastante bien y llegué a la casa de mi amigo un poco antes de las tres de la tarde; y nos pasamos el siguiente par de horas entre café -había llevado un par de los paquetes individuales que me son tan convenientes- y ajedrez.
Al igual que las veces anteriores me esforcé en no ganar; pero estuve casi a punto de perder: me quedé sin la dama y mi amigo logró hacer una segunda; al final, y casi por casualidad, mi rey quedó en una posición sin opción a movimiento; o sea, ahogado; aunque mi amigo lo publicó como una victoria.
Un poco antes de las cinco me despedí de mi amigo y me dirigí a la cafetería en la que frecuentemente invito a mis conocidos a desayunar; allí me reuní con mi amiga psicóloga a la que ví hae casi tres meses -cuando hubo una serie de temblores en la ciudad-.
Mi amiga llegó un poco después de las cinco; el plan era que nos tomáramos un café y un pastel; pero mi amiga no había tenido tiempo de almorzar; con lo que ordenó una hamburguesa, yo pedí un café y un pastel, y me hice cargo de la cuenta.
Estuvimos por un poco más de una hora en el lugar; y, noté -no por primera vez, que en este caso yo ocupo el lugar del amigo autista: hablo y hablo y hablo; un poco antes de las siete nos despedimos y retorné a la casa de Rb.
El lunes esetuvo bastante tranquilo en el trabajo: al parecer el proyecto en el que trabajo está ampliando su área de aplicación, y el supervisor está tratando de involucrarse más en esa parte, dejando al equipo local sin mucho control.
Con Rb completamos la rutina de ejercicios a primera hora de la mañana; por la tarde, luego de la jornada laboral, bajamos a los supermercados en direcció sur a comprar un poco de canela y algunos bananos.
El martes continuó la saga actual de Rb y sus dificultades ginecológicas: luego de algunas semanas con medicación recetada por un endocrinólogo -para tratar la tiroides- empezó a tomar anticonceptivos, para controlar una pequeña masa en el útero.
Pero, al parecer, esto último no le cayó nada bien: su período se alargó por más de una semana y empezó a sentir algunas otras molestias; leyó en internet que si había dolores debía ir con el médico; y empezó a sentir dolores.
Entonces, ese día fue a la ginecóloga que le recetó los anticonceptivos; y, como la clínica ya no se encuentra en el municipio, la salí a dejar al transmetro; de allí viajó unos cuantos kilómetros hasta la estación cerca de la casa de su mejor amiga.
En ese lugar pasaron por ella los papás de su mejor amiga: la doctora está atendiendo en un hospital privado de una zona algo alejada; y Rb no quería manejar; la doctora le hizo un nuevo ultrasonido y determinó que, además de la masa encontrada antes, ahora se presentaban unos miomas.
Por lo que le indicó que no continuara con los anticonceptivos; los papás de la mejor amiga de Rb la habían esperado en la clínica y luego la trajeron a la colonia; después del horario laboral nos dirigimos a los supermecados en dirección sur.
El miércoles me tocaba salir de casa: la semana anterior la supervisora había pospuesto el almuerzo trimestral pues su hija -tiene un poco más de un año- estaba presentando problemas de salud -alguno de esos virus que captan en el colegio-.
Rb ordenó el medicamento que la ginecóloga le había indicado el día anterior: la indicación era que lo tomara si el flujo continuaba; pero había algo sobre esperar dos o tres días para ver la evolución.
Pero no, Rb llamó a la farmacia -fueron más de sesenta dólares-; yo había decidido pasar a saludar a mi amigo que vive en el otro lado de la ciudad; trabaja en un lugar más o menos cercano al lugar en el que estaba programado el almuerzo.
El almuerzo estaba previsto para las doce y media; salí a las diez de la mañana, previendo que me tomaría un par de horas llegar al edificio en el cual trabaja mi amigo; quien se suponía saldría a mediodía.
El plan era que nos reuniéramos a las doce, tomar un café -o similar- y luego me llevaría -en moto- al restaurante en donde debía estar media hora más tarde; al final llegué al lugar a las doce menos cuarto.
Le escribí a mi amigo y me quedé esperando en la parte frontal del edificio en el que trabaja; y esperé hasta las doce y cuarto sin ninguna respuesta; a esa hora le envié un mensaje comentándole que me retiraba y entré a la estación del transmetro que se encuentra frente al lugar.
Llegué al restaurante -mediterráneo- con cinco minutos de retraso; mi supervisora ya se encontraba con el discurso inicial; pero no fui el último: tres o cuatro personas llegaron durante la siguiente hora; y el último llegó casi a las tres.
La comida del lugar estuvo buena: gyro y papas fritas; las segundas las identifiqué, el primero lo nombró Rb cuando le envié una fotografía del almuerzo; pero la reunión fue bastante extensa: tres equipos diferentes presentaron los detalles de sus labores.
El fin de la reunión estaba previsto para las tres y media; el día anterior le había escrito a mi primo -el segundo hijo del hermano menor de mi papá- para que nos reuniéramos cuando saliera de su trabajo: sale a las cuatro y eran como cuatro o cinco estaciones de transmetro de distancia.
Pero la reunión se alargó; por lo que le envié un mensaje, comentándole lo sucedido y pidiéndole que nos reuniéramos en un punto intermedio; entonces pude despedirme tranquilamente de todas las personas que llegaron.
Después caminé hasta un Mc Donald's y me entretuve la siguiente hora jugando ajedrez en Duolingo; también estuve en constante comunicación con mi primo, para saber el progreso de su viaje; un poco después de las cinco nos encontramos en la estación del transmetro más cercana.
De allí caminamos a la estación anterior y tomamos una unidad hasta el comercial en donde se estacionan los busitos que llegan al municipio; a un lado -casi- de este comercial hay otro en donde se encuentra Dunkin Donuts, hacia allí nos dirigimos.
Invité a mi primo a café y donas -él ordenó dos- y nos quedamos en el lugar por un poco más de una hora; Rb me había escrito un poco antes para perdirme que retornara antes de las ocho, pues no quería empezar su nueva medicación en soledad.
Con mi primo la conversación es un poco rara: ha estado leyendo masivamente desde hace unos años -cerró la carrera de auditoría pero no ha hecho esfuerzos por graduarse- por lo que sus temas de conversación son bastante intelectuales.
Un poco antes de las siete le indiqué que debía retornar a mi casa y me acompañó hasta el busito; luego nos despedimos; vine como a las siete y media pero Rb me indicó que había decidido no tomar la medicación: entre sus ingredientes estaba el almidón de maíz.
El jueves siguió tranquilo el trabajo; de hecho continuamos sin las reuniones del mediodía; tampoco pude avanzar mucho -pero sí terminé una prueba que tenía pendiente desde hacía varias semanas-.
Rb salió al supermercado y volvió antes del mediodía; en el ínterin hice un poco de Duolingo, preparé una taza de arroz y salí a comprar un par de zanahorias, para las ensaladas del almuerzo; me trajo unos cubiletes.
Después del almuerzo Rb tuvo una crisis: mientras le estaba dando de comer a su perra más anciana me indicó que se sentía mal; sentía las manos dormidas y una debilidad extrema; yo estaba lavando los trastes del almuerzo.
Con las manos jabonosas me acerqué y le hice un par de preguntas para evaluar su nivel de malestar; ella se acostó en el piso -había estado sentada- y me indicó que temía desmayarse; traté de tranquilizarla.
Luego se desesperó porque la perra no comía -lleva alimentándola de esa forma durante varios años- y la situación se puso bastante dramática -o tensa?-; yo traté de continuar con mi rutina; me preparé un café y le preparé un té.
Un poco después Rb se tranquilizó; y me indicó que no le había gustado que me mantuviera tan pasivo mientras ella sentía que debía ir a un hospital, o llamar a los bomberos, o algo parecido.
Yo nomás le indiqué que estaba dispuesto a realizar alguna de esas acciones cuando la situación lo ameritara; al final nos reímos -un poco- del suceso, y continuamos la jornada normal: incluso salimos a caminar al final de la tarde.
Y a ver cómo sigue eso...
No hay comentarios:
Publicar un comentario