El sábado pasado intenté devolver los libros que tenía de la biblioteca del CCEG pero al llegar a la misma estaba cerrada. Aprovechando que estaba cerca de la biblioteca del IGA pasé a terminar de leer El Leproso -un libro sobre el retorno de un inmigrante a Guatemala-, que había dejado a medias hacía casi un año. Eso me recordó de un libro que nunca terminé de leer -y ya no me interesa- sobre la represión a los cristianos en los países comunistas. Había yo acompañado a una tía a una aldea en lo más recóndito de Izabal y nos dieron posada en la casa de un pastor. A mí me tocó quedarme a dormir en la habitación del hijo del señor -tenía mas o menos mi edad- y llegué hasta la madrugada leyendo el libro. Un poco después de medianoche llegaron a apagar la luz y me hice el dormido. Nunca terminé el libro.
El domingo que llegué por mis chicos e encontré con que mi hija segunda se había cortado el pie, así que no podía caminar mucho. Habíamos planeado ir a depositar a las cuentas pero decidimos quedarnos en casa. Estuvimos jugando en la computadora y al mediodía fuimos a almorzar -pollo frito- a los campos de la universidad.
El lunes entré a las 6:00 pues había quedado de reunirme con mi jefa temprano. Salí a las 5:00 y fuí a un torneo de ajedrez al club italiano. Era un torneo de 9 rondas de cinco minutos. Perdí las primeras cuatro, descansé una ronda y gané las últimas cuatro. El martes por la noche compré zanahorias en el supermercado y el miercoles y jueves almorcé ensalada de zanahoria y atún. Estuve saliendo toda la semana entre 5:30 y 6 y caminando directamente a mi casita. No tomé cena en toda la semana.
El viernes no había traido almuerzo y no se me antojó comprar algo preparado. A la hora de la comida bajé al supermercado que queda a tres calles del trabajo y compré una papaya, dos bananos y una manzana. Retorné a la oficina en donde pelé la papaya y almorcé casi solo eso. Incluso regalé unas pequeñas porciones a los compañeros que estaban en la cocina. En la noche fuimos a jugar futbol de sala, de 9 a 10. Después del partido el compañero B y su esposa pasaron a dejarme a mi casa. Me regalaron media porción de Wantan.
El sábado me levanté temprano a lavar un baño de ropa que había dejado en remojo el día anterior. Después del lavado pasé al mercado por mis tenis blancos -los había dejado el sábado anterior para que les cambiaran la suela-. Es gracioso que el cambio de suela me costó un poco más que lo que me costaron los zapatos en Portland -usados-. Sin embargo, de comprar otro par de tenis me hubieran salido en el triple de lo que pagué. Después del mercado me dirigí a la casa del voluntario que vive en la misma colonia.
Habíamos quedado con mi nueva amiga del voluntariado en ir a devolver los libros, comprar unos tableros de ajedrez y pasar a pagar su internet. También ver la película de Los Muppets. Con el voluntario que vive en la misma colonia pasamos a traer a nuestra amiga al edificio en el que trabajo. Fuimos a la biblioteca del CCEG -no estaba la bibliotecaria- y luego fuimos al mercado central, en donde había visto hacía algunos meses unos tableros de ajedrez chinos bastante baratos. El centro estaba bastante lleno por el cambio de gobierno, pero pudimos realizar las compras sin ningún contratiempo. Después de comprar los tableros nos dirigimos al edificio en el que trabajo para que mi amiga pagara su factura de internet. Nos quedamos un rato en el food court del edificio, jugando ajedrez.
Un poco después del mediodía nos dirigimos a la casa del voluntario que vive en la misma colonia a almorzar -pollo y pizza- y por la tarde vimos la película de Los Muppets. Después de la película fuimos a dejar a nuestra amiga a su casa y con el voluntario retornamos a la colonia. El grupo de voluntarios de los sabados por la noche llegó a la casa del voluntario y estuvimos viendo Misión Imposible III y cenando -ellos, pues yo había comido demasiado en el almuerzo-. Un poco antes de las 11:00 una de las voluntarias me pasó a dejar a mi casita.
Ayer me levanté como a las 8:30 y salí a lavar un poco de ropa que había dejado en remojo el sábado por la noche. Ordené mi habitación y fuí por mis chicos. Desde el sábado pasado estoy turnándolos entre las dos computadoras y resolver dos cubos de rubik. Se están demorando entre 10 y 15 minutos en resolver los dos cubos y ese es el tiempo en el que deben turnarse con las computadoras. Un poco antes del mediodía nos dirigimos a la cooperativa en la que tienen una cuenta de ahorros y les dí el resto de dinero que les enviaron mis papás -y un poquito que puse yo- para que lo depositaran en las cuentas -menos un porcentaje que siempre les queda en efectivo-.
Después de la cooperativa pasamos a comprar una pizza y nos dirigimos a la universidad. Luego de almorzar estuvimos jugando una partida en simultáneo. Estoy enseñándoles a anotar las partidas de ajedrez y ayer fue la primera vez que completaron una partida anotada. Después de terminar la partida estuvimos alrededor de media hora en la biblioteca y luego retornamos a mi habitación. Mis chicos me ayudaron con los trates sucios y luego vimos 10 minutos de Piratas del Caribe III. A las 6:20 los fui a dejar a su casa.
La semana pasada -miercoles o jueves- compré una nueva jarrilla eléctrica. Creo que no estoy consumiendo suficiente calcio y espero poder cocinar unos huevos a la semana en la antigua jarrilla -lo había hecho varias veces hace un par de años-. Compré la nueva para no usar el mismo trasto con el que preparo el té que usualmente tomo. Como utilizaré un poco más de electricidad decidí que ya no voy a estar planchando diariamente la camisa diaria, como he estado haciendo desde hace bastante tiempo. A partir de esta semana plancharé una vez a la semana -domingos por la noche- y usaré la jarrilla de los huevos una -o dos- veces por semana. Anoche después de ir a dejar a mis chicos retorné a planchar las cuatro camisas de la semana. Me dormí un poco después de las 10:00 pues debía de levantarme a las 4:30 para entrar a mi trabajo a las 6:00: además de la reunión semanal debía empezar con una tarea bastante temprano.
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