El jueves pasado se me ocurrió devolver el favor del regalo del ajedrez electrónico con un cubo de rubik, por lo que planeé ir a realizar el cambio de juegos con mi hija el jueves por la noche, luego el viernes al mediodía, cambiar el ajedrez defectuoso por un cubo de rubik que había visto en el almacén en donde compré el aparatito. Ese era el plan. Salí de la oficina como a las 6:00 y una compañera de mi jefa me ofreció aventón a mi casa. Me dejó en una de las rutas principales cerca de donde vivo -como 8 calles de distancia- y pasé a mi habitación a cambiarme de ropa. Luego fuí a donde mi hija y a el juego de ajedrez que me había dado el maestro de ajedrez de la oficina pero no le gustó. Primero porque tenía las baterías soldadas -eso pasa por dejar un aparato sin usar y con las mismas baterías durante más de un año- y luego porque me comentó que el otro aparato estaba cumpliendo su función. Entonces no hubo cambio.
El viernes por la mañana le devolví el ajedrez al maestro de ajedrez. Ese día almorzamos en el food court del edificio -17 pisos abajo de nuestra oficina- y jugamos un par de partidas de ajedrez. Debo mejorar realmente mi planeación en ajedrez. En el segundo juego llegué a dejarlo sin su reina en un paso bastante temprano y aún así me ganó. Un poco después de las seis me retiré de la oficina y me dirigí al banco pues me dí cuenta por la tarde que era fin de mes y no le había depositado a mis chicos. En el área financiera de Miraflores perdí hora y media entre retirar dinero de mi banco usual y depositarlo en la cuenta bancaria de mi ex esposa. Incluso me tocó modificar el límite de retiro para mi tarjeta de débito pues no me alcanzaba para retirar el monto necesario. Fuí uno de los últimos clientes en ser atendidos en el segundo banco. Me retiré del comercial como a las 8:30 pm. Me dirigí a mi habitación, pasando en el camino a comprar un asado y cené viendo una parte de Cypher. Me acosté un poco antes de medianoche pues había quedado de despertar a mi nueva amiga del voluntariado a las 6:00 AM. Aún dejé unas camisas y calcetines en remojo.
El sábado -último día del año- visitamos el hospital general de la ciudad. Eramos mas de 100 voluntarios y nos repartimos en las diferentes alas del hospital. Con mi nueva amiga y varios voluntarios nos dirigimos al área de tomografía helicoidal, emergencias y -ya solo mi amiga y yo- al área de otorrino, aunque en realidad habían pacientes de traumatología. Los últimos cuarenta y cinco minutos o así estuve con dos chicos que habían sufrido accidentes: Uno había sido tirado por un automovil y el otro había chocado una motocicleta. Estuve haciendo origami y compartiendo historias con el segundo pues resultó ser de la misma ciudad en la que crecí. Por la tarde nos dirigimos con el voluntario que vive en la misma colonia, mi nueva amiga del voluntariado y otro voluntario a almorzar Pollo Pinulito y luego a ver Misión Imposible 4. Como a las 6 o algo así retorné a mi casa. Había planeado conversar sobre FB con mi nueva amiga pero me quedé sin red bastante rápido y me dormí como a las 9:30. Recuerdo haberme despertado con la bulla de la medianoche pero continué durmiendo.
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