jueves, 29 de diciembre de 2011

Última semana del 2011...

El lunes me levanté como a las 6:30. Como había guardado un tamal en la refrigeradora de la oficina no preparé ni me preocupé por el almuerzo. El trabajo ha estado un poco lento, lo que está bien. He estado comiendo estos tres días en mi escritorio. Al mediodía del lunes salí un poco a caminar al comercial que está al lado de nuestro edificio para estirar un poco las piernas.

En la noche pasé a la casa de mis hijos para recoger el empaque del ajedrez electrónico que le regalé a mi hija para navidad y que resultó defectuoso. Cuando llegué -eran como las 7:30- las luces de la casa estaban apagadas y mis hijos menores estaban en el patio. Me comentaron que habían ido a la universidad a caminar y al parecer habían dejado las llaves de la casa en un lugar en el que se habían detenido a jugar. Su madre y hermana mayor habían retornado a buscarlas. Me estuve con ellos un rato y luego retorné a mi habitación. Retorné a los diez minutos y ya habían estaban todos dentro de casa. Mi hija me dió el empaque del ajedrez.

El martes al mediodía fui al comercial en el que compré el ajedrez portátil. Estuvieron de acuerdo en reembolsarme el valor pero yo quería realmente un nuevo juego, por lo que al salir del trabajo me dirigí a otra sucursal del negocio en donde si habían unidades disponibles. Desafortunadamente al abrir y probar el otro aparatito funcionaba igual. Retorné a mi habitación y le propuse a mi hija que usara el juego como estaba esta semana y que el domingo lo cambiaríamos por otro juguete en este almacen.

El miercoles le propuse al maestro de ajedrez que me vendiera el ajedrez electrónico que se ganó en el torneo de la oficina del año pasado. Total, tiene casi un año de tenerlo y ni siquiera lo ha abierto. Me dijo que lo pensaría y al final del día disputamos un par de partidas de ajedrez -con resultados desastrosos para mi-. Después de las dos partidas me regaló el ajedrez aduciendo que era para mi hija. Como retribución planeo comprarle un cubo de rubik de los buenos, pues me había estado preguntando en días anteriores en donde podía comprar uno.

Después del trabajo -salí casi a las 8:00- me dirigí con el maestro de ajedrez a una reunión que organizan año con año para reunir a los trabajadores actuales y pasados de la oficina. En esta reunión -en Applebees- encontré a mi ex jefa, el niño de la oficina y el otro jugador perenne de ajedrez de nuestros torneos. Estuvimos en la celebración casi hasta las diez -muy buenas hamburguesas- y luego la hermana del maestro de ajedrez me dió aventón hasta mi habitación. Como no tengo red por estos días llegué a ver los últimos minutos de The Punisher y me dormí bastante temprano -como a las 11:00-.

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