martes, 22 de agosto de 2023

El eterno retorno... The eternal return... L'éternel retour...

Hace tres años o así -estábamos empezando a salir de la pandemia, creo- empecé a ver un poco más a mi hija mayor -y a mi hijo menor también-... en el caso de la primera fue porque el administrador del edificio donde estaba viviendo me contactó para comentarme que andaba dando paseos sobre el tercer o cuarto nivel y fuera de la baranda de seguridad.

Entonces me hice el propósito de verlos un poco más pues me preocupaba que la situación general los estuviera marginando más socialmente; además del trabajo que realizan: ambos trabajan de forma remota.

Creo que a la reunión de los tres en la última navidad mi hija mayor llegó tomada: se estaba riendo por cualquier detalle y al cuestionarla nos comentó que había estado tomando; no le dije nada pues ya tiene más de veinte años y se mantiene sola; creo que puede hacer de su vida lo que se le antoje.

Pero me incomoda interactuar con ella cuando anda bajo los efectos del alcohol -como este último sábado que llegó a la reunión de dialéctica socrática que estoy organizando dos sábados al mes-: no sé bien qué actitud tomar; o seguir actuando normalmente o mostrar mi incomodidad por su comportamiento.

Además, creo que sería bastante hipócrita simplemente aconsejarle o sugerirle que no tome: durante mi época universitaria -y algunas veces luego de esta- también consumí alcohol; llegando a emborracharme en dos o tres ocasiones; la ventaja (?) es que a mí me producía urticaria por lo que no fue nada complicado decidir dejar de hacerlo.

Nietzche, en La Gaya Ciencia -nunca lo he leído, por cierto-, retoma el pensamiento de Hermes para indicar que no sólo son los acontecimientos los que se repiten, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas, vez tras vez, en una repetición infinita e incansable... estoicismo puro y duro.

Hoy me levanté a las seis de la mañana y estuve bajo las sábanas casi media hora antes de levantarme a meditar -tenía dos días de no hacerlo-; luego hice un ejercicio de dibujo -también dos días sin actividad acá- y luego estaba empezando a leer las treinta páginas del ciclo de Lean Your Loneliness Slowly Against Mine cuando recibí una llamada por whatsapp.

Me cuesta bastante contestar este tipo de llamadas pues debo desbloquear el teléfono, luego entrar a whatsapp y luego contestar la llamada; generalmente quien llama cuelga antes de que conteste y me toca retornar la llamada; en este caso sí pude hacerlo: era mi hija mayor llamándome para pedirme un préstamo de doce dólares.

Y su llamada me dejó bastante inquieto pues el sábado que departimos -almorzamos en Taco Bell junto con su hermano menor- me preguntó cómo hacía para ir a donde un médico -mi respuesta: vas a una clínica-; la llamada de hoy era para pedirme prestado dinero para comprar medicamentos para los ojos; al parecer le han estado doliendo y quería comprar lágrimas artificiales para mejorar la lubricación.

Le indiqué que no veía bien que se automedicara y que sería mejor que consultara con alguien que se había pasado seis o siete años en la universidad aprendiendo a reconocer diferente dolencias del cuerpo humano; de todos modos le mandé el dinero y luego me escribió para comentarme que había decidido seguir mi consejo: iría al médico.

A ver cómo sigue eso.

El domingo me levanté a las cuatro de la mañana y preparé dos de los panes que preparaba cuando salía con mis tres hijos -o que he llevado al puero a mis últimas visitas con mis padres-: pan francés, huevo revuelto con embutidos, ketchup, mayonesa, aguacate, tomate y lechuga.

Eché en la maleta térmica dos botellas de hielo, tres coquitas, cuatro jugos de pera, los panes que había preparado y un sandwich que sobró de los que preparó Rb; además de bolsas de snacks, galletas y un banano; a las cuatro y media levanté a Rb y nos dirigimos al lugar en el que me había comprometido a pasar catorce horas vigilando que el proceso de votación no tuviera anormalidades.

La convocatoria había sido para las cinco y veinte pero la mayoría de los treinta y cuatro fiscales había indicado que llegaría a las cinco; yo llegué a las 5:01 y anuncié en el grupo de whatsapp que ya estaba en el portón; luego me encontré con la coordinadora y el pequeño grupo de fiscales.

A diferencia de los fiscales del otro partido -les estaban pagando por el día de trabajo- que habían llegado casi una hora antes, que portaban un uniforme para identificarse y a quienes se les proporcionó una silla de plástico para utilizar durante la jornada, la mayor parte de nuestro grupo llegó tarde, y no nos identificábamos más que porque la mayoría cargábamos nuestros propios banquitos.

El grupo a cargo de la mesa de recepción de votos estaba compuesto por cinco personas (dos chicas) y me parece que todos provenían de la misma iglesia (me parece que el Tribunal Supremo Electoral recluta a grupos de voluntarios en este tipo de instituciones o en grandes empresas); el presidente es Licenciado en Administración de empresas, una de las chicas era su hermana y la otra estaba por concluir la carrera de Abogacía.

El presidente fue bastante formal y jovial a la vez -estuvo amenizando la jornada con marimba y música popular (y música clásica, a mi petición)- y la jornada se desarrolló sin muchos contratiempos; al final se presentó el 67% de los convocados y únicamente hubo tres casos raros: dos personas que se presentaron a votar con el documento de identificación deteriorado.

La mesa estuvo abierta desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde; me ausenté de la misma únicamente diez minutos a las una de la tarde -para ir al baño- mientras la fiscal del otro partido fue apoyada por su coordinador cuando tenía que ausentarse y para el desayuno, refacción y almuerzo -aunque tuvieron dificultades con el almuerzo y se los entregaron con un par de horas de retraso-.

A las siete se realizó el conteo de votos y fue emocionante verificar que el partido al que estaba apoyando con la fiscalización obtuvo el 87% de los votos mientras el otro partido únicamente el 11% -el resto fue de votos nulos-; luego de tomarle fotografía -de acuerdo a lo establecido- al acta de finalización y entregar el documento de resumen a la coordinadora llamé a Rb para que llegara por mí.

En la espera volví a encontrar a un personaje bastante particular que había conocido en la madrugada: antes del inicio de la acción saludé a un anciano que llevaba una silla y al notar su fuerte acento le pregunté su procedencia; me indicó que tenía cuarenta y un años de vivir en el país y diez de haber adoptado la nacionalidad.

También me comentó que conocía personalmente al candidato presidencial del partido al cual estábamos apoyando y que esperaba que su gestión cambiara el rumbo que han seguido los gobiernos durante las últimas décadas; mientras esperaba a Rb en la noche conversamos un poco sobre el desarrollo del día y los resultados y nos despedimos.

Otra de las voluntarias que conocí por la mañana también anciana nos había comentado que se había graduado hacía mucho de la universidad nacional y que había tenido que marcharse al exilio cuando llevaba media década trabajando en la misma; nos comentó que ya había participado varias veces como fiscal de mesa de junta receptora de votos.

Por la noche le envié un mensaje a esta anciana comentándole que estaba agregando su contacto en whatsapp para mantenernos en contacto; no recibí ninguna respuesta; quien sí me escribió ayer fue el ex ciudadano británico; al buscar información en la web encontré que tiene una amplia trayectoria en el comité olímpico local.

Como el otro mes cumple una década de que le otorgaran la ciudadanía local le propuse que desayunáramos el sábado siguiente a esa fecha y quedamos en que estaríamos en contacto para afinar los detalles de la reunión.

Otra cosa que ocurrió el domingo fue que cuando retornamos a casa coloqué la mochila, el banco y mi teléfono en la parte trasera del auto y retorné al interior del mismo para extraer el vaso térmico en el que había llevado café por la mañana; cuando Rb tomó mis cosas para entrar a la casa dejó caer mi celular y la parte superior de la pantalla se astilló totalmente.

Total que ayer fuimos a un centro comercial a buscar una forma de reparar la pantalla pero el cambio costaba más de sesenta dólares mientras que la colocación de un vidrio templado nomás seis dólares; elegí la segunda opción y espero que el teléfono me aguante otro par de meses; se supone que el otro mes Rb renovará su contrato telefónico por lo que puede cambiar su teléfono sin costo -realmente paga como 12 centavos de dolar por el cambio- y yo podré quedarme con el Huawei que ella usa actualmente.

Aprovechando que estábamos en el lugar entramos a Walmart, en donde compré una docena de muffins -mitad de sabor vainilla y mitad de sabor chocolate- y luego retornamos a casa; en el camino decidimos acudir al supermercado más cercano y barato por pollo para la perra más vieja de Rb pero resultó que este producto estaba agotado.

Al final de la tarde, y como estuvo toda la tarde la amenaza de la lluvia, nomás salimos a caminar dentro de la colonia -usualmente le damos cinco o seis vueltas a dos calles con lo que estimamos completar el par de kilómetros que caminamos tres veces a la semana-.

Aún no he respuesto el cubo de Rubik de espejo (tamaño irregular de los cuadros) que perdí cuando fuí a traducir en la jornada médica pero estoy bastante avanzado con la resolución del cubo de rubik de colores de 4x4: ya nomás me falta el último nivel (aunque en la solución del cubo de Rubik de 3x3 este último nivel implica cuatro pasos de siete).

Sigo avanzando con el libro noruego de matemáticas y romance; espero acabarlo dentro de un par de ciclos -hoy estaba leyendo por la mañana pero al final terminé durmiendome casi dos horas-; el de español (El Mono Obeso) aún lo tengo bastante crudo pero voy rápido con The Huntress (dos capítulos por ciclo).

No sé si todos los libros del autor de The Song of the Cell me deprimen o si es nomás la pesadez de su forma de escribir lo que me baja el ánimo; es extraño porque creo que son libros muy buenos... también creo que será el último que leeré de este autor; creo que en este ciclo terminaré The Agile Samurai y me falta un largo camino con el libro de Zen (y con la meditación en general).

En el plano laboral no ha cambiado mucho la cosa; a los otros compañeros que no enviaron a mi nuevo proyecto les asignaron ya uno diferente y se desconectaron totalmente del actual; tanto que hoy que me habían asignado trabajar con uno de ellos me reasignaron todo el trabajo pues ya están con tareas asignadas de su nueva área.

Según el analista más antiguo de mi área lo que estoy trabajando a partir de este día deberé finalizarlo a más tardar el jueves por la tarde pues el viernes debe realizarse la entrega y la otra semana estaremos ya trabajando en tareas de nuestra nueva asignación...

Y a ver cómo va eso.

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