Hace mucho tiempo, y muy tarde en la noche, retornaba a mi casa caminando por una zona desolada de la ciudad; en el camino encontré a un par de personas que estaban al lado de un motorista accidentado: estaban esperando a los bomberos.
Y bueno, fue hace quince años exactamente; no estoy seguro si había visto antes un cadaver -o al menos fuera de una funeraria-; el año pasado estuve departiendo con un ex compañero del bachillerato, media hora antes de que muriera.
Y hace tres o cuatro años estuve con una de las perras de Rb antes de que dejara de respirar; creo que rememoro esto porque la situación doméstica está mera rara: el jueves debo llevar al perro de Rb a que le realicen una cirujía en un párpado, pero también detectaron problemas en la vesícula, por lo que la intervención es de pronóstico reservado.
A ver cómo se resuelve.
El miércoles venimos a casa antes del medio día; cómo ese día depositaron en mi cuenta monetaria el catorceavo salario que recibimos los que trabajamos dentro del régimen laboral más común, aproveché para pagar la cuota anual del colegio profesional, y el segundo semestre de impuesto a la propiedad, por el departamento; el resto de la tarde me la pasé viendo videos de Youtube.
El jueves tocaba ir al mercado del centro histórico, por las frutas de Rb; pero ella había decidido no ir, debido a que ya había adquirido las más numerosas el día anterior; además, habían anunciado bloqueos por una huelga magisterial.
Lo que hicimos fue ir a un centro comercial bastante lejano; en donde adquirimos un poco de bananos; y a una farmacia cerca del mismo, en donde Rb compró un par de las medicinas que le recetaron el día anterior a su perro.
Cuando regresamos Rb consultó su celular para ver el número de pasos que habíamos acumulado: más de diez mil; a las dos de la tarde me dirigí a la casa de mi prima favorita; el tránsito seguía estando bastante tranquilo.
Llegué al lugar sin ninguna novedad; incluso pasé a un McDonald's en el camino: mi prima me había escrito para que pasar a comprarle un menú a su hijo; aduciendo que no estaban aceptando tarjetas como medio de pago.
Estuve en la casa de mi prima por un poco más de dos horas; entre almuerzo -me tocó doble ese día- y café con magdalena de naranja; además puse chess.com en la televisión de la sala y jugamos un par de partidas con el hijo de mi prima.
Algo que me llamó la atención fue que, desde las conversaciones de whatsapp, mi prima había insinuado que no le había caido bien Rb -la visitamos en conjunto el año pasado-; y, mientras estábamos almorzando me lo confirmó; yo nomás agradecí por dejar claro el asunto.
Un poco después de las cinco le comenté a mi prima que me retiraba de su hogar y nos despedimos; el transito de vuelta no estuvo tan pesado y un poco más tarde estaba parqueando el auto frente a la casa de Rb; aún no eran las seis de la tarde.
Aprovechando que aún no había oscurecido le pedí a Rb que me acompañar a a la panadería; quería comprar un poco de pan para los desayunos del fin de semana; el viernes me levanté temprano a preparar el desayuno y, a dferencia de los días anteriores, no retorné a la cama.
Como tenía que salir por la tarde decidí realizar la limpieza de ese día por la mañana; además, acordamos con Rb hacer la rutina de ejercicios antes del mediodía; después almorzamos, lo mismo que el resto de la semana.
A las cuatro de la tarde salí al boulevard a esperar el busito; no tardó mucho en pasar, pero sí se tomó mucho tiempo para llegar a la carretera intermunicipal; y bastante también esperando pasajeros en el lugar.
Total que pasaban de las cinco cuando aún estaba en el centro histórico, esperando una unidad que me llevara hasta el Obelisco; llegué casi a las seis a este lugar y desde allí caminé las quince calles hasta el lugar en el que trabaja uno de los voluntarios de mi antiguo grupo.
Iba a medio camino -ya pasaban de las seis- cuando recibí una llamada de mi amigo, comentándome que aún estaba trabajando -me había dicho que salí entre seis y seis y media-; continué camnando y llegué al lugar como a las seis y veinte.
Mi amigo salió un poco más tarde y caminamos algunas calles hasta el lugar en el que estacionan los trabajadores de la empresa en la que trabaja; le comenté que podíamos pasar a algún lugar que le quedara en el camino, por un café; pero me ofreció que nos dirigiéramos a un lugar cercano a mi ruta.
Lo guié hasta la cafetería que se encuentra del otro lado del comercial en donde se estacionan los busitos; en el lugar compré un par de cappuccinos grandes y un par de porciones de pastel de chocolate.
Nos estuvimos en el lugar un poco más de una hora entre conversación y el consumo de las bebidas y el pastel; ya había pasado más de un año desde nuestra última reunión, y siempre tengo cuidado de que la conversación no derive hacia su postura antivacunas o alguna otra conspiración similar.
Un poco después de las ocho de la noche le indiqué que ya me retiraría; salimos al parqueo, nos despedimos y crucé la calle; comprobé que ya no habían busitos -el último sale usualmente a las siete y media- y abordé uno de los buses intermunicipales.
Me pude apear, afortunadamente, cerca del lugar en el que cruzo la carretera para tomar el boulevard hasta la casa de Rb; también bajó conmigo otro señor y una señora joven; a quien ofrecí acompañar, pues la calle estaba bastante desolada.
La señora se mostró aliviada de mi ofrecimiento; comentándome incluso que a su hijo adolescente lo habían asaltado hacía poco cerca del lugar; caminamos un poco menos de un kilómetro y nos despedimos en la entrada a su colonia; continué solo en el camino y entré a la calle en la que vivo sin ninguna novedad.
Aprovechando que ví la tienda de la esquina aún abierta, pasé a comprar un poco de pan y una bolsa de crema; era lo único que me faltaba para el desayuno del día siguiente: Rb me había confirmado en la tarde que había adquirido un par de tomates, un plátano y un chile pimiento.
El sábado me levanté a las seis menos veinte; mi amigo me había comentado que me confirmaría la hora en que vendría a las seis; medité y empecé a cocinar; a las seis y media recibí el mensaje: vendría a las ocho y veinte.
Puse en pausa la cocina -ya había sofreido el relleno de los omelettes-; hice Duolingo y los tres wordle (éxitos); después volví a la cocina a continuar con la preparación del desayuno.
A la hora indicada mi amigo estacionó su motocicleta frente al auto de Rb; salí a recibirlo -con los perros más grandes-; desayunamos y estuvimos conversando por un poco más de dos horas: acaba de obtener un puesto de supervisor en el call center en el que entró a finales del año pasado.
También sigue haciendo Uber, con lo que nomás logra dormir unas cuatro o cinco horas cada noche; su esposa, mientras tanto, trabaja ahora como editora del periódico digital de la universidad católica más antigua del país.
Le regalé las cinco libras -menos una taza- de harina que había adquirido la última vez que preparé un pastel; él me regaló una taza con filtro para preparar café -planeo regalarsela a alguien más-.
A las diez y media me indicó que se retiraría y salimos a despedirlo, con Rb; después me puse a lavar todo lo que había usado en el deasyuno; lo que había utilizado en la preparación ya estaba en el área de secado del lavatrastos.
El resto de la tarde me la pasé entre lectura -casi terminaba All Fours- y videos cortos de Facebook -realmente debo bajar mi consumo de esto último-; además, me parece que, dormité un rato.
Rb también ha estado bastante inmersa en un juego que ofrece Edge; es una versión de una antigua versión de juegos de granjas que antes ofrecía Facebook; no nos hemos estado comunicando muy bien, pero creo que es porque aún está procesando -guardando luto por anticipado, realmente- la situación de su perro.
Este día me levanté a meditar a las seis y media; pero luego retorné a la cama; incluso desconecté todas las alarmas; total que me volví a levantar casi a las diez de la mañana; habíamos acordado con Rb en acudir al supermercado a las diez.
Pero, debido a lo tarde, me tomé un poco de tiempo preparando el desayuno de los fines de semana; y fuimos a los supermercados en dirección sur a las once de la mañana; en el más lejano llenamos la mochila/hielera con cuadriles de pollo.
En el otro supermercado compramos una buena cantidad de bananos, y una libra de papas; antes del mediodía terminé de leer All Fours; me quedé pensando si continuar con el libro de Chelsea Manning o con The AI Con; pero luego revisé mi lista de pendiente y decidí continuar con Annie Bot.
Un poco después del almuerzo -las alitas dominicales de costumbre- me escribió una de las chicas de Cameroon con las que he estado conversando durante el último año -uno de mis más recientes esfuerzos en mejorar en francés-; estuvimos conversando un rato en inglés, español -su interés- y francés -el mío-.
También me envió el contacto de otra chica con las que estaba estudiando español -realmente, creo que obtuvieron su BA en lenguas la semana pasada-; la conversación fue bastante escueta, pero debo seguir encontrando oportunidades de producir en este idioma.
Y a ver cómo va eso...
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