Había planeado escribir hoy sobre mis andanzas en bibliotecas y creo que da para más de un post. Hace un par de años o así una amiga de Portland me envió una cita que se supone es de Borges: Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca. Me la envió con una dedicatoria especial, pues de hecho nos conocimos en una biblioteca de Portland y nos veíamos con frecuencia en alguna otra biblioteca del condado. Practicando idiomas o simplemente poniendonos al día de los últimos acontecimientos de nuestras vidas. Ella a punto de jubilarse de maestra, yo tratando de empezar a encajar las piezas de mi vida nuevamente.
Hoy solo el principio y el último hecho.
Empecé a frecuentar las bibliotecas cuando estaba terminando la escuela primaria y a nuestro profesor se le ocurrió empezar a dejarnos investigaciones como tarea, ir a la biblioteca era realmente una forma de salir de casa pues mi padre tenía una mejor colección de enciclopedias -al menos las necesarias- que la vieja biblioteca que habían organizado en la parroquia de mi pequeño pueblo. Empecé a acudir a la biblioteca para escaparme un rato con mis amigos -y amigas-. Me encantó el lugar, la organización y los libros diferentes que podía consultar.
Usualmente pasamos de media a una hora o un par de horas semanalmente con mis chicos en la biblioteca de mi antigua universidad. Es común que pasemos la mañan o la tarde en el campus ya que es bastante grande, hay bastante área verde y hasta algunos muros para escalar. El día de ayer por haber ido a jugar boliche con Mv y su hermana no tuvimos nuestra ración semanal de biblioteca. Este día me levanté temprano pues mi bata de visita estaba algo sucia, la lavé y tendí y me dirigí un par de horas a la biblioteca. Saqué de los estantes el libro de un monje zen español que he estado entreleyendo desde principios de año, otro sobre filosofía -Socrates Café, un libro genial- y un libro sobre religión antigua -la rama dorada-. Estuve entre una y dos horas leyendo el de Socrates y hojeé un poco los otros dos. Cuando fuí a colocar los libros al carrito en el que se colocan cuando se han terminado de utilizar encontré un libro que había hojeado el año pasado -o a principios de este- sobre origami. Me llamó la atención un origami modular de un cubo y empecé a armar las piezas.
Cuando levanté la vista ví pasar a mi chico a cinco o seis mesas de distancia. Iba detrás de su madre. Me quedé un poco sorprendido, pues se supone que mi ex esposa está trabajando en un colegio y que ellos se quedan en casa solos durante parte de la mañana. El año pasado o antepasado no hubiera pasado a más. En esta ocasión terminé de armar el cubo y me fuí a ver si aún andaban por allí. En la sección de referencia estaban mis tres chicos y su madre a una mesa, leyendo. Me acerqué un poco y dije Hola!. Levantaron la vista y corrieron a saludarme -abrazos y besos-. Bromeé un poco con ellos sobre encontrarlos en la biblioteca y luego me despedí, pues tenía que retornar a mi habitación a prepararme para el trabajo.
Retorné a mi casa justo a tiempo para descolgar la ropa -empezó nuevamente la temporada de lluvias en mi país- y me preparé para el trabajo. Como lo había planeado, pasé al banco a retirar un poco de dinero pues el compañero A me comentó que su cuñado iba de viaje a Estados Unidos y precisaba un poco de dinero, el cual le compra a una mejor tasa. El trabajo ha estado normal y al inicio de la noche salí a cenar en compañia de Mv -a tomar un helado realmente-.
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