lunes, 17 de junio de 2013

Día del Padre...

El viernes me levanté un poco temprano... la verdad sin quererlo.  Salí temprano de mi habitación porque no tuve que planchar camisa.  Ese día usé por primera vez la polo que me dieron como parte del uniforme.  En la mañana continué trabajando en el documento conflictivo de toda la semana.

No recuerdo al final si fue el viernes o el jueves que tuve una conversación un poco extraña con mi jefa.  Creo que fue el viernes.  Uno o dos días antes, había comentado a la compañera de mi jefa que usualmente me dá aventón por las noches, los últimos hechos de mis conflictos familiares,  pero, por ser en la mañana, había cerrado la puerta de su oficina para hablar en paz.  El compañero del BMW le fue a comentar a mi jefa -como broma- pero mi jefa me reclamó ese hech muy en serio.  Aprovechó también para reclamarme el hecho de haber planeado un almuerzo los cuatro analistas con su compañera.  La verdad me desespera la política oficinesca.  En casi cualquier oficina.

No iba a salir a almorzar pues no había llevado almuerzo y no tenía realmente hambre.  Sin embargo, al mediodía tomé uno de los periódicos de la oficina y me dirigí al parque en el que acostumbraba almorzar.  Estaban filmando un programa de televisión -o un anuncio, no se-.  Me estuve allí leyendo casi una hora.

Por la tarde empecé a trabajar en otro par de documentos que he llevado en proceso y salí casi a las siete de la noche de la oficina.  Por la mañana, el voluntario que vive en la misma colonia me había enviado un mensaje para que cenaramos pero decliné la invitación.  No me sentía con ánimos.  Como el miércoles había comido una torta y el jueves había comido un asado, pasé a cenar al puesto de hamburguesas en donde el otro día me gané un menú.  El lugar estaba un poco lleno porque estaba por empezar un partido amistoso entre Guatemala y Argentina -al final perdió nuestra selección 4-0-.

Me vine a mi habitación a cenar y estuve viendo un poco de JFK.  También empecé a bajar Good Morning Vietnam.  Para el sábado tenía convivencias en la mañana y en la tarde con varios grupos y aún no había decidido que hacer.  Al final por la noche decidí que asistiría al círculo de lectura y por la tarde a una de las convivencias que haría uno de mis grupos, habían convocado para la reunión en la rectoría de la universidad.  Me dormí como a las once pero dejé ropa en remojo.

Me levanté el sábado un poco después de las siete.  Salí a lavar la ropa y luego entré a actualizar mis redes sociales.  Un poco después de las nueve me dirigí al Museo del Ferrocarril.  Llegué un poco después de las diez.  Habían un par de colas bastante largas para entrar pero, como no iba propiamente a visitar el museo, pagué la entrada y me dirigí a unas bancas que estan en el patio central del museo.  Encontré a un anciano y un poco más tarde llegó el hermano de mi amiga voluntaria que nos acompañó en las lecturas de los dos libros anteriores.

Un poco después empezaron a llegar más participantes y al final, bastante tarde, nos asignaron un vagón cafetería en donde realizamos nuestra reunión final sobre El Lobo Estepario.  Al final llegamos como dieciseis personas.  La reunión estuvo interesante -como todas las que se tratan de libros-; logramos que participaran todos dando su opinión sobre el autor o el libro, o aún sobre los comentarios que habían escuchado, pues algunas personas no habían leído el libro.

Se suponía que la reunión terminaría al mediodía pero salimos casi a las una.  En la conversación que tuvimos antes de la conversación sobre libros el hermano de mi amiga voluntaria me había comentado que podía conseguir té de menta en un almacén que distaba cuatro o cinco cuadras del museo.  Cuando la reunión terminó me dirigí a toda prisa al lugar.  Ya estaba cerrado pero afortunadamente aún habían algunas personas adentro.  Compré dos cajas con veinticinco bolsitas de té de menta.

Después de comprar el té abordé el transmetro y me dirigí a la universidad, encontré al grupo de voluntarios con quienes estuve visitando esporádicamente las tardes de los sábados de este semestre.  Resultó que la reunión la realizaríamos en la casa del voluntario que vive en la misma colonia.  Como éramos como quince y el voluntario hubiera tenido que realizar dos viajes les indiqué que guiaría a los chicos a pie.  Nos tardamos como veinte minutos pero llegamos sin novedad a la casa.

La reunión estuvo buena, con presentaciones de los nuevos voluntarios, algunos juegos y al final la celebración de un baby shower a una voluntaria que estuvo visitando en este grupo al principio del semestre pero que había dejado de visitar por estar esperando un bebé.  Un poco después de las cinco el grupo se retiró y yo me quedé un poco más de tiempo.  Luego me vine a mi casita, compré pan tostado, preparé té de menta y me puse a ver otro poco de JFK.  Me quedé dormido un poco antes de las siete y como a las siete y media uno de los voluntarios de los sábados por la noche me llamó para comentarme que iban a cenar, le dije que llegaría pero luego me volví a quedar dormido.

Como a medianoche me levanté a lavarme los dientes y continué hasta el domingo a las seis y media.  La noche anterior había dejado unos pantalones y mi par de sacos en remojo y me levanté a lavarlos.  Subí a tenderlos a la terraza y luego salí a comprar los ingredientes para el desayuno con mis chicos.  Actualicé mis redes sociales y luego pasé por el mercado comprando unos aguacates, tomates y al supermercado a comprar leche y pan.  Preparamos un desayuno completo y a las nueve y media nos venimos a mi habitación.

Les dí a mis chicos una hoja con sudokus un poco más sencillos que los de la semana pasada y luego les puse un ejercicio de redacción, basado en la canción de Porta que estuve escuchando la semana pasada.  Después vimos un par de videos y luego fuimos al mercado a proveernos para el almuerzo del día.  Prepraamos los componentes de los burritos que preparamos cuando vamos al IRTRA  y nos dirigimos al parque de la avenida Petapa.

Compré dos pasaportes para mis chicos y los acompañé a un par de juegos, almorzamos en el área de picnic y luego estuvimos un rato en el zoológico y en una de las atracciones que es como un recorrido teatral.  Un poco antes de las cinco pasamos a comprar unos helados de cono y luego nos venimos.  Estaba lloviznando, estaba constante pero, afortunadamente, se mantuvo ligero el volumen de agua.  Aún venimos a lavar los trastes y a bajar mi ropa de la terraza.

Estuvimos leyendo un poco, armando un par de cubos y al final vimos media hora de Episodio II.  El voluntario que vive en la misma colonia me había escrito como a las seis y media comentándome que el grupo estaba en su casa y que irían por unos atoles.  Fuí a dejar a mis chicos a su casa a las siete y me llevé la chumpa negra que uso a veces cuando salgo por las noches.  Después de dejar a mis chicos en su casa me dirigí a la casa del voluntario.  Estuve tocando y luego lo llamé.  Resultó que ya se habían ido.

Pasé a la panadería por pan tostado y me vine a cenar té y panito, viendo Good Morning Vietnam.  Un poco antes de las nueve mi chica mayor me llamó pidiéndome ayuda para una tarea que su madre no había podido encontrar.  La fui a traer y bajamos un poco de información sobre acometidas eléctricas.  Anotó algunos datos en hojas de papel y luego la fui a dejar a su casa.  Retorné a terminar de ver Good Morning Vietnam y me dormí un poco antes de las once.  Me costó dormirme porque un poco antes de que mi chica viniera había estado dormitando.

Hoy me costó un montón levantarme.  Los lunes se me han estado haciendo cuesta arriba.  Debo investigar la forma de mejorar esto.  Me desperté a las seis menos veinte pero seguí en la camita.  El celular sonó a las seis pero me levanté hasta las seis y cuarto.  Planché una camisa, me bañé, rasuré y salí casi a las siete hacia mi oficina.

No compré pan pues he estado comiendo bastante y no tenía realmente apetito.  Cuando llegué a la oficina solo estaba Ant.  Luego llegó la compañerita y más tarde el compañero del BMW, quien debía llevar este día dulces y no lo hizo.  Debe rellenar la dulcera por dos semanas seguida, según lo acordado.  Llamé a mi papá y a mi único amigo de la infancia.  Con mi papá hablé como medio minuto, con mi amigo de la infancia un poco más.  También hablé con Pb, me comentó que ya había hecho su iniciación como masón y me invitó al proceso.  Se supone que nos reuniremos el sábado.


En la mañana estuve actualizando mi estado de los documentos en los que estoy trabajando.  La última reunión sobre el libro que estamos leyendo la habíamos programado para la semana pasada pero la realizamos hoy, de ocho a nueve.  Luego a las nueve hubo una pequeña reunión para celebrar el día del padre.  Dieron bolovanes de carne y pie de manzana.  Después de la reunión bajé con las chicas que nos reunimos la semana pasada pero me tocó subir y bajar nuevamente porque estaban en una celebración.

Al final tuve una reunión larguísima con la líder de esa área.  Yo le pregunté sobre su familia y estuvimos conversando -yo más que todo escuchando- sobre el proceso de divorcio en el cual se encuentra actualmente.  Quedé de enviarle Eat, Pray, Love.  Creo que al final la reunión fue de casi dos horas.  O al menos entre una y dos horas.  Cuando bajé a mi escritorio ya estaba sobre la hora de mi almuerzo.  Como los burritos que habíamos preparado el día anterior habían resultado enormes nos sobraron dos, que llevé este día para mi almuerzo.

Me dirigí al parquecito de costumbre con una prensa y los burritos y almorcé leyendo las noticias de la semana pasada.  Luego de almorzar retorné a mi oficina y me pasé toda la tarde diagramando un par de procesos y adecuando algunos comentarios en otro par de documentos.  Un poco antes de las seis el compañero del BMW me indicó que no había llevado automóvil, que su amigo no pasaría y que planeaba abordar el Transurbano.  Salimos a las seis y media y abordamos el autobus en el Obelisco.

Pasé a comprar pan tostado para la cena de hoy y pan para el almuerzo de mañana.  Estaba revisando mis redes sociales, respondiendo a algunos mensajes del día del padre cuando me llamó mi hija segunda, pidiéndome que pasara por su casa pues me habían preparado algo.  Cuando llegué mi chico menor ya estaba dormido, mis hijas salieron con una bandeja de duroport.  Era una cena -o almuerzo?- que mi ex esposa había preparado.  Coincidentemente es la misma comida que preparó para la reunión de mi graduación de la universidad.

Estuve conversando con mis chicas un rato y luego retorné a mi habitación.  Espero no dormirme muy tarde pues debo mejorar mi ánimo.  Incluso el compañero del BMW me comentó este día que se nota mucho cuando ando de bajón.


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