El jueves continué con los documentos que se están volviendo eternos en su fase de elaboración. Casi al principio de la jornada había tenido un connato de discusión con Ant porque aplazó por tercera vez la presentación que debía impartir sobre el libro Getting Things Done. Como una manera de limar asperezas lo invité ese día a almorzar. Pollo frito. Había planeado pasar al banco al mediodía a depositarle a una de las líderes de uno de los grupos de la tarde con los que visito cierta cantidad de dinero para la confección de una playera con el logo del grupo.
Por la tarde continué con lo mismo, mas unas llamadas y a las 6:30 me retiré de la oficina. Había quedado de ir a jugar billar con el compañero del BWM. En el camino llamé a mis hijos y mi chica segunda me comentó que ya había terminado el destapador de gaseosas que estaba fabricando en el área de talleres de su instituto y de que -como le había prometido- debía comprarle una gaseosa para que comprobara su funcioamiento en clase, creo que así lo calificarían.
Por alguna razón -me sucede con bastante frecuencia- a mitad de la primera partida de billar perdí por completo el interés en la actividad. Ni siquiera calculaba ángulos o intensidad del golpe. El resultado fue que perdí tres partidas estrepitosamente y no me importó en lo más mínmo. Es más decidí inventar cualquier excusa la próxima vez que me conviden a jugar nuevamente. El compañero del BMW pasó a dejarme a mi casa y salí a comprarle la gaseosa a mi hija. Fuí a dejarle el agua a mi hija y aproveché para sacar uno de los juegos de quemadores, parrilla y bandeja de la estufa pues es la que mi ex esposa ha usado como por veinte años y su estado es realmente lamentable. Bandejas carcomidas, hornillas con llama irregular. En fin. Retorné a mi habitación y continué con The Big Bang Theory y El Lobo Estepario. Me dormí como a medianoche.
El viernes me levanté de un poco mejor humor. Como era el último día del mes traté de concluir otro par de actividades y al final llegué como al 55% de cumplimiento de las metas del mes. Creo que debo mejorar en ese aspecto. Al mediodía salí a depositar el valor de la playera al banco. Después del banco me fuí a ul supermercado en donde había comprado el pelador de frutas hace un par de meses -o quizá un poco más?-. Compré un sartén con teflón, una espátula de plástico y un pelador que pienso regalarle a mis peques. La semana pasada que mi hija segunda me ayudó a rayar una zanahoria me comentó que se tardaban un montón cuando les tocaba pelar papas y que un pelador les quedaría de maravilla.
Por la tarde continué con los documentos. La compañera de mi jefa no llegó ese día y el compañero del BMW se retiró como a las cinco y media. Yo salí como a las siete y media. Mi jefa aún se quedó y Ant -que ha estado quedándose super tarde por casi dos semanas- se quedó supuestamente hasta las nueve y media. Este día incluso estuve investigando en arrendadoras de autos pues se me ocurrió que puedo, en lugar de prestarle el automovil a Rx para llevar a mis chicos a ver a mis papás, alquilar un automovil por un día. La verdad el precio no es muy alto.
Como me había puesto de acuerdo con el voluntario que vive en la misma colonia pasé a su casa a cenar. Carne asada. Estuve como de ocho y media a diez entre cena y conversación. Incluso un poco antes de las diez llegó uno de los voluntarios -mi menos favorito- de los sábados por la noche. Creo que porque hoy se iban de campamento y tenía que llegar tempranísimo al lugar de reunión de nuestros voluntarios en entrenamiento. Vine a continuar con El Lobo Estepario, llegué hasta la página 90 -de 130- y luego me dormí, otra vez casi a medianoche.
Este día me levanté -o al menos sonó el celular- a las siete. Estuve aún un rato dormitando y escuchando un poco de música en la computadora. A las ocho me levanté y me dirigí al centro pues había planeado comprar los repuestos de la estufa antes del círculo de lectura. Me dirigí a un negocio en el centro que me había indicado Ant y compré un juego de quemadores, una bandeja y una parrilla -no habían más bandejas o parrillas-. La verdad me salió bastante caro pero igual, espero que mejore un poco la situación de mis peques. Que al menos concinen más tranquilamente. Al menos a mí me servirá para preparar un poco más tranquilo los desayunos de los domingos.
Después de comprar los repuestos y como aún faltaba una hora para la reunión de lectores pasé a un café a desayunar. La verdad me llamó la atención el café -Café León, octava avenida, zona 1- pues tenía una barra supergrande central y otras adosadas a las paredes. Desayuné algo ligero y luego me dirigí caminando -como diez calles- hasta el museo del ferrocarril. Cuando llegué estaba ingresando otro de los compañeros -pagó por mi entrada- y adentro solo estaban el poeta al que invité a almorzar hace como tres semanas y su novia. Ya eran casi las diez y media y empezamos a comentar un poco sobre nuestras lecturas recientes.
Al final llegamos a esta reunión quince personas. No llegó mi amiga ni la pareja de estudiantes de matemáticas que han sido asiduos. Llegó incluso un tipo nicaragüense. Estuvimos hasta las doce conversando sobre Herman Hesse, su tiempo y las circunstancias en las que había crecido y luego hablando sobre El Lobo Solitario. La mayoría lo lleva como a la mitad, igual que yo. Después de la reunión aún estuvimos con un par de los dirigentes conversando con la administradora del museo. Luego me dirigí al lugar en donde habíamos quedado de reunirnos con un par de voluntarios de uno de mis grupos de la tarde -no el de la playera-.
Frente al comercial en donde nos citamos estaba el voluntario que frecuentemente actúa como estatua humana en la sexta. Deposité un pequeño billete en su caja de donaciones y me dispuse a esperar. Cargaba One Bird One Stone. Estuve esperando como veinte minutos -en el interín mi amigo dejó de realizar su acto y llegó a conversar a donde me encontraba- y llegó únicamente una voluntaria. Me comentó que la otra voluntaria que supuestamente iba a llegar debía trabajar hasta tarde. Como llevaba la dirección de un instituto del cual quería recabar información para evaluar la opción de que mi hija mayor estudie allí el otro año le propuse que caminaramos -estaba como a veinte calles de distancia-.
La voluntaria aceptó acompañarme y aprovechamos el camino para conversar largo y tendido. Yo sobre porque cargaba super pesada la mochila -incluso se terminó de romper- y ella sobre su familia, su vida, sus estudios, sus parejas -chicos y chica-. En fin, una muy buena conversación. Al final no encontramos el instituto porque las calles por allí pierden el orden del centro. También el sector me pareció demasiado riesgoso -lleno de moteles y trabajadoras de la calle-. Abordamos un transurbano y retornamos al centro. Yo compré un yogurt para almorzar y luego caminamos como otras treinta calles hasta su casa. Me despedí en la puerta de su casa y retorné a tomar el transmetro.
Vine a mi casita como a las cinco de la tarde y estuve actualizando mis redes sociales -y bajando un par de videos de música-, luego salí a comprar mi cena -tamal, té y panito- e inicié a ver Hansel y Gretel Cazadores de Brujas online. También estuve conversando por facebook con un par de voluntarios -una de ellos del mismo departamento donde crecí- y avanzando un poco en El Lobo Estepario. Saldré a dejar ropa en remojo pues planeo levantarme a las seis mañana para lavar temprano, ordenar bien mi cuarto y salir sin prisas a prepararles el desayuno a mis chicos, y que esto sea el inicio de un muy buen domingo.
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