miércoles, 27 de agosto de 2025

–Muchas veces– las cosas no salen como uno espera… –A lot of times– things don’t work as we expect… –Plusieurs fois– les choses ne fonctionnent pas comme on espère…

Creo que es un poco difícil de cuantificar el hecho mencionado en el título; será porque, como decía Sabato: la gente cree que los tiempos pasados fueron mejores porque tiene mala memoria; no sé.

Y es que -nada sorprendentemente-, luego del mes que pasé en un trabajo doble -lo sé, lo sé, el sueño húmedo de los que trabajan en tecnología por estos días-; y al que renuncié porque no me apetecía hacer lo mismo dos veces -aunque ganara el doble- y no quería estar saltando entre reuniones, me cuestionaba no haber sido capaz de hacer lo mismo que mi compañero laboral -él trabaja en tres empresas distintas, en paralelo-.

Pero bueno, me decía, tengo veinte años más que mi compañero; y hace ocho o diez años sí estuve realizando lo del trabajo paralelo: más de un año estuve escribiendo libros de texto para una editorial cristiana -lo que me permitió darles un departamento a mis hijos-.

En fin.

La semana pasada le había enviado un correo a mi compañero -por alguna razón no recibe ciertas notificaciones anuales de nuestra área de personal-; y me respondió un par de días después, agradeciendo la comunicación.

Y luego, el lunes, me escribió por whatsapp; para ponernos un poco al día; y me comentó que lo habían despedido de la empresa en la que habíamos hecho horas extras; él trabajó allí dos o tres meses, hasta que su manager le comentó que el propietario había decidido su salida.

Y no sé que pensar; o sea, el trabajo estaba bien; el salario incluso era un poco mejor del que percibo actualmente -muy ligeramente consideré dejar el actual para moverme al nuevo-; pero, al final, nadie sabe nunca cómo terminarán funcionando las cosas.

Quedamos con mi compañero en que lo visitaría en un par de semanas; o sea, lo despidieron de ese lugar y, la semana siguiente, firmó con otra empresa del Imperio del Norte para continuar con tres trabajo en paralelo.

Y a ver cómo va eso. 

El domingo había previsto un día bastante tranquilo: no teníamos planeada ninguna salida; y Rb me había pedido que le dedicaramos un tiempo a la remoción de la grama -y otras plantas indeseables- del patio del frente de su casa-.

Me levanté a las seis y media, medité veinte minutos, hice los tres wordles y casi una hora de lecciones de Ajedréz en Duolingo; después dormité durante veinte minutos, antes de salir a prepararme el desayuno de los domingos.

Desde hace unos meses -cuando desayuno en casa- he estado preparando una doblada de huevo y tortilla de harina; acompañada de frijoles volteados, y claro, el café de costumbre con algún pastelillo.

Después del desayuno retorné a la cama; me ha costado avanzar en el libro que estoy leyendo de No Ficción: Big Goals; como que el tema me produce disonancia cognitiva, por la forma en la que he estado tratando de vivir durante los últimos tiempos.

Pero debo avanzar en el mismo; y es que, por alguna razón, además de pasar bastante tiempo en el curso de Ajedréz de Duolingo también he estado perdiendo bastante -mucho- tiempo en el doomscrolling -sobre todo en los reels de la página azul-.

A las diez salimos al patio a cortar las gramas y otras plantas extrañas; pero no fue más de media hora; a Rb le tocó nomás botar un par de baños en el barranco; y, como no había sol, ni sudamos.

Después aprovechamos para cortar las flores de loroco que se habían acumulado durante la última semana en el patio trasero; lo cual nos tomó -quizá- otra media hora; al medio día preparamos las alitas -y ensaladas- dominicales.

Por la tarde me estuve viendo videos de youtube -otro  doomscrolling que debo controlar- y también empecé a ver la siguiente película de la Liga de la Justicia: Atlantis Kingdom; también terminé de ver -y borré de la computadora de Rb- Speed Racer.

A las cuatro Rb me pidió ayuda para la preparación de los almuerzos de la semana: serán dos días de albóndigas de pollo -tuve que partir media libra de champiñones- y dos días de unos wraps que preparamos con papel de arroz -chino-.

Para terminar la tarde hice las lecciones de Duolingo de las seis de la tarde -quedé en primer lugar de la liga semanal: de hecho es la seman en que más puntos he acumulado- y acompañé un rato a Rb mientras veía alguna serie española.

El lunes el trabajo estuvo un poco diferente: el supervisor que tenemos en el Imperio del Norte retornó de su semana de vacaciones; temprano nos avisó que nos reuniríamos a media mañana, pero yo confundí las horas -ellos están dos horas adelante- y creí que era al mediodía.

Por suerte revisé la herramienta en la que nos comunicamos y ví que uno de mis compañeros me estaba preguntando si pensaba entrar a la reunión; entré como con diez minutos de retraso.

Y la misma estuvo un poco intensa: hay varios issues importantes en la versión de la aplicación que debíamos entregar el mes pasado; la verdad es que quién sabe si llegaremos a buen puerto.

En la reunión mi supervisor me pidió que trabajara con el compañero que mejor me cae para documentar uno de los errores que había encontrado; planificamos la reunión para media tarde.

La reunión tardó más de una hora; pudimos ver -aunque no documentar- el problema que estábamos examinando; también quise aprovechar la misma para ver otro issue que me había indicado el supervisor más temprano.

Pero terminé la reunión sin documentar tampoco ese; entonces llegaron las cuatro de la tarde y me puse a la tarea que realizo dos veces por semana: barrer y trapear los pisos de las habitaciones y áreas comunes de la casa.

Luego nos pusimos, con Rb, a completar la rutina de ejercicios de los lunes; el nuevo video tarda doce minutos más que la versión anterior; y los primeros veinte minutos son bastante intensos; aunque, por ser ya la tercera vez, como que el cuerpo va aceptando el cambio. 

Después de la rutina de ejercicios -y la ducha- retorné a trabajar; pero los equipos que están en el laboratorio del Imperio dejaron de funcionar y no pude avanzar; nomás le mandé una captura de pantalla al supervisor.

Por la noche estuve viendo, casi la mitad de, una película que mezcla la Liga de la Justicia y Teen Titans; además, completé el ciclo del libro de No Ficción: Big Goals; escrito por una superviviente de bulimia adolescente -y parte del programa de Psicología Positiva-.

El martes quería levantarme temprano: como no había podido documentar el problema durante el lunes, planeé replicarlo antes de entrar a la reunión diaria -a las siete de la mañana-; y es que debía salir a las ocho y media: nuestra supervisora nos había convocado a una reunión a las diez en el mismo edificio de la última vez.

Pero no puse la alarma para levantarme antes; sin embargo, por alguna razón, me desperté a las cinco de la mañana -creo que fueron los perros que viven a dos casas: ladran de forma bastante molesta, a casi cualquier hora del día (o de la noche)-.

Entonces me levanté a meditar a esa hora; luego de lo cual encendí la computadora del trabajo y me conecté a los servidores del Imperio, para trabajar en el tema pendiente; pero ambos equipos seguían en el mismo estado de la noche anterior: aun arrancando.

Antes de las ocho de la mañana salí de la habitación a prepararme el desayuno normal -de avena, banano y gelatina-; luego me metí a la ducha; me vestí de manera semiformal: pantalón de vestir y camisa manga larga; me despedí de Rb, y me dirigí a la oficina.

A las ocho y treinta y tres estaba en el boulevard; el busito pasó un par de minutos más tarde; pero el embotellamiento empezaba apenas un par de cuadras más adelante; en total tardamos más de media hora en llegar a la ruta intermunicipal.

Allí el bus se estacionó otros diez minutos, esperando pasaje; total que llegamos al comercial en donde se encuentra la estación del transmetro a las nueve y media: sabía que llegaría tarde a la reunión.

Bajé a prisa del busito y corrí hasta la estación del transmetro; poco después pasó una unidad y la abordé hasta el centro histórico; a donde llegué a las diez menos diez; corrí dos o tres calles hasta la siguiente estación y tomé la siguiente unidad; al final llegué a mi destino a las diez y cuarto.

En la penúltima estación llamé al dev que me ayudó con el curso de ciberseguridad -había olvidado anotar el nivel en el cual nos reuniríamos-; salí en la última estación, entré al edificio y subí, por las escaleras, los tres niveles.

Llegué a la oficina en donde ya estaban reunidos casi todos los convocados -aún pasé al baño del lugar- y ocupé uno de los lugares frontales -llevaba en un recipiente hermético uno de los buses de papel que se utilizaría para la demostración-, entregando el dummy al presentador.

La reunión fue bastante intrascendente -o esa es mi opinión-; fuí el penúltimo en llegar: a las once entró el compañero que viene desde el departamento vecino -y quien, se suponía, realizaría parte de la presentación-; las anfitrionas eran dos PMs que habían conocido al equipo en la última reunión en el mismo lugar.

Y se suponía que les explicaríamos parte de nuestro trabajo; con el objetivo de recibir apoyo de las mismas, pues están involucradas en varios proyectos similares en nuestro departamento; pero no le ví -la verdad- mucho futuro.

A las doce se acabó la reunión; le pedí aventón al compañero que llegó a las once -en la penúltima reunión pasó a dejarme al lugar en donde tomamos los buses intermunicipales-; pero, al bajar al sótano, no logró entrar al elevador.

Entonces le pedí al analista más brillante del equipo -y que mejor me cae- que me diera aventón; en el convivio del fin del año pasado me pasó dejando al boulevard; pero no le avisé al otro compañero, por lo que aún me llamó para ver por donde andaba; nomás me disculpé por la confusión.

El tránsito estaba -cómo no- terrible; salir de la zona en la que estábamos fue bastante árduo; pero fue peor tomar una de las vías principales para salir de la ciudad; al final nos tardamos un poco más de una hora en el recorrido.

O sea, retorné casi a la una y media; afortunadamente Rb ya había sacado a caminar a los perros, por lo que nomás procedimos a calentar el almuerzo del día -segundo día de albóndigas de pollo y coditos-; después lavé los trastes y preparé café y té.

El resto de la tarde estuvo bastante tranquilo; incluso me permitió avanzar un poco en la sección en turno del libro en francés; a las cuatro de la tarde nos dirigimos a los supermercados en dirección norte.

Debía comprar algunos implementos para el departamento de mis hijos -mi hijo menor me había enviado un mensaje el domingo, pidiéndome artículos de limpieza-; pero también compré un par de bolsas de café, y unas galletas con orégano.

Por la noche terminé de ver la película de La Liga de la Justicia y Teen Titans; además, traté de completar varias lecciones de Duolingo: no había podido hacer mucho en el día y el día anterior había elegido a Rb para el challenge semanal: sesenta lecciones con más del noventa por ciento de exactitud.

Y a ver cómo sigue eso... 

 

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