El lunes llegué a la mitad de mi último challenge: pasar cien días sin entrar a los sitios de internet en donde paso demasiado tiempo; lo cual no me ha sido tan pesado: creo que la meditación me ha ayudado a regular mis horas de sueño.
El martes Rb llevó a su perra a que le cortaran el cabello; estuve a punto de ofrecerme a llevarla, pero me habían estado llamando del trabajo con algunas dudas del uso de Word; y el día anterior recibí una llamada de un colega en el Imperio del Norte.
Por la llamada temí que no iba a poder realizar la rutina de ejercicios: debía de conectarme para realizar algunas operaciones en la suite que estamos probando; la llamada se llevo a cabo un poco antes de la hora en la que usualmente barro y trapeo el piso.
Afortunadamente pude realizar la limpieza sin sobresaltos; luego, ya era después de las cinco, tuve una llamada rápida con la misma persona, pero resultó que podía realizar las operaciones más tarde.
Con lo que pude acompañar, el lunes, a Rb a realizar la rutina de ejercicios de ese día de la semana; pero por eso no quise salir el martes; al menos en el horario laboral; pero sí la acompañé a retornar la perra a casa.
O sea, después del horario laboral, le propuse que realizáramos nuestra caminata habitual hasta la altura del supermercado más lejano, en dirección sur; estimaba que durante el trayecto nos informarían que la perra ya estaba lista.
Y, efectivamente, empezando el camino de vuelta le escribieron de la veterinaria; la cual queda en el mismo comercial en donde nos proveemos semanalmente de bananos para nuestros desayunos; fue bastante oportuno.
El miércoles limpié el escritorio -creía que era una máquina de coser, pero no- que Rb tiene en la esquina de la habitación que ocupo; estaba acumulando diversos documentos, libros y objetos desde hacía varios meses -o años-.
Lo que quería era dejar el espacio listo para empezar a practicar acuarela; tiré un montón de papeles antiguos, una raqueta matazancudos que dejó de funcionar hace mucho e, incluso, la pieza del motor de arranque que le cambiaron el año pasado al auto.
Después, en el transcurso del día, hice un par de ejercicios: dividí la primera hoja del block de dibujo en cuatro y tracé cuatro columnas con distinto grado de transparencia de distintos colores: azul, rojo, anaranjado y verde.
Luego se me ocurrió que podía practicar el uso de trazos un poco más finos con un modelo de un cubo de Rubik; le pedí a Rb que me desarmara el cubo de 3x3 y realicé un dibujo del mismo -me falta mejorar la perspectiva!- y dibujé cuatro círculos alrededor del mismo.
Los círculos los coloreé con cada uno de los tonos del ejercicio anterior; luego coloreé los veintisiete -menos los blancos- cuadros con los cinco diferentes tonos que tiene este rompecabezas: amarillo, verde, azul, rojo y anaranjado.
Casi al final de la tarde Rb acudió a la tienda que se encuentra al otro lado del boulevard: había llamado al señor que viene usualmente dos veces por semana, pero le había confirmado que este día no vendría.
Mientras Rb salía me metí a su cama: por la mañana había leído dos o tres capítulos del segundo libro de español que estoy leyendo en paralelo; Una mujer educada trata de ser un compendio de filosofía para la vida cotidiana.
Como me habían llamado ya en dos ocasiones de la oficina -y no oí la primera- desconecté el headset de la computadora; y acababa de acomodarme con la lectura cuando escuché el tono de llamada en la aplicación que utilizamos en el trabajo.
Salté de la cama y conecté el headset: era otra vez la chica del Imperio del Norte pidiendo ayuda para configurar unos títulos de sección del último de los documentos que tienen que entregarse antes de que termine el mes.
La llamada no tardó mucho y le volví a explicar qué es lo que he estado haciendo para darle soporte: básicamente copiar un elemento similar al que tiene mal configurado, pegarlo antes del mismo y, finalmente, borrar el original.
Luego, al final de la jornada laboral, completamos la rutina de ejercicios de la mitad de la semana; ahora esta rutina tarda como cincuenta y dos minutos -diez más que las del lunes y el viernes- y es un poco más demandante.
Por la noche estuve viendo un capítulo de Conan el niño del futuro, y una parte de la película de los cuatro fantásticos que estrenaron unos días atrás; luego estuve avanzando en el libro en francés que recién inicié: Ma vie mon ex et autres calamités.
El jueves el trabajo volvió a tranquilizarse: se suponía que el viernes -el primer día del mes de agosto- se iniciaría la transición de la última versión hacia el servidor de producción; antes del mediodía tuvimos una corta reunión de equipo.
El lead nos comentó que la siguiente semana no habrían reuniones de este tipo porque el cliente estaría en el sitio pues querían revisar la aplicación -personalmente, no esperaba un buen resultado de esto-.
Un poco antes me había llamado -justo antes de la hora de la reunión- y aprovechó para asignarme la limpieza y configuración de una de las estaciones de trabajo que utiliza el equipo local; también para que continuara con el apoyo que había estado brindando a la documentación.
Por la tarde entré a ver la estación asignada; pero encontré ya todo configurado y el escritorio de la misma bastante limpio; también contacté a la analista a la que había estado ayudando el día anterior, pero, al parecer, no necesitaba nada más.
Por la tarde aproveché la tranquilidad del trabajo para continuar practicando un poco con la acuarela: dividí una de las hojas en dos partes; en una pinté con algunos tonos de azul y gris; la otra la rellené de azul claro y pinté algunas gotas de lluvia.
Al final de la tarde nos dirigimos a la tienda verde de descuentos; yo quería comprar un bote de gel para el cabello: vuelve a crecerme el mismo y aún no me decido a acudir a la barbería; pasamos al supermercado de ese extremo a comprar un poco de bananos, y a una panadería en el camino, por mi pan para los desayunos del fin de semana.
Mi hijo me contactó, también, para notificarme sobre el monto mensual de la amortización de su deuda; e informarme que el monto que le descuentan mensualmente, para la compra de acciones de la empresa en la que trabaja, acababa de incrementarse debido al aumento de salario que recibió recientemente.
Y a ver cómo sigue eso...
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