jueves, 25 de septiembre de 2025

Comunidad… Community… Communauté…

La socialización es un tema que siempre me sorprenderá: en algún punto del camino -creo que- debí aprender a encontrar -y preservar- amistades; y no sé si es causa o efecto -o combinación- la relación habilidades sociales/Asperger.

Pero, desde hace mucho tiempo, he resentido el no tener -aparte de Rb- a amistades en las cuales apoyarme; aunque, durante los últimos cuatro años, he trabajado conscientemente en mantener los -pocos- contactos que tengo con una persona de mi tiempo en la facultad, otro par de personas de trabajos/voluntariados, y mis primos.

Lo que más resiento de la situación es que los rasgos -que creo que son- más marcados sobre este tema se han agudizado en mis hijos: la mayor, básicamente, se dissocia si un diálogo no va bien, el menor es callado hasta el extremo, y la mediana... aún no la conozco lo suficiente en su etapa adulta.

Y no creo que pueda hacer mucho: o sea, el temperamento es innato y el caracter se forma de acuerdo a las condiciones de crecimiento; y la situación no fue muy ideal para ellos, proviniendo de un hogar roto y una madre bastante inestable -yo tampoco he tenido un comportamiento muy 'normal'.

Pero algo -creo- debo poder hacer: fomentar -de alguna forma- la comunicación, empezando entre los cuatro, y, poco a poco, quizá algún día, podrán comunicarse sin tanto drama, o, más bien, de una forma más adecuada.

Y a ver cómo va eso...

El sábado me levanté a meditar a las seis y media; después de los veinte minutos me quedé en la cama, aunque no me dormí nuevamente: resolví los tres wordle del día, hice las lecciones de Duolingo y continué con el repaso de AWS, también escribí -y publiqué- la entrada anterior de este espacio.

A media mañana fuimos a los supermercados en dirección sur: debíamos comprar algunos ingredientes para ensaladas y bananos -también quería comprar unas jeringas para seguir inyectando alcohol en un agujero de termitas-.

En el camino Rb se recordó que la semana siguiente queríamos agasajar con una refacción al personal del servicio de extracción de basura -comenzamos la tradición en agosto del año pasado-.

Entonces, al llegar a la altura del supermercado más alejado no dimos -como generalmente hacemos- la vuelta sino que entramos al lugar y adquirimos jamón, queso y aderezos para nuestra iniciativa de proyección social.

Otro de los esfuerzos en esta área es obsequiar los güisquiles que cosechamos, entre los vecinos de la calle; repartir ocho onzas de flor de loroco, cada vez que la enredadera del patio trasero florece y, cuando podemos, obsequiar algún alimento a los guardias de la calle: el jueves se me olvidó dejarle la pizza sobrante a mi hija mediana -y la gaseosa- y se los pasé dejando al guardia de turno.

Despues de adquirir los alimentos pasamos a una farmacia a comprar cuatro jeringas; luego nos dirigimos al siguiente supermercado, en donde compramos algunos bananos y un par de lechugas -una morada y una escarola-.

Luego retornamos a casa; en donde ayudé a Rb a encontrar el pescado que almorzaría -había congelado algunas sobras unas semanas antes-, luego de lo cual puse a desinfectar -agua y vinagre- algunas hojas de lechuga, y luego salimos a cortar flores de loroco.

Después sacamos a caminar a los perros; cuando entramos me puse a preparar el par de ensaladas que había previsto llevar para la reunión con mi hijo menor; luego las empaqué, con un par de porciones de aderezo y un par de de bolsas de snacks que había comprado en el supermercado más retirado.

Al final me metí a la ducha a las doce del mediodía -había esperado hacerlo más temprano pero no controlé bien el tiempo- y salí de casa a las doce y cuarto; encontrando el embotellamiento habitual a una calle de distancia.

En total me tardé más de treinta minutos en llegar hasta la ruta intermunicipal -generalmente son cinco o diez minutos-; por lo que llamé a mi hijo para comentarle la situación del tránsito e informarle que seguramente llegaría un poco tarde.

Pero el periférico y la avenida principal que tomo al final de ese trayecto estaban relativamente tranquilos -a pesar de la lluvia-: no encontré ningún atasco en estas dos partes, por lo que a la una y un mintuo estaba estacionándome en el sótano del edificio.

Subí al séptimo nivel utilizando las escaleras y a la una y cinco estaba llamándo a mi hijo-desde el pasillo, pues no tengo llaves por estos días- para avisarle que había llegado; él salió un poco después -creía que estaba en la sala, pero le recordé que le había dado mis llaves a la mediana-.

Mi hijo me entregó un par de pachones de limonada que había preparado para el almuerzo -durante la semana me había ofrecido que prepararía limonadas para sustituir las aguas gaseosas que usualmente aporto- e iniciamos a caminar al parque temático.

El día estaba bastante gris pero, afortunadamente, no estaba lloviendo aún; llegamos al lugar sin contratiempos y nos dirigimos al lugar en donde generalmente almorzamos: un área social, vecina a la piscina, con muchas mesas y un buen techo de terraza.

En el lugar saludé al joven conserje que nos había abordado el jueves anterior -cuando almorcé allí con mi hija mediana- y le preguté su nombre -se me había ocurrido al día siguiente que era lo indicado-; conversamos un poco y luego procedimos con el almuerzo.

Antes de entrar al parque habíamos comprado -en una gasolinera, en la calle vecina- un par de hotdogs de buen tamaño; eso lo combinamos con las ensaladas, los snacks y la limonada de mi hijo; realmente un muy buen almuerzo.

Luego procedimos a armar un par de cubos de Rubik, y a enfrascarnos en una buena partida de Scrabble; mientras estábamos almorzando -y en las dos actividades siguientes- nos habíamos percatado que la lluvia se mantenía constante -aunque no muy fuerte-.

Le propuse a mi hijo que nos moviéramos al teatro para ver -nuevamente- la obra que estaban presentando durante los últimos meses; mi esperanza era que durante los treinta o cuarenta minutos que tardaba la actividad la lluvia amainara.

Empacamos los utensilios de comida y los juegos y caminamos hasta el teatro; la lluvia no estaba tan ligera como se veía por lo que llegamos un poco mojados, aunque no empapados, al lugar; mi hijo notó que la obra, aunque era la misma, estaba siendo presentada con algunas variantes.

La presentación terminó un poco antes de las cuatro y nos dirimos caminando al departamento; la lluvia se había ido y nomás quedaban las calles mojadas; en el camino pasé a comprar un par de cubiletes.

A las cinco estábamos entrando al departamento -le pedí a mi hijo que utilizáramos las gradas- y le escribí a mis dos hijas para invitarlas a un café o té pues debíamos conversar los cuatro; mi hija mayor pidió café, mi hijo menor té -de jazmín-, mi hija menor indicó que acababa de comer, y yo me decanté por un café.

Luego tuvimos una conversación bastante extendida: repetí que el departamento lo había adquirido para los tres pero recordé las dos condiciones para la habitación -tres realmente-: no drogas o alcohol, no alojar a nadie más, y el pago de servicios/impuestos.

Y es que, desde hace algunos meses, la mayor y el menor -que acaban de cumplir un año viviendo en el lugar- han estado en conflictos por temas de limpieza y orden; incluso separaron -duplicaron- el uso de algunos utensilios.

Ahora que se agregó la mediana a la ecuación la situación no ha mejorado; aunque logramos -por fin- conversar un poco sobre la convivencia: el plan es construir una pared en la sala para que los tres tengan una habitación similar: con una pared completa con vistas al exterior.

Además se habló de equipar el departamento con una refrigeradora y una estufa; aunque me seguí oponiendo a la instalación de un calentador general de agua; sugerí que instalaran calentador de duchas, pero no sé qué harán.

Durante la conversación estuve observando la calzada que tenía que tomar -en donde tuve que esperar media hora dos días antes, para integrarme al tránsito- y, un poco después de las seis, les indiqué que me retiraría; procedí a darle un abrazo a cada uno.

La salida de la calle no estuvo tan mal; pero la calzada principal sí estaba más ocupada que otros días; pero lo peor fue llegar a la calle que acaba en el paso a desnivel que tomo antes de entrar a la ruta intermunicipal: estaba atascada.

Por lo que me desvié hacia la Universidad; pero el número de autos allí también era excesivo; me tardé como diez minutos avanzar un par de cuadras; luego entré al periférico, después al carril auxiliar del mismo y salí a la calle que pasa sobre el paso a desnivel.

Esta calle también estaba bastante llena; por lo que no llegué hasta el final de la misma -por donde también se puede ingresar al municipio- sino que me desvié para tomar la ruta que continúa después del paso a desnivel.

Felizmente el tránsito allí no estaba muy pesado por lo que entré a la carretera intermunicipal sin mucho trabajo; la entrada al municipio sí estuvo un poco pesada, pero, no mucho tiempo después, estaba estacionando el auto frente a la casa de Rb.

Por la noche les envié, a mis tres hijos, un resumen de lo que habíamos conversado -espero que quede como evidencia-; por la noche ví un capítulo de Butterfly -la serie coreana de acción que empecé a ver durante la semana- y un capítulo d Task -una serie con Mark Ruffalo-.

El domingo me levanté media hora más tarde de lo acostumbrado: no me dí cuenta que había desconectado la alarma de las seis y media y me desperté cuando sonó la segunda, a las siete -esta la programé específicamente para no sobrepasar mi período de meditación, en caso me olvide de poner el temporizador con los veinte minutos-.

Después de meditar me quedé un rato en cama: resolví los tres wordles, hice varias lecciones de Duolingo y estuve repasando las preguntas del certificado de AWS -desde un par de días antes me había estado enfocando en las preguntas que respondo incorrectamente-.

Un poco después de las ocho me levanté y preparé el desayuno de los domingos; a pesar de que tengo en el freezer una bolsa con tortillas de harina, específicamente para este día, decidí utilizar dos rebanadas de pan sandwich que me sobraron de la última visita a mis padres.

Me preparé una variante de esos videos en los que preparan sandwiches de huevo, cocinando las rebanadas encima del huevo; no pude hacerlo tal cual pues el sarté que utilizo no tiene el tamaño para colocar las dos rebanadas al mismo tiempo.

Pero el desayuno estuvo bueno; lo complementé con mayonesa, salsa de tomate y un poco de frijoles volteados; y el perpetuo café con la última porción del pastelillo que Rb me obsequió el último jueves -y los últimos dos panes pequeños de los que compré ese día-.

Después del desayuno estuve leyendo un poco; y esperando la hora para ir a dejar a Rb a su iglesia: durante la semana había estado diciendo que quería ir más seguido -casi no asiste a la misma- y yo me había ofrecido a 'obligarla' a asistir este día.

A las diez de la mañana salí a encender el automóvil y nos dirigimos a la iglesia; la ruta estaba bastante vacía por lo que no tuvimos ningún contratiempo en llegar al lugar; Rb se apeó, yo dí una vuelta en U y retorné sin ninguna dificultad.

Estuve viendo algunos videos de divulgación científica -o de pensamiento crítico- y leyendo un poco del libro de terapia ACT que estoy leyendo en la última de mis líneas de lectura -ACT with love-; pero, en cierto momento, empecé a dormitar.

Me despertó el sonido de notificaciones de whatsapp: tengo desconectadas las notificaciones en el teléfono, pero, el año pasado -o antepasado- en una ocasión no fui a traer a Rb a la iglesia porque no leí sus mensajes -ni la llamada por whatsapp-; desde esa vez dejo abierta mi computadora para estar pendiente a esos sonidos.

Las notificaciones eran de mi hijo menor: había cotizado una refrigeradora y una estufa eléctrica -un poco más de mil dólares entre ambos- y me estaba enviando la información; le indiqué que debían hablar con sus hermanas para ponerse de acuerdo y nomás me notificó que había recibido la respuesta.

Un poco más tarde recibí el mensaje de Rb, pidiéndome que fuera por ella a la iglesia; volví a tomar el auto y, como de costumbre, ahora sí encontré más tránsito: en la entrada a la carretera intermunicipal había una buena aglomeración; y en el resto de la ruta me tocó que ir cambiando de carril continuamente, para avanzar.

Cuando llegué a la iglesia Rb ya se encontraba en la calle -había muchos feligreses aún en sus rutinas post servicio religioso- por lo que nomás paré para que abordara el automóvil, dí la vuelta en U e inicié el retorno a casa.

En donde ayudé con la preparación del almuerzo: una gran ensalada, la que consumimos con las alitas de pollo dominicales de costumbre; luego sacamos a caminar a los perros; a continuación lavé los trastes del día y, luego, preparé té de manzanilla y café.

Como habíamos previsto utilizar la mitad del asado que tenemos en el freezer en los almuerzos de la semana, decidimos preparar las papas asadas; por lo que después de lavar los trastes partí varias papas grandes y las puse a hervir -también preparé mis gelatinas para los desayunos de la semana-.

Al final de la tarde Rb preparó el aceite de oliva con culantro que utilizamos para aderezar las papas y me dediqué durante la siguiente media hora a la tarea de asarlas en la estufa, utilizando una plancha de hierro, otra de metal más delgado, y uno de los sartenes más antiguos.

Por la noche estuve viendo otro capítulo de la serie coreana de acción que llevo a medias; además, terminé el capítulo seis -el último- del curso de ajedrez en Duolingo; ahora planeo retornar a practicar francés, portugués e inglés en esa aplicación -y un poco de italiano-.

El lunes me levanté a las cinco y cuarto: habíamos quedado con Rb de realizar la rutina de los lunes a primera hora de la mañana -igual que el viernes anterior- y no quería entrar a la primera reunión sin haber tomado una ducha.

Después de meditar entré a la habitación de Rb a despertarla; luego hicimos los cincuenta y un minutos de ejercicios; aún me dió un buen tiempo de bañarme; luego entré a la reunión diaria; la que estuvo bastante tranquila.

Después de la reunión me preparé el desayuno -avena, banano y gelatina; Rb salió un poco después de las nueve -después de darles de comer a sus animales y desayunar ella misma-: había planeado el ultrasonido de la tiroides, que su ginecóloga ordenó en la última cita médica.

Estuvo un par de horas fuera; nos estuvimos comunicando continuamente durante este tiempo: el tránsito estuvo super pesado pero pudo pasar a la farmacia, al laboratorio; y por último, al supermercado, a comprar unos bananos.

Cuando retornó me mostró los resultados; tomé una foto al documento y lo alimenté auna LLM -nomás cubrí la información personal-; según esta generadora de texto el resultado está bien -combinado con el nivel de otros análisis, evaluados la semana anterior-; o sea, el tamaño de la tiroides es un poco menor al normal y hay asimetría; pero los resultados son los esperables dada su edad, sexo y estilo de vida. 

Aunque luego de la misma el supervisor estuvo enviándonos mensajes para que aceleráramos la ejecución de las tareas que nos había asignado la semana anterior; a la hora del almuerzo descongelamos una de las porciones de asado que habíamos tenido en el freezer por un par de meses.

Después sacamos a caminar a los perros; luego seguimos con la rutina: lavado de trastos, té/café y un poco de lectura del libro de francés; acompañados de algunas partidas de ajedrez en Duolingo.

A las cuatro de la tarde realicé la limpieza que hago dos veces por semana; después me estuve en mi habitación repasando las preguntas de AWS; aún no logro completar las cincuenta y un preguntas del cuarto archivo; y en el que combina los primeros tres mantengo una exactitud de más del noventa y cinco por ciento.

El martes me levanté a meditar a las seis y media; después retorné a la cama, resolví los tres wordle e hice algunas lecciones de Duolingo: como ya terminé las lecciones de ajedrez retorné a realizar el repaso diario de francés, inglés y portugués.

No tenía ganas de levantarme; un poco después de las ocho Rb entró a la habitación, conversamos un momento y luego se retiró; continué en la cama y le comenté que saldría a las diez.

Me estuve dormitando entre ocho y nueve de la mañana; un poco más tarde me llamó mi supervisor -afortunadamente había dejado la computadora preparada para no irse a dormir, y me había quedado con los audífonos puestos-: quería valorar el avance en la tarea que me había asignado más temprano.

Le contesté aún saliendo del sueño; la primera parte de su pregunta fue fácil; para la segunda tuve un poco de dificultad, por la niebla del sueño; entonces nos despedimos y me levanté; salí al comedor y me preparé el desayuno.

Después me pasé el resto de la mañana aplicándome en la tarea que debía completar; lo cual realicé -o realicé más o menos, más bien-; además, me tocó que salir a la panadería pues habíamos acordado con Rb preparar los seis panes con los que queríamos obsequiar al personal que se encarga de la extracción de basura.

El plan -lo hice en septiembre del año pasado y me propuse realizarlo al menos una vez cada año- es entregarles -en una caja de cartón- seis panes con jamón y queso; botellas de aderezo, bolsas de snacks, jugos en tetrabrick y fruta -el año pasado fueron bananos, este manzanas-.

Salí a la calle y me dirigí a la panadería en la que Rb ha horneado un par de veces su creaciones de panificación; pero estaba cerrada, afortunadamente la otra -la que queda más cerca- aún estaba abierta; y tenía justo la cantidad que necesitaba.

Un poco antes del mediodía nos pusimos a la tarea de preparar la refacción que queríamos obsequiar; íbamos a la mitad cuando se nos acabó el papel de aluminio con el que estábamos envolviendo los panes; afortunadamente teníamos una caja en bodega.

Terminamos la preparación y almacenamos los panes en la refrigeradora -y el resto de los elementos en la caja de cartón-; como había posibilidades de que mi equipo de trabajo se reuniera justo a la hora del almuerzo, le pedí a Rb que preparáramos todo antes de la hora usual.

Y antes de la una nos pusimos a calentar la segunda porción de asado de la semana; pero no hubo ninguna reunión; aparentemente nuestro supervisor ha andado con muchos pendientes; después del almuerzo íbamos a sacar a caminar a los perros, pero empezó a llover.

Además, el guardia de la calle nos había avisado que el camión de la basura había ingresado -yo le había pedido favor de que nos llamara cuando ocurriera- y, al salir al portón, confirmé que se encontraba en la entrada de la calle vecina.

Estaba lloviznando pero no tan fuerte; por lo que decidimos salir a dejarles los alimentos; pero, repentinamente la lluvia arreció, por lo que preferimos esperar a que pasaran por acá; un rato después la lluvia amainó y salimos con la caja -y un paraguas- a entregar la refacción.

Pero no vimos el camión en el lugar en donde lo había identificado más temprano; así que caminamos hasta el fondo de la siguiente calle -creímos que podía estar estacionado en la calle lateral-; pero no, no estaba; Rb pasó a garita y confirmó que el camión se había retirado, que seguramente retornaría más tarde -toda la basura de esta calle aún se encontraba en las aceras-.

Retornamos a casa con la caja y volví a meter los panes a la refri; un poco más tarde; ahora sí con la lluvia muy ligera, le propuse a Rb que sacaramos a caminar a sus perros: además, pasamos a entregarle el par de güisquiles, que había cosechado el día anterior, a una familia de la cuadra; y tres de los tetrabricks que nos sobraron al guardia de turno.

Al final de la tarde el guardian de la calle nos llamó para comentarnos que el camión del servicio de extracción de basura había vuelto -la verdad es que Rb ya había visto a los jóvenes juntando las bolsas de la calle-; salimos, otra vez, con la caja y se la entregamos al conductor -Rb se encargó de avisarle a todos los demás-.

Después de cumplir con este objetivo anual retornamos a casa y, luego, nos dirigimos a los supermercados en dirección sur; caminamos hasta la altura del más lejano, a continuación retornamos al otro, para comprar bananos; allí vimos a la ex novia -y ahora mejora amiga- del veterinario saliendo de la clínica.

Nos acercamos a saludarla y estuvimos en el lugar -una larga plática entre ellas- durante más de media hora; al inicio, esta chica -que también fue voluntaria en el mismo grupo en el que estuvimos mucho tiempo- me hizo un comentario que me dejó muy incómodo: aunque muchas personas digan que no saluda o habla, siempre lo he visto como un genio.

Y es que no es la primera vez que alguien resalta estos dos rasgos de mi personalidad: la actitud antisocial, y el nivel de inteligencia superior a la media; pero ella fue bastante directa; y quizá porque me agrada, su comentario me dejó pensativo mucho tiempo.

El miércoles me levanté a las cinco y cuarto, medité y entré a la habitación de Rb: esta será -en el corto plazo- nuestra rutina de los lunes, miércoles y viernes, para realizar la rutina de ejercicios al inicio del día; la cual no estvo tan mal; lo malo es que me tardé en encender la computadora y entré tarde a la reunión diaria.

Un poco después de la reunión empecé a leer varios mensajes del supervisor en el Imperio del Norte: aparentemente lo están presionando con los resultados de nuestras tareas y ha estado poniéndose en modo persecución.

Por lo mismo he tratado de  aplicarme un poco más en el trabajo durante los últimos días; aunque sin descuidar las lecturas, y todas las otras actividades que me ocupan generalmente la jornada -ya estoy en el cuarto archivo de las preguntas para el certificado de AWS-.

Durante la mañana pagué por una estufa eléctrica y una refrigeradora, para el departamento de mis chicos: mi hijo menor se había mostrado sorprendido en la reunión del sábado, cuando les repetí que siempre estaba disponible para ayudarles con el equipamiento.

Desde ese día se dió a la tarea de buscar opciones para adquirir estos dos electrodomésticos: con su hermana mayor han estado viviendo durante un año en el lugar y nomás han tenido un par de hornillas eléctricas y una mini refrigeradora -además de un par de hervidores de agua-.

Pero el martes le había pedido a mi hijo que redactara un documento para el uso comunal de estos dos aparatos: han tenido dificultades con la comunicación y no mejoró cuando la mediana ocupó una de las habitaciones.

Al final, me enviaron cada uno una copia del documento acordado: especificando reglas de uso, limpieza y un mínimo de condiciones para que lleven la fiesta en paz; no tengo muchas esperanzas, pero bueno.

La cuenta ascendió a un poco más de mil dólares -casi ocho veces lo que pagan mensualmente por el mantenimiento del lugar-; lo que fue agregado al documento en el que contabilizo toda la información financiera que concierne al departamento.

Al final de la tarde Rb me propuso salir a caminar un poco en la cuadra; inicialmente me negué porque estaba enfrascado en el capítulo de Harry Potter e a camara secreta; pero luego recapacité y salimos a dar tres o cuatro vueltas en la cuadra.

Después salimos a la ferreteria que queda en la siguiente calle en el boulevard: Rb necesitaba adquirir un poco de pegamento para zapatos; ha tenido dificultades con un par de tenis que uitliza para las caminatas de las tardes.

Por la noche vimos el tercer capítulo de Task: Mark Ruffalo actúa como un agente del FBI, ex capellán y hastiado de todo: uno de sus dos hijos adoptivos está a la espera de la condena por haber asesinado a la esposa de Mark -interesante todo el drama-.

Y a ver cómo sigue eso... 

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