El sábado se celebra la profesión mencionada en el título; es interesante que -según Wikipedia- la costumbre empezó en Rusia: se tomó la máxima potencia de dos que fuera menor al número de días del año; o sea, ocho -porque dos elevado a la seis es doscientos cincuenta y seis- para agasajar a los que se dedican al código (o, ultimadamente, a cualquier actividad que tenga que ver con las computadoras).
Ese día le contaba a Rb que la única vez que estuve en una celebración 'formal' fue en el trabajo que tuve en la penúltima empresa: organizaron una refacción y cada supervisor de área le dió un regalo a su 'mejor' colaborador; lo chistoso fue que yo era el único colaborador en mi área.
O sea, era mi jefa -una persona de quien no guardo muchos recuerdos agradables- y yo; -a mí me tocaba que hacer casi todo el trabajo, incluso de gestión-; tanto así que ella también se renunció un poco más tarde de que yo me retirara. En fin.
Y me recordé de la fecha porque mi amigo Testigo de Jehová -que sí ha sido programador por más de treinta años- publicó en su estado de Whatsapp un mensaje alusivo al día; y, para continuar con mi campaña de 'no te aisles', le envié un mensaje a varios de mis contactos con quien compartimos esa línea laboral.
Y a ver cómo va eso.
El jueves fue un día de reuniones: por la mañana me reuní con los otros dos analistas con los que estamos trabajando en comenzar -por fin- con la automatización de algunas actividades de nuestra área.
La reunión del mediodía también fue un poco más extensa: el supervisor del Imperio del Norte ha estado más exigente con las asignaciones; y me tocó trabajar con otra analista -al parecer, también del subcontinente asiático- en un par de tareas.
Incluso hubo un connato de extensión del horario laboral: había algunas tareas que nomás podíamos realizar al final de la tarde; pero me negué porque me había ofrecido a conducir a los perros de Rb al veterinario y debíamos estar allí antes de las cuatro.
La visita al veterinario era para la aplicación de una serie de vacunas; a las cuatro menos cuarto metimos a los tres perros al automóvil y conduje a la veterinaria; no había tránsito y menos de diez minutos más tarde estábamos entrando al lugar.
La vacunación se realizó sin muchas dificultades -los grandes ni dieron muestras de sentir el pinchazo, la pequeña chilló, pero lo hace por cualquier cosa-; lo que el veterinario indicó -y no por primera vez- es que la perra más pesada debería de bajar de peso; pero eso, creo, estaría complicado.
Luego de las vacunas Rb y el veterinario aún conversaron sobre algo de los perros y, un poco más tarde, conduje el auto de vuelta a la casa; despues caminamos a los supermercados en dirección norte; en el mas alejado compramos un poco de bananos, y a medio camino de vuelta compré el pan de mis desayunos.
El viernes me levanté a las cinco de la mañana: quería trabajar en algunas tareas en las que no había podido avanzar mucho en los días anteriores; generalmente el tiempo antes de la reunión diaria es muy productivo.
Después de meditar me puse a organizar algunas de las tareas que me habían asignado y luego entré a la reunión diaria; también tuvimos la reunión semanal con el supervisor en el imperio del norte; esta estuvo un poco más tranquila que las anteriores.
Y en la reunión del mediodía me asignaron más tareas; o sea, al parecer, uno de los analistas había sido sobrecargado y el supervisor me ha estado trasladando algunas de las tareas que le había asignado originalmente.
Al final del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios de los viernes; era la primera vez que practicábamos la nueva versión: con nueve ejercicios adicionales, algunos isométricos y otros de fuerza; estuvo bastante pesada.
Después de la rutina -me quedaron doliendo varios músculos abdominales- y de la ducha encontré un mensaje de mi primo más cercano en whatsapp: el día anterior le había escrito para proponerle una llamada.
No me había respondido en más de un día y temía que tenía que buscar otra forma de coordinar una visita a mi tía -de hecho lo había intentado llamar por teléfono durante el día y no me había respondido-; al final, al parecer, se había olvidado de responder el mensaje -y no había visto las llamadas-.
Conversamos -videollamada- durante unos minutos, sobre familia, trabajo y similares; también le pedí que confirmara si su madre estaría el siguiente lunes en su casa: ha estado con quebrantos de salud y quería pasar a visitarla por la tarde.
El sábado me levanté quince minutos antes de la hora acostumbrada -a las seis y cuarto-, medité y me metí a la ducha: había programado un desayuno con el analista más brillante -y joven- del equipo.
Habíamos acordado reunirnos, en la cafetería en la que usualmente invito a mis amigos y conocidos, a las siete y media; y como no quería andar corriendo con el auto salí de casa un poco después de las siete.
El tránsito estuvo bastante ligero y a las siete y media ya estaba en el lugar; como no tenía su número le envié un mensaje en la herramienta que usamos en el trabajo; al final llegó diez o quince minutos luego de la hora acordada; pero utilicé ese tiempo para completar algunas lecciones de Duolingo.
Cuando el analista llegó procedimos a ordenar un par de desayunos típicos del lugar; luego estuvimos conversando por un par de horas sobre cuestiones laborales, académicas y también de la vida: tiene la edad de mi hija mayor, se graduó el año pasado de ingeniero y ahora estudia una maestría en IA.
Pero no tiene muchas aspiraciones vitales; lo cual me parece muy interesante: en nuestra época el empuje por alcanzar metas, o sobresalir en la profesión era bastante marcado; me imagino que son cuestiones intergeneracionales.
Un poco antes de las diez nos despedimos e inicié la conducción hasta la casa de Rb; el tránsito seguía bastante tranquilo; vine a leer un poco, continuar con el repaso de las preguntas de AWS y algunas lecciones adicionales de ajedrez en Duolingo.
Como el día se veía bastante gris decidimos sacar a caminar a los perros antes del almuerzo; pero no nos dió tiempo a completar la rutina: terminando la primera vuelta empezó a lloviznar; entonces los metimos y procedimos a preparar el almuerzo.
Habíamos planificado preparar unas hamburguesas caseras; Rb preparó un par de panes con varias harinas diferentes al trigo, y una mezcla de pollo con vegetales para rellenarlos; también preparamos un caldo de pollo.
La lluvia se extendió -desde que metimos a los perros- hasta el final de la tarde; aproveché para leer un poco, seguir repasando el material de AWS y ver un capítulo de The Terminal List: Black Wolf.
Al final de la tarde caminamos hasta los supermercados en dirección sur; llegamos -como siempre- hasta la altura del más lejano, de allí volvimos al que queda a medio camino y compramos algunas alitas para los almuerzos del domingo -de Rb-.
El domingo habíamos previsto ir al supermercado en donde compramos artículos a granel; durante la semana le había enviado mensajes a mis hijos para verificar si necesitaban algo del lugar, pero ninguno me respondió.
Después de que Rb desayunara tomamos una bolsa con aislante térmico, la subimos al automóvil y nos dirigimos al lugar; el tránsito estaba bastante tranquilo por lo que no tuvimos contratiempos en llegar al lugar; el cual está siendo modificado: algunas áreas del parqueo estaban cubiertas por páneles de construcción.
La lista de compras no era muy extensa: y la mayor parte de artículos eran míos; debía comprar avena para mis desayunos, galletas para mis cenas -y refacciones-, aderezo para ensaladas; e incluso había decidido comprar una bandeja de muffins, para las visitas de ese día y el siguiente.
Al final gasté casi cincuenta dólares en provisiones; en el camino de vuelta pasamos a una sucursal de la tienda verde de descuentos: Rb ha andado buscando unas bolsas que utiliza para preparar sus harinas y quería ver si había suerte.
Pero no hubo; al parecer este artículo ha sido descontinuado; aprovechando la visita al lugar compramos una recipiente hermético de gran capacidad: unas semanas antes habíamos desechado el que usamos para almacenar arroz en la cocina pues encontramos gorgojos en el mismo -no era mucho arroz pero lo congelé para eliminar la plaga-.
Después de la tienda retornamos a casa y -previendo lluvias más tarde- sacamos a caminar a los perros; luego preparamos las alitas dominicales y las acompañamos con el resto del caldo que habíamos preparado el día anterior.
Antes del almuerzo había llamado a mi prima favorita: habíamos estado conversando en whatsapp la semana anterior y me había ofrecido a llamar a las once de la mañana del domingo; al final la llamé a las once y cuarto.
Estuvimos conversando -videollamada- durante cerca de una hora: al parecer la relación con su padre ha estado bastante tensa últimamente ya que, además de que ha estado exigiéndole dinero a ella y sus hermanos, también ha aumentado el drama en su trabajo y en su iglesia.
Por la tarde -ya no llovió- continué con el estudio del material de AWS: he adelantado bastante con el primero de los archivos -cincuenta preguntas- y estoy llegando casi al mismo nivel con el segundo; también ví otro capítulo de The Terminal List.
Un poco antes de las tres de la tarde me dirigí a la casa del voluntario que vive en la colonia en la que crecieron mis hijos; habíamos acordado reunirnos a las tres de la tarde; llevaba la mitad de los mini muffins que compré por la mañana, unos paquetes de café instantáneo y mi ajedrez.
Llegué a la casa de mi amigo un poco antes de las tres -aún me tuve que detener un momento antes de cruzar la avenida, debido a una carrera con antorchas-, estacioné el auto y bajé a tocar el portón; mi amigo salió un poco después.
Preparamos un par de cafés -instantáneos: tres en uno-, dimos buena cuenta de la mayor parte de los muffins y jugamos una partida de ajedrez de más de una hora; al final quedamos empatados -me cuesta ser cruel-.
Un poco antes de las cinco me despedí de mi amigo y bajé a tomar el auto, para retornar a la casa de Rb; el tránsito -afortunadamente- estaba bastante tranquilo: al parecer muchas personas salieron de la ciudad, debido al fin de semana extendido; nomás en la salida de la ciudad encontré otra caravana con antorchas, pero, no mucho tiempo después, estaba estacionando el auto frente a la casa.
Por la noche -cancelaron la clase de teología de Rb- vimos el último capítulo de la segunda temporada de Wednesday; la verdad no me agrada mucho el estilo de humor que utiliza la serie, pero es de las pocas cosas que aún vemos en conjunto.
Y a ver cómo sigue eso...
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