miércoles, 14 de abril de 2010

Punto de Inflexión

Un punto de inflexión es generalmente un momento en donde tomamos una decisión que afecta nuestra vida. No hay punto de retorno diría alguien. No es exactamente lo que está sucediendo estos días en mi vida, pero huele bastante a eso.

A ver, estoy asistiendo a un curso de Administración de Redes que definitivamente no ha llenado mis expectativas, especialmente viniendo de una institución que es líder en Latinoamérica en capacitación técnica. La vida no es perfecta. Por otra parte, es casi un hecho que no voy a terminarlo, pues, en el casi año que llevo acá en el trabajo he visto como los horarios de trabajo cambian constantemente.

Tengo casi un mes de estar trabajando de 3 a 8 pm en mi oficina, luego de 9 a medianoche en mi habitación. Duermo 5 o 6 horas y luego me voy a este curso, que es de 8 al mediodía. Después del mediodía paso a una biblioteca o a un comedor hasta las 2 y algo, hora en que me vengo a la oficina. Esto de Lunes a Jueves. El viernes vengo a la oficina de 9 a 11 o algo así a reunión de depto, luego trabajo de 4 a 8 pm.

He estado durmiendo entonces muy poco, y el curso este ha estado bastante nebuloso, básicamente hemos estado viendo herramientas utilitarias -muy buenas por cierto- que no tienen nada que ver con administración de redes. Ayer pasamos casi las cuatro horas realizando ejercicios de subredes, que no me pareció que fueran tan importantes para que nos pasaramos cuatro horas en eso. Al final del período cuestioné a nuestro instructor sobre los objetivos del curso, el contenido y el programa, pues aparentemente no hay un programa de clases. Traté de no ser muy negativo en mis comentarios, sino plantearlos como una forma de mejorar y aprovechar la clase. Se embarcó en un discurso de casi veinte minutos sobre la necesidad de saber un poco de todo, blah, blah, blah. Al final hizo un comentario como que los que no empiecen a llevar uniforme no podrán ingresar a clase la próxima semana, o algo así.

Pasé a la biblioteca de costumbre luego de la clase y estuve leyendo un par de horas, tiempo que resisten ahora mis ojos antes de empezar a tener una visión borrosa, luego me vine al trabajo en donde estuve hasta las 8. Tuvimos tres partidas de ajedrez con el compañero B antes de que se retirara, ganándole la primera y perdiendo las siguientes dos. El día anterior le había ganado una y empatado la segunda. Trabajé en mi casa de 9:30 a medianoche.

Hoy me levanté a la hora acostumbrada: 6:30 AM, planché mi camisa, me dirigí a la ducha y, antes de girar la llave para bañarme me pregunté ¿para qué?. No toqué la llave, retorné a mi lecho y me volví a acostar. Dormité de 7 a medio día. Me hizo tanto bien y estoy seguro de no haberme perdido gran cosa de mi curso. Planeo ir mañana y preguntarle directamente al instructor si lo del uniforme va, pues ando en autobús y no puedo cargar una camisa planchada para llegar con una polo blanca -que ya la tengo- a clases. De ser así, hasta acá llegó lo del curso.

En todo caso siempre hay más opciones. Lo que me lleva al punto de inflexión: Estoy a muy poco de llegar a las cuatro décadas, me gustaría antes de llegar a ese punto dejar de preguntarme si estoy trabajando en lo que realmente es mi mejor opción o si hay algo más allí afuera.

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