viernes, 10 de junio de 2011

El cliché de la ficción...

Ayer llevé, por primera vez, un par de relatos impresos al taller de narrativa. Uno de ellos -con estilo erótico- narraba, desde el punto de vista femenino, las primeras dos citas con Al. La instructura insistió en que eso nunca pasaría y que por eso el relato adolecía de ingenuidad. Como diría Miguel Angel Asturias, la ficción supera a la realidad. Pero en este caso, la realidad estuvo tan fuera de lugar que no es aceptada como una ficción que supere a la realidad.

El miercoles, luego de revisar mis correos, y actualizar el blog, en la biblioteca, me dirigí al segundo día del taller de títeres. El segundo día sirvió, básicamente, para terminar el títere que habíamos iniciado el día anterior. Como al mío le faltaba únicamente agregarle los ojos no me pareció de mucho contenido el día. Al final también nos mostraron los instructores como preparar las manos y los brazos para una sesión de títeres: Ejercicios de calentamiento y así.

Me retiré diez minutos antes de las seis pues Al había quedado de llegar a mi habitación entre seis y media y siete. Había cronometrado el recorrido de mi habitación hacia el local del CCE, cuarenta minutos exactos. El retorno a la habitación estuvo complicado pues las seis es, al parecer, la hora pico por las tardes. Pasaron cuatro o cinco unidades del Transmetro antes d eque pudiera abordar una. Finalmente llegué a la estación más cercana a mi casa como a las 6:40. Estaba lloviendo y Al me había llamado para confirmarme que llegaría alrededor de las siete a mi habitación.

Pasó más o menos lo que esperaba que pasara. Empezamos a ver un poco de una película -El Secreto- y luego empezamos con los abrazos y besos. No me gustan las segundas partes -traté una vez de retornar a una empresa en la que había estado y no funcionó- pero acordamos con Al tomar con más calma esta vez la situación. No con respecto a las relaciones pues al final como que eso es la base de nuestro entendimiento. Se supone que nos veremos únicamente cuando ambos tengamos el suficiente tiempo. Al estuvo en mi habitación hasta las nueve de la noche. A esa hora salí a dejarla a su automovil.

Me dormí antes de medianoche pues había planeado levantarme a las 7:30 y llegar con mucha antelación a mi prueba del polígrafo para la oportunidad en la corporación. Me desperté incluso antes de las siete. Planché mi camisa y me alisté para la prueba. Salí de mi habitación un poco después de las ocho y llegué al lugar de la entrevsita como a las 9 y cuarto. Me atendieron de una vez. La poligrafista se veía bastante profesional -muy seria, diría- aunque Alx me había comentado que esta es una técnica para poner nerviosos a los candidatos. La prueba tardó un poco menos de una hora y sentí que estuvo un poco más sencilla que las anteriores. Para empezar, la poligrafista me dió una explicación bastante detallada del aparato y el proceso, luego realizó tres rondas de diez preguntas y con eso estuvo concluída la prueba. Me gustó que no tuve que rellenar ningún extenso formulario.

Retorné a mi habitación, pasé a cambiarme de ropa y a recoger una portátil. Me vine a la biblioteca a revisar mi correo y ver si había alguna otra oferta laboral. En el camino pasé a imprimir el par de relatos -uno de dos hojas sobre seducción y el otro, basado en mi proceso en la corporación, de siete páginas- y a sacar ocho copias para los asistentes al taller. Me estuve en la biblioteca hasta la una de la tarde y luego me dirigí al taller de títeres. En el camino pasé a almorzar a un Taco Bell -mi única segunda comida e el mismo día de toda la semana-.

El taller de títeres empezó tardísimo, casi a las tres y media. Este día lo dedicamos totalmente a la manipulación de títeres. Hicimos un par de dinámicas para romper el hielo y fomentar la creatividad y luego participamos, por parejas, en una pequeña improvisación, primero con los títeres propios y luego tomando un títere diferente. Un poco antes de las seis me retiré para participar en el Taller de narrativa. Esto no fué del agrado del tipo que estaba dirigiendo el taller de títeres y llegó al aula a conminarme a que volviera con el grupo para el acto final, la entrega de diplomas. Argumenté que la hora había concluído y que estaba en el otro taller pero volví un momento al salón de los títeres. No muy contento me dió mi diploma y me dijo que podía retirarme. No participé de las fotos de clausura pero la verdad me tenía sin cuidado recibir un documento atestiguando mi participación en el taller. Me interesaba el contenido más que un diploma.

El taller de narrativa estuvo intenso. Por ser la primera vez que llevaba una propuesta repartí rápidamente mis copias y pedí que se analizara mis textos. La crítica fué contundente. Desde mi contínua repetición de ciertos términos, hasta la falta de un viaje real en el texto y la profusión de detalles innecesarios. Sin mencionar que no creyeron lo que relataba sobre la seducción. Intenté no defenderme mucho sino tratar de tomar los puntos que me parecieron interesantes de los comentarios de la instructora y los compañeros. Leímos otros dos o tres textos de otros compañeros y realizamos un examen exhaustivo de los elementos de cada uno.

A las 9:00 terminamos el evento y me dirigí hacia el transmetro. Llegué a mi casa un poco después de las nueve y media. Terminé anoche finalmente La Reina de Los Condenados. Es interesante lo crítico que se vuelve uno al empezar a 'meterse' en la escritura. No me gustó el final del libro -eran más de seiscientas páginas- pero al menos ya puedo devolverlo en paz. Aún hice veinte minutos de Zazen antes de dormirme un poco antes de medianoche.

2 comentarios:

  1. ¿Es un taller de narrativa o de crítica literaria?

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  2. Sabes, Engler, que los que estudian literatura en la Universidad son preparados para la crìtica literaria màs que para la creaciòn? :D

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