viernes, 2 de noviembre de 2012

November -not rain-...

Ayer fue asueto en mi país.  Mis chicos estuvieron conmigo todo el día.  Había programado el reloj para despertarme a las 9:00, como a las 8:00 recibí una llamada de mi ex esposa comentándome que los pequeños ya estaban listos y esperándome.  Me levanté -me costó, pues me había dormido después de la 1:00 AM-, llamé a mi hija mayor para avisarles que iba a pasar por ellos en quince minutos y ordené mi habitación.  Como a las 8:40 pasé por mis hijos, estaban solos.

El primero de noviembre se celebra el día de los santos -o de los muertos, no estoy seguro-, es descanso laboral y muchos aprovechan para visitar los cementerios.  No tengo ninguna tumba que visitar -mi papá murió un mes antes de que yo naciera- y mi abuelo materno -el único abuelo cercano- murió cuando yo estaba en tercero primaria.  Me pareció un día perfecto -como casi cualquier otro- para pasarlo con mis peques.  Refaccionamos sandía y compramos tres libros en inglés en un puesto cercano al mercado.  Nos pasamos la mañana leyendo lo que habíamos adquirido y viendo un par de videos de coros africanos en Youtube.

La semana pasada me había llamado por teléfono mi ex esposa para que conversáramos sobre el acto de clausura de sexto grado de mi segunda hija.  Hace dos años mi hija mayor salió de sexto primaria y -como estaba trabajando por las tardes- fui a la misa y me quedé un rato a la entrega de diplomas.  Salí un poco antes de que la llamaran a ella para recibir el diploma en el estrado y mi ex esposa tomó esto como una agresión directa a ambas.  El sábado pasado por la noche pasé a conversar un poco y quedamos en que llevaríamos la ceremonia en paz.

Le había avisado a mi jefa sobre faltar un par de horas el martes por la mañana y pasé un rato a la ceremonia de mi hija.  Igual, me rehusé a que subiéramos juntos -con mi ex esposa- a que nos retrataran.  Entré a mi trabajo un poco antes de mediodía.  Había ofrecido salir tarde por las dos horas que me había tomado por la mañana pero resultó que este día retomamos las reuniones del club de lectura -que ya no es ni club ni lectura- y nos fuimos a cenar a Paseo Cayalá.  El lugar es muy bueno -y muy caro-.  Cenamos en Quinto Piso y estuvimos conversando sobre libros, películas y vida en general hasta casi las 11 de la noche.  Afortunadamente vivo en la ruta del jefe de mi jefa y pasó a dejarme a mi casa.

El miércoles estuvo un poquito pesado en mi trabajo.  De hecho ha estado un poquito pesado desde hace un   tiempo. Había planeado retirarme a las cinco y media, pues en mi grupo del sábado por la noche nos habían convocado para una cena a las 7:00.  Al final salí a las 7:00 de mi oficina por una reunión en la que cubrí a mi jefa.  Afortunadamente mi supervisora favorita me dió aventón hasta un lugar cercano a mi casa.

El sábado pasado se suponía que empezaría a recibir el curso de Project Managemente en el que me matriculé.  Llegué -de acuerdo a las instrucciones de la persona de contacto- a las 8:30.  El curso inició un poco tarde y luego fue suspendido porque eramos solo 8.  Se supone que lo mínimo que acepta esta universidad para impartir un curso son 13 alumnos.  Se supone que empezará nuevamente este sábado.

El curso lo suspendieron un poco antes de las 9:00.  Llamé a mi encargado de visita de la mañana y me fuí corriendo -literalmente- al asilo en donde nos tocaba visitar.  Estuve la mayor parte de la visita con la anciana ciega que proviene de mi pueblo y con la que había conversado bastante en otra ocasión.  Por la tarde visité el hogar para niños con VIH en el que hemos estado visitando ya varios meses con mi grupo.  Por la noche pasé a hablar con mi ex esposa.


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