martes, 2 de septiembre de 2025

La vida de Chuck... The life of Chuck... La vie de Chuck...

Cuando era joven ví -no recuerdo si la ví de principio a fin- Stand by me; la música me pareció genial; y la serie de aventuras que le suceden a los niños me pareció interesante; también la parte final.

Fue mucho tiempo después que me enteré que estaba basada en un cuento de Stephen King (The body); de quien ya había escuchado por Carrie y Cujo -el perro diabólico-; ahora también existe La Cúpula, La Neblina; y me imagino que muchas más.

Un gran contador de historias.

El primer libro que leí de este autor -lo encontré (sin pastas) en la casa de un amigo de bachillerato, por lo que al principio creí que era una historia real- fue Carrie; mucho tiempo después Saco de Huesos, La Zona Muerta, Mientras Escribo, La Cúpula, y quizá dos o tres más (mi hijo menor ha leído muchos más de este autor).

Y hace unos días me enteré de la película en el título de este texto: una Youtuber mejicana que publica videos dando su opinión de películas recientes sacó un nuevo video comentando sus impresiones de la misma.

Generalmente veo su contenido; pero, por alguna razón, decidí que prefería ver la película antes; creo que fue porque ví que estaba basada en un cuento de King; y leí algunos buenos comentarios sobre la cinta.

Entonces le propuse a Rb que nos tomaramos un tiempo para verla -hacía tiempo que no veíamos ninguna serie o película juntos-; ella aceptó y procedí a buscarla en nuestras páginas usuales -al final la terminé bajando con el cliente de Torrent-.

Y está muy buena; muy muy buena; es una muy buena alegoría al viaje mayor; y me recordó -muchas cosas, pero, especialmente- al arco de la historia del cuento en el que se basa la película Contacto.

Y es que, quizá por la edad, he estado encontrando más material audiovisual que -aunque en otros tiempos, o circunstancias, me hubiera incomodado, ahora- me da paz; como el TikTok que publicó en su estado una de mis conocidas de Camerún: I will never feel bad about where I am in life because we're doing all this stuff just to die.

Y a ver cómo va eso.

El domingo me levanté a las seis y media; medité -creo que me pondré a trabajar en ralentizar mi ritmo de respiración durante esta actividad-, hice los tres wordle y luego me puse a hacer lecciones de Ajedrez -echecs- en Duolingo.

A las ocho salí a prepararme el desayuno de los domingos -por fin me terminé el paquete de ocho tortillas de harina que he tenido en el freezer por varios meses-; Rb salió un poco después de su habitación y me pidió que la llevara a la iglesia a las diez -y no a las nueve cuarenta y cinco, como me había pedio el día anterior-.

A esa hora me vestí, tomé mis dos billeteras y las llaves del auto y nos dirigimos a la iglesia; el tránsito estaba bastante tranquilo; por lo que no tuvimos muchas dificultades en llegar al lugar; en donde Rb se apeó del auto y yo retorné a casa.

Antes de salir había empezado una lección de Data Analytics en la página de CISCO -paralelamente estoy haciendo algunas lecciones de React en freecodecamp- y eso fue lo que continué haciendo luego de retornar -también estuve hablando con mi amiga de Camerún-.

Y eso fue el resto de la mañana, además de preparar las gelatinas para los almuerzos de la semana; había puesto una alarma para las doce menos cuarto, pues el mediodía es usualmente la hora en la que Rb me llama para que vaya por ella.

Justo cinco minutos después del mediodía Rb me llamó -por whatsapp-; volví a vestirme y saqué el auto; el tránsito estaba un poco más pesado que en el primer viaje; pero no me tardé mucho en llegar al comercial que queda frente a la iglesia -habíamos acordado reunirnos en ese lugar-.

Encontré a Rb en la sección de congelados -estaba hablando con una pareja de ancianos y me los presentó como los papas de uno de sus alumnos (de hace más de treinta años)-; luego condujimos la carreta del supermercado hasta las cajas de autopago (frambuesas, bananos.

El viaje de regreso no estuvo tan complicado; o sea, había un poco de tránsito, pero era manejable; incluso pasé a una gasolinera a mitad del camino, a rellenar de aire la llanta trasera del lado del piloto; aunque la otra también andaba un poco baja.

Y me dije, otra vez, que debo pasar a un pinchazo a que sustituyan las dos llantas actuales por las dos que me regaló mi único amigo de la facultad; para el almuezo preparamos ensaladas (yo) y alitas de pollo (Rb).

Después sacamos a caminar a los perros; el tiempo ha estado -en general- bastante agradable; un poco más tarde me metí a la cocina a lavar los trastes del almuerzo, y a preparar café -el que consumí con el último cubilete del jueves- y té.

Durante la tarde continué avanzando en unos videos de Data Analytincs que estoy viendo en la página de CISCO; son bien básicos -o sea, la mayor parte de lo que enseñan ya lo he aplicado en mi trabajo-, pero me interesa obtener el badge para agregarlo a mi cuenta de Creedly.

Rb decidió hacer una siesta -se ha estado sintiendo más agotada últimamente- y quedamos en que la despertaría a las cuatro y media: a esa hora debíamos empezar a preparar los almuerzos de la semana siguiente.

Puse una alarma ya que a veces se me ha pasado la hora; la tarde se puso lluviosa y, después de despertar a Rb, me dediqué a pasar por el picador de verduras tres güisquiles, cuatro o cinco zanahorias, un puñado de arvejas chinas y un gran tallo de apio.

Por la noche ví el final de Ne Zha; después vimos la película que dá título a este texto; y esto lo pudimos realizar porque cancelaron la clase de teología a la que Rb asiste -online- los domingos por la noche.

El lunes me levanté a las seis y media; a pesar de que habían cancelado la reunión del día: era el Labor Day en el Imperio del Norte; me levanté a meditar y luego resolví los tres wordles.

Después jalé la computadora del trabajo a la cama; quería revisar los correos del fin de semana y realizar los pagos del primer día del mes: la cantidad simbólica que le transfiero a Rb; y la cuota mensual del mantenimiento del apartamento de mis chicos.

Además, empecé las lecciones semanales de Duolingo; eso me entretuvo hasta después de las ocho; luego me quedé dormitando en la cama; Rb entró un poco después a comentarme algo -no recuerdo el tema-; le contesté pero seguí en cama.

Me levanté un poco después de las nueve; me preparé el desayuno y me quedé trabajando en mi Lenovo personal; aprevachando que era el primer día del mes, preparé un mensaje de texto alegórico y se lo mandé a la mayor parte de mis conocidos en Whatsapp.

Algunos -más de la mitad?- me respondieron; y con dos o tres amplié un poco la conversación; el resto del día estuvo bastante calmado; un poco antes del mediodía el analista más joven le preguntó al supervisor si habría reunión al medio día; y le contesté -en un mensaje aparte- que era asueto para ellos.

Almorzamos la primera de las porciones de comida china que preparamos el día anterior y luego continuamos con la rutina normal; como el trabajo estaba tranquilo continué avanzando con el material de Cisco.

A las cuatro de la tarde hice la limpieza que hago dos veces por semana; luego, a las cinco, realizamos la rutina de ejercicios del primer día de la semana laboral; después de la ducha me retiré a mi habitación a realizar las lecciones nocturnas de Duolingo.

Un poco más tarde me pasé a la habitación de Rb; aunque, por haber estado medio dormitando, ya no quise ver ninguna película -o serie- nomás me estuve acompañándola, mientras jugaba algunas partidas de ajedrez -contra Oscar-.

Y a ver cómo sigue eso... 

 


domingo, 31 de agosto de 2025

No sé qué hacer... I don't know what to do... Je ne sais pas quoi faire...

A partir de la última conversación tensa que tuve con mi hijo -estaba tratando que se pusieran de acuerdo con la limpieza del departmento, pero fastidié la situación-, en la que me indicó que mis temas eran muy dark, me había  propuesto mejorar en ese aspecto, al menos en nuestras interacciones.

Por eso tuve una conversación un poco tranquila la siguiente vez que nos vimos: me disculpé por la forma en la que me expreso y le dije que esperaba mejorar en ese aspecto; que, al final, lo que me interesa es que tengamos un buen tiempo juntos.

Y las cosas han estado un poco mejor: después de que les anuncié el regreso de la mediana -viene el jueves-; -me parece que- la mayor y el menor se están comunicando un poco mejor -o al menos, se están comunicando-.

Pero, en la primera reunión de la tradición que espero establecer -tomar una bebida caliente luego de mi visita sabatina, acompañado de quien lo desee- volví a sufrir un desliz; no recuerdo qué estábamos comentando, pero dije: No sé qué hacer con mi vida.

Y mi hijo menor comentó: Eso es algo que dicen las personas en sus veinte años, no los mayores de cincuenta; y creo que tuvimos una pequeña discusión sobre el tema; pero, al final, yo soy el -más- adulto, y -creo que- debería ser más cuidadoso.

O sea, es -un poco- frecuente que me encuentre pensando 'qué hubiera pasado sí' o 'por qué estoy acá y en esta situación a mi edad'; o pensamientos de ese tipo; pero, al final, -creo que- estoy donde debo estar, haciendo lo que debo -o puedo- hacer.

Y debería ser suficiente; o no andar dándole más vueltas al asunto; o, como le comentaba alguna vez a mi antigua directora -favorita-: un día a la vez...

Y a ver cómo va eso. 

El miércoles me desperté con la sensación -me pasa a veces- de que estaba soñando algo importante, o esencial; medité, resolví los tres wordle y entré a la reunión diaria; en la que seguimos con una participación bastante baja.

A las ocho salí a prepararme el desayuno; luego estuve trabajando un poco en mis pendientes; pero iba a retornar a la cama a leer un rato, aunque, ahora sí, me aseguré que la computadora no se fuera a dormir -y que las llamadas y mensajes fueran audibles-.

Y justo estaba empezando a retomar la lectura cuando sonó una llamada; retorné a la mesa y me conecté a una reunión con el equipo local, nuestro supervisor en el Imperio, y otro de los analistas en el lugar.

En la reunión mi supervisor me pidió que trabajara con este analista: debíamos de completar una prueba bastante detallada en uno de los equipos que utilizamos en la operación general del área; luego me reuní, de forma express, con el analista que me dió aventón el día anterior.

Y, media hora después, inicié una serie de reuniones con el analista en el Imperio: nos pasamos el resto de la mañana trabajando en la asignación; aunque, por mi parte, fue más de documentación que de operación.

Un poco antes de la una de la tarde le comenté, a la persona con la que estaba trabajando, que debía ausentarme por mi hora de almuerzo: debía ayudar a Rb en la preparación de los wraps que hacemos con papel de arroz.

El almuerzo estuvo masivo: tres de estos wraps (con pollo, zanahoria rallada y lechuga), con guacamol, pico de gallo y, además, un tazón de caldo de pollo; después del mismo volví a llamar a mi compañero en el Norte.

Trabajamos un poco más y luego dimos por concluida la tarea; Rb tenía una reunión con su equipo de trabajo por lo que me retiré a la habitación a leer un poco; después lavé los trastos, y preparé café y té.

Al finalizar la tarde realizamos la rutina de ejercicios de media semana; los veinte minutos que agregamos hace poco a esa rutina han estado sintiendose un poco menos pesados; creo que, al final, el cuerpo se acostumbra a todo.

El jueves era mi segundo día -obligatorio- de vacaciones del mes que está por terminar; me levanté a la misma hora -llevo ya varios meses de levantarme a las seis y media-;  medité, resolví los wordle y completé casi una hora de Duolingo -me hestado dedicando casi solo a Ajedrez-.

Después salí de la habitación para desayunar; Rb salió un poco después -usualmente se levanta después de las ocho- de su habitación;  a las nueve y media nos dirigimos al mercado en el centro histórico.

Yo había decidido, el día anterior, llevar dos pares de zapatos para cotizar su reparación en el mercado: después de mi última salida a la oficina se despegó uno de los tacones de mi único par de zapatos formales; y, en la jornada médica más extensa del año pasado, se habían despegado los zapatos para montaña que Rb me había prestado.

Entonces, metí los dos pares de zapatos en una bolsa de plástico, y nos salimos a tomar el busito; el cual no tardó en pasar; lo malo es que el tránsito estaba super pesado: el embotellamiento empezaba apenas a un par de cuadras.

El transmetro -al menos- estaba bastante tranquilo: no nos costó mucho llegar hasta el mercado; pero, sorprendentemente, ya no existe este tipo de talleres en ese mercado; por lo que nomás acompañé a Rb mientras compraba las frutas de su semana, y luego caminamos hasta la estación para tomar la unidad de retorno.

Cuando llegamos a la estación estaba recién saliendo una unidad, bastante vacía; pero, afortunadamente, pasaron bastante rápido otro par de unidades, en las mismas condiciones: fue bastante cómodo el retorno.

En el comercial en donde se estacionan los busitos pasamos al Supermercado de costumbre; allí compramos un poco de pollo, la red de aguacates que compramos semanalmente; y Rb me compró -como casi siempre- una docena de muffins.

Después salimos a tomar el busito para regresar a casa; en total el viaje no duró un poco más de dos horas; almorzamos, por segundo día consecutivo, los wraps de papel de arroz; luego sacamos a caminar a los perros, lavé los trastos y preparé un café y un té.

A las cuatro de la tarde nos dirigimos a los supermercados en dirección sur: yo debía proveerme de los ingredientes para preparar un par de porciones de Cordon Bleu este sábado; el cielo estaba encapotado pero, a pesar de unas pocas gotas, retornamos sin novedades.

Por la noche ví una parte de la segunda película de Nhe Za y continué avanzando en el segundo libro de la serie de Harry Potter -que estoy leyendo en portugués- y en el libro de Tecnología: The Phoenix Project.  

El viernes -después de la meditación  los wordle- entré a la reunión diaria del equipo; por alguna razón -quizá porque era fin de semana largo en el Imperio del Norte- la mitad del grupo estaba ausente; pero sí estaba -creo- mi supervisor.

Con quien nos reunimos un poco más tarde -los viernes a media mañana tiene programada una reunión con todo el equipo- y nos asignó varias tareas específicas; en mi caso se trataba de revisar una funcionalidad que nunca había visto.

Estuve trabajando el resto del día en la misma, aunque no pude -otra vez- documentar mis hallazgos porque los equipos -nuevamente- fueron desconectados en el laboratorio que compartimos con varios grupos de trabajo.

Almorzamos pescado, ensalada y luego realizamos la rutina de la tarde: sacar a caminar a los perros -Rb y yo-, lavar los trastes -yo- y preparar café y té -también yo-; al finalizar la tarde realizamos la rutina de ejercicios de los viernes.

El sábado me desperté bastante temprano; usualmente vamos a los supermercados por la mañana pero en esta ocasión Rb había decidido no salir pues, debido a una visita a su iglesia por la tarde, quería preparar algunas de sus galletas.

A mí me vino bien porque me tocaba preparar el Cordon Bleu que había planeado llevar a la tarde mensual con mi hija mayor; después de desayunar me puse a preparar el pollo: aplané lo que pude las pechugas y luego hice rollos junto con jamón de pavo y queso.

Aprovechando que no salimos bajamos algunos güisquiles de la nueva enredadera; habíamos visto que dos ya estaban bastante grandes -por alguna razón se están desarrollando en parejas- y, a un lado de la casa, encontramos algunos otros.

Rb salio a regalar la mayor parte de la cosecha y yo empecé -a las once- a preparar el almuerzo que iba a llevar: ensalada de zanahoria, lechuga, aguacate y pepino; y las pechugas estilo Cordon Bleu.

Durante los últimos quince minutos de cocción aproveché para sacar a caminar a la perra más pesada de Rb -ella decidió sacar más tarde al otro perro grande-; un poco antes de las doce me metí a la ducha y a las doce y diez estaba arrancando el automóvil.

Llevaba la mochila con aislante térmico con la comida, los utensilios para el almuerzo y un par de coquitas; además había tenido cuidado de no olvidar lo que mi hijo menor me había pedido la semana anterior.

El tránsito estaba -cómo no- terrible: apenas a una calle de distancia encontré la cola casi completamente detenida; llamé a Rb para comentarle y se ofreció a revisar el mapa para ver si por el otro lado había mejor suerte.

Pero no: también hacia abajo había bastante tránsito; por lo que me resigné a continuar por la misma ruta; afortunadamente el tapón se encontraba tres o cuatro calles más adelante: la municipalidad había ocupado uno de los carriles en su tarea de recapeo.

Después de pasar el tramo con maquinaria pesada el tráfico estaba casi libre; hasta la subida en la entrada de la ciudad; el periférico no estuvo tan mal, pero la lluvia en esa zona de la ciudad ralentizó bastante la movilidad.

Lo raro es que cuando llegué al sector en el que viven mis hijos encontré el área completamente seca; al final llegué al edificio unos minutos antes de la una y subí -caminando los siete niveles- las dos mochilas -y la bolsa con las provisiones-.

Entré al departamento y le envié un mensaje a mi hija para comentarle que ya había llegado; salió un poco después y nos dirigimos al parque temático de costumbre; afortunadamente la lluvia aún no llegaba.

En el lugar nos dirigimos directamente al área de mesas y procedimos a dar buena cuenta del almuerzo; luego nos quedamos en el lugar armando los cubos de Rubik de 3x3 espejo, de 4x4 y de 5x5; a continuación jugamos una partida de Scrabble.

La partida de Scrabble estuvo bastante extensa; lo interesante es que la lluvia aún se tardaba; por lo que pudimos subirnos a la Rueda de Chicago más grande del lugar; después nos retiramos del parque y empezamos a caminar de vuelta al lugar de mis hijos.

En el camino pasamos comprando un zepelin -y una jeringa, pues había planeado inyectar alcohol en el agujero por el que unas termitas han estado saliendo a hacer caminos-; la lluvia -llovizna más bien- empezó un poco antes de que ingresaramos al edificio.

Pero llegamos casi secos; en el departamento preparamos café y té -hablé con mi hijo para invitarlo a acompañarnos-; había olvidado que le había encargado un paquete de té de jazmín: me entregó una caja con cien bolsitas -ocho dólares-.

Estuve departiendo con mis hijos -les recordé que el jueves llevaré a su hermana- hasta las seis de la tarde; a esa hora me despedí de ambos -aunque mi hija mayor insistió en acompañarme hasta el automóvil- e inicié el camino de vuelta a casa.

El tránsito estaba bastante tranquilo a esa hora -excepto en la entrada del municipio: la mega iglesia constantemente produce embotellamientos- y un poco más tarde estaba estacionándome frente a la casa de Rb.

Por la noche completé las lecciones nocturnas de Duolingo -casi solo de ajedrez-, ví una parte de Ne Zha y avancé un poco en el segundo libro de Harry Potter, que estoy leyendo en portugués.

Y a ver cómo sigue eso...         

miércoles, 27 de agosto de 2025

–Muchas veces– las cosas no salen como uno espera… –A lot of times– things don’t work as we expect… –Plusieurs fois– les choses ne fonctionnent pas comme on espère…

Creo que es un poco difícil de cuantificar el hecho mencionado en el título; será porque, como decía Sabato: la gente cree que los tiempos pasados fueron mejores porque tiene mala memoria; no sé.

Y es que -nada sorprendentemente-, luego del mes que pasé en un trabajo doble -lo sé, lo sé, el sueño húmedo de los que trabajan en tecnología por estos días-; y al que renuncié porque no me apetecía hacer lo mismo dos veces -aunque ganara el doble- y no quería estar saltando entre reuniones, me cuestionaba no haber sido capaz de hacer lo mismo que mi compañero laboral -él trabaja en tres empresas distintas, en paralelo-.

Pero bueno, me decía, tengo veinte años más que mi compañero; y hace ocho o diez años sí estuve realizando lo del trabajo paralelo: más de un año estuve escribiendo libros de texto para una editorial cristiana -lo que me permitió darles un departamento a mis hijos-.

En fin.

La semana pasada le había enviado un correo a mi compañero -por alguna razón no recibe ciertas notificaciones anuales de nuestra área de personal-; y me respondió un par de días después, agradeciendo la comunicación.

Y luego, el lunes, me escribió por whatsapp; para ponernos un poco al día; y me comentó que lo habían despedido de la empresa en la que habíamos hecho horas extras; él trabajó allí dos o tres meses, hasta que su manager le comentó que el propietario había decidido su salida.

Y no sé que pensar; o sea, el trabajo estaba bien; el salario incluso era un poco mejor del que percibo actualmente -muy ligeramente consideré dejar el actual para moverme al nuevo-; pero, al final, nadie sabe nunca cómo terminarán funcionando las cosas.

Quedamos con mi compañero en que lo visitaría en un par de semanas; o sea, lo despidieron de ese lugar y, la semana siguiente, firmó con otra empresa del Imperio del Norte para continuar con tres trabajo en paralelo.

Y a ver cómo va eso. 

El domingo había previsto un día bastante tranquilo: no teníamos planeada ninguna salida; y Rb me había pedido que le dedicaramos un tiempo a la remoción de la grama -y otras plantas indeseables- del patio del frente de su casa-.

Me levanté a las seis y media, medité veinte minutos, hice los tres wordles y casi una hora de lecciones de Ajedréz en Duolingo; después dormité durante veinte minutos, antes de salir a prepararme el desayuno de los domingos.

Desde hace unos meses -cuando desayuno en casa- he estado preparando una doblada de huevo y tortilla de harina; acompañada de frijoles volteados, y claro, el café de costumbre con algún pastelillo.

Después del desayuno retorné a la cama; me ha costado avanzar en el libro que estoy leyendo de No Ficción: Big Goals; como que el tema me produce disonancia cognitiva, por la forma en la que he estado tratando de vivir durante los últimos tiempos.

Pero debo avanzar en el mismo; y es que, por alguna razón, además de pasar bastante tiempo en el curso de Ajedréz de Duolingo también he estado perdiendo bastante -mucho- tiempo en el doomscrolling -sobre todo en los reels de la página azul-.

A las diez salimos al patio a cortar las gramas y otras plantas extrañas; pero no fue más de media hora; a Rb le tocó nomás botar un par de baños en el barranco; y, como no había sol, ni sudamos.

Después aprovechamos para cortar las flores de loroco que se habían acumulado durante la última semana en el patio trasero; lo cual nos tomó -quizá- otra media hora; al medio día preparamos las alitas -y ensaladas- dominicales.

Por la tarde me estuve viendo videos de youtube -otro  doomscrolling que debo controlar- y también empecé a ver la siguiente película de la Liga de la Justicia: Atlantis Kingdom; también terminé de ver -y borré de la computadora de Rb- Speed Racer.

A las cuatro Rb me pidió ayuda para la preparación de los almuerzos de la semana: serán dos días de albóndigas de pollo -tuve que partir media libra de champiñones- y dos días de unos wraps que preparamos con papel de arroz -chino-.

Para terminar la tarde hice las lecciones de Duolingo de las seis de la tarde -quedé en primer lugar de la liga semanal: de hecho es la seman en que más puntos he acumulado- y acompañé un rato a Rb mientras veía alguna serie española.

El lunes el trabajo estuvo un poco diferente: el supervisor que tenemos en el Imperio del Norte retornó de su semana de vacaciones; temprano nos avisó que nos reuniríamos a media mañana, pero yo confundí las horas -ellos están dos horas adelante- y creí que era al mediodía.

Por suerte revisé la herramienta en la que nos comunicamos y ví que uno de mis compañeros me estaba preguntando si pensaba entrar a la reunión; entré como con diez minutos de retraso.

Y la misma estuvo un poco intensa: hay varios issues importantes en la versión de la aplicación que debíamos entregar el mes pasado; la verdad es que quién sabe si llegaremos a buen puerto.

En la reunión mi supervisor me pidió que trabajara con el compañero que mejor me cae para documentar uno de los errores que había encontrado; planificamos la reunión para media tarde.

La reunión tardó más de una hora; pudimos ver -aunque no documentar- el problema que estábamos examinando; también quise aprovechar la misma para ver otro issue que me había indicado el supervisor más temprano.

Pero terminé la reunión sin documentar tampoco ese; entonces llegaron las cuatro de la tarde y me puse a la tarea que realizo dos veces por semana: barrer y trapear los pisos de las habitaciones y áreas comunes de la casa.

Luego nos pusimos, con Rb, a completar la rutina de ejercicios de los lunes; el nuevo video tarda doce minutos más que la versión anterior; y los primeros veinte minutos son bastante intensos; aunque, por ser ya la tercera vez, como que el cuerpo va aceptando el cambio. 

Después de la rutina de ejercicios -y la ducha- retorné a trabajar; pero los equipos que están en el laboratorio del Imperio dejaron de funcionar y no pude avanzar; nomás le mandé una captura de pantalla al supervisor.

Por la noche estuve viendo, casi la mitad de, una película que mezcla la Liga de la Justicia y Teen Titans; además, completé el ciclo del libro de No Ficción: Big Goals; escrito por una superviviente de bulimia adolescente -y parte del programa de Psicología Positiva-.

El martes quería levantarme temprano: como no había podido documentar el problema durante el lunes, planeé replicarlo antes de entrar a la reunión diaria -a las siete de la mañana-; y es que debía salir a las ocho y media: nuestra supervisora nos había convocado a una reunión a las diez en el mismo edificio de la última vez.

Pero no puse la alarma para levantarme antes; sin embargo, por alguna razón, me desperté a las cinco de la mañana -creo que fueron los perros que viven a dos casas: ladran de forma bastante molesta, a casi cualquier hora del día (o de la noche)-.

Entonces me levanté a meditar a esa hora; luego de lo cual encendí la computadora del trabajo y me conecté a los servidores del Imperio, para trabajar en el tema pendiente; pero ambos equipos seguían en el mismo estado de la noche anterior: aun arrancando.

Antes de las ocho de la mañana salí de la habitación a prepararme el desayuno normal -de avena, banano y gelatina-; luego me metí a la ducha; me vestí de manera semiformal: pantalón de vestir y camisa manga larga; me despedí de Rb, y me dirigí a la oficina.

A las ocho y treinta y tres estaba en el boulevard; el busito pasó un par de minutos más tarde; pero el embotellamiento empezaba apenas un par de cuadras más adelante; en total tardamos más de media hora en llegar a la ruta intermunicipal.

Allí el bus se estacionó otros diez minutos, esperando pasaje; total que llegamos al comercial en donde se encuentra la estación del transmetro a las nueve y media: sabía que llegaría tarde a la reunión.

Bajé a prisa del busito y corrí hasta la estación del transmetro; poco después pasó una unidad y la abordé hasta el centro histórico; a donde llegué a las diez menos diez; corrí dos o tres calles hasta la siguiente estación y tomé la siguiente unidad; al final llegué a mi destino a las diez y cuarto.

En la penúltima estación llamé al dev que me ayudó con el curso de ciberseguridad -había olvidado anotar el nivel en el cual nos reuniríamos-; salí en la última estación, entré al edificio y subí, por las escaleras, los tres niveles.

Llegué a la oficina en donde ya estaban reunidos casi todos los convocados -aún pasé al baño del lugar- y ocupé uno de los lugares frontales -llevaba en un recipiente hermético uno de los buses de papel que se utilizaría para la demostración-, entregando el dummy al presentador.

La reunión fue bastante intrascendente -o esa es mi opinión-; fuí el penúltimo en llegar: a las once entró el compañero que viene desde el departamento vecino -y quien, se suponía, realizaría parte de la presentación-; las anfitrionas eran dos PMs que habían conocido al equipo en la última reunión en el mismo lugar.

Y se suponía que les explicaríamos parte de nuestro trabajo; con el objetivo de recibir apoyo de las mismas, pues están involucradas en varios proyectos similares en nuestro departamento; pero no le ví -la verdad- mucho futuro.

A las doce se acabó la reunión; le pedí aventón al compañero que llegó a las once -en la penúltima reunión pasó a dejarme al lugar en donde tomamos los buses intermunicipales-; pero, al bajar al sótano, no logró entrar al elevador.

Entonces le pedí al analista más brillante del equipo -y que mejor me cae- que me diera aventón; en el convivio del fin del año pasado me pasó dejando al boulevard; pero no le avisé al otro compañero, por lo que aún me llamó para ver por donde andaba; nomás me disculpé por la confusión.

El tránsito estaba -cómo no- terrible; salir de la zona en la que estábamos fue bastante árduo; pero fue peor tomar una de las vías principales para salir de la ciudad; al final nos tardamos un poco más de una hora en el recorrido.

O sea, retorné casi a la una y media; afortunadamente Rb ya había sacado a caminar a los perros, por lo que nomás procedimos a calentar el almuerzo del día -segundo día de albóndigas de pollo y coditos-; después lavé los trastes y preparé café y té.

El resto de la tarde estuvo bastante tranquilo; incluso me permitió avanzar un poco en la sección en turno del libro en francés; a las cuatro de la tarde nos dirigimos a los supermercados en dirección norte.

Debía comprar algunos implementos para el departamento de mis hijos -mi hijo menor me había enviado un mensaje el domingo, pidiéndome artículos de limpieza-; pero también compré un par de bolsas de café, y unas galletas con orégano.

Por la noche terminé de ver la película de La Liga de la Justicia y Teen Titans; además, traté de completar varias lecciones de Duolingo: no había podido hacer mucho en el día y el día anterior había elegido a Rb para el challenge semanal: sesenta lecciones con más del noventa por ciento de exactitud.

Y a ver cómo sigue eso...