Viene, al parecer, un frente frío por las costas del Pacífico; al parecer este año los fenómenos climatológicos están más fuertes que en años anteriores; o al menos esa es mi percepción: la semana pasada o antepasada leí sobre un huracán que causó estragos en algunas partes del sur de México.
Se supone que lo que viene por acá no es tan extremo pero nunca se sabe; por lo precario de nuestras infraestructuras -gracias a la corrupción galopante- unos pocos días de lluvias constantes terminan causando verdaderos desastres.
Por acá lo único que variará, creo, serán las salidas post jornada laboral; ayer que salimos a caminar hacia el supermercado más distante recibimos un poco de lluvia al estar aún a un par de calles de la colonia; afortunadamente fueron unas pocas gotas nomás.
Pero sí se ha instalado el frío de forma más temprana que en años anteriores; por la naturaleza de mi trabajo paso la mayor parte del día -o al menos de la mañana- de la misma forma en la que duermo: sin ropa; pero ahora llevo un par de días en que sí noto la ausencia de la misma.
Y es que en el trabajo las cosas ha estado un poco más interesante últimamente: ya estamos trabajando con mi compañero en la confección de documentos de soporte a nuestras funciones y este día, precisamente, presenté por primera vez en la reunión diaria un resumen de nuestros progresos.
Y también -a veces- me preocupa, o sea, los procesos están aún en fase incipiente y tratar de 'mejorar' algo que no se ha 'definido' formalmente no lleva generalmente a buenos resultados; o sea, soy creyente que los cambios deben de ser realizados paulatinamente pero algunos días me veo como el pollo que perdió la cabeza pero sigue corriendo.
En fin.
El viernes pasado por la tarde sacamos el auto para llenar el tanque de gasolina; había tenido la curiosidad de medir el gasto de combustible en mis viajes al puerto por lo que le había propuesto a Rb que un día antes del próximo viaje llenáramos el tanque juntos y el día posterior lo llenara únicamente yo.
También me proveí ese día de ingredientes para preparar mis panes de viaje y compré, en el supermercado más barato al que acudimos, una magdalena de naranja; con esto último espero hacer más manejable la relación con la presidenta del comité del vecindario donde viven mis padres.
El sábado me levanté a las cuatro y media, me bañé y preparé tres panes para el viaje; el día anterior había dejado en el automóvil las cincuenta libras de comida para perros que adquirí hace unos meses y la cafetera que utilizo en las reuniones de los sábados por la tarde.
A las cinco y media arranqué el auto e inicié el viaje que he repetido cada tres meses este año: alrededor de cien kilómetros hasta el puerto del Pacífico en donde mis padres han vivido durante las últimas dos décadas.
Sabía que había problemas de circulación en la ruta principal pues hubo hace unos meses un hundimiento y el gobierno nomás instaló un puente provisional reduciendo la circulación de una de las principales vías del país de tres carriles en ambas direcciones a uno solo.
A las cinco de la mañana era poco el tráfico y pasar por el lugar no me tomó más de quince minutos -no me hubiera tomado más de un par de minutos en una situación normal- y llegué a la casa de mis papás antes de las siete de la mañana.
En la casa de mis papás preparé café y compartí con ellos el zepelín de almendras que había reservado para el viaje -y los panes que acababa de preparar-; además les entregué las cincuenta libras de alimento para perros y me sorprendí al ver que ahora ya no tienen un perro sino dos.
Cuando acabamos de desayunar le pedí a mi madre que me ayudara a conseguir pescado pues desde el último viaje me había hecho el propósito de proveerme de esta fuente de proteina en esta ocasión; mi madre se dirigió a la casa de la presidenta del comité -como que controlan todo- y yo le pedí a mi papá que me acompañara a revisar la construcción.
Mi madre regresó cuando ya habíamos revisado ambos niveles de construcción y se ofreció a llamar al albañil para que le comentáramos los siguientes pasos de la construcción: la pared exterior y el inicio de los detalles del primer nivel.
El señor llegó un poco después y estuvo tomando medidas y escuchando las indicaciones de la forma en la que espero que quede distribuido el primer nivel: un espacio amplio para sala-comedor-cocina y la otra mitad dividida entre una habitación, un pasillo para las escaleras y un baño completo.
Como cargama mis instrumentos de dibujo y mi cuaderno más grande de proyectos le dibujé varios detalles y le entregué la hoja -al venir manejando más tarde me percaté que dejé en la casa de mis padres mi caja de lapices de dibujo y el cuaderno-.
La presidenta del comité de vecinos llegó en una motocicleta para coordinar la compra de los pescados y aproveché para obsequiarle la magdalena que le había llevado; un poco más tarde regresó con un paquete bastante voluminoso de pescado: dos pargos de más de dos libras y diez peces pequeños de más de una libra.
Mi madre no quiso aceptarme ningún dinero así que aún debo ver la forma en la que compenso el gasto pues creo que fue bastante fuerte -alrededor de treinta dólares-; continuamos con la revisión de las construcciones y un poco antes de las once de la mañana les indiqué que me retiraría pues temía que el retorno a la ciudad fuera más complicado.
Y sí, estuvo super complicado: los quince minutos de la mañana se transformaron al medio día en una hora y media de tráfico -y casi medio tanque de gasolina-; el calor estaba alto y los tres carriles de entrada -y más de seis vías auxiliares- se transforman en uno solo por lo que fue mucho tiempo de avanzar a paso de tortuga.
Incluso llamé varias veces a Rb -tenía puesta mi localizción en vivo en Whatsapp- para actualizarla y al final indicarle que llegaría mucho más tarde de lo que había planeado y que debería de empezar a almorzar sola.
Al final vine una hora más tarde de lo planeado pero Rb estaba aún en los últimos detalles del almuerzo; por lo avanzado de la hora decidimos sacar a caminar a sus perros antes de almorzar -lo contrario a la práctica diaria- y luego compartimos la última receta que encontramos: croquetas de pollo y papas.
Luego del almuerzo nos pusimos a separar el pescado para meterlo en el congelador y contamos trece libras en total; como al separar las porciones nos sobró un pescado pequeño, aprovechamos para regalárselo a nuestra vecina.
Por la tarde transferí los quinientos dólares que mi madre me había indicado que serían necesarios para iniciar el trabajo de la pared exterior y luego me pasé el resto de la tarde en reposo casi absoluto: el viaje de vuelta había sido tan terrible que incluso Rb se preocupó al ver que tenía los ojos enrojecidos.
El domingo Rb decidió acudir a la iglesia por lo que saqué el automóvil para llevarla un poco antes de las diez y luego para retornarla a casa un poco después del mediodía; por la tarde había planeado un café con mi amigo el gestor cultural por lo que a las tres y cuarto me dirigí a su casa.
Con mi amigo habíamos quedado que a las tres y media pasaría por su casa pero cuando llegué me indicó que aún estaba atendiendo a su suegra -es muy mayor y está inmovilizada- por lo que me invitó a ingresar a su casa y saludar a su esposa.
Estuvimos conversando unos pocos minutos en lo que terminaban de acomodar a la señora en su habitación y luego nos dirigimos al lugar de donas en donde nos habíamos reunido hace unos meses; lo malo fue que cuando llegamos encontramos al centro comercial sin electricidad por lo que no había servicio.
Nos dirigimos al otro lugar habitual para tomar café y pastel y estuvimos en el lugar un par de horas entre conversación sobre el estado actual del país tanto política como culturalmente; y además sobre un par de proyectos que tiene para generar un medio de vida; un poco después de las seis lo pasé a dejar a su casa y retorné a mi casita.
El día de ayer acudí a mi oficina -o al menos al edificio al cual acudí durante los primeros cinco o seis años de mis labores actuales- pues quería reponer la gorra de la empresa que perdí hace unas semanas en un Uber moto.
Me había puesto de acuerdo con la persona a cargo de estos implementos y a las once y media me dirigí al lugar; acabando de salir de la colonia creí que había olvidado mi celular -allí llevaba el código para parquearme- y retorné rapidamente a casa.
Al final el celular no estaba en casa sino que lo había puesto en la bandeja de la portezuela del auto -creo que me afecta levantarme muy temprano- por lo que reinicié mi viaje a la oficina; el tránsito no estuvo tan mal -excepto en un lugar en donde la policía municipal de tránsito estaba multando a una fila de carros y ralentizando el avance-.
Me llevó un poco menos de cuarenta y cinco minutos llegar al lugar; pude recoger la gorra sin ningún contratiempo y luego retorné de forma un poco más rápida a la casa; como había empezado a trabajar a las siete (a las seis realmente por lo que me había levantado a las cinco) cerré mi computadora a las cuatro y nos dirigimos con Rb al supermercado más distante.
Ayer terminé de leer Black Cake y no me decepcionó; es más, al final la autora le dá un buen twist a la historia revelando datos que cambian un poco una parte de la historia pero en general se mantiene la narración original: y todo inicia y termina en Jamaica.
Debo ver ahora qué leo en la línea de Ficción aunque creo que me decidiré por uno de Ciencia Ficción; es más, ayer bajé dos o tres libros del tema y ya nomás me resta decidirme por cual de estos me inclino; en lecturas intercaladas estoy por concluir Why People Believe in Weird Things.
Este libro no me gustó tanto al final; o sea, el título sugiere un buen contenido pero, aparte del capítulo que le dedica a los libertarianos, siento que se dedica demasiado a defender la causa de su pueblo -judío, por supuesto- y muy poco a otras Weird Things.
Luego de este voy a leer un libro del mismo autor del libro que estoy leyendo en la línea de No Ficción: aquí estoy leyendo How The World Really Works de Vaclav Smil y para lecturas intercaladas creo que leeré Numbers don't lie, del mismo.
En español también terminé El mono obeso e inicié con un libro corto de una autora española: Las voces de Adriana, de Elvira navarro; son como ciento cincuenta páginas y creo que lo leeré en tres ciclos solamente; luego creo que seguiré con autores españoles en esta misma línea.
En Tecnología sigo con Heads First Design Patterns y está muy bueno; el tema lo encuentro bastante complicado pero la forma en la que lo presentan es muy amena; con ejemplos y código bastante accesible y aunque no estoy escribiendo código -se basa en Java- creo que me ayuda a comprender conceptos bastante básicos de programación.
Finalmente en Meditación sigo avanzando con Zen Training; creo que ya llevo varios meses con el mismo y aún me falta una buena porción pero no es un tema que espero que se agote en toda mi vida -al igual que los veintiún minutos de meditación que realizo la mayoría de mañanas-.
Y a ver cómo va eso...