Mi hijo menor llegó a la ‘mayoría de edad estadounidense’ hace una semana… técnicamente ya es un adulto desde hace tres años; prácticamente aún es un adolescente más interesado en los videojuegos y figuras de acción que en algún proyecto de la vida adulta… pero si cambiamos videojuegos y figuras de acción por libros, ajedrez y malabares a mis cincuenta sigo funcionando como un adolescente.
La clase de Lengua de Señas del sábado pasado estuvo un poco más extensa que de costumbre: realizamos una actividad grupal por lo que al final salimos justo a las doce y media; luego tomé mi mochila con mi computadora más viejita y una bolsa en la que llevaba el regalo de mi hijo -cien dólares en moneda local-, un paquete de galletas que decidí no consumir y platos y tenedores -estoy tratando de no usar material desechable-.
Pasé por mi hijo a la una de la tarde e íbamos hacia un Mc Donalds: cuando me reuno con mi hijo menor o mi hija mayor la primera pregunta es sobre el lugar para almorzar; el tránsito estaba bastante pesado y al tomar el periférico mi hijo cambió su elección a Papa John’s en donde almorzamos pizza y nuditos de ajo.
Luego de la pizza pasamos por una pastelería por un tiramisú y un par de donas para retornar a su habitación; en donde le entregué su regalo de cumpleaños y el paquete de galletas que le llevaba; el resto de la tarde lo pasamos entre pastel, donas, conversación -sigue teniendo conflictos con su progenitora- y videos de youtube.
A las cinco y media nos despedimos y me dirigí al Mc Donald’s de costumbre para reunirme con mi amigo creyente de las conspiraciones, y su esposa; la reunión estuvo bastante interesante pues, aparte de la vez que mi amigo vino de Puerto Barrios con su esposa e hijo y la otra vez que el de las conspiraciones llegó con su papá al desayuno; era la primera vez de una reunión grupal.
La esposa de mi amigo -llevan como siete años de casados, con una hija de seis y otra de doce de una relación anterior de ella- es de las personas que no se callan su opinión, aunque -afortunadamente-, no surgió el tema de las confabulaciones mundiales; la reunión no estuvo tan mal y un poco después de las ocho nos despedimos y regresé a mi casita.
El domingo me lo pasé en su mayor parte leyendo y viendo videos de Youtube de los canales que sigo; también me tocó llevar a Rb a la iglesia por la mañana a la escuela dominical y por la tarde para la clase de teología que sigue; como el tiempo ha estado lluvioso me tocó también traerla un par de horas después.
El lunes pernoctó en la casa mi primo del lado paterno con quien más me he relacionado en la última década: tiene casi un año de trabajar en un call center y me había comentado la semana anterior que los buses se habían puesto en huelga por causa de los extorsionistas.
Total que a sugerencia de Rb le ofrecí que se viniera a quedar acá mientras se resolvía el problema y al final aceptó venir por al menos una noche; al final de la tarde le envié las instrucciones para llegar al área y a las siete fui por él al boulevard principal.
Es raro agregar a una persona a la rutina diaria: dos de los tres perros de Rb se entusiasman con las visitas y andan en búsqueda constante de atención y no podemos hacer lo que generalmente hacemos por las noches: Duolingo, series, ajedrez y lectura.
Preparé una cena para compartir con mi primo -usualmente nomás comemos un poco de papaya y alguna galleta soda- y alargamos bastante la sobremesa; un poco después de las nueve nos retiramos a nuestras habitaciones -Rb y yo a la de ella y mi primo a la habitación extra en la que se almacena la comida de los perros-.
Por la mañana preparé para mi primo un desayuno de cereal y fruta -y le comenté que debido al ayuno intermitente que sigo entre semana no como hasta el mediodía- y luego lo acompañé a tomar el busito de regreso a su trabajo.
El resto de la semana pasó más o menos sin contratiempos: Rb ha estado buscando más asesoramiento de nutricionistas y alergólogos para tratar sus padecimientos, salimos a caminar casi todos los días y el señor que nos provee frutas y verduras vino -sorprendentemente- las dos veces que lo esperamos; también cosechamos nuestro tercer racimo de bananos silvestres.
Ayer terminamos treinta minutos antes la clase de Lengua de Señas por lo que me tomé un poco de tiempo para avanzar en Conquer Logical Fallacies: este libro, de Thinknetic, es básicamente una larga lista de las falacias más comunes que se interponen con el pensamiento crítico.
La semana pasada terminé -estoy intercalando un capítulo de esta trilogía con los demás libros- When Gravity Fails e inicié A fire in the sun; este es el que había leído hace treinta años y está siendo interesante re visitar la historia luego de tanto tiempo.
También continúo con The Windup Girl -dos capítulos en cada ciclo- y estoy por concluir Una historia insólita de la Neurología -también dos capítulos en cada ciclo-; comenté un poco de este con la pareja que me reuní el sábado por la noche pues me llama mucho la atención la forma en la que Sam narra los avances en el conocimiento del cerebro, mezclado con la historia y la biografía de personajes más o menos famosos.
Llevo casi a medias The inmates are running the asylum y también avanzo poco a poco con TA Today; además, la semana pasada estuve tratando de avanzar en la revisión de los videos de este tema que componen el currículo del grupo estadunidense de TA al que me suscribí hace unos meses.
Después de la lectura del libro de Thinknetic me dirigí a la casa en la que vive mi hija, a donde llegué con quince minutos de antelación; como me gusta la puntualidad pero me incomoda llegar antes de la hora fijada me quedé en el automóvil jugando ajedrez y a la una de la tarde llamé a mi hija para que saliera.
La llamada completó el número de tonos y luego se fue al buzón de mensaje por lo que bajé del automóvil y toqué el timbre de la casa y aunque oí un zumbido al fondo nadie salió a abrir la puerta; volví a marcar y cuando estaba empezando nuevamente el mensaje del buzón de mensajes salió mi hija.
Creo que otra vez estaba tomada: me pareció percibir cierto tono de loción y cuando entré a su habitación vi una botella a medias; y aunque lo negó cuando le pregunté su comportamiento estuvo un poco más errático que de costumbre; en nuestro trayecto hacia Taco Bell -y durante el almuerzo- también hizo varias referencias hacia su consumo de drogas en el pasado.
También me comentó que está teniendo conflictos en su lugar de trabajo pues la están obligando a cambiarse de intérprete médica a intérprete de videollamadas; y para completar el cuadro, al parecer también está teniendo conflictos con la chica con la que ha estado saliendo últimamente… como que su vida es el combo completo.
Luego de almorzar pasamos por la pastelería de costumbre por un tiramisú y una dona -ella declinó la oferta de donas-; y ya en la habitación preparamos té de menta y compartimos el tiramisú.
El resto de la tarde lo pasamos entre conversación -le molesta que no tenga opiniones firmes sobre la mayoría de temas- y resolución de ejercicios de ajedrez del libro de László Polgár; a las cinco y cuarto nos despedimos pues había quedado de reunirme con uno de mis ex compañeros de mi antiguo grupo de voluntariado.
Llegué al lugar de reunión con quince minutos de anticipación y, como está prohibido permanecer en el automóvil, entré al vestíbulo del restaurante y le envié un mensaje a mi amigo, quien llegó justo a la hora convenida.
La reunión estuvo bastante diferente a las anteriores ya que la última vez que nos vimos le regalé un cubo de Rubik y le enseñé el primer paso para su resolución; en esta ocasión la mayor parte de la hora y media de reunión fue utilizada para revisar el paso 1 y el aprendizaje del paso 2; luego retorné a mi casita.
El domingo pasado, además de llevar dos veces a Rb a su iglesia -y retornarla una vez-, le envíe la nota prevista a mi hija que vive en el imperio del norte; en la misma le deseaba tranquilidad y le pedía que ignorara mis últimas dos comunicaciones -la última era sobre su graduación y la penúltima sobre sus planes- y le indicaba que aunque no hubiera ya más comunicación igual le seguiría enviando regalos para su cumpleaños y navidad.
Además le recordaba la petición que le había hecho cuando se había ido a iniciar sus estudios: que si se quedaba permanentemente me reclamara; liberándola de esta solicitud y pidiéndole que mejor reclame a sus hermanos en caso decida quedarse; por último le notifiqué que cualquier apoyo financiero ahora seguirá la misma condición que con sus hermanos: la expectativa de reembolso; no de forma inmediata o en un solo monto, pero sí de acuerdo a un plan.
Y así es la vida…