El lugar en el que registro los sucesos que se van dando para resolver mi koan personal...
martes, 27 de mayo de 2025
Leer, aprender y mainsplanning... Read, learn and mainsplanning... Lire, apprendre et mainsplanning...
domingo, 25 de mayo de 2025
Cerrando -algunas- puertas... Closing -some- doors... Fermant -certaines- portes...
Hace dos o tres años -creo-, empecé una campaña personal para sobreponerme al aislamiento; creo que fue justo después de la pandemia, luego de no haber visto a mis hijos por más de un año.
Por la misma época salió el libro The Good Life; basado en el estudio con más duración sobre la felicidad; ya había leído muchos artículos sobre el mismo y la conclusión en todos era la misma: el aislamiento -especialmente el involuntario- es dañino.
Entonces preparé una hoja de cálculo y empecé a contactar a antiguos conocidos: la mayor parte fueron parte del voluntariado en el que estuve más de diez años, algunos de trabajos anteriores, un contacto de la universidad y uno de la niñez.
Y, en su mayor parte, la experiencia ha sido positiva: un par de veces al mes -los otros fines de semana los reservo para mis hijos, pues visito a cada uno de ellos una vez al mes- cito a una persona diferente y la invito a un desayuno -o a un café-.
Insisto, la mayor parte de la experiencia ha sido positiva.
O sea, me parece que -casi- todos aceptaron la invitación y hemos pasado un buen par de horas conversando sobre cualquier cosa; y, en algunos casos, también hemos jugado algunas partidas de dominó o scrabble.
Pero también han habido experiencias no muy positivas: uno de los voluntarios llegó, desayunó y se fue como a los veinte minutos o así ( a esta persona jamás la volví a contactar); en otra ocasión, estaba ya en el lugar y mi ex compañero de trabajo me envió un mensaje para cancelar.
Supuestamente estaba en el funeral de un amigo de su infancia; con esta persona -es el Testigo de Jehová- sí he continuado el contacto, e incluso -seis o siete meses después- nos tomamos un café -le regalé muchos libros para sus nietos, e incluso una de las calculadoras que mi hijo me devolvió, de su época en la facultad-.
También dejé de visitar -había ído en varias ocasiones a su casa- a mi conocido que se dedica a la divulgación cultural en la ciudad: quería involucrarme en sus proyectos de difusión/comercio; pero la gota que sobrepasó el nivel fue cuando me pidió dinero prestado -una gran cantidad-; simplemente dejé de responder a sus llamadas.
Y creo que aplicaré lo mismo a otros dos: mi único amigo de la infancia me llamó hace unos meses para pedirme un préstamo -o un regalo- de sesenta dólares; y luego ya no me volvió a contactar; pienso que tomaré esa suma como el precio de aprender -nuevamente- que todo se acaba en la vida.
Casi lo mismo me pasó con otro voluntario: este me pidió prestado ochenta dólares hace varios años; nos hemos visto dos o tres veces más, y me indica que, 'pronto saldará la deuda'; pero -al igual que con el anterior- todo el contacto lo realizo yo; y, también me canceló este fin de semana.
Creo que lo había visto por última vez en diciembre del año pasado; y luego le había escrito un par de veces -o más- por whatsapp; finalmente, habíamos acordado en reunirnos el día de ayer; y el viernes por la noche me escribió para cancelar, por 'problemas familiares'.
O sea, quizá sí tenga problemas: la última vez me contó algunas dificultades que estaba teniendo con su esposa; llevan cuatro o cinco años casados y, al parecer, ninguno de los dos estaba preparado; para él era la primera vez, su esposa tenía una hija ya saliendo de la adolescencia.
Por último -en este tema-: el miércoles estaba realizando la rutina de ejercicios con Rb cuando recibí una llamada; paramos un momento y conteesté; era un ex compañero del bachillerato, comentándome que se iban a reunir el sábado por la noche, e invitándome al evento.
Por supuesto que no le dije que usualmente planifico mis fines de semana con varios meses de anticipación; y también me molestó la interrupción; y me dije que ya estaba bien: en el grupo de whatsapp solo publican un montón de tonterías -y mujeres desnudas-.
Había dudado varias veces sobre salirme del grupo: la nostalgia me ganaba, pues era el grupo con quien terminé la escolaridad formal; pero, luego de tirar una moneda, me salí del grupo; pero allí no terminó la historia: el viernes por la tarde recibí una llamada de alguien del grupo.
Y es que, el año pasado, había contactado a uno de estos compañeros; quién, después de casarse con una canadiense, dirige una comunidad cristiana en la que se hacen cargo de un gran grupo de huerfanos.
Se suponía que el año pasado lo visitaría en el lugar -está a un par de horas de la ciudad- pero al final no me alcanzaron los ánimos para el viaje; también se suponía que me avisaría cuando estuviera en la ciudad, para tomarnos un café; pero tampoco recibí ninguna llamada.
Total que me llamó para comentarme que iba saliendo de la ciudad hacia el puerto en el que crecimos; que iba con otro compañero y le pasó el teléfono para saludarnos: y esta persona -uno de mis ex compañeros menos favoritos- empezó la conversación con un insulto.
O sea, retorno a la adolescencia; cuando, entre amigos, nos insultábamos para afirmar la amistad; pero no, no pudimos conversar; nomás les deseé un buen viaje y precaución en la ruta: son cuatrocientos kilómetros con bastante transporte pesado.
Y espero que allí quede la historia; como aún tengo algunos números entre mis contactos, hoy ví algunos estados en los que se aprecia que a la reunión -de más de cuarenta-, llegaron nomás como diez personas.
Pero, eso: siento que es mejor cerrar algunas puertas.
La semana laboral siguió más o menos el mismo patrón: casi nada de trabajo; aunque, el jueves y viernes me reuní con el compañero más brillante del equipo; me compartió el código que piensa presentar como una mejora para las tareas que realizamos.
El cual está un poco complicado; o al menos lo está para mí: es la base para empezar a automatizar algunos de los escenarios más básicos para probar la aplicación en la que trabajamos; y el viernes me envió el documento explicando el mismo.
Al final, el sábado, analicé -con la ayuda de las AIs- el código, el flujo, y los resultados; y luego hice algunas pequeñas modificaciones al mismo; además, corregí -también con la ayuda de las AIs- el documento de presentación de la propuesta de mejora.
En el otro proyecto tampoco hice mucho; y me habían asignado ya una tarea un poco formal; la verdad no sé si estas asignaciones se realizan de forma automática; pero ví que el lead había pedido que se realizara -aunque yo la tenía asignada- y otro compañero lo hizo en el acto.
Entonces ví la forma en la que lo había realizado; y le escribí para aclarar una duda que tenía sobre la misma; o sea, era algo bien sencillo, que ese día no hubiera podido realizar; pero ahora sí; igual, no espero estar más que algunas semanas en este proyecto.
Luego de la semana sin muchas novedades, estaba esperando salir el sábado a desayunar con mi ex compañero del voluntariado; pero la noche del viernes canceló; por lo que me preparé para un fin de semana bastante tranquilo.
Pero no, no lo ha sido: Rb había comprado una cama -de lujo- entre semana; la adquirió completamente en línea y se la vinieron a dejar el marte o miércoles; un colchón ortopédico y una base bastante resistente.
Sin embargo, habíamos olvidado un detalle importante: sus tres perros están bastante grandes; la más anciana -y más pequeña de estatura- ya casi ni entra en su habitación; pero los otros dos -bastante altos- tuvieron mucha dificultad para subirse a la cama -duermen con ella-.
La base de la cama estaba instalada sin patas -o con las patas más pequeñas, como de cinco centímetros de altura-; entonces le indiqué a Rb que una opción era sustitur la base por tarimas de madera, de las que sirven para transportar cargamentos.
El jueves Rb pasó por una sucursal de la cadena de ferreterías donde trabaja mi amigo asiático; y me comentó que se veían varias pilas de tarimas fuera del almacén; por lo que le escribí a mi amigo para preguntarle sobre la adquisición de algunas de estas.
Mi amigo me indicó que la forma de comprarlas era abordar a cualquiera de los vendedores y realizar la compra; son super baratas, como medio dólar cada una; por lo que quedamos con Rb de realizar la compra el día sábado.
El sábado en la mañana fuimos a los supermercados en dirección sur; en el más alejado compramos un paquete de cuerdas, previendo que por la tarde iríamos a comprar tres o cuatro tarimas de madera; spoiler: las cuerdas fueron olvidadas en la mesa por la tarde.
Al mediodía preparamos unos sandwiches de pollo, con los panes de plátano verde que habíamos congelado el mes anterior; habíamos sacado a caminar a los perros antes del almuerzo, por lo que nomás lavé los trastes antes de preparar el té de la tarde.
Luego nos dirigimos al lugar en el que Rb había visto las tarimas el jueves; el lugar se veía bastante descuidado; y la atención fue pésima; o sea, al parecer el vendedor creyó, al inicio, que íbamos a comprar tarimas azulejos desechados -es parte del negocio-.
Y al percatarse que nomás queríamos las tarimas vacías, nomás se desentendió del asunto, preguntando sobre las tarimas a una persona de la bodega; entonces nos dirigimos a la sucursal en la que trabaja mi amigo -y donde están las oficinas centrales-.
Allí la atención fue muy buena, nomás esperamos un poco a que un vendedor se desocupara; y adquirimos cuatro tarimas de madera sin mucho contratiempo; incluso el despachador se encargó de asegurarlas sobre al automóvil -ellos tenían cuerda-.
Después de pasar a otra ferretería cercana, a comprar un poco de pintura de interior, retornamos a casa; el viaje fue bastante tardado pues, debido a las tarimas en el techo del auto, preferí manejar sin frenazos bruscos o giros pronunciados -además teníamos varias pendientes bastante pronunciadas en el camino-.
Pero llegamos a casa sin ninguna novedad; bajamos las tarimas del auto y procedimos a ajustarlas para sustituir la base de la cama (la cual, por indicación de Rb, sustituí por la de la cama en la que duermo); lo cual nos llevó bastante tiempo.
Tuvimos que cortar dos de las tarimas para ajustar el ancho; otra para ajustar el largo, y una sección del sobrante de las primeras, para ajustar un rectángulo que cubriera completamente el área del colchón.
Teníamos un par de serruchos pero a mí me tocó que realizar el noventa por ciento de los cortes; incluso me ampollé la palma de la mano derecha; pero, finalmente, la cama tiene una altura alcanzable para los dos perros más altos de Rb.
Después de todo esto, por la noche, estuve viendo un poco de la segunda película de La Tierra Errante; también pasé al Kindle el siguiente libro de francés: Le Syndrome du Spaguetty; y, finalmente, empecé a leer el primer libro en portugués: A Lua de Joana.
Y a ver cómo sigue eso...
lunes, 19 de mayo de 2025
El sentido de la vida -o la falta del mismo-... The meaning of life - or lack thereof -... Le sens de la vie - ou son absence -...
Estoy -casi- seguro que ya hay más de alguna entrada con el mismo título -o uno bastante similar-; porque al final mi vida parece transcurrir cíclicamente alrededor de los mismos temas: no importa el lugar o la década, como que la intranquilidad es el estandard.
Y es que, justo hace unos momentos, acabo de bajar otro de esos libros de los que innumerables veces me he dicho que dejaré de leer: Ikigai es un concepto japonés que significa "razón de ser" o "el valor de vivir" -encontrar tu propósito o significado en la vida-.
Este libro lo escribió uno de los bloggers que he seguido por más de dos décadas: Kirai -aunque él ya no ha publicado nada en su blog desde hace más de dos años-; o sea, ya lleva publicados como cuatro o cinco libros de fotografías, este de 'autoayuda' y uno -el último (?)- de ficción.
Total, que he estado durante las últimas semanas (meses?, años?) sintiéndome bastante desanimado; me cuesta levantarme, casi no trabajo -aunque estoy 'activo' en dos lugares diferentes-, muchos días tomo siestas en la mañana o en la tarde (con lo que me deprimía antes hacer so), no encuentro gozo o alegría en la mayor parte de las actividades.
Y que empecé a interrogar a las cuatro o cinco IAs a las que usualmente consulto mis síntomas -físicos o anímicos-; su respuesta: poner atención a lo que hago, evaluar las actividades que más me atraen -o que me gustaría hacer-, buscar el sentido de las cosas.
Y, por eso, bajé el libro de Kirai.
La semana pasada estuve de vacaciones los cuatro primeros días de la semana; se suponía que había tomado esos días libres para dedicarme a las actividades del segundo proyecto; pero no hice mucho, básicamente ví algunos videos, leí un poco y el miércoles asistí a una reunión de más de una hora.
No veo nada claro allí; y, no sé si eso es parte de lo que me está provocando el malestar emocional: no creo que pueda durar mucho dedicándole tiempo a este tipo de actividades; o sea, en cuanto haya algún traslape con mi trabajo, declinaré continuar.
Hice limpieza el lunes y el viernes, ejercicios el lunes, miércoles y viernes, y caminatas el martes y el jueves; una semana 'normal' por todo lo demás: meditación a las seis y media, un poco más de sueño, wordles, Duolingo (tercer lugar en la liga) y Busuu.
Como ya terminé el árbol de portugués en Duolingo -no lo sentí tan bueno como el de francés- he estado nomás realizando los refreshing diarios de Inglés, Francés y Portugués; y empecé a hacer algunas lecciones de Italiano.
Por estar realizando algunas actividades del segundo proyecto no acompañé a Rb a su visita semanal al mercado del centro histórico; y ella me trajo uno de mis pasteles favoritos: un pastel frío de Oreo.
El viernes retorné a mis actividades cotidianas en mi trabajo; había estado a la expectativa de cómo iba a combinar las actividades del segundo proyecto, pero al final ha sido sencillo: estoy haciendo lo mínimo en ambos casos -o a veces, menos de lo mínimo-.
Pero sí tuve una reunión con mi lead, mi equipo local y uno de los compañeros en el imperio del norte: nos reunimos por casi una hora para revisar el avance en una tarea -que yo no conocía, por haber estado de vacaciones durante la semana previa-.
Después me reuní nomás con el compañero del Imperio; para ver si podía avanzar un poco en uno de los puntos -y es que las tres asignaciones que tenía eran compartidas: una con este y el otro par con un compañero del equipo local-.
Un poco más tarde me reuní con el compañero del equipo local; la verdad es que no pude avanzar mucho; y además, por error, apagué la máquina virtual que tengo asignada para realizar la mayor parte de mis tareas.
El sábado me levanté a la misma hora de siempre; había estado coordinando con mi ahijada profesional para pasar por ella a las nueve menos cuarto: ella vive -con su madre- en una parte bastante alejada, en el centro histórico.
Total que me levanté, medité, hice los wordle, y un par de lecciones de francés; esto último mientras me preparaba el desayuno; después de desayunar me metí a la ducha y, un poco después de las ocho me despedí de Rb y salí a encender el auto.
El tránsito -por ser sábado, temprano- estaba un poco pesado; por lo que los cuarenta minutos que había pronosticado Waze se alargaron un poco más; también tomé una ruta no muy conveniente en el centro: a las nueve menos cuarto estaba a ocho calles o así de mi destino.
Llamé a mi ahijada para comentarle que estaba por llegar, pero me tocó que realizar un desvío para evitar la ruta más congestionada; al final mi ahijada estaba delante de su casa, detuve el auto y le abrí la puerta.
Me recibió con un regalo -era una playera negra-; lo guardé en el asiento trasero y le entregué una de las bolsitas de café colombiano que mi compañero de trabajos me había obsequiado un par de semanas antes.
Después nos dirigimos a un lugar famoso por sus panes -se encuentra justo frente a uno de esos colegios de donde han salido varios presidentes de la repúbica; aunque al inicio yo no tenía idea de que se trataba de ese negocio-.
Según la página de referencias de Google el lugar lo abrían a las nueve de la mañana; llegamos a las nueve y diez y aún estaba cerrado; pero me estacioné en la acera de enfrente -otro auto llegó un poco después- y esperamos un rato, hasta que finalmente, abrieron.
Pedimos un par de panes y un café -luego repetimos el pedido de los panes- y estuvimos en el lugar por un par de horas; el ambiente es tranquilo: había una televisión pero sin volúmen; también había un playlist -este sí tenía volúmen- de Ricardo Arjona.
Como a mitad de nuestra comida llegó a sentarse, justo al lado de nuestra mesa, otra pareja de comensales: tuve mis dudas al inicio, pero luego me percaté que se trataba de otro voluntario que también acudía a la casa del que visito un domingo al mes.
Un poco antes de las once le indiqué a mi ahijada que tenía que retornar; pagué la cuenta (diez dólares, aunque creo que me cobraron el café dos veces) y luego pasé a dejarla a una calle cercana al centro histórico -hacia donde ella se dirigía-.
El tránsito de vuelta estuvo algo pesado en algunas de las calles cercanas al mercado de la terminal; pero aún así, un poco antes de las doce estaba estacionando el auto frente a la casa de Rb.
Aún me dió tiempo de ayudarla a preparar el almuerzo: estaba experimentando con un pollo con crema de almendras y cilantro; que la verdad, le quedó bastante bien: yo partí unos pocos champiñones y el cilantro.
Antes de almorzar sacamos a caminar a los perros; por lo que después del almuerzo ya no salimos al exterior; por la tarde ví un par de capítulos de la segunda temporada de Andor; había dejado de verla, pero por algún motivo decidí ver los últimos cuatro o cinco capítulos de la misma.
El domingo no había previsto ninguna salida; el viernes habían venido a cambiar el contador de agua de la casa -el martes pasaron revisándolo y nos notificaron que, debido a que la pantalla estaba empañada, tocaba cambio.
El jueves -en nuestra caminata a los supermercados- habíamos adquirido el contador -junto con varios otros componentes para el cambio- en la ferretería de la vuelta; el viernes, temprano, Rb llamó para notificar y el viernes por la tarde vinieron a instalarlo.
Pero dejaron un volcán, con toda la tierra que sacaron, a un lado de la banqueta; cuando retorné el sábado ví que Rb había llenado un baño con esta tierra; el plan era regarlo en el patio, pero los gatos empezaron a dejar allí sus desechos.
La perra más pesada de Rb se hizo aficionada a comerse los excrementos que dejan los gatos, por lo que el domingo por la mañana pasé el baño al patio trasero y regué la tierra en el vallado en el que se encuentra la planta de loroco.
Después fuimos a los supermercados en dirección sur; el día estaba bastante caluroso, pero caminamos hasta la altura del más lejano, luego retornamos al otro a comprar un poco de bananos -y una mallita de cabezas de ajo-.
Almorzamos las alitas de los domingos, acompañados de una ensalada bastante copiosa; por la tarde terminé de ver -los dos últimos capítulos- de Andor; y también leí un poco del libro de ACT -aunque me ha estado costando avanzar ahora que leo en el Kindle-.
Y a ver cómo sigue eso.
martes, 13 de mayo de 2025
Otro formato... Another format... Un autre format...
No sé si es porque esta semana me tomé vacaciones -empecé el miércoles pasado y terminarán este jueves- pero he decidido no continuar con el ritmo que he estado manteniendo por los últimos meses: publicar cada lunes -o martes- una relación bastante detallada de las ocurrencias de la semana.
Y es que -al final- mi vida es bastante prosáica: de lunes a viernes, generalmente me levantó a las seis y media, medito, resuelvo -o intento- los wordle en inglés y francés del día, entro a la reunión del equipo, hago Duolingo y Busuu, me quedo un rato en la cama, me levanto a preparar el desayuno.
Si hay tareas específicas -que no es muy seguido- trabajo un poco por la mañana; en otro caso, me la paso jugando ajedrez y leyendo; almorzamos con Rb alrededor de la una, luego sacamos a caminar a sus perros -dos vueltas a la calle-, lavo los trastes del almuerzo, preparo café y té.
Trabajo -otra vez, si hay tareas específicas-, pero usualmente continuo con la lectura; después del horario laboral: los lunes, miércoles y viernes realizamos una rutina de ejercicios de cuarenta o cuarenta y cinco minutos; los martes y jueves caminamos un par de kilómetros hacia algún supermercado.
Por las noches veo un poco de alguna película, o alguna serie; leo un poco más, juego un poco más de ajedrez; hasta las once o algo así; después me retiro a mi habitación, en donde leo un poco más, luego medito; e intento conciliar el sueño -generalmente lo logro-.
Usualmente desayuno un tazón de avena, un banano y un poco de gelatina; excepto el viernes, sábado y domingo: esos días preparo un pan al que agrego huevos revueltos con embutidos -y estos días un poco de repollo cocido-.
Y los sábados y domingos trato de salir: dos sábados al mes a ver a mis hijos, y el resto de los días trato de planear un desayuno o un café con alguno de mis pocos conocidos o amigos: creo que llevo una existencia bastante prosáica.
La semana pasada, entonces, empezó más o menos como el resto; la diferencia fue que el internet estuvo fallando durante casi todo el día durante el lunes; tanto que me tocó comprar un poco de tiempo en el celular, para participar en un par de reuniones con mi supervisora y mi colega más joven -y brillante-.
Rb estuvo continuamente llamando a la compañía de internet, incluso en la noche; al final parece que hubo un fallo general; el martes, afortunadamente, el servicio fue restablecido.
Y es que el miércoles tenía que empezar un nuevo proyecto y temía que la inestabilidad de la red dificultara mi participación en la reunión; el martes, en el mercado en dirección sur, compré los embutidos para dieciseis desayunos.
El miércoles empezaron mis vacaciones; la verdad es que no me gusta tomar vacaciones; pero mi negativa a tomar tiempo libre estaba afectando algún indicador de recursos humanos del departamento; igual, en este caso, esperaba que me sirviera en el otro proyecto.
Y nomás tuve un par de reuniones: una, bastante corta, con el líder del proyecto; la otra, con todo el equipo; a esta acudimos casi una docena de personas; era con cámara abierta y tardó más de una hora; la verdad, no me gustó.
El resto del día lo pasé de forma similar a lo que describí más arriba; y lo mismo se repitió el jueves y viernes: creo que más que las condiciones exteriores, afecta más a mi estado de ánimo toda la instrospección que me mantengo haciendo sobre los hechos.
El sábado por la mañana estuvo algo ocupado: apps de idiomas, desayuno, acudir a los supermercados en dirección sur, preparar las ensaladas para el almuerzo con mi hija mayor, sacar a caminar a la perra más pesada de Rb; al final salí bastante tarde de casa para dirigirme al departamento de mis hijos.
Había quedado con mi hija mayor que llegaría a la una de la tarde; salí a las doce y media de la casa de Rb; y el tránsito estaba terrible, apenas a unas pocas calle ya empezaba el embotellamiento.
Al final llegué con dos o tres minutos de retraso; pero al parquear el auto las llantas del lado del conductor quedaron sobre unas paletas del portón; lo que hizo tanto ruido que el guardia se apareció para ver su procedencia.
Subí al séptimo nivel, le comenté a mi hija lo que había pasado y bajamos a tomar fotografías para que quiten de allí ese material sobrante del último trabajo en el portón; luego nos dirigimos al parque temático de costumbre.
Antes de entrar al parque compramos -en una gasolinera- un par de hot dogs; lo que completó el almuerzo planeado: hot dogs, snacks, ensaladas y una pequeña gaseosa; nos estuvimos mucho tiempo almorzando, conversando, y armando cubos de Rubik.
También nos subimos a la Rueda de Chicago más grande del lugar -y del país, creo-; un poco después de las cuatro nos retiramos del lugar; le había pedido a mi hija que me acompañara a un supermercado cercano, en donde compramos un zepelin.
Luego retornamos al departamento; le escribí a mi hijo para que saliera de su habitación y preparé tres tazas de café Nescafé; el cual tomamos con el zepelin, y viendo el video de Te Lo Resumo Así Nomás en donde se compara Forrest Gump con una película de India similar; después me despedí de mis chicos y retorné a casa.
El domingo estuvo bastante tranquilo: No había planificado ninguna salida por la mañana; me pasé casi toda la jornada en cama, leyendo un poco y viendo algunos videos de Youtube.
Almorzamos la alitas de pollo que Rb prepara casi todos los domingos; luego sacamos a caminar a los perros y lavé los trastes del almuerzo; también piqué varias zanahorias, varios chiles pimientos, y exprimí un par de dientes de ajo: no iba a estar por la tarde y tocaba preparar los almuerzos de la semana.
Un poco antes de las tres de la tarde me dirigí a la casa del voluntario que vive en la colonia en donde mis hijos crecieron; llegué justo a la hora esperada y toqué el portón de la casa; mi amigo bajó a abrir.
Pasamos a comedor, en donde ví que aún estaba almorzando; lo acompañé en su actividad y puse a hervir agua para preparar café; llevaba una de las bolsitas que mi amigo me había regalado la semana anterior.
Después de que mi amigo terminara de almorzar sacó la prensa francesa y preparamos el café; lo que acompañamos de un par de cubiletes que llevaba para el caso; después estuvimos jugando varias partidas de dominó.
A las cinco y cuarto me despedí de mi amigo: había quedado de reunirme con una psicóloga que concí en el mismo grupo de voluntarios -hermana de mi doctor de confianza-; en la cafetería en la que usualmente desayuno con mi doctora.
Llegué a lugar con unos minutos de antelación; y, luego de enviare un mensaje, me dispuse a esperar; a la hora convenida mi amiga me escribió para comentarme que llegaría un poco tarde.
Al final no llegó muy tarde; me hice cargo de la compra de un par de cafés y un par de porciones de pastel y pasamos la siguiente hora conversando sobre la evolución de cada uno: teníamos como diez años de no hablar detenidamente.
Un poco después de las siete le indiqué que tenía que retirarme y nos despedimos; el tránsito estaba bastante tranquilo; pero un poco antes de entrar a la calle recibí una llamada de Rb; nomás le confirmé que estaba por llegar a la garita.
lunes, 5 de mayo de 2025
Libros favoritos... Favorite books... Les livres préférés... -the draft-
Usualmente me cuesta hablar sobre libros favoritos; quizá porque he leido bastante desde joven; durante la última década me han gustado los de este médico de India que presenta temas médicos de una forma bastante atractiva.
Leí sus libro sobre el cáncer, el gen, y la célula; también me gustó el libro de la terapeuta de Nueva York que contaba sobre tres -o cuatro- casos de su práctica -y el suyo propio-: Maybe you should talk to someone.
Pero no me atrae releer nada de esto; el año pasado -o antepasado- releí La Invención de la Soledad, de Paul Aster; otro de mis favoritos de otra época; pero la semana anterior releí un libro que -quizá- se convierta en uno de mis favoritos.
Please ignore Vera Dietz es un libro de Young Adult Fiction -aunque la autora dice en su blog que los adultos no deben sentirse mal si se sienten atraídos a sus libros-; y la vida misma de esta señora es interesante.
O sea, no estudió letras; se graduó en algo de fotografía; justo cuando se estaba acabando la industria fotográfica -debido a la versión digital-; vivió -con su esposo- en Irlanda, durante varios años, dedicándose a la agricultura.
Y allí -según ella- se 'autoformó' como escritora, leyendo muchos muchos muchos libros; y luego empezó a escribir libros extraños; y luego se dedicó a YAF; y con este tipo de libros ha tenido -al parecer- bastante éxito.
Please ignore Vera Dietz me fue recomendado por mis hijos -he estado conversando con mi hija mayor por whatsapp estos días-: al parecer mi hija segunda lo encontró entre los sobrantes de la biblioteca del colegio en el que estudiaba.
El libro es extraño; pero uno de los protagonistas -el papá de Vera- les pareció a mis hijos -y a mí- que resonaba bastante con mi persona: actitudes estóicas; aficionado a los diagramas de flujo; lector de libros de autoayuda; practicante de tradiciones orientales.
Lo releí en dos o tres días -saltándome mi programa de lectura-; y creo que no será la última vez...
Y a ver cómo va eso.
El lunes pasado me levanté media hora antes de lo normal: había puesto la alarma del celular para las seis de la mañana pues quería reunirme con mi compañero del Imperio antes de entrar a la primera reunión diaria del equipo.
Antes de entrar a la reunión -mi compañero me había escrito para que le diera un poco de tiempo- resolví los dos wordle diarios; y la reunión estuvo muy buena: le mostré el código que había estado escribiendo para el archivo de Excel en el que ha estado trabajando.
Y me ayudó un poco con algunas dudas que tenía sobre un par de máquinas virtuales que no estaban funcionando como lo esperaba; el resto de la mañana trabajé un poco en estas dos computadoras.
Además, Rb me comentó que la aspiradora ya no estaba funcionando bien; y yo me había ofrecido a volver a la rutina de barrear y trapear manualmente, cuando se repitiera el hecho.
La verdad es que no me emociona la tarea; y, mucho tiene que ver, creo; el hecho de que simplemente no hace las cosas porque no le gustan; o sea, a mí tampoco me gustan, pero he aprendido que algunas cosas, simplemente hay que hacerlas -o no se hacen-.
En fin, tomé un recipiente de plástico y regué agua por las dos habitaciones, la sala, el baño y la cocina; luego metí una escoba y un recoge polvo y barrí todas las áreas que había mojado.
Luego saqué un viejo trozo de trapeador de la pila de escombros que hay en donde preparamos los asados bimestrales; y el portapapeles antiguo que he usado para transportar agua; y trapeé toda la casa.
Cuando estaba a medias de la barrida Rb se dirigió a la tienda, aduciendo que nos faltaban algunos elementos para las comidas semanales; y sentí que se tardó mucho más tiempo del que habitualmente invierte en estas compras.
Al final terminé la limpieza y continué trabajando en cuestiones laborales; Rb vino un poco más tarde y me pidió que la ayudara con el almuerzo: no cocinamos -como hemos estado haciendo últimamente- el domingo por la tarde por lo que aún debíamos preparar los almuerzos semanales.
Me puse a picar -con el picador chino- apio, arveja china y chile pimiento; luego proseguí con varias zanahorias; y terminé pelando, cortando y picando dos grandes güisquiles; estaba a medias con esta tarea cuando me llamó mi amigo que vive al otro lado de la ciudad: le había escrito -le escribí a varios conocidos- el viernes y me había contado que sufrió un accidente en su motocicleta; pero que, afortunadamente, no hubo fractura, nomás algunos moretones y raspones.
Habíamos hablado el viernes y quedamos de conversar el domingo; pero ya no me avisó nada el fin de semana; y, mientras estaba picando verduras recibí varios mensajes, disculpándose: había tenido que pasar todo el fin de semana ocupándose de un asunto familiar.
Al parecer a su suegro lo operaron el año anterior (un tumor no cancerígeno en el cerebro) y ese día había vuelto a mostrar síntomas de su padecimiento: total que se pasó todo el fin de semana -con su esposa- acomodando al señor en el hospital nacional más grande del país.
Estuvimos conversando alrededor de quince minutos -yo seguía partiendo las verduras del almuerzo-; después continué con las tareas laborales; la situación seguía viéndose bastante complicada, debido a la debilidad administrativa de nuestro equipo.
Almorzamos la mezcla de verduras que había preparado con pollo que Rb había estado cuarteando; acompañado de un poco de fideos de camote; mi reunión de la una seguía -aunque ya le habíamos dicho a nuestra supervisora para que hablara con el lead de cambiar la hora-.
Después de la reunión -terminó tardísimo- sacamos a caminar a los perros de Rb; después lavé los trastes, partí una papaya -de las que había traído en la mañana- y preparé café y té.
También le escribí al encargado de los viajes de las iglesias del Imperio del Norte sobre su calendarización de Mayo: no me habían confirmado nada y usualmente pido mis vacaciones formalmente el primer día del mes -el siguiente miércoles-.
Al terminar el horario laboral realizamos los ejercicios de la rutina de los lunes; el tiempo está bastante caluroso; después estuve viendo un poco de la película de Keanu Reeves; y haciendo un poco de Duolingo y Busuu.
El martes me levanté a las seis y media; llevaba varios días de resolver correctamente los wordle en inglés y francés (seis y diez, respectivamente); después entré a la reunión diaria del equipo.
Después de la reunión salí de la cama: no quería hacer Duolingo porque el tiempo de puntos dobles que dá el segundo challenge diario se alcanzaba escuchando siete ejercicios -usualmente se completa con una o dos lecciones-; y quería aprovechar la media hora extra del challenge semanal.
Rb se levantó un poco después de las ocho y al ver la parte inferior de la espalda notó que tenía un par de manchas separadas por la columna vertebral; me tomó una foto y me la mostró.
Un poco más tarde le pregunté a Claude sobre el hallazgo y me respondió que posiblemente se debía al roce de la ropa -o el cinturón-; y sí, a veces uso el cinturón, que me regaló mi segunda ahijada profesional, un poco más apretado.
A las diez y media de la mañana empecé a hacer un poco de Duolingo; pero me interrumpieron mis compañeros del equipo local, pues teníamos que revisar una asignación en conjunto.
Total que apenas hice unas pocas lecciones; además empecé el challenge semanal, con mi amigo que vive en el lado opuesto de la ciudad -y con quien estuve conversando el día anterior-.
La reunión con los compañeros se extendió por casi dos horas; pero al menos pudimos avanzar en la comprensión de la tarea que se nos había asignado; luego de media hora de descanso empezamos la reunión de la una de la tarde.
En la misma presentamos -fuimos interrogados- uno por uno sobre el avance de la tarea; además el lead empezó a explicarnos -de forma muy somera- el funcionamiento de una herramienta auxiliar de nuestro trabajo.
Al mismo tiempo almorzamos; lo mismo que el día anterior; pero cambiando el fideo de camote por un poco de arroz -que había preparado un poco antes-; afortunadamente la reunión tardó nomás media hora.
Y cuando terminamos de almorzar sacamos a caminar a los perros de Rb; el tiempo sigue bastante caluroso; después lavé los trastes y, un poco más tarde, preparé una taza de té para Rb y una taza de café para mí.
Rb había estado viendo, en el sitio del supermercado en donde compramos artículos a granel, que una comida para dos de sus perros estaba a buen precio; pero que no había en la sucursal local, sino nada más en la del periférico.
Y me había pedido que fuéramos al lugar después de retornar de nuestra caminata de los martes; la cual empezamos a las cuatro y media: caminamos hasta la altura del supermercado más distante en dirección sur.
De allí retornamos al que se encuentra a medio camino; en donde compramos un poco de bananos; después retornamos a la casa, a dejar la fruta; y nos dirigimos a comprar la comida de los perros de Rb.
Yo también había decidido comprar el saco de comida para perros que he estado llevando a mis papás en mi visita trimestral; el camino de ida no estuvo tan mal; nomás nos detuvo un poco el embotellamiento en el lugar habitual.
El periférico no estaba muy lleno por lo que no nos llevó mucho llegar al parqueo del supermercado; el que tampoco estaba muy lleno; Rb llevaba una lista para hacer la compra e invertimos una media hora en colocar los productos en la carreta.
Luego pasamos a caja; en donde nos dimos cuenta que Rb no llevaba su ID -que ahora exigen en este lugar, junto con el carnet de miembro-; afortunadamente yo llevaba el carnet antiguo -de plástico, con fotografía-; el cual fue aceptado por el cajero.
No recuerdo por qué ya no compraba pastel de tres leches en este lugar -ni frapuccinos-; pero ahora adquirí ambos -creo que era por el aumento en el precio-; cargamos las compras en el auto e iniciamos el camino de vuelta a casa.
El periférico estaba un poco más lleno -aunque menos que en ocasiones anteriores- y descubrí que no debo consumir frappuccinos mientras conduzco: sufrí un brain freeze bastante fuerte; en cierto momento sentí que no podía controlar mis extremidades.
Afortunadamente el tránsito estaba bastante fluido; por lo que no tuve dificultades para maniobrar el auto y entrar al carril auxiliar del periférico; desde donde se hizo un poco más fácil llegar al punto de entrada al municipio en el que vivimos.
Cuando retornamos a casa terminé de consumir lo último del frappuccino; y me comí un pequeño trozo del pastel de tres leches; luego me puse a realizar los cálculos de lo comprado; y la cantidad que debía transferir a Rb.
Por la noche estuve viendo el segundo capítulo de la segunda temporada de The Last of Us -el personaje de Pedro Pascal muere!-; y, después, terminé de leer el número de páginas del ciclo de Flourishing.
El miércoles me levanté un poco animado -o de un ánimo diferente, al menos- por las noticias del día anterior; después de meditar, resolver los wordle y entrar a la reunión diaria revisé mi correo personal; lo malo es que me salté la reunión quincenal con mi supervisora.
Y es algo que me ha estado pasando últimamente: olvidar o evitar alguna actividad; total que a las diez me dí cuenta de mi error y le escribí a mi supervisora; quien fue comprensiva y nomás me preguntó por pendientes: de lo cual tenía nomás uno, las vacaciones que planeaba tomar a partir del siguiente miércoles.
Le escribí -de acuerdo a su indicación- a la persona que nos ha estado asignando tareas; con quien se reunió el equipo en su totalidad un poco más tarde; se suponía que uno de los analistas le presentaría los avances, ante los cuales se mostró decepcionado.
Y es que la comunicación no ha sido muy buena en ambos sentidos: el equipo trata de trabajar, pero los resultados no son los esperados; y no es algo exclusivo de nosotros, mi compañero en el Imperio del Norte me había llamado durante la semana, para quejarse de lo mismo.
Total que me reuní un rato por la tarde con el compañero más brillante del equipo, quien me mostró una propuesta que estaba desarrollando para mejorar la integración de las funciones del equipo en el alcance general del proyecto.
Antes de finalizar el horario laboral Rb me recordó que le había pedido antes que hicieramos la rutina de ejercicios media hora antes de lo habitual: había programado un café con mi primer ahijado profesional, por lo que quería salir antes de las cinco de casa.
Además, el señor de las verduras se encontraba en la tienda del inicio de la calle y ya nos ha interrumpido algunas veces; afortunadamente completamos la rutina justo a tiempo; Rb salió a comprar las verduras y yo entré a la ducha.
A las cinco menos cuarto salí de casa; y el tránsito estaba insufrible; empezaba casi en la misma salida de la colonia; por lo que estuve a punto de dar vuelta en U -cruzándome el arriate central- retornar a casa y pedir un uber-moto.
Pero no conseguí que me dieran vía para dar la vuelta en U, por lo que decidí continuar; y aún me tocó que llamar a mi ahijado antes de llegar al lugar en donde nos habíamos citado; llegué con ocho minutos de retraso.
Cuando llegué al lugar, mi ahijado estaba sentado en la entrada del McDonald’s; entramos, ordenamos unos cafés y nos pasamos el siguiente par de horas poniéndonos al día de la vida de cada uno; también me consultó sobre su idea de un sitio web para su negocio de venta de trajes típicos.
A las siete y media nos despedimos e inicié el retorno a casa; el cual estuvo bastante pesado, pero no tanto como el viaje de ida; nomás en un punto del camino me tocó detenerme durante algunos minutos; pero, un poco más tarde, estaba parqueando el auto frente a la casa de Rb.
El Jueves era día de asueto local: se celebraba el día del trabajo; y, por la naturaleza de la fecha, Rb había decidido no acudir al mercado; así que fue un día de pasar casi exclusivamente dentro de casa.
Por la mañana estuve realizando los pagos de inicio de mes: el monto simbólico que le transfiero a Rb por vivir en su casa; la cuota de mantenimiento mensual del apartamento de mis hijos; las cuotas que me cobran dos bancos por el manejo de las cuentas -lo que me parece una estafa-.
Luego aproveché para avanzar en la lectura del libro de Seligman, del libro en francés de Harry Potter; y empecé a releer un libro que mis hijos me habían recomendado -y había leído- hacía una década o así: Please ignore Vera Dietz.
Es un libro YAF, sobre una chica entrando a la etapa adulta; a quien su madre abandonó a los doce años y que ha vivido con su padre; mis hijos me habían comentado en su tiempo que les recordaba a este personaje; y sí, hay varios parecidos.
Al finalizar la tarde nos dirigimos a los supermercados en dirección sur; en el más lejano compramos varias piezas de pollo; para los almuerzos de los fines de semana; y en el otro supermercado compramos bananos.
Por la noche estuve viendo un capítulo de Andor; la noche anterior había visto un capítulo de The Last of Us; y, se me había olvidado seguir avanzando en la película de Keanu Reeves que había empezado a ver a principios de la semana.
El viernes me levanté a las seis y media; a reiniciar -y terminar- la semana laboral; medité, resolví los dos wordle y luego entré a la reunión diaria; a las ocho salí a desayunar; y le comenté a Rb sobre un sueño que tuve la noche anterior.
Que me dejó pensativo: en el sueño -creo que por primera vez- mantenía una conversación, sin discutir, con la madre de mis hijos; y fue una sensación rara; por otra parte, la conversación versaba sobre la comunidad LGBT; y creo que yo me sentía tranquilo con el tema.
A media mañana tuvimos la reunión semanal de todo el equipo con la persona que nos ha estado asignando tareas; no hubo mucho que avanzar; luego, el compañero con el que me reuní dos días antes, programó una reunión con nuestra supervisora.
Desafortunadamente, aunque ella aceptó la reunión, no pudo acudir a la misma; por lo que el compañero nomás le envió el documento -que él había preparado el día anterior y yo había revisado un poco más temprano-.
Total que la supervisora nos escribió un poco más tarde para comentarnos que le parecía la idea -que es ordenar un poco las tareas del equipo- y pidiendo que nos reuniéramos el lunes; programé la reunión de inmediato; lo bueno es que esto me dió tiempo de realizar la limpieza de pisos que reinicié a principios de la semana.
El resto del día estuvo tranquilo; Rb preparó el pescado frito de los viernes, lo que almorzamos con lo último de la comida china que consumimos durante toda la semana; algo más tarde sucedió algo que me preocupa.
Después de sacar a caminar a los perros; y leer un poco, lavé los pocos trastes del almuerzo; luego puse en la estufa el té de Rb; y preparé mi té (llené la taza de cerámica a la mitad y agregué la bolsita de té).
Después de llevar el té a la habitación de Rb -ella le estaba dando de comer a los perros-; retorné a la cocina y activé los dos minutos para que mi té se calentara; me pareció que el horno estaba sonando diferente, pero no le día mayor importancia.
Antes de que transcurrieran los dos minutos Rb me preguntó qué estaba calentando: la taza con el agua y la bolsita de té estaba en un estante en la cocina; así que durante más de un minuto el horno estuvo funcionando sin nada.
Lo cual es preocupante porque: 1. cuando esto sucede es posible que el horno se dañe, por el rebote de las microondas; y 2. -quizá más preocupante-, temo estar presentando signos de demencia -no tan temprana-.
El sábado me levanté a las seis y media, medité y resolví los wordle en inglés y francés; luego de hacer un poco de Duolingo me levanté a prepararme el desayuno de los fines de semana.
Después de que Rb se levantara y desayunara nos dirigimos a los supermercados en dirección sur: yo necesitaba comprar una magdalena, la cual planeaba llevar en mi visita vespertina al colega con quien estaría trabajando a partir de la siguiente semana.
En el otro supermercado compramos un poco de bananos; luego retornamos a casa; al mediodía preparamos una receta que Rb quería probar: pollo con manzanas; acompañado de miel y un poco de tamarindo.
La receta fue un éxito y almorzamos un poco tarde; después sacamos a caminar a los perros; como tenía planeado salir hacia la casa de mi colega antes de las dos y media, lavé los trastes y luego tomé una ducha.
El tránsito estaba super pesado; especialmente en la vuelta antes de tomar la carretera principal; la cual también estaba bastante congestionada; pero, lo peor, fue cuando llegué a la altura en donde debía dar vuelta en U para entrar a la comunidad en la que vive mi amigo.
Ese par de kilómetros me llevó más de diez minutos; de hecho tuve que llamarlo, para comentarle que llegaría un poco más tarde de la hora acordada; me indicó que iba a empezar a preparar el café nomás.
Llegué a la casa de mi amigo con casi quince minutos de retraso; lo interesante es que su padre estaba de visita; con quien estuvimos conversando una buena parte del par de horas que estuve por allí; acompañado de café y varias donas.
Además de la magdalena , que mi amigo reservó, le llevaba a mi amigo un cubo de Rubik 3x3x3 que había adquirido el año anterior en una de las tiendas chinas; él me regaló una caja con cinco o seis muestras de café colombiano.
Un poco antes de las cinco le indiqué a mi amigo que me retiraría y le habló a su padre para que nos despidieramos; luego salió a ayudarme a sacar el auto, pues alguien se había parqueado bastante cerca.
El camino de retorno no estuvo tan complicado como el de ida; y, menos de media hora más tarde, estaba parqueándome frente a la casa de Rb; por la noche estuve viendo una parte del cuarto -o quinto- capítulo de la segunda temporada de Andor.
El domingo me levanté a la hora acostumbrada; medité y resolví los dos wordle; luego, como había acordado con mi amiga doctora que nos encontraríamos a las siete y media; me metí al baño a tomar una ducha.
Salí bastante tarde de casa; pero no había casi nada de tránsito; incluso llegué a la cafetería de costumbre un par de minutos antes de la hora acordada; y encontré un mensaje de mi amiga, contándome que llegaría tarde.
Entré al lugar y me dispuse a esperar; aproveché para leer un par de artículos y hacer una lección de portugués en Busuu -durante los días anteriores había estado realizando nomás una lección al día-.
A las ocho -treinta minutos luego de la hora acordada- estaba cuestionandome si seguir esperando o retirarme; de hecho le hice la pregunta a Chatgpt y me indicó que podía decidir cualquiera de las dos opciones; y escribirle diplomáticamente a mi amiga.
Y justo a esa hora mi amiga llegó; y, la verdad, se le veía mejor que en las últimas veces que nos hemos visto; como que ha empezado a aceptar algunas realidades de su vida; además está trabajando en la tesis de su maestría.
Le regalé a mi amiga una de las bolsitas de café que había recibido el día anterior; y la invité a desayunar; estuvimos en el lugar un poco más de una hora, pues había quedado con Rb de retornar antes de las diez menos cuarto, para conducirla a la iglesia.
La verdad es que hubiera podido despedirme incluso a las nueve y media -usualmente no hay tanto tráfico a esa hora-; pero, previendo cualquier dificultad, puse una alarma para las nueve y cuarto; y a esa hora me despedí, y retorné a casa.
Vine con bastante tiempo y entré aún un rato a la casa; un poco antes de las diez menos cuarto salimos con Rb hacia la iglesia: le interesaba estar en el servicio pues su mejor amiga retornaba al siguiente día al Imperio del Norte y quería despedirse; y regalarle algunos billetes conmemorativos que había estado reservándole.
Después de dejarla en la iglesia retorné a casa; tanto la ida como el retorno estuvo bastante tranquilo en el tema del tráfico; estacioné el auto y me quedé un momento esperando: quería conversar un poco con el anciano que ha estado cuidando las plantas de Rb.
El plan era preguntarle si estaba en disposición de enseñarme a realizar el cambio de aceite del auto -quería pagarle aunque sea un monto simbólico-; pero no le interesó la propuesta al anciano; nomás me comentó cómo era que debía de hacerse.
Entré a la casa planeando trabajar un poco -el día anterior había creado algunos escenarios de prueba para una funcionalidad que nuestro lead nos ha estado pidiendo durante las últimas reuniones-; pero, mejor llamé a amigo que ahora vive en Tennessee; y luego llamé a mi amigo que vive en el otro extremo de la ciudad.
Después estuve leyendo un poco de Please Ignore Vera Dietz; al mediodía Rb me envió un mensaje para que -como habíamos acordado más temprano- la encontrarz en el supermercado que se encuentra frente a su iglesia.
Conduje hasta el lugar y entré al supermercado; en donde la encontré con un poco de comestibles en los brazos; nos dirigimos a las cajas -automáticas- y luego retornamos a casa.
Rb me había propuesto que sacaramos a los perros a su caminata antes de tomar nuestro almuerzo; lo que me pareció adecuado -el calor ha estado en aumento constante-; y el almuerzo estuvo fácil: nomás calentamos el pollo del día anterior; y preparamos un poco de pasta sin gluten.
Después del almuerzo continué con Please Ignore Vera Dietz; y eso evitó completamente que dormitara por la tarde; incluso me obligué a terminar la última parte del libro de Tecnología que estaba leyendo: Peopleware.
Además, preparé las gelatinas para mis desayunos de los primeros cuatro días de la semana; y lavé -ya tenía varios meses de estarlo posponiendo- el edredón más pesado que intercalo bimestralmente en mi ropa de cama.
Al principio de la noche terminé el libro de YAF; incluso le comenté -por whatsapp- a mi hija mayor, que estaba sospechando que estaba convirtiéndose en uno de mis libros favoritos.
Después pasé a la tablet el siguiente libro de tecnología: Build; de un ex ejecutivo de Apple; supuestamente se trata sobre gestión ‘inteligente’ de proyectos; también pasé otro libro en español y uno en francés: Le Syndrome du spaghetti; el cual, curiosamente es un YAF -pero al menos está en otro idioma-.
Y a ver cómo sigue eso...