lunes, 14 de abril de 2025

Otra oportunidad... Another opportunity... Une autre opportunité...

Hace mucho tiempo que no aplico a un trabajo; técnicamente hace cuatro años o así estuve en un proceso para trabajar con una empresa del Imperio del Norte (otra), trabajando con un equipo local.

En esa ocasión me contactaron por LinkedIn; pasé tres o cuatro entrevistas: una general, un par de técnicas y una última con el equipo con el que trabajaría; al final no me seleccionaron, pero no me quedó un mal sabor de boca.

Realmente no quería cambiarme de trabajo, y tampoco me atraía -mucho- la idea de tener dos trabajos al mismo tiempo; aunque justo por esa época se estaba poniendo de moda ese estilo con los trabajadores remotos.

Y la semana pasada tuve otra 'oportunidad'; aunque técnicamente aún no se ha cerrado, no creo que continue en el proceso: mi colega -que ya tiene dos trabajos- está por comenzar un tercero el primer día del próximo mes; y me refirió para trabajar en su equipo.

Ese mismo día me ayudó a adecuar mi hoja de vida; lo que está bien, pues él se mantiene bastante actualizado en el tema; luego me escribieron de la empresa en la que está por empezar: debía llenar un aplicación en línea -y subir mi cv-, además, debía completar una prueba técnica.

Creo que hay dos razones por las que el proceso fue negativo: cambié un par de detalles en el Curriculum que subí al sitio, con respecto al que le había enviado a mi amigo: nomás intercambié la posición del correo electrónico y del celular; y, bajé un nivel en portugués: de B2 a A1.

Y lo otro, que me preocupa más: en el correo decía que la prueba estaba estimada para quince minutos -el temporizador de la misma en el sitio era de dos horas-, pero la completé en alrededor de cuarenta minutos.

O sea, creo que me tardé más del doble de lo que habían comentado; y creo que eso ha dado al trasto con la oportunidad; la que no estaba muy mal; el plan era continuar con el trabajo actual y realizar este; con lo que, practicamente, hubiera duplicado mis ingresos mensuales.

Pero bueno, a ver cómo sigue eso...

El lunes pasado fue bastante normal: en la mañana, dos reuniones, luego una tercera con el equipo local; el lead dijo que ya nomás debía trabajar con el equipo local; me reunió con mi compañero menos favorito, consulté con un dev pero no me dió información.

Almorzamos pollo y papas; sacamos a los perros; me volví a reunir con los compañeros del Imperio del Norte; les comenté que ya nomás debía trabajar con el equipo local; y traté de avanzar un poco en la tarea que nos habían asignado junto con mis tres compañeros del equipo.

Mi hija mayor me escribió para ayudarla con el pago de cuarenta y cinco dólares para un curso de inglés en la universidad; lo pagué en línea; luego me llamó mi padre para que le pagara siete dólares -al final resultaron ser ocho- para tener internet en su teléfono: por algo de la universidad.

No pude pagar esto en línea, me tocó que ir a la tienda; por la noche mi hija me escribió contrita: su saldo bancario no le permitía cancelar los cuarenta y cinco dólares; le indiqué que no me interesaba que me pagara pronto; que podía tomarse el tiempo necesario.

También pagué el internet del departamento; y luego, aprovechando, pagué también el internet que utilizamos acá; después de meditar -casi a medianoche- intenté dormirme; pero, por alguna razón, me costó mucho mucho conciliar el sueño.

El martes también fue un inicio normal: la alarma sonó a las seis y media; medité, resolví los wordle en inglés y francés; y luego entré a la reunión diaria; después me quedé en cama, durmiendo hasta las ocho y media.

A esa hora me levanté a desayunar; el resto del día estuvo más o menos igual: bastante poco trabajo; aunque realmente tenía asignaciones: con el equipo local debíamos avanzar en la tarea en conjunto, pero aunque somos cuatro nomás tenemos acceso a dos estaciones remotas.

Por otra parte, el equipo del Imperio del Norte estuvo escribiéndome en la app de mensajería, aunque les había comentado el día anterior que ya no seguiría con ellos; o sea, nomás les estuve ayudando con formatos en Excel.

Almorzamos lo mismo que el día anterior: pollo y papas doradas; luego sacamos a caminar a los perros, lavé los trastes, y preparé el café y té de la tarde; le había pedido a Rb que salieramos a caminar a las cuatro de la tarde, pues había quedado de reunirme con un excompañero de trabajo a las cinco y media.

Total que a las cuatro nos dirigimos a los supermercados en dirección sur; caminamos hasta la altura del más alejado, luego retornamos al que queda a medio camino; en donde compramos un poco de bananos.

Cuando regresamos, como aún no eran las cinco, tomé una ducha; luego tomé el auto e inicié el camino hacia el Mc Donalds en donde me reuní el año pasado con mi psiquiatra; y, aunque el inicio del camino estuvo bastante tranquilo, me tomó más de media hora llegar al lugar.

De hecho llamé un par de veces a mi amigo, para comentarle que llegaría tarde; pero no respondió a mi llamada; llegué, por fin, al comercial y le envié un mensaje de texto -a las 5:36 en whatsapp-; comentándole que ya me encontraba por allí.

Tampoco me contestó el mensaje, por lo que me dispuse a esperar un poco; a las seis y cuarto decidí retornar a casa; el tránsito no estaba muy pesado y, dando la vuelta en el boulevard principal recibí una llamada de mi amigo.

Se había olvidado de la reunión, pero estaba en camino; me propuso que regresara; pero le comenté que el tránsito en el otro carril estaba bastante pesado; le propuse que nos reuniéramos en un restaurante italiano que se encuentra en el comercial en donde usualmente tomo los buses intermunicipales.

Llegué al lugar a las seis y media y él llegó un poco más tarde; mi amigo es cinco años más viejo que yo, pero recibió su título de la facultad doce años después de que yo me graduara; estuvimos en el lugar un poco más de una hora, con un café y un pastel; luego retorné a casita.

El miércoles me levanté a las seis y media; después de meditar retorné a la cama; y, después de la reunión, me quedé dormitando en la cama; hasta casi las nueve; a esa hora me levanté a prepararme el desayuno.

El día laboral estuvo casi igual; aunque, cuando me levanté, me dí cuenta que tenía varios mensajes en la app del trabajo, y en Whatsapp; los del trabajo eran de los compañeros del Imperio del NOrte: querían que les ayudara con algunas consultas en Excel.

Los de whatsapp eran de mi compañero que tiene dos trabajos al mismo tiempo -tres, realmente, pues empieza otro el primero de mayo-; y me comentaba que estaban buscando a una persona para cubrir funciones similares a las mías; que si aplicaba, podía referirme.

Me pasé el resto de la mañana mejorando mi hoja de vida -recortándola, realmente-; y, al principio de la tarde, recibí un correo de la empresa en la que empezará a trabajar, invitándome al proceso de selección.

Terminé de confeccionar mi hoja de vida y luego entré al sitio de la empresa; llené un formulario, subí mi hoja de vida y luego completé -me costó- un cuestionario de varias preguntas técnicas; la persona había escrito que me tomaría quince minutos, pero me tomó casi cuarenta.

Después del horario laboral hicimo, con Rb, la rutina de ejercicios de los miércoles; un poco antes le había tocado que salir a comprar las verduras; en previsión de las interrupciones del señor que viene a proveer a la cuadra; también nos percatamos que no vino el mecánico.

El jueves me levanté a las cinco y media: habían programado una reunión de entrenamiento a las seis; medité los diecisiete minutos y, luego de resolver los wordle en inglés y francés; intenté entrar a la reunión.

Pero no había nadie; y, cuando revisé el correo, encontré un correo de la noche anterior comentando que se había suspendido la reunión, por cuestiones técnicas; así que me dormí otro rato; hasta las siete.

Entré a la reunión diaria; sin muchas novedades, y luego continué dormitando; levantándome, otra vez, hasta las nueve; a esa hora me levanté a desayunar; y, otra vez, encontré varios mensajes en la aplicación del trabajo.

Algunos eran de mis compañeros del Imperio; y otro era del Lead, pidiéndome que lo llamara; y estaba por hacerlo cuando me agregaron a una reunión; la cual fue bien penosa: el documento va mal y los compañeros no lograron explicar la razón; yo nomás dije que me estaba limitando a ayudar al equipo local.

El resto de la mañana sí trabajé: me puse a revisar lo que mis compañeros del equipo local han estado haciendo las últimas dos semanas; y encontré bastante información; por lo que me puse a agregar algunos detalles de la tarea que tenemos en común.

Rb se había ido al mercado del centro histórico y retornó al mediodía; pero, estaba tan ocupado, que no pude recibirla como de costumbre; al mediodía, mientras ella descansaba, calenté el almuerzo: pollo y papas dorados.

Después del almuerzo sacamos a caminar a los perros; pero eso también tuvo su dificultad: encontramos a un par de perros sueltos; los cuales tenían malas intenciones; por lo que empezamos a caminar de vuelta, pero Rb se enredó con la correa del perro y se cayó, lastimándose la rodilla izquierda.

Afortunadamente pudo ahuyentar a los perros que andaban sin correa, por lo que completamos las dos vueltas sin más novedades; después entré a lavar los trastos, cortar la papaya y preparar el café y el té de la tarde.

Al mediodía había llamado al mecánico para inquirir sobre su ausencia el día anterior; y se ofreció a venir por la tarde; también recibí un mensaje de mi padre; y me negué a continuar comprándole saldo de internet para su celular: o sea, estoy dispuesto a ayudar a mis padre, pero a veces se comportan como niños.

Un poco después de las cuatro y media nos dirigimos a los supermercados en dirección sur: pasamos al más cercano a ver si había yogurt -Rb le da a su perro cuando lo medica, y justo la habían llamado para comentarle que les tocaba desparasitante-, pero no había.

Afortunadamente encontramos en el supermercado más lejano; luego pasamos a la veterinaria, por los desparasitantes de los perros; y al supermercado, para comprar un poco de bananos; luego retornamos a casa.

Cuando entramos a la calle el guardián nos comentó que el mecánico había venido; y, efectivamente, estaba -junto con su hijo- trabajando en el auto; el cual no tenía nada grave: nomás limpió, y calibró, los frenos; ahora ya no hacen ruido al accionarlos.

Por la noche estuve viendo la segunda parte -de tres- de A Working Man -la última de Jason Statham-; luego me retiré un rato a mi habitación, para completar las lecciones de Duolingo, y algunas de Busuu.

El viernes se suponía que ya no íbamos a poder entrar al área virtual en la cual realizamos la mayor parte de nuestras labores; pero sí pudimos; de todos modos, nos convocaron a una reunión a media mañana, para mostrarnos la forma correcta de continuar con la conexión.

La reunión tardó más de una hora, pero el equipo local ya había sido guiado en la forma de resolver la inconveniencia; lo que faltaba era que nos dieran acceso; y lo interesante es que de los cuatro analistas locales, solo yo pude acceder.

Y eso fue porque se necesitaba utilizar una cuenta que habíamos usado en el pasado; más de un año antes; y se debía resetear el password de esa cuenta; ninguno de mis compañeros se recordó de la contraseña anterior: yo la tenía debidamente anotada.

Inmediatamente después de ese training tuvimos nuestra reunión semanal; que no tuvo muchas novedades: nomás que no entró el colega del Imperio del Norte más experimentado; el equipo local nomás presentó los avances de la semana.

El resto del día estuvo bastante tranquilo y, al final de la tarde, realizamos la rutina de ejercicios de los viernes; por la noche terminé, por fin, la parte que estaba leyendo del libro de tecnología; me llevó más de tres días, y continué con el libro en francés sobre la muerte.

EL sábado me desperté a las seis y media; es la hora a a la que suena todos los dias la alarma del reloj; pero no me levanté, le puse una hora más a la alarma y continué durmiendo hasta las siete y media.

A esa hora me levanté a meditar, luego hice un poco de Duolingo y, después, salí a preparar el desayuno de los sábados; Rb se levantó un poco más tarde, renqueando debido al accidente que tuvo el jueves con su perro.

A las diez de la mañana salimos a caminar en dirección sur; llegamos hasta la altura del supermercado más lejano, y en el de la mitad del camino compramos un poco de bananos, y un poco de pollo.

Cuando retornamos me puse a leer un poco; luego, a las once menos cuarto saqué a caminar a la perra más pesada de Rb; después me bañé, metí en la mochila mi plaqueta conmemorativa de los veinticinco años como profesional -y una cajita de incaparina- y conduje hacia la casa de mis hijos.

El tránsito estaba bastante calmado; y se sentía la diferencia luego de que el mecánico ajustara los frenos del auto; llegué a la casa de mis hijos antes de la una; estacioné el auto y subí al séptimo nivel.

Encontré a mi hija terminando de lavar trastes; deposité la placa al lado del router del Internet y luego cometí un error muy grande: por tratar de mantener llenos los recipientes de granos eché un poco -bastante, realmente- de hojuelas de avena en el recipiente de arroz.

Traté de repararlo retirando la avena; pero no pude retirarla toda; le comenté a mi hija que no creía que hubiera problemas cocinando el arroz -quizá con un poco de avena- pues ambos son cereales; pero no sé cómo lo tomará mi hijo menor.

Le propuse a mi hija dirigirnos al parque temático a ocho calles de distancia y hacia allá caminamos; ella aún renqueando: la semana pasada acudió al hospital de la seguridad social y le indicaron que ha estado caminando mal.

Aunque ya era el primer sábado antes del feriado de semana santa; y creí que las intalaciones iban a estar llenas, realmente estaban bastante vacías; o al menos, no estaban a reventar; compramos una pizza y un litro de pepsi y nos dirigimos al área de mesas; afortunadamente no estaban reservadas en esta ocasión.

Almorzamos allí; luego estuvimos armando los cubos de Rubik -en cierto momento había olvidado uno de los pasos- y luego le propuse a mi hija que nos dirigieramos a la rueda de Chicago; la cual estaba cerrada, me imagino que por mantenimiento, pues estaba girando, pero el área de filas estaba bloqueado.

Íbamos a comenzar a caminar hacia el departamento, pero nos recordamos de la obra de teatro: por fin habían cambiado; eran las cuatro y cinco y la misma empezaba a las cuatro, por lo que aún pudimos entrar a las instalaciones.

Se trataba, en esta ocasión, de un musical, presentando rutinas de bailes de los años sesentas, setentas y ochentas; en general estuvo bien; luego sí, comenzamos a caminar de vuelta al departamento.

Pero, como le había pedido a mi hija que me acompañara al supermercado, cruzamos la avenida principal y compré nueve paquetes de café Nescafé preparado, y un paquete de cuatro cubiletes de chocolate.

Luego, sí, retornamos al edificio y subimos al séptimo nivel; en donde preparamos café; le escribí a mi hijo menor para convidarlo, pero ignoró mi mensaje; por último, vimos media hora de una película stop motion muy rara: Blood Tea and Red String.

A las seis me despedí de mi hija mayor e inicié el retorno a casa; el cual estuvo un poco complicado en la última parte: desde la salida de la ciudad el tránsito estaba un poco pesado; estacioné el auto frente a la casa de Rb.

Ella salió a colocar los platos de los gatos en el cofre trasero del auto, pero antes me indicó que se oía un ruido en el área del motor; y sí, al parecer el radiador había expulsado refrigerante, por lo que, ahora sí, me propuse cambiar el tapón del mismo.

Por la noche ví la primera -de tres- parte de una película de acción estadounidense: G20; también hice un poco de Duolingo, un poco de Busuu, y jugué algunas partidas de ajedrez; y, antes de dormirme, leí un poco de Open when.

El domingo me levanté a las seis y media de la mañana; había pasado una mala noche; hacía tiempo que no sufrí parálisis del sueño; pero, en la madrugada creo, me desperté después de una pesadilla muy mala: intenté repetidamente despertarme, cuando lo logré estaba muy agitado.

Después de meditar me metí a la cama nuevamente, pero no me dormí: resolví los wordle en inglés y en francés; luego hice algunas lecciones de Duolingo  y una de Busuu; luego me levanté a preparar el desayuno de los domingos.

Rb se levantó un poco más tarde; después del desayuno retorné a la cama a leer un rato: avancé un poco con Open when; a las ocho y media me metí al baño, tomé una ducha y me preparé para salir.

Saqué las llaves del auto y titubeé sobre llevarme la tapa del radiador, ya que iba a pasar por una de las ferreterías más grandes de la ciudad; al final retorné a media calle para abrir el auto y extraer el tapón del radiador.

A las nueve llegué al lugar en el cual habíamos acordado reunirnos con mi amigo de ascendencia asiática -y que tiene rasgos de autismo, además de ser parte de una secta coercitiva-: habíamos quedado de acudir a la representación de la Vía Dolorosa, en una de las iglesias más grandes del país.

Mi amigo ya estaba en el lugar y, cómo la presentación iniciaba a las diez, y la ferretería nos quedaba a medio camino, le pedí que me acompañara a comprar el tapón del radiador; pero no había en este lugar.

Nos dirigimos a la iglesia y entramos a la nave principal; para mi amigo era la primera vez; yo había ído al mismo evento doce años antes: cuando apenas empezaba a salir con Rb la había invitado a asistir a una presentación nocturna de la obra de teatro.

La función empezó puntualmente a las diez; bastante música y bastante sentimiento religioso; la historia es bastante conocida; hubo una pausa a las once, que yo aproveché para dirigirme -por segunda vez- a los servicios sanitarios, y terminó a las doce del mediodía.

Cuando la obra terminó, y el pastor principal pidió que todos permanecieran en el lugar, para continuar el servicio, le indiqué a mi amigo que era hora de retirarnos; nos dirigimos al restaurante de comida china vegetariana al cual acudimos cada vez que mi hija segunda viajaba.

También es el último lugar a donde acudimos con Rb para comer afuera -ya no lo hacemos a causa de sus alergias alimenticias-; el buffet es bastante variado y lo facturan por peso.

Yo me serví varias pequeñas porciones de seis o siete platillos -incluyendo dos pequeños rollos de relleno dulce-; cuando pasamos a caja  mi amigo me indicó que él me invitaba -fueron nueve setenta y cinco y trece dólares, respectivamente, aparte la bebida-.

Estuvimos en el lugar un poco más de una hora, entre comida y conversación; esto segundo es bastante complicado con mi amigo: actúa como -me imagino- que actuaba yo cuando era adolescente; o sea, hablando sin parar e interrumpiendo constantemente.

A la una y media le indiqué que un poco después debía retirarme, pues le había ofrecido a Rb retornar a casa a las dos -para ayudarle con la caminata de los perros grandes-; por lo que pedimos la cuenta, mi amigo canceló, y nos despedimos.

Rb me había escrito un poco antes para comentarme que había un incendio a un par de calles de distancia y, efectivamente, ví pasar un par de camiones de bomberos; además, habían bloqueado una de las vías y habilitado la otra para que el tránsito fluyera en ambas direcciones.

Vine a casa justo a las dos de la tarde y encontré a Rb terminando de realizar la caminata con la perra pequeña; entré a dejar mis llaves y le pusimos correas a los perros grandes; y realizamos la caminata sin ninguna novedad.

Después lavé algunos trastes que estaban en el lavatrastes y pelé la papaya que estaba sobre la refri; a las tres Rb me indicó que se dormiría un rato, yo preparé un té de menta para mí y estuve actualizando un poco de información en mi computadora.

Había puesto una alarma para las cuatro de la tarde, para despertar a Rb; un poco antes había puesto la ollita con té de manzanilla; a las cuatro le hablé y le dejé el té junto a la cama.

Me estaba sintiendo bastante somnoliento pero no quería dormirme; sin embargo, me llevé la computadora  a la cama y me pasé la siguiente media hora viendo videos de Youtube y dormitando.

Un poco antes de las cinco Rb entró a darme a probar el guisado de pollo que había preparado; eso terminó de despertarme y pasé la computadora a la mesa del comedor; Rb también me recordó que debía preparar las papas para la semana.

Por lo que saqué la segunda red de papas que compramos hace un par de semanas, las partí todas a la mitad y las puse a hervir; el proceso me tomó casi una hora; luego las puse a enfriar, antes de meterlas a la refri.

Por la noche estuve viendo la segunda parte de la película de acción con Viola Davis: G20; también hice un poco de Duolingo, un poco de Busuu y jugando varias partidas de ajedrez en el celular; otra vez tuve dificultades para conciliar el sueño.

Y a ver cómo sigue eso...

 

 

lunes, 7 de abril de 2025

Bodas de Plata... Silver wedding... Noces d'argent...

Personalmente no le pongo mucho atención a los aniversarios; y menos a las bodas de plata, o de algún otro material; sé que hay de papel, madera, etc; pero no me han llamado la atención; aún así, sabía que el colegio profesional entrega una plaqueta a los que arriban a los veinticinco años en el ejercicio de la profesión.

O al menos, a los que se mantienen pagando la cuota mensual, para pertenecer al colegio profesional; yo dejé de pagar durante un tiempo -ese par de años que anduve en viajes al Imperio del Norte-, pero luego me puse al día, y he continuado con el hábito: en todo caso, está en la constitución de la república como u pago obligatorio.

Y, también hace catorce o quince años, me hice el firme propósito de ser un ciudadano de bien: pagar mis impuestos cumplidamente, mantener al día mis documentos de identificación, y ser, en la medida de lo posible un vecino responsable.

Por lo que fue agradable recibir, hace un par  meses, una llamada telefónica del colegio: me estaban invitando al acto en la que se entregarían los reconocimientos a los colegiados con veinticinco años de antigüedad; de hecho, luego recibí un par de llamadas adicionales, y tuve que llenar una encuesta para confirmar mi participación.

Y se suponía que podía llevar a dos invitados; pero, con el manejo de los perros de Rb -y sus alergias-, no vi atractivo el viaje en conjunto; y mis hijos estaban trabajando, así que decidí acudir en soledad; nomás me aseguré que el traje verde -tiene más de veinte años- aún me quedara.

Y la ceremonia estuvo interesante...

El lunes pasado me levanté a las seis y media; me había despertado un poco antes -después de las seis- pero me había quedado dormitando hasta que escuché la alarma del celular; me levanté a meditar y luego jalé la compu del trabajo para entrar a la primera reunión del día; antes de eso resolví las palabras de los wordle en inglés y francés; la reunión estuvo bastante tranquila, incluso el lead de nuestro equipo había avisado que estaría ausente, por la celebración del fin del Ramadán.

Después nos reunimos con los colegas del Imperio del Norte: debemos escribir un documento para probar un equipo que ha estado funcionando durante más de diez años; y ninguno de los tres tenemos mucha idea de cómo debe completarse la tarea.

Almorzamos unos wraps con papel de arroz -costó prepararlos, pues son bastante frágiles- y un poco de las verduras que habíamos consumido la semana anterior; luego, la tarde estuvo normal: lavado de trastes, preparación de té y café.

Y el día estuvo bastante improductivo: nomás me metí un rato -un poco antes del mediodía- a la habitación de la comida de los perros, mientras la aspiradora recogía todo el polvo de las otras habitaciones -y de la cocina y el baño-

Al final del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios de los lunes -estuve escuchando algunos audios en francés-; por la noche estuve viendo una parte de una película animada de Batman; y terminé de leer la penúltima parte del libro en francés.

Antes de dormirme -y después de meditar- leí una pequeña parte de Una Suerte Pequeña; luego puse la alarma del reloj para despertarme media hora antes de la hora usual (por aquello de los múltiplos de una hora y media de sueño) pues quería cambiar algo de un documento antes de entrar a la primera reunión del siguiente día.

El martes un zancudo me despertó de madrugada; la noche anterior había matado otro; pero no pude encontrar a su compañero; de todos modos, seguí durmiendo hasta que sonó la alarma a las seis; a esa hora me levanté a meditar; luego resolví los wordle en inglés y francés; y, antes de entrar a la reunión diaria del equipo, modifiqué el documento que estoy trabajando con mis compañeros en el Imperio del Norte.

La reunión diaria estuvo bastante corta: por alguna razón el PM estaba ausente hoy; así como varios otros miembros del equipo; luego nomás esperé a que empezará la siguiente reunión; en la que continuamos revisando los requerimientos de la tarea que nos asignaron la semana pasada; cuando terminó esta reunión salí de la habitación, a prepararme el desayuno: estoy por terminarme la última -de cuatro- bolsitas de cranberries licuadas que Rb me cedió hace meses -y que estoy agregando, por cucharadas, a la avena matutina-.

El resto de la mañana avancé un poco en los requerimientos de la tarea, junto con los compañeros en el Imperio; y me sumergí tanto que se me pasó la hora límite para cambiar la media hora de puntos dobles del challenge semanal de Duolingo.

La media hora de puntos dobles se puede utilizar -o se pierde- antes de las once de la mañana de los martes; a esa hora se reinicia el ciclo: inicia un nuevo challenge semanal; la semana anterior completamos el challenge con Rb el mismo día.

Y en esta ocasión, de forma más extrema- lo completamos con la persona que me eligió durante la primera hora de inicio; la semana anterior tuvimos que hacer sesenta lecciones con más de noventa por ciento de respuestas correctas; ahora nomás era de acumular dos mil puntos.

Al mediodía preparamos los mismos wraps que el día anterior; lo que acompañamos con una sopa de espinaca, tomate licuado y huevo; Rb había acudido a la tienda un poco antes para proveerse de espinaca y tomate; también me regaló un mango.

Después del almuerzo lavé los trastes y esperé a que llegaran las tres de la tarde: debíamos llevar al perro de Rb a la veterinaria; se suponía que lo iban a inyectar nuevamente; en el ínterin estuve conversando con mis dos amigas de Cameroon.

A las tres Rb le puso la correa al perro y nos subimos al auto; el tránsito de ida estaba bastante pesado; pero se veía peor en el sentido contrario; con lo que pensé que el viaje de vuelta estaría más complicado.

Tampoco había parqueo en el comercial; todo estaba lleno; dejé que Rb y el perro bajaran y me dispuse a esperar a que se liberara un espacio; justo se liberó un espacio, pero lo ocupó rápidamente un camión de materiales; afortunadamente otro auto salió casi al mismo tiempo, por lo que me pude parquear.

Entré al supermercado y compré un cappuccino con un par de porciones de magdalena marmoleada; y estaba empezando a consumirlos cuando retornó Rb y su perro; me despedí de todos y retorné al auto; a pesar de que la vía se veía bastante sobrecargada cuando íbamos hacia la veterinaria; no tuvimos ningún contratiempo en el retorno: es increíble cómo las vías se llenan completamente y se vacían sin -aparentemente- ninguna razón.

Venimos antes de las cuatro y revisé si había algún mensaje de mi trabajo; pero todo estaba vacío; consumí las dos porciones de magdalena, el cappuccino y una galleta chicky; luego volvimos a salir; Rb tenía que comprar los materiales para los adornos de la fiesta de cumpleaños que realizará su amiga en el zoológico la última semana de este mes: es el primer año del niño que adoptaron el año pasado.

Pasamos a la tienda verde de descuentos y allí Rb adquirió pintura acrílica y un paquete de pinceles; luego pasamos al supermercado; en donde compré ingredientes para un pastel de zanahoria que planeaba preparar el jueves.

Por último pasamos a la librería del mismo centro comercial -habíamos pasado a ver la hora de cierre antes de ir a los supermercados-; aquí Rb compró muchos pliegos de foamy, de varios colores; y algunos otros materiales para elaborar las figuras que su amiga le había pedido; luego retornamos a casa.

El miércoles  el día estuvo tranquilo; o al menos, con el mismo ritmo que los días anteriores: wordle, reuniones -intrascendentes en su mayor parte- un poco de Duolingo, un poco de Busuu, un montón de Ajedrez -he estado jugando casi obsesivamente-.

Y también un poco de lectura, terminé el libro de francés -era de filosofía- y me pasé a leer el libro de ‘Entrelecturas’: Flourish, de Seligman; almorzamos unos hashbrowns de papa y pollo; luego sacamos a caminar a los perros de Rb; y, después de lavar los trastes, preparé una taza de café y una de té; después del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles.

Lo desagradable fue que, a media rutina, vino el señor de las verduras; con lo que Rb tuvo que salir a realizar las compras; o sea, con lo que la segunda parte no se sintió tan satisfactoria; el enfriamiento de la pausa no ayudó nada.

El jueves era día de vacaciones -el primero del mes- pero me levanté igual a las seis y media: medité y luego retorné a la cama; había planeado hacer un poco de Duolingo pero me terminé durmiendo otra hora; luego sí estuve un rato en ambas aplicaciones de aprendizaje de idiomas.

A las nueve y cuarto salimos con Rb hacia el mercado en el centro histórico; estábamos fuera del portón cuando se dió cuenta que había olvidado su mascarilla; por lo que retornó por la misma; y, saliendo de la colonia, vimos como el busito se alejaba.

Decidimos caminar hasta el lugar en donde pasan los buses intermunicipales; pero antes de llegar al lugar pasó un busito local; no nos subimos al mismo; pero llegando al punto esperado, vimos como se alejaba un bus intermunicipal; por lo que abordamos el busito que vimos pasar antes.

El transmetro no estaba muy lleno y no nos tomó mucho trabajo llegar al centor histórico; antes de entrar al mercado pasamos a la tienda naranja de ropa usada proveniente de Estados Unidos: Rb quería comprar una bolsa de tela para las compras en el mercado, pero no encontramos.

Las compras no fueron muchas: creo que solo manzanas y cuatro libras de berries que compra cada semana; luego retornamos a la estación del Transmetro más cercana y tomamos una unidad hasta el comercial en donde se estacionan los busitos.

Allí entramos al supermercado; pero no había ni aguacates, ni bananos; Rb compró unas redes de papas -cuyo precio era el triple pues el precio publicado era por libra y no por red-; y luego salimos a abordar el busito que nos trae e casa.

Almorzamos lo mismo que el día anterior; pero antes salí a revisar el nivel del refrigerante en el radiador: no lo había rellenado como en dos semanas y, continuamos sin cambiar el tapón del mismo; después del almuerzo lavé los trastes y le preparé un té a Rb; y a las tres me alisté: el día anterior había sacado uno de mis dos trajes -el verde, que no tiene el pantalón deteriorado, como el negro-, me puse una camisa blanca y una corbata gris, y me subí al auto.

Había considerado una hora para llegar al lugar en le que se realizaría la ceremonia para conmemorar veinticinco años de ejercicio profesional -me gradué de ingeniero cuando mi segunda hija estaba por nacer-; y, a pesar de que me pasé del lugar y tuve que realizar un par de retornos un poco complicados, llegué al lugar antes de la hora del acto.

El cual estuvo muy bueno: para empezar reencontré a un es compañero de clases a quien no había visto en más de veinte años; casualmente le había enviado un correo en febrero, del cual no recibí ninguna respuesta.

Pero el reencuentro fue muy bueno -yo iba solo, él iba con su esposa y sus dos hijas, universitarias por el momento-; y en cierto momento me comentó que hace tres décadas me había visto como el hermano que nunca tuvo -lo cual me conmovió-.

Quedamos en juntarnos algún día para compartir un café -casualmente trabaja cerca del comercial en donde se estacionan los busitos-; también encontré a alguien con quien trabajé en el primero lugar en el que me desempeñé como Ingeniero.

Este encuentro fue menos agradable: siempre le ha encantado presumir (muchas veces, falsamente) de sus logros profesionales -ahora, supuestamente, es gerente general de una empresa de seguridad-; pero aún este encuentro fue positivo, ya que más tarde le pedí el número de teléfono de otra persona a la que conocí por la misma época; y a quién encontré una vez -con Rb- hace como siete años en un supermercado.

Más tarde le escribí a este último y acordamos reunirnos la semana siguiente; en el mismo lugar en donde me junté hace un par de años con mi psiquiatra; la ceremonia estuvo, como todos estos actos, aburrida: éramos como treinta o cuarenta personas con veinticinco años desde la graduación.

Un poco de actos protocolarios, el himno nacional, y luego nos fueron llamando, uno por uno, para entregarnos una pequeña placa, con el nombre, profesión y número de colegiado, felicitándonos por la ocasión, y una pluma con el logo del colegio.

Después nos invitaron a una pequeña cena; mi amigo de la facultad bajó con su esposa y sus dos hijas; yo me acerqué a saludar al del primer trabajo; también quise saludar a otro colega: tuve la impresión que me había ayudado en los trámites de graduación, pues se hizo cargo del acta de mis prácticas profesionales, como retribución por la confección de un proyecto de software para un curso de programación -me encantaba pascal-.

Luego bajé al primer nivel: este edificio se encuentra en una hondonada; el noveno nivel -que fue donde se realizó el acto- está al nivel de la calle; los otros ocho niveles están hacia abajo; la cena fue sencilla: un pollo con arroz, y refresco; también repartieron vino tinto, pero sigo siendo abstemio.

Nomás cené y me despedí de mi amigo -y su familia- luego pasé despidiéndose de mi otro conocido; y empecé el camino de vuelta; que estuvo terrible: tomé una vía que usualmente me ha facilitado la conducción; pero esta vez estuvo terrible: más de media hora en unas pocas calles que en otra ocasión me hubieran tomado nomás cinco minutos.

Al final me llevó más de media hora retornar a casa; estacioné el auto y entré; Rb me había comprado un par de mini magdalenas en el supermercado; de las que consumí una, con una taza de café; para terminar la noche estuve acompañando a Rb; mientras ella veía unas series en su computadora, yo hice Duolingo, Busuu, y jugué varias partidas de ajedrez; volví a colocar el nivel seis, y no he mejorado para nada.

El viernes me levanté a meditar a las seis y media; después, jalé la computadora a la cama para entrar a la reunión diaria; mientras se encendía me puse a resolver los wordle en inglés y francés; ya llevo varios días con un buen streak, aunque aún no supero el máximo anterior.

Después de la reunión diaria me reuní con mis compañeros del Imperio del Norte; fue una reunión de más de una hora, nomás para concluir que, después de una semana, no tenemos nada para mostrar; hice un mapa mental para avanzar un poco y acordamos una reunión mas tarde -la que no se llevó a cabo-.

Después de esta reunión me levanté a preparar mi desayuno; estaba indeciso sobre si desayunar o no antes de la siguiente reunión; al final preparé mi desayuno, lo consumí, y entré a la reunión con todo el equipo.

Esta se extendió por más de una hora; luego aproveché para hacer DUolingo, y BUsuu; pues, justo antes del mediodía, me metieron a otra llamada, esta con el lead y el equipo local; fue más de una hora y una pérdida total de tiempo: nuestro lead trató de aclarar algunas dudas, pero la mayor parte tampoco las sabía.

Casi a la una me desconecté y preparé las ensaladas para el almuerzo del día: pescado frito; el resto de la tarde nomás estuve revisando un poco de documentación; también me contactó mi hijo mejor, para comentarme que había concluido la segunda condición para el préstamo.

La verdad, creo que con más tiempo, hubiera encontrado un mejor curso para que aprendiera un poco de finanzas personales; pero al menos, creo, examinó un poco su situación; de todos modos le puse una última condición: que redactara, en media página, cómo planeaba no caer nuevamente en deudas.

Y es que tres mil dólares de deuda acumulada -cuando gana quinientos dólares al mes- es realmente excesivo; estuvo de acuerdo, pero aún no he visto que lo haya hecho; se supone que tiene hasta el once de este mes para saldar un par de tarjetas, y espero que aprenda la lección, aunque lo dudo.

La condición fue cumplida: mi hijo me contactó por la noche con un texto sobre la forma en la que no se endeudará otra vez; le trasladé tres mil dólares a su cuenta bancaria; se supone que los repondrá durante los próximos quince meses; pero, la verdad, no tengo muchas esperanzas.

Y la suma fue una buena mella en mis cuentas; o sea, casi el veinte por ciento de la suma que había logrado reponer; luego de quedar casi a cero, luego de la compra del departamento; así que, nomás debo continuar trabajando en la mejora de mis finanzas.

El sábado me despertaron los ruidos del tránsito; ví que estaba más claro que de costumbre y me tuve la sensación de que era más tarde que mi hora habitual de despertarme: las seis y media; y sí, por alguna razón -no sé si la desconecté el día anterior- la alarma no sonó; eran las siete de la mañana.

Me levanté a meditar, y luego revisé los mensajes de whatsapp: había quedado con mi amigo que vive al otro lado de la ciudad en reunirnos esa mañana; pero aún no habíamos definido la hora, por su trabajo, podía ser a las ocho y media o a las diez y media.

Al final iba a salir a las ocho y media; por lo que apenas hice un par de lecciones de Duolingo, luego me metí al baño; luego salí a revisar el líquido refrigerante del auto: el viaje de vuelta del jueves estuvo pesado y, efectivamente, el nivel del mismo estaba bastante bajo; lo rellené -y el depósito- y arranqué el auto.

Habíamos quedado de reunirnos en la sucursal, cerca de la embajada del Imperio del Norte, del restaurante donde usualmente invito a mis amigos a desayunar; llegué al lugar con diez minutos de anticipación y mi amigo llegó con veinte minutos de retraso.

E iba bastante desvelado: entra a trabajar a las dos de la madrugada; y ha estado trabajando una gran parte del resto del día conduciendo su moto con la aplicación de Uber; compré un desayuno pero mi amigo nomás quiso un cappuccino.

Y, como sabía que quería continuar con su trabajo en Uber, programé el stopwatch del celular para una hora, para no quitarle mucho de su tiempo productivo; nos pasamos esa hora, además de comiendo, comentando un poco de la situación laboral de cada uno; también me mostró que ya arma por completo el cubo de rubik de 3x3x3.

Cuando el temporizador del celular sonó, nos despedimos y, luego de pasar a que sellaran los tickets del parqueo; salimos por nuestros vehículos, al estacionamiento del lugar; en donde nos despedimos; no eran ni las diez, así que vine mucho más temprano de lo que había ofrecido a Rb: habíamos quedado de ir a los supermercados en dirección sur a las once de la mañana; pero al final, ya no salimos; nomás, un poco antes del mediodía, preparamos el almuerzo: caldo de pollo y arroz; acompañado del último hashbrown de la semana.

Por la tarde habíamos planeado acudir a la ropa de ropa americana de segunda mano; pero, un poci después del almuerzo, Rb me comentó que no tenía ganas de salir; por lo que nomás pasamos el resto de la tarde en casa; yo avancé un poco en la lectura.

Al principio de la noche bajé Black Bag; la nueva película de Michael Fassbender -había intentado verla en línea, pero no estaba funcionando muy bien-; y ví la mitad de la misma; también jugué algunas partidas de ajedrez.

Algo ‘interesante’ fue que, al meditar, me olvidé poner el temporizador con los diecisiete minutos en el celular; o sea, había estado leyendo y luego bajé al piso a realizar la rutina; y, después de casi treinta minutos, me levanté, y ví que el celular estaba al lado de la lámpara de noche.

El domingo me levanté a las seis y media; ahora sí me había asegurado de poner la alarma; y también de utilizar el temporizador del celular para meditar durante diecisiete minutos; después retorné a la cama y seguí dormitando, hasta las ocho y media.

A esa hora me levanté a preparar mi desayuno de los fines de semana; luego hice algunas lecciones de Duolingo; pero nomás dos o tres, pues habíamos quedado con Rb de acudir al supermercado al cual se entra nomás con membrecía.

Rb compró como cinco variedades de nueces, y una bolsa de comida para los gatos a los que está alimentando; yo compré avena y aderezo; de lo primero me queda para menos de un mes, y de lo segundo ya estoy casi en las últimas; también compramos alas de pollo y un bote grande de shampoo.

Luego pasamos al supermercado más distante en dirección sur; allí compramos del pollo para los almuerzos de la semana; y Rb compró pollo para su perra más anciana; y luego, en el otro supermercado, compramos un poco de bananos.

Al mediodía preparamos las alitas de pollo dominicales; las cuales consumimos con el resto del caldo del día anterior, y arroz; como habíamos sacado a caminar a los perros antes de almorzar, nomás me retiré a mi habitación para avanzar un poco en el libro de No Ficción de turno: Filterworld.

A las dos y media salí de la habitación, lavé los trastes del almuerzo y le preparé una taza de té a Rb; para mí no preparé nada, pues había quedado con mi amigo -el que vive en la misma colonia en la que mis hijos crecieron- que llegaría a su casa a las tres y media.

Y llegué al lugar a las tres y veinticinco -no había casi nada de tránsito-; toqué el portón un par de veces antes de que saliera; de hecho estaba empezando a llamarlo cuando se asomó; nos pasamos la siguiente hora compartiendo una bebida de nescafé -tres en uno-, y un zepelín que había comprado en el supermercado más distante en dirección sur; también comentando las últimas novedades: ya le permiten manejar, pero aún debe a la clínica para continuar el tratamiento del derrame cerebral.

Para terminar la tarde le propuse que jugáramos dominó; pero, cuando revisé mi mochila, no pude encontrar el que usualmente cargo; afortunadamente mi amigo tiene uno de estos juegos, por lo que nos pasamos una buena media hora con varias partidas.

A las cinco y media nos despedimos, y retorné a casita; Rb me recibió en la entrada de la casa, contándome que estaba terminando de preparar el pollo de la semana; por lo que me metí a la cocina a preparar la segunda parte: papas doradas.

También preparé la gelatina -mezclada con psillium- para los desayunos de los primeros cuatro días de la semana; después completé algunas lecciones de Duolingo; los últimos dos días habían estado bastante escuetos, por lo que nomás pude llegar al segundo lugar de la liga semanal.