lunes, 14 de abril de 2025

Otra oportunidad... Another opportunity... Une autre opportunité...

Hace mucho tiempo que no aplico a un trabajo; técnicamente hace cuatro años o así estuve en un proceso para trabajar con una empresa del Imperio del Norte (otra), trabajando con un equipo local.

En esa ocasión me contactaron por LinkedIn; pasé tres o cuatro entrevistas: una general, un par de técnicas y una última con el equipo con el que trabajaría; al final no me seleccionaron, pero no me quedó un mal sabor de boca.

Realmente no quería cambiarme de trabajo, y tampoco me atraía -mucho- la idea de tener dos trabajos al mismo tiempo; aunque justo por esa época se estaba poniendo de moda ese estilo con los trabajadores remotos.

Y la semana pasada tuve otra 'oportunidad'; aunque técnicamente aún no se ha cerrado, no creo que continue en el proceso: mi colega -que ya tiene dos trabajos- está por comenzar un tercero el primer día del próximo mes; y me refirió para trabajar en su equipo.

Ese mismo día me ayudó a adecuar mi hoja de vida; lo que está bien, pues él se mantiene bastante actualizado en el tema; luego me escribieron de la empresa en la que está por empezar: debía llenar un aplicación en línea -y subir mi cv-, además, debía completar una prueba técnica.

Creo que hay dos razones por las que el proceso fue negativo: cambié un par de detalles en el Curriculum que subí al sitio, con respecto al que le había enviado a mi amigo: nomás intercambié la posición del correo electrónico y del celular; y, bajé un nivel en portugués: de B2 a A1.

Y lo otro, que me preocupa más: en el correo decía que la prueba estaba estimada para quince minutos -el temporizador de la misma en el sitio era de dos horas-, pero la completé en alrededor de cuarenta minutos.

O sea, creo que me tardé más del doble de lo que habían comentado; y creo que eso ha dado al trasto con la oportunidad; la que no estaba muy mal; el plan era continuar con el trabajo actual y realizar este; con lo que, practicamente, hubiera duplicado mis ingresos mensuales.

Pero bueno, a ver cómo sigue eso...

El lunes pasado fue bastante normal: en la mañana, dos reuniones, luego una tercera con el equipo local; el lead dijo que ya nomás debía trabajar con el equipo local; me reunió con mi compañero menos favorito, consulté con un dev pero no me dió información.

Almorzamos pollo y papas; sacamos a los perros; me volví a reunir con los compañeros del Imperio del Norte; les comenté que ya nomás debía trabajar con el equipo local; y traté de avanzar un poco en la tarea que nos habían asignado junto con mis tres compañeros del equipo.

Mi hija mayor me escribió para ayudarla con el pago de cuarenta y cinco dólares para un curso de inglés en la universidad; lo pagué en línea; luego me llamó mi padre para que le pagara siete dólares -al final resultaron ser ocho- para tener internet en su teléfono: por algo de la universidad.

No pude pagar esto en línea, me tocó que ir a la tienda; por la noche mi hija me escribió contrita: su saldo bancario no le permitía cancelar los cuarenta y cinco dólares; le indiqué que no me interesaba que me pagara pronto; que podía tomarse el tiempo necesario.

También pagué el internet del departamento; y luego, aprovechando, pagué también el internet que utilizamos acá; después de meditar -casi a medianoche- intenté dormirme; pero, por alguna razón, me costó mucho mucho conciliar el sueño.

El martes también fue un inicio normal: la alarma sonó a las seis y media; medité, resolví los wordle en inglés y francés; y luego entré a la reunión diaria; después me quedé en cama, durmiendo hasta las ocho y media.

A esa hora me levanté a desayunar; el resto del día estuvo más o menos igual: bastante poco trabajo; aunque realmente tenía asignaciones: con el equipo local debíamos avanzar en la tarea en conjunto, pero aunque somos cuatro nomás tenemos acceso a dos estaciones remotas.

Por otra parte, el equipo del Imperio del Norte estuvo escribiéndome en la app de mensajería, aunque les había comentado el día anterior que ya no seguiría con ellos; o sea, nomás les estuve ayudando con formatos en Excel.

Almorzamos lo mismo que el día anterior: pollo y papas doradas; luego sacamos a caminar a los perros, lavé los trastes, y preparé el café y té de la tarde; le había pedido a Rb que salieramos a caminar a las cuatro de la tarde, pues había quedado de reunirme con un excompañero de trabajo a las cinco y media.

Total que a las cuatro nos dirigimos a los supermercados en dirección sur; caminamos hasta la altura del más alejado, luego retornamos al que queda a medio camino; en donde compramos un poco de bananos.

Cuando regresamos, como aún no eran las cinco, tomé una ducha; luego tomé el auto e inicié el camino hacia el Mc Donalds en donde me reuní el año pasado con mi psiquiatra; y, aunque el inicio del camino estuvo bastante tranquilo, me tomó más de media hora llegar al lugar.

De hecho llamé un par de veces a mi amigo, para comentarle que llegaría tarde; pero no respondió a mi llamada; llegué, por fin, al comercial y le envié un mensaje de texto -a las 5:36 en whatsapp-; comentándole que ya me encontraba por allí.

Tampoco me contestó el mensaje, por lo que me dispuse a esperar un poco; a las seis y cuarto decidí retornar a casa; el tránsito no estaba muy pesado y, dando la vuelta en el boulevard principal recibí una llamada de mi amigo.

Se había olvidado de la reunión, pero estaba en camino; me propuso que regresara; pero le comenté que el tránsito en el otro carril estaba bastante pesado; le propuse que nos reuniéramos en un restaurante italiano que se encuentra en el comercial en donde usualmente tomo los buses intermunicipales.

Llegué al lugar a las seis y media y él llegó un poco más tarde; mi amigo es cinco años más viejo que yo, pero recibió su título de la facultad doce años después de que yo me graduara; estuvimos en el lugar un poco más de una hora, con un café y un pastel; luego retorné a casita.

El miércoles me levanté a las seis y media; después de meditar retorné a la cama; y, después de la reunión, me quedé dormitando en la cama; hasta casi las nueve; a esa hora me levanté a prepararme el desayuno.

El día laboral estuvo casi igual; aunque, cuando me levanté, me dí cuenta que tenía varios mensajes en la app del trabajo, y en Whatsapp; los del trabajo eran de los compañeros del Imperio del NOrte: querían que les ayudara con algunas consultas en Excel.

Los de whatsapp eran de mi compañero que tiene dos trabajos al mismo tiempo -tres, realmente, pues empieza otro el primero de mayo-; y me comentaba que estaban buscando a una persona para cubrir funciones similares a las mías; que si aplicaba, podía referirme.

Me pasé el resto de la mañana mejorando mi hoja de vida -recortándola, realmente-; y, al principio de la tarde, recibí un correo de la empresa en la que empezará a trabajar, invitándome al proceso de selección.

Terminé de confeccionar mi hoja de vida y luego entré al sitio de la empresa; llené un formulario, subí mi hoja de vida y luego completé -me costó- un cuestionario de varias preguntas técnicas; la persona había escrito que me tomaría quince minutos, pero me tomó casi cuarenta.

Después del horario laboral hicimo, con Rb, la rutina de ejercicios de los miércoles; un poco antes le había tocado que salir a comprar las verduras; en previsión de las interrupciones del señor que viene a proveer a la cuadra; también nos percatamos que no vino el mecánico.

El jueves me levanté a las cinco y media: habían programado una reunión de entrenamiento a las seis; medité los diecisiete minutos y, luego de resolver los wordle en inglés y francés; intenté entrar a la reunión.

Pero no había nadie; y, cuando revisé el correo, encontré un correo de la noche anterior comentando que se había suspendido la reunión, por cuestiones técnicas; así que me dormí otro rato; hasta las siete.

Entré a la reunión diaria; sin muchas novedades, y luego continué dormitando; levantándome, otra vez, hasta las nueve; a esa hora me levanté a desayunar; y, otra vez, encontré varios mensajes en la aplicación del trabajo.

Algunos eran de mis compañeros del Imperio; y otro era del Lead, pidiéndome que lo llamara; y estaba por hacerlo cuando me agregaron a una reunión; la cual fue bien penosa: el documento va mal y los compañeros no lograron explicar la razón; yo nomás dije que me estaba limitando a ayudar al equipo local.

El resto de la mañana sí trabajé: me puse a revisar lo que mis compañeros del equipo local han estado haciendo las últimas dos semanas; y encontré bastante información; por lo que me puse a agregar algunos detalles de la tarea que tenemos en común.

Rb se había ido al mercado del centro histórico y retornó al mediodía; pero, estaba tan ocupado, que no pude recibirla como de costumbre; al mediodía, mientras ella descansaba, calenté el almuerzo: pollo y papas dorados.

Después del almuerzo sacamos a caminar a los perros; pero eso también tuvo su dificultad: encontramos a un par de perros sueltos; los cuales tenían malas intenciones; por lo que empezamos a caminar de vuelta, pero Rb se enredó con la correa del perro y se cayó, lastimándose la rodilla izquierda.

Afortunadamente pudo ahuyentar a los perros que andaban sin correa, por lo que completamos las dos vueltas sin más novedades; después entré a lavar los trastos, cortar la papaya y preparar el café y el té de la tarde.

Al mediodía había llamado al mecánico para inquirir sobre su ausencia el día anterior; y se ofreció a venir por la tarde; también recibí un mensaje de mi padre; y me negué a continuar comprándole saldo de internet para su celular: o sea, estoy dispuesto a ayudar a mis padre, pero a veces se comportan como niños.

Un poco después de las cuatro y media nos dirigimos a los supermercados en dirección sur: pasamos al más cercano a ver si había yogurt -Rb le da a su perro cuando lo medica, y justo la habían llamado para comentarle que les tocaba desparasitante-, pero no había.

Afortunadamente encontramos en el supermercado más lejano; luego pasamos a la veterinaria, por los desparasitantes de los perros; y al supermercado, para comprar un poco de bananos; luego retornamos a casa.

Cuando entramos a la calle el guardián nos comentó que el mecánico había venido; y, efectivamente, estaba -junto con su hijo- trabajando en el auto; el cual no tenía nada grave: nomás limpió, y calibró, los frenos; ahora ya no hacen ruido al accionarlos.

Por la noche estuve viendo la segunda parte -de tres- de A Working Man -la última de Jason Statham-; luego me retiré un rato a mi habitación, para completar las lecciones de Duolingo, y algunas de Busuu.

El viernes se suponía que ya no íbamos a poder entrar al área virtual en la cual realizamos la mayor parte de nuestras labores; pero sí pudimos; de todos modos, nos convocaron a una reunión a media mañana, para mostrarnos la forma correcta de continuar con la conexión.

La reunión tardó más de una hora, pero el equipo local ya había sido guiado en la forma de resolver la inconveniencia; lo que faltaba era que nos dieran acceso; y lo interesante es que de los cuatro analistas locales, solo yo pude acceder.

Y eso fue porque se necesitaba utilizar una cuenta que habíamos usado en el pasado; más de un año antes; y se debía resetear el password de esa cuenta; ninguno de mis compañeros se recordó de la contraseña anterior: yo la tenía debidamente anotada.

Inmediatamente después de ese training tuvimos nuestra reunión semanal; que no tuvo muchas novedades: nomás que no entró el colega del Imperio del Norte más experimentado; el equipo local nomás presentó los avances de la semana.

El resto del día estuvo bastante tranquilo y, al final de la tarde, realizamos la rutina de ejercicios de los viernes; por la noche terminé, por fin, la parte que estaba leyendo del libro de tecnología; me llevó más de tres días, y continué con el libro en francés sobre la muerte.

EL sábado me desperté a las seis y media; es la hora a a la que suena todos los dias la alarma del reloj; pero no me levanté, le puse una hora más a la alarma y continué durmiendo hasta las siete y media.

A esa hora me levanté a meditar, luego hice un poco de Duolingo y, después, salí a preparar el desayuno de los sábados; Rb se levantó un poco más tarde, renqueando debido al accidente que tuvo el jueves con su perro.

A las diez de la mañana salimos a caminar en dirección sur; llegamos hasta la altura del supermercado más lejano, y en el de la mitad del camino compramos un poco de bananos, y un poco de pollo.

Cuando retornamos me puse a leer un poco; luego, a las once menos cuarto saqué a caminar a la perra más pesada de Rb; después me bañé, metí en la mochila mi plaqueta conmemorativa de los veinticinco años como profesional -y una cajita de incaparina- y conduje hacia la casa de mis hijos.

El tránsito estaba bastante calmado; y se sentía la diferencia luego de que el mecánico ajustara los frenos del auto; llegué a la casa de mis hijos antes de la una; estacioné el auto y subí al séptimo nivel.

Encontré a mi hija terminando de lavar trastes; deposité la placa al lado del router del Internet y luego cometí un error muy grande: por tratar de mantener llenos los recipientes de granos eché un poco -bastante, realmente- de hojuelas de avena en el recipiente de arroz.

Traté de repararlo retirando la avena; pero no pude retirarla toda; le comenté a mi hija que no creía que hubiera problemas cocinando el arroz -quizá con un poco de avena- pues ambos son cereales; pero no sé cómo lo tomará mi hijo menor.

Le propuse a mi hija dirigirnos al parque temático a ocho calles de distancia y hacia allá caminamos; ella aún renqueando: la semana pasada acudió al hospital de la seguridad social y le indicaron que ha estado caminando mal.

Aunque ya era el primer sábado antes del feriado de semana santa; y creí que las intalaciones iban a estar llenas, realmente estaban bastante vacías; o al menos, no estaban a reventar; compramos una pizza y un litro de pepsi y nos dirigimos al área de mesas; afortunadamente no estaban reservadas en esta ocasión.

Almorzamos allí; luego estuvimos armando los cubos de Rubik -en cierto momento había olvidado uno de los pasos- y luego le propuse a mi hija que nos dirigieramos a la rueda de Chicago; la cual estaba cerrada, me imagino que por mantenimiento, pues estaba girando, pero el área de filas estaba bloqueado.

Íbamos a comenzar a caminar hacia el departamento, pero nos recordamos de la obra de teatro: por fin habían cambiado; eran las cuatro y cinco y la misma empezaba a las cuatro, por lo que aún pudimos entrar a las instalaciones.

Se trataba, en esta ocasión, de un musical, presentando rutinas de bailes de los años sesentas, setentas y ochentas; en general estuvo bien; luego sí, comenzamos a caminar de vuelta al departamento.

Pero, como le había pedido a mi hija que me acompañara al supermercado, cruzamos la avenida principal y compré nueve paquetes de café Nescafé preparado, y un paquete de cuatro cubiletes de chocolate.

Luego, sí, retornamos al edificio y subimos al séptimo nivel; en donde preparamos café; le escribí a mi hijo menor para convidarlo, pero ignoró mi mensaje; por último, vimos media hora de una película stop motion muy rara: Blood Tea and Red String.

A las seis me despedí de mi hija mayor e inicié el retorno a casa; el cual estuvo un poco complicado en la última parte: desde la salida de la ciudad el tránsito estaba un poco pesado; estacioné el auto frente a la casa de Rb.

Ella salió a colocar los platos de los gatos en el cofre trasero del auto, pero antes me indicó que se oía un ruido en el área del motor; y sí, al parecer el radiador había expulsado refrigerante, por lo que, ahora sí, me propuse cambiar el tapón del mismo.

Por la noche ví la primera -de tres- parte de una película de acción estadounidense: G20; también hice un poco de Duolingo, un poco de Busuu, y jugué algunas partidas de ajedrez; y, antes de dormirme, leí un poco de Open when.

El domingo me levanté a las seis y media de la mañana; había pasado una mala noche; hacía tiempo que no sufrí parálisis del sueño; pero, en la madrugada creo, me desperté después de una pesadilla muy mala: intenté repetidamente despertarme, cuando lo logré estaba muy agitado.

Después de meditar me metí a la cama nuevamente, pero no me dormí: resolví los wordle en inglés y en francés; luego hice algunas lecciones de Duolingo  y una de Busuu; luego me levanté a preparar el desayuno de los domingos.

Rb se levantó un poco más tarde; después del desayuno retorné a la cama a leer un rato: avancé un poco con Open when; a las ocho y media me metí al baño, tomé una ducha y me preparé para salir.

Saqué las llaves del auto y titubeé sobre llevarme la tapa del radiador, ya que iba a pasar por una de las ferreterías más grandes de la ciudad; al final retorné a media calle para abrir el auto y extraer el tapón del radiador.

A las nueve llegué al lugar en el cual habíamos acordado reunirnos con mi amigo de ascendencia asiática -y que tiene rasgos de autismo, además de ser parte de una secta coercitiva-: habíamos quedado de acudir a la representación de la Vía Dolorosa, en una de las iglesias más grandes del país.

Mi amigo ya estaba en el lugar y, cómo la presentación iniciaba a las diez, y la ferretería nos quedaba a medio camino, le pedí que me acompañara a comprar el tapón del radiador; pero no había en este lugar.

Nos dirigimos a la iglesia y entramos a la nave principal; para mi amigo era la primera vez; yo había ído al mismo evento doce años antes: cuando apenas empezaba a salir con Rb la había invitado a asistir a una presentación nocturna de la obra de teatro.

La función empezó puntualmente a las diez; bastante música y bastante sentimiento religioso; la historia es bastante conocida; hubo una pausa a las once, que yo aproveché para dirigirme -por segunda vez- a los servicios sanitarios, y terminó a las doce del mediodía.

Cuando la obra terminó, y el pastor principal pidió que todos permanecieran en el lugar, para continuar el servicio, le indiqué a mi amigo que era hora de retirarnos; nos dirigimos al restaurante de comida china vegetariana al cual acudimos cada vez que mi hija segunda viajaba.

También es el último lugar a donde acudimos con Rb para comer afuera -ya no lo hacemos a causa de sus alergias alimenticias-; el buffet es bastante variado y lo facturan por peso.

Yo me serví varias pequeñas porciones de seis o siete platillos -incluyendo dos pequeños rollos de relleno dulce-; cuando pasamos a caja  mi amigo me indicó que él me invitaba -fueron nueve setenta y cinco y trece dólares, respectivamente, aparte la bebida-.

Estuvimos en el lugar un poco más de una hora, entre comida y conversación; esto segundo es bastante complicado con mi amigo: actúa como -me imagino- que actuaba yo cuando era adolescente; o sea, hablando sin parar e interrumpiendo constantemente.

A la una y media le indiqué que un poco después debía retirarme, pues le había ofrecido a Rb retornar a casa a las dos -para ayudarle con la caminata de los perros grandes-; por lo que pedimos la cuenta, mi amigo canceló, y nos despedimos.

Rb me había escrito un poco antes para comentarme que había un incendio a un par de calles de distancia y, efectivamente, ví pasar un par de camiones de bomberos; además, habían bloqueado una de las vías y habilitado la otra para que el tránsito fluyera en ambas direcciones.

Vine a casa justo a las dos de la tarde y encontré a Rb terminando de realizar la caminata con la perra pequeña; entré a dejar mis llaves y le pusimos correas a los perros grandes; y realizamos la caminata sin ninguna novedad.

Después lavé algunos trastes que estaban en el lavatrastes y pelé la papaya que estaba sobre la refri; a las tres Rb me indicó que se dormiría un rato, yo preparé un té de menta para mí y estuve actualizando un poco de información en mi computadora.

Había puesto una alarma para las cuatro de la tarde, para despertar a Rb; un poco antes había puesto la ollita con té de manzanilla; a las cuatro le hablé y le dejé el té junto a la cama.

Me estaba sintiendo bastante somnoliento pero no quería dormirme; sin embargo, me llevé la computadora  a la cama y me pasé la siguiente media hora viendo videos de Youtube y dormitando.

Un poco antes de las cinco Rb entró a darme a probar el guisado de pollo que había preparado; eso terminó de despertarme y pasé la computadora a la mesa del comedor; Rb también me recordó que debía preparar las papas para la semana.

Por lo que saqué la segunda red de papas que compramos hace un par de semanas, las partí todas a la mitad y las puse a hervir; el proceso me tomó casi una hora; luego las puse a enfriar, antes de meterlas a la refri.

Por la noche estuve viendo la segunda parte de la película de acción con Viola Davis: G20; también hice un poco de Duolingo, un poco de Busuu y jugando varias partidas de ajedrez en el celular; otra vez tuve dificultades para conciliar el sueño.

Y a ver cómo sigue eso...

 

 

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