lunes, 7 de abril de 2025

Bodas de Plata... Silver wedding... Noces d'argent...

Personalmente no le pongo mucho atención a los aniversarios; y menos a las bodas de plata, o de algún otro material; sé que hay de papel, madera, etc; pero no me han llamado la atención; aún así, sabía que el colegio profesional entrega una plaqueta a los que arriban a los veinticinco años en el ejercicio de la profesión.

O al menos, a los que se mantienen pagando la cuota mensual, para pertenecer al colegio profesional; yo dejé de pagar durante un tiempo -ese par de años que anduve en viajes al Imperio del Norte-, pero luego me puse al día, y he continuado con el hábito: en todo caso, está en la constitución de la república como u pago obligatorio.

Y, también hace catorce o quince años, me hice el firme propósito de ser un ciudadano de bien: pagar mis impuestos cumplidamente, mantener al día mis documentos de identificación, y ser, en la medida de lo posible un vecino responsable.

Por lo que fue agradable recibir, hace un par  meses, una llamada telefónica del colegio: me estaban invitando al acto en la que se entregarían los reconocimientos a los colegiados con veinticinco años de antigüedad; de hecho, luego recibí un par de llamadas adicionales, y tuve que llenar una encuesta para confirmar mi participación.

Y se suponía que podía llevar a dos invitados; pero, con el manejo de los perros de Rb -y sus alergias-, no vi atractivo el viaje en conjunto; y mis hijos estaban trabajando, así que decidí acudir en soledad; nomás me aseguré que el traje verde -tiene más de veinte años- aún me quedara.

Y la ceremonia estuvo interesante...

El lunes pasado me levanté a las seis y media; me había despertado un poco antes -después de las seis- pero me había quedado dormitando hasta que escuché la alarma del celular; me levanté a meditar y luego jalé la compu del trabajo para entrar a la primera reunión del día; antes de eso resolví las palabras de los wordle en inglés y francés; la reunión estuvo bastante tranquila, incluso el lead de nuestro equipo había avisado que estaría ausente, por la celebración del fin del Ramadán.

Después nos reunimos con los colegas del Imperio del Norte: debemos escribir un documento para probar un equipo que ha estado funcionando durante más de diez años; y ninguno de los tres tenemos mucha idea de cómo debe completarse la tarea.

Almorzamos unos wraps con papel de arroz -costó prepararlos, pues son bastante frágiles- y un poco de las verduras que habíamos consumido la semana anterior; luego, la tarde estuvo normal: lavado de trastes, preparación de té y café.

Y el día estuvo bastante improductivo: nomás me metí un rato -un poco antes del mediodía- a la habitación de la comida de los perros, mientras la aspiradora recogía todo el polvo de las otras habitaciones -y de la cocina y el baño-

Al final del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios de los lunes -estuve escuchando algunos audios en francés-; por la noche estuve viendo una parte de una película animada de Batman; y terminé de leer la penúltima parte del libro en francés.

Antes de dormirme -y después de meditar- leí una pequeña parte de Una Suerte Pequeña; luego puse la alarma del reloj para despertarme media hora antes de la hora usual (por aquello de los múltiplos de una hora y media de sueño) pues quería cambiar algo de un documento antes de entrar a la primera reunión del siguiente día.

El martes un zancudo me despertó de madrugada; la noche anterior había matado otro; pero no pude encontrar a su compañero; de todos modos, seguí durmiendo hasta que sonó la alarma a las seis; a esa hora me levanté a meditar; luego resolví los wordle en inglés y francés; y, antes de entrar a la reunión diaria del equipo, modifiqué el documento que estoy trabajando con mis compañeros en el Imperio del Norte.

La reunión diaria estuvo bastante corta: por alguna razón el PM estaba ausente hoy; así como varios otros miembros del equipo; luego nomás esperé a que empezará la siguiente reunión; en la que continuamos revisando los requerimientos de la tarea que nos asignaron la semana pasada; cuando terminó esta reunión salí de la habitación, a prepararme el desayuno: estoy por terminarme la última -de cuatro- bolsitas de cranberries licuadas que Rb me cedió hace meses -y que estoy agregando, por cucharadas, a la avena matutina-.

El resto de la mañana avancé un poco en los requerimientos de la tarea, junto con los compañeros en el Imperio; y me sumergí tanto que se me pasó la hora límite para cambiar la media hora de puntos dobles del challenge semanal de Duolingo.

La media hora de puntos dobles se puede utilizar -o se pierde- antes de las once de la mañana de los martes; a esa hora se reinicia el ciclo: inicia un nuevo challenge semanal; la semana anterior completamos el challenge con Rb el mismo día.

Y en esta ocasión, de forma más extrema- lo completamos con la persona que me eligió durante la primera hora de inicio; la semana anterior tuvimos que hacer sesenta lecciones con más de noventa por ciento de respuestas correctas; ahora nomás era de acumular dos mil puntos.

Al mediodía preparamos los mismos wraps que el día anterior; lo que acompañamos con una sopa de espinaca, tomate licuado y huevo; Rb había acudido a la tienda un poco antes para proveerse de espinaca y tomate; también me regaló un mango.

Después del almuerzo lavé los trastes y esperé a que llegaran las tres de la tarde: debíamos llevar al perro de Rb a la veterinaria; se suponía que lo iban a inyectar nuevamente; en el ínterin estuve conversando con mis dos amigas de Cameroon.

A las tres Rb le puso la correa al perro y nos subimos al auto; el tránsito de ida estaba bastante pesado; pero se veía peor en el sentido contrario; con lo que pensé que el viaje de vuelta estaría más complicado.

Tampoco había parqueo en el comercial; todo estaba lleno; dejé que Rb y el perro bajaran y me dispuse a esperar a que se liberara un espacio; justo se liberó un espacio, pero lo ocupó rápidamente un camión de materiales; afortunadamente otro auto salió casi al mismo tiempo, por lo que me pude parquear.

Entré al supermercado y compré un cappuccino con un par de porciones de magdalena marmoleada; y estaba empezando a consumirlos cuando retornó Rb y su perro; me despedí de todos y retorné al auto; a pesar de que la vía se veía bastante sobrecargada cuando íbamos hacia la veterinaria; no tuvimos ningún contratiempo en el retorno: es increíble cómo las vías se llenan completamente y se vacían sin -aparentemente- ninguna razón.

Venimos antes de las cuatro y revisé si había algún mensaje de mi trabajo; pero todo estaba vacío; consumí las dos porciones de magdalena, el cappuccino y una galleta chicky; luego volvimos a salir; Rb tenía que comprar los materiales para los adornos de la fiesta de cumpleaños que realizará su amiga en el zoológico la última semana de este mes: es el primer año del niño que adoptaron el año pasado.

Pasamos a la tienda verde de descuentos y allí Rb adquirió pintura acrílica y un paquete de pinceles; luego pasamos al supermercado; en donde compré ingredientes para un pastel de zanahoria que planeaba preparar el jueves.

Por último pasamos a la librería del mismo centro comercial -habíamos pasado a ver la hora de cierre antes de ir a los supermercados-; aquí Rb compró muchos pliegos de foamy, de varios colores; y algunos otros materiales para elaborar las figuras que su amiga le había pedido; luego retornamos a casa.

El miércoles  el día estuvo tranquilo; o al menos, con el mismo ritmo que los días anteriores: wordle, reuniones -intrascendentes en su mayor parte- un poco de Duolingo, un poco de Busuu, un montón de Ajedrez -he estado jugando casi obsesivamente-.

Y también un poco de lectura, terminé el libro de francés -era de filosofía- y me pasé a leer el libro de ‘Entrelecturas’: Flourish, de Seligman; almorzamos unos hashbrowns de papa y pollo; luego sacamos a caminar a los perros de Rb; y, después de lavar los trastes, preparé una taza de café y una de té; después del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles.

Lo desagradable fue que, a media rutina, vino el señor de las verduras; con lo que Rb tuvo que salir a realizar las compras; o sea, con lo que la segunda parte no se sintió tan satisfactoria; el enfriamiento de la pausa no ayudó nada.

El jueves era día de vacaciones -el primero del mes- pero me levanté igual a las seis y media: medité y luego retorné a la cama; había planeado hacer un poco de Duolingo pero me terminé durmiendo otra hora; luego sí estuve un rato en ambas aplicaciones de aprendizaje de idiomas.

A las nueve y cuarto salimos con Rb hacia el mercado en el centro histórico; estábamos fuera del portón cuando se dió cuenta que había olvidado su mascarilla; por lo que retornó por la misma; y, saliendo de la colonia, vimos como el busito se alejaba.

Decidimos caminar hasta el lugar en donde pasan los buses intermunicipales; pero antes de llegar al lugar pasó un busito local; no nos subimos al mismo; pero llegando al punto esperado, vimos como se alejaba un bus intermunicipal; por lo que abordamos el busito que vimos pasar antes.

El transmetro no estaba muy lleno y no nos tomó mucho trabajo llegar al centor histórico; antes de entrar al mercado pasamos a la tienda naranja de ropa usada proveniente de Estados Unidos: Rb quería comprar una bolsa de tela para las compras en el mercado, pero no encontramos.

Las compras no fueron muchas: creo que solo manzanas y cuatro libras de berries que compra cada semana; luego retornamos a la estación del Transmetro más cercana y tomamos una unidad hasta el comercial en donde se estacionan los busitos.

Allí entramos al supermercado; pero no había ni aguacates, ni bananos; Rb compró unas redes de papas -cuyo precio era el triple pues el precio publicado era por libra y no por red-; y luego salimos a abordar el busito que nos trae e casa.

Almorzamos lo mismo que el día anterior; pero antes salí a revisar el nivel del refrigerante en el radiador: no lo había rellenado como en dos semanas y, continuamos sin cambiar el tapón del mismo; después del almuerzo lavé los trastes y le preparé un té a Rb; y a las tres me alisté: el día anterior había sacado uno de mis dos trajes -el verde, que no tiene el pantalón deteriorado, como el negro-, me puse una camisa blanca y una corbata gris, y me subí al auto.

Había considerado una hora para llegar al lugar en le que se realizaría la ceremonia para conmemorar veinticinco años de ejercicio profesional -me gradué de ingeniero cuando mi segunda hija estaba por nacer-; y, a pesar de que me pasé del lugar y tuve que realizar un par de retornos un poco complicados, llegué al lugar antes de la hora del acto.

El cual estuvo muy bueno: para empezar reencontré a un es compañero de clases a quien no había visto en más de veinte años; casualmente le había enviado un correo en febrero, del cual no recibí ninguna respuesta.

Pero el reencuentro fue muy bueno -yo iba solo, él iba con su esposa y sus dos hijas, universitarias por el momento-; y en cierto momento me comentó que hace tres décadas me había visto como el hermano que nunca tuvo -lo cual me conmovió-.

Quedamos en juntarnos algún día para compartir un café -casualmente trabaja cerca del comercial en donde se estacionan los busitos-; también encontré a alguien con quien trabajé en el primero lugar en el que me desempeñé como Ingeniero.

Este encuentro fue menos agradable: siempre le ha encantado presumir (muchas veces, falsamente) de sus logros profesionales -ahora, supuestamente, es gerente general de una empresa de seguridad-; pero aún este encuentro fue positivo, ya que más tarde le pedí el número de teléfono de otra persona a la que conocí por la misma época; y a quién encontré una vez -con Rb- hace como siete años en un supermercado.

Más tarde le escribí a este último y acordamos reunirnos la semana siguiente; en el mismo lugar en donde me junté hace un par de años con mi psiquiatra; la ceremonia estuvo, como todos estos actos, aburrida: éramos como treinta o cuarenta personas con veinticinco años desde la graduación.

Un poco de actos protocolarios, el himno nacional, y luego nos fueron llamando, uno por uno, para entregarnos una pequeña placa, con el nombre, profesión y número de colegiado, felicitándonos por la ocasión, y una pluma con el logo del colegio.

Después nos invitaron a una pequeña cena; mi amigo de la facultad bajó con su esposa y sus dos hijas; yo me acerqué a saludar al del primer trabajo; también quise saludar a otro colega: tuve la impresión que me había ayudado en los trámites de graduación, pues se hizo cargo del acta de mis prácticas profesionales, como retribución por la confección de un proyecto de software para un curso de programación -me encantaba pascal-.

Luego bajé al primer nivel: este edificio se encuentra en una hondonada; el noveno nivel -que fue donde se realizó el acto- está al nivel de la calle; los otros ocho niveles están hacia abajo; la cena fue sencilla: un pollo con arroz, y refresco; también repartieron vino tinto, pero sigo siendo abstemio.

Nomás cené y me despedí de mi amigo -y su familia- luego pasé despidiéndose de mi otro conocido; y empecé el camino de vuelta; que estuvo terrible: tomé una vía que usualmente me ha facilitado la conducción; pero esta vez estuvo terrible: más de media hora en unas pocas calles que en otra ocasión me hubieran tomado nomás cinco minutos.

Al final me llevó más de media hora retornar a casa; estacioné el auto y entré; Rb me había comprado un par de mini magdalenas en el supermercado; de las que consumí una, con una taza de café; para terminar la noche estuve acompañando a Rb; mientras ella veía unas series en su computadora, yo hice Duolingo, Busuu, y jugué varias partidas de ajedrez; volví a colocar el nivel seis, y no he mejorado para nada.

El viernes me levanté a meditar a las seis y media; después, jalé la computadora a la cama para entrar a la reunión diaria; mientras se encendía me puse a resolver los wordle en inglés y francés; ya llevo varios días con un buen streak, aunque aún no supero el máximo anterior.

Después de la reunión diaria me reuní con mis compañeros del Imperio del Norte; fue una reunión de más de una hora, nomás para concluir que, después de una semana, no tenemos nada para mostrar; hice un mapa mental para avanzar un poco y acordamos una reunión mas tarde -la que no se llevó a cabo-.

Después de esta reunión me levanté a preparar mi desayuno; estaba indeciso sobre si desayunar o no antes de la siguiente reunión; al final preparé mi desayuno, lo consumí, y entré a la reunión con todo el equipo.

Esta se extendió por más de una hora; luego aproveché para hacer DUolingo, y BUsuu; pues, justo antes del mediodía, me metieron a otra llamada, esta con el lead y el equipo local; fue más de una hora y una pérdida total de tiempo: nuestro lead trató de aclarar algunas dudas, pero la mayor parte tampoco las sabía.

Casi a la una me desconecté y preparé las ensaladas para el almuerzo del día: pescado frito; el resto de la tarde nomás estuve revisando un poco de documentación; también me contactó mi hijo mejor, para comentarme que había concluido la segunda condición para el préstamo.

La verdad, creo que con más tiempo, hubiera encontrado un mejor curso para que aprendiera un poco de finanzas personales; pero al menos, creo, examinó un poco su situación; de todos modos le puse una última condición: que redactara, en media página, cómo planeaba no caer nuevamente en deudas.

Y es que tres mil dólares de deuda acumulada -cuando gana quinientos dólares al mes- es realmente excesivo; estuvo de acuerdo, pero aún no he visto que lo haya hecho; se supone que tiene hasta el once de este mes para saldar un par de tarjetas, y espero que aprenda la lección, aunque lo dudo.

La condición fue cumplida: mi hijo me contactó por la noche con un texto sobre la forma en la que no se endeudará otra vez; le trasladé tres mil dólares a su cuenta bancaria; se supone que los repondrá durante los próximos quince meses; pero, la verdad, no tengo muchas esperanzas.

Y la suma fue una buena mella en mis cuentas; o sea, casi el veinte por ciento de la suma que había logrado reponer; luego de quedar casi a cero, luego de la compra del departamento; así que, nomás debo continuar trabajando en la mejora de mis finanzas.

El sábado me despertaron los ruidos del tránsito; ví que estaba más claro que de costumbre y me tuve la sensación de que era más tarde que mi hora habitual de despertarme: las seis y media; y sí, por alguna razón -no sé si la desconecté el día anterior- la alarma no sonó; eran las siete de la mañana.

Me levanté a meditar, y luego revisé los mensajes de whatsapp: había quedado con mi amigo que vive al otro lado de la ciudad en reunirnos esa mañana; pero aún no habíamos definido la hora, por su trabajo, podía ser a las ocho y media o a las diez y media.

Al final iba a salir a las ocho y media; por lo que apenas hice un par de lecciones de Duolingo, luego me metí al baño; luego salí a revisar el líquido refrigerante del auto: el viaje de vuelta del jueves estuvo pesado y, efectivamente, el nivel del mismo estaba bastante bajo; lo rellené -y el depósito- y arranqué el auto.

Habíamos quedado de reunirnos en la sucursal, cerca de la embajada del Imperio del Norte, del restaurante donde usualmente invito a mis amigos a desayunar; llegué al lugar con diez minutos de anticipación y mi amigo llegó con veinte minutos de retraso.

E iba bastante desvelado: entra a trabajar a las dos de la madrugada; y ha estado trabajando una gran parte del resto del día conduciendo su moto con la aplicación de Uber; compré un desayuno pero mi amigo nomás quiso un cappuccino.

Y, como sabía que quería continuar con su trabajo en Uber, programé el stopwatch del celular para una hora, para no quitarle mucho de su tiempo productivo; nos pasamos esa hora, además de comiendo, comentando un poco de la situación laboral de cada uno; también me mostró que ya arma por completo el cubo de rubik de 3x3x3.

Cuando el temporizador del celular sonó, nos despedimos y, luego de pasar a que sellaran los tickets del parqueo; salimos por nuestros vehículos, al estacionamiento del lugar; en donde nos despedimos; no eran ni las diez, así que vine mucho más temprano de lo que había ofrecido a Rb: habíamos quedado de ir a los supermercados en dirección sur a las once de la mañana; pero al final, ya no salimos; nomás, un poco antes del mediodía, preparamos el almuerzo: caldo de pollo y arroz; acompañado del último hashbrown de la semana.

Por la tarde habíamos planeado acudir a la ropa de ropa americana de segunda mano; pero, un poci después del almuerzo, Rb me comentó que no tenía ganas de salir; por lo que nomás pasamos el resto de la tarde en casa; yo avancé un poco en la lectura.

Al principio de la noche bajé Black Bag; la nueva película de Michael Fassbender -había intentado verla en línea, pero no estaba funcionando muy bien-; y ví la mitad de la misma; también jugué algunas partidas de ajedrez.

Algo ‘interesante’ fue que, al meditar, me olvidé poner el temporizador con los diecisiete minutos en el celular; o sea, había estado leyendo y luego bajé al piso a realizar la rutina; y, después de casi treinta minutos, me levanté, y ví que el celular estaba al lado de la lámpara de noche.

El domingo me levanté a las seis y media; ahora sí me había asegurado de poner la alarma; y también de utilizar el temporizador del celular para meditar durante diecisiete minutos; después retorné a la cama y seguí dormitando, hasta las ocho y media.

A esa hora me levanté a preparar mi desayuno de los fines de semana; luego hice algunas lecciones de Duolingo; pero nomás dos o tres, pues habíamos quedado con Rb de acudir al supermercado al cual se entra nomás con membrecía.

Rb compró como cinco variedades de nueces, y una bolsa de comida para los gatos a los que está alimentando; yo compré avena y aderezo; de lo primero me queda para menos de un mes, y de lo segundo ya estoy casi en las últimas; también compramos alas de pollo y un bote grande de shampoo.

Luego pasamos al supermercado más distante en dirección sur; allí compramos del pollo para los almuerzos de la semana; y Rb compró pollo para su perra más anciana; y luego, en el otro supermercado, compramos un poco de bananos.

Al mediodía preparamos las alitas de pollo dominicales; las cuales consumimos con el resto del caldo del día anterior, y arroz; como habíamos sacado a caminar a los perros antes de almorzar, nomás me retiré a mi habitación para avanzar un poco en el libro de No Ficción de turno: Filterworld.

A las dos y media salí de la habitación, lavé los trastes del almuerzo y le preparé una taza de té a Rb; para mí no preparé nada, pues había quedado con mi amigo -el que vive en la misma colonia en la que mis hijos crecieron- que llegaría a su casa a las tres y media.

Y llegué al lugar a las tres y veinticinco -no había casi nada de tránsito-; toqué el portón un par de veces antes de que saliera; de hecho estaba empezando a llamarlo cuando se asomó; nos pasamos la siguiente hora compartiendo una bebida de nescafé -tres en uno-, y un zepelín que había comprado en el supermercado más distante en dirección sur; también comentando las últimas novedades: ya le permiten manejar, pero aún debe a la clínica para continuar el tratamiento del derrame cerebral.

Para terminar la tarde le propuse que jugáramos dominó; pero, cuando revisé mi mochila, no pude encontrar el que usualmente cargo; afortunadamente mi amigo tiene uno de estos juegos, por lo que nos pasamos una buena media hora con varias partidas.

A las cinco y media nos despedimos, y retorné a casita; Rb me recibió en la entrada de la casa, contándome que estaba terminando de preparar el pollo de la semana; por lo que me metí a la cocina a preparar la segunda parte: papas doradas.

También preparé la gelatina -mezclada con psillium- para los desayunos de los primeros cuatro días de la semana; después completé algunas lecciones de Duolingo; los últimos dos días habían estado bastante escuetos, por lo que nomás pude llegar al segundo lugar de la liga semanal.

lunes, 31 de marzo de 2025

Bregar continuamente...The continuous struggle... Lutte continuellement...

Hoy es uno -otro- de esos días: me levanté a las seis y media, medité, resolví un par de wordles; y empecé a trabajar; y no le encuentro sentido a nada; o quizá es, más bien, que encuentro muchas dificultades en funcionar como un adulto.

A mis cincuenta y dos; debería estar trabajando en un par de asignaciones, con dos grupos diferentes de colegas (un grupo de tres y un grupo de cuatro); pero no logro encontrar la forma de empezar ninguna de la dos atribuciones.

Y hoy es uno de los días -al parecer- más significativos para los musulmanes: una de las chicas de Cameroon publicó algo sobre eso ayer y estuve buscando un poco de información sobre la celebración; creo que es algo que tiene que ver con el final del ramadán.

Pero sigo, a mi edad, sin gestionar como esperaría la incertidumbre; que al final es -creo- la única constante de esta realidad...

Y a ver cómo sigue eso.

El lunes pasado me levanté un poco antes de las seis y media; creo que había estado soñando algo bastante intenso; medité diecisiete minutos y luego intenté resolver los wordle en inglés y francés; no lo logré en inglés (angle) pero sí en francés (etant).

Luego entré a la reunión diaria del equipo; la cual estuvo un poco más extensa que de costumbre: al parecer la indicación de presentar estimaciones de horas para el proyecto está siendo general; un poco antes de las ocho la reunión terminó, pero me quedé en la cama; el compañero más joven del grupo había enviado una invitación para una reunión a las nueve y quería dormitar antes de entrar a la misma.

Finalmente me levanté a las ocho y veinticinco -Rb había entrado un poco antes a saludar-; me preparé el desayuno y luego esperé la reunión; la cual estuvo maratónica: empezamos a las nueve y terminamos casi al mediodía.

Y, realmente, la encontré -como la mayor parte de mi trabajo últimamente- bastante intrascendente: estuvimos estimando tiempos para la mayor parte de las funciones de la herramienta en la que trabajamos; pero la mayor parte es una gran interrogante para la mayor parte de los cuatro analistas en el equipo.

Pero no debería de sorprenderme: estuve en -casi- la misma situación siete u ocho años atrás, con el más grande -o más urgente- proyecto que he trabajado; al inicio el analista de negocios hizo un sinfín de estimaciones; que no tuvieron ningún impacto real -ahora trabaja en uno de nuestros antiguos proveedores-.

El compañero que había estado tomando notas en la reunión debía de enviar un correo a nuestro lider con los detalles de las estimaciones; al final de la tarde aún no lo había hecho por lo que le envié un mensaje como recordatorio.

Después del horario laboral hicimos los ejercicios de la rutina de los lunes con Rb; por la noche seguí viendo The Expanse, además de completar las lecciones de Duolingo y Busuu; además, continué jugando ajedrez en el nivel cinco.

El martes empezamos una serie de reuniones con dos compañeros dle Imperio del Norte; el día anterior, por la tarde, nos había convocado el lead del equipo, para asignarnos la preparación de cierta documentación.

La tarea se ve titánica: es un equipo que ha sido utilizado más de diez años y que aún no ha sido completamente probado; por lo que coincidimos en la necesidad de buscar todos los manuales existentes.

Después del horario laboral caminamos con Rb hasta el mercado más lejano en dirección sur; pero nomás dimos la vuelta en ese lugar; los bananos y un paquete de tamarindo lo compramos en el mercado que queda a mitad del camino; por la noche continué avanzando en la segunda temporada de The Expanse; además, corregí varios ejercicios en inglés para algunas personas que hablan portugués, en la aplicación de Busuu en el celular.

El miércoles continuamos con la nueva serie de reuniones con los compañeros en el Imperio del Norte; nos ha costado un poco empezar con la asignación: no existe mucha documentación del equipo en el cual estamos trabajando.

Al mediodía almorzamos el mismo caldo de pollo que el resto de la semana; luego sacamos a caminar a los perros, y, después de lavar los trastes, preparé una taza de té para Rb y una taza de café para mí.

Al finalizar la tarde, después del horario laboral, hicimos los ejercicios de la rutina de la mitad de la semana; por la noche continué con la segunda temporada de Duolingo, además, estuve jugando bastantes partidas -casi maníacamente- de ajedrez.

El jueves empezó -casi- igual que todos los días: la alarma sonó a las seis y media, medité diecisiete minutos, me metí a los sitios de wordle en inglés y francés en el celular; y entré a la reunión de la mañana.

Luego de la misma me reuní con mis compañeros en el imperio del norte: tratando de avanzar en la asignación en la que estamos colaborando; después me levanté a preparar el desayuno.

Rb estaba casi lista para salir a su visita semanal al mercado del centro histórico; yo debía salir a las diez y media, por lo que me quedé en el comedor, trabajando; un poco antes de la hora de salida me bañé y vestí.

Ví en waze la ruta hacia el restaurante en donde tendríamos nuestra primera reunión trimestral del año, con el equipo local; el tiempo estimado era de quince minutos, pero, usualmente, el tiempo real es casi el doble de lo que indican las aplicaciones.

Pero no me costó mucho llegar al lugar en el cual nos había convocado nuestra supervisora: uno de los mejores restaurantes de comida china de la ciudad; llegué un poco antes de las once y ya estaban casi todos los concurrentes.

En el grupo en el cual se había publicado la invitación había más de veinte personas; pero, como casi siempre, llegamos un poco más de la mitad; y, a diferencia de ocasiones anteriores, no me integré al grupo.

Estaban en círculo amplio en una sección apartada, y me quedé un momento a la par, jugando ajedrez en mi teléfono; al rato, cuando llegaron más personas, procedí a saludar a algunos compañeros -y a la supervisora-.

Ella llevaba una presentación bastante extensa: los objetivos anuales, algunos anuncios administrativos, algunos anuncios técnicos, y similares; creo que fue más de una hora de presentación; luego de la cual pasamos al almuerzo: entradas de camarón, un plato principal de arroz, y un postre de leche condensada -o algo parecido-; para finalizar café con leche; la verdad la comida estuvo muy buena.

Casi a las tres nos despedimos y empecé el viaje de retorno; el cual estuvo un poco complicado: mientras estaba en el almuerzo Rb me había estado enviando mensajes por whatsapp con las noticias de manifestaciones en la ciudad.

El periférico estaba lleno, pero no era por manifestaciones: justo en el punto en el que el tránsito de la ciudad pasa hacia el municipio había un camión repartidor de gas tirado; lo que reducía el flujo de vehículos a la mitad.

Pero no fue mucho el atraso; y, un poco más tarde, estaba estacionando el auto frente a la casa de Rb; entré a cambiarme de ropa y, un poco después, nos dirigimos a los supermercados en dirección sur; caminamos hasta la altura del más lejano; luego retornamos al que se encuentra a mitad del camino y nos proveímos de bananos para varios días; por la noche decidí que ya no seguiría con The Expanse; borré la segunda temporada de la computadora de Rb.

El viernes me pasé casi toda la mañana en reuniones; después de levantarme a las seis y media, resolver los wordles de inglés y francés, y entrar a la reunión diaria; me reuní con mis compañeros del Imperio del Norte; estuvimos revisando un par de documentos técnicos, sobre los cuales debemos basarnos para realizar una documentación; la cual es la mitad de mi trabajo durante estos días.

La otra mitad la debo realizar en conjunto con mis compañeros del equipo local; y con ellos me reuní a continuación; ambas reuniones fueron bastante informales; y no tengo muchas buenas expectativas de ninguna de ellas.

A media mañana salí a prepararme el desayuno de los viernes; luego estuve haciendo algunas lecciones de Duolingo; y recibí una llamada de la persona que vive en África; quien me presentó a otra amiga en una situación más o menos similar: estudiando español para ser traductora.

Al mediodía entré a otra reunión de capacitación de más de una hora: la tecnología con la que trabajamos es bastante amplia y ha sido documentada en diversos medios por diversas personas y no está unificada.

Almorzamos, como todos los viernes, pescado; luego sacamos a caminar a los perros y, después de lavar los trastos, preparé un par de tazas de té; el resto de la tarde estuvo bastante tranquilo; después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de los viernes; estaba bastante caluroso el ambiente; luego de la ducha me puse a hacer algunas lecciones de Duolingo y Busuu y empecé a ver Back in Action: qué grande se ve Cameron Díaz -tiene mi edad-.

El sábado me levanté a las seis y media; medité y luego retorné a la cama a resolver los wordle de inglés y francés; después me puse a hacer lecciones de Duolingo y Busuu; luego dormité un rato; un poco después de las ocho escuché que Rb se estaba levantando por lo que decidí salir de la habitación y prepararme el desayuno; a continuación encendí mi máquina con Ubuntu para poner al día mi bitácora personal.

Después que Rb terminara de desayunar nos dirigimos a los supermercados en dirección norte: ella quería comprar un aspersor de líquidos; los gatos a los que está alimentando (uno de un vecino y uno feral) han estado siguiéndola y al parecer le produce alergia.

También pasamos a la ferretería más grande del país para ver si tenían molinos de café; al parecer quiere moler algunas de las frutas -o tubérculos- que deshidrata de esta forma -o reponer uno de sus otros molinos-.

Pero no había ningún nuevo modelo; o al menos, alguno que le atrajera; después de comprar el aspersor de líquidos retornamos a casa; a las once empecé a preparar el almuerzo que llevaría para la reunión mensual con mi hija mayor.

Preparé lo mismo que la semana anterior: burritos con arroz y embutidos, champiñones y chile pimiento -aunque olvidé agregar queso-; y una ensalada de tamaño mediano; un poco antes de las doce terminé de preparar todo y saqué a caminar a la perra más pesada de Rb; ella aprovechó para sacar al otro de sus perros grandes; después me bañé y tomé el auto para dirigirme a la casa de mis hijos.

El tránsito estaba bastante tranquilo y llegué al lugar quince minutos antes de la una; subí caminando al séptimo nivel y entré al departamento; como llevaba un par de frascos similares al que utilizo para almacenar la avena que consumo a diario, los llené con arroz y avena.

El saco de arroz se vació por completo por lo que lo coloqué en la gaveta de las bolsas de plástico; al de avena -ambos eran de una arroba- aún le quedó un poco y lo trasladé a uno de los compartimentos superiores de los gabinetes de cocina.

Luego me senté a esperar en el espacio de la sala; jugué un poco de ajedrez y confirmé que mi tío hubiera recibido el mensaje que envié antes de arrancar el automóvil: quería pasar a ver a mi tía por la tarde.

Un poco después de la una mi hija salió de la habitación y nos dirigimos al parque temático que queda a ocho calles de distancia; aún tiene bastantes dificultades para caminar; pero no tuvimos ningún inconveniente para llegar al lugar.

Nos dirigimos directamente al área de mesas; pero, como en otras ocasiones, estaba reservada para algún evento multitudinario; y la otra área de usos múltiples también estaba vacía de mesas y sillas: estaban preparando un concierto.

Buscamos un lugar bajo los árboles en una de las áreas verdes contiguas al zoológico y dimos buena cuenta de los burritos, los snacks, las ensaladas y las gaseosas que llevaba; luego nos quedamos un momento en el lugar, armando los cubos de Rubik de 4x4x4 y 5x5x5; un poco después de las tres le propuse que nos subiéramos a la rueda de Chicago más grande del parque -y del país, creo-.

Después retornamos al departamento; en el camino compré un zeppelin en la panadería del centro comercial a donde pasamos frecuentemente; también compré, en otra panadería, un poco de pan tostado, para la visita de más tarde.

Cuando retornamos al departamento le escribí a mi hijo menor, ofreciéndole un café; pero me respondió negativamente; no estoy seguro, pero creo que está resintiendo en mi insistencia en que complete debidamente el curso de finanzas personales que le puse como condición para prestarle tres mil dólares.

Y en este caso me mantendré firme: su plan de pagos propuesto es bastante agresivo -ciento veinte dólares al mes y la sumo total de los dos bonos que se reciben acá a medio año y al final del mismo: seiscientos cincuenta dólares-.

Mi temor es que si continúa sin administrar bien su dinero no será capaz de retornar el valor del préstamo y, lo peor, es que seguirá con el mismo desorden de sus finanzas personales; pero saber qué pasará; pero si no completa las tareas del curso, no habrá desembolso de dinero.

O sea, yo también tomé más de cien curso en Coursera; y me sé el truco: se puede completar cualquier curso simplemente ‘reproduciendo’ los videos; mientras se realiza cualquier otra actividad; pero yo siempre cumplí con las asignaciones; él hacía nomás lo primero cuando estaba por graduarse; en fin.

Con mi hija mayor preparamos un par de cafés instantáneos de Nescafé: son muy buenos, ya que tienen en el mismo paquete todos los ingredientes para un café con leche ya endulzado; y consumimos dos terceras partes del zeppelin.

A las cinco y media me despedí de mi hija y me dirigí a la casa de mi tía; llegué justo un minuto más tarde de lo previsto: a las seis menos cuarto; toqué el portón y una de las hijas menores -son gemelas- de mi primo inquirió sobre mi identidad.

Afortunadametne mi tía bajó del segundo nivel -viven, con su esposo, en un par de habitaciones que mi primo les ha cedido- a abrir el portón; y me pasé la siguiente hora casi de la misma forma que con mi amigo asiático.

O sea, nomás escuchando un largo discurso de su situación de salud; la situación de mis primas; las dificultades del país; las dificultades globales; y así; y en el primer tema tenía bastantes noticias: está yendo a consultas médicas pues le detectaron unas fisuras en el hombro izquierdo.

Un poco antes de las siete me despedí de mi tía y bajé del segundo nivel; la esposa de mi primo estaba al lado del portón y mi primo salió de la sala de su casa; nos saludamos efusivamente y luego me despedí, para iniciar el retorno a casa.

El tránsito estaba bastante tranquilo, por lo que, un poco más tarde, estaba estacionando el auto frente a la casa de Rb; por la noche hice las lecciones de Duolingo y Busuu; y terminé de ver la última película de Cameron Díaz.

El domingo me levanté a las seis y media; medité diecisiete minutos y luego retorné a la cama; iba a hacer un poco de Duolingo, o a leer un poco del libro en la línea de Inglés; pero nomás dormité un rato; pero me levanté cuando la alarma de las ocho y media sonó.

Preparé el desayuno de los domingos -tenía tortillas de maíz congeladas, que no había estado consumiendo durante varios meses- y, luego del desayuno, completé algunas lecciones de Duolingo; dejé la última lección a medias porque la alarma sonó: la había programado para cinco minutos antes de ir a dejar a Rb a la iglesia; durante la semana su pastor le había pedido que tradujera este y el domingo de mediados de Abril, a un misionero estadounidense.

El tránsito estaba algo pesado -toda la gente que va a la iglesia- pero llegamos a la calle en donde se encuentra la misma, a buena hora; luego de dejarla retorné a casa y estuve viendo algunos videos en francés e inglés; y conversando un poco con las dos chicas de Cameroon.

Un poco después del mediodía Rb me escribió por Whatsapp para que fuera por ella; el tránsito estaba más pesado que en la mañana; pero no tuve muchas idficultades en llegar a la calle de la iglesia; ni para retornar; en ambos caminos de ida y vuelta estuve escuchando uno de videos en francés que he estado bajando de Youtube; cuando venimos a casa preparé el par de ensaladas del almuerzo, mientras Rb preparaba las alitas de pollo.

Almorzamos y, un poco después, sacamos a caminar a los perros; el sol está bastante intenso por estos días; y al parecer a la perra más pesada ya se le está dificultando completar las dos vueltas a la calles que damos diariamente.

Después de retornar le escribí a mi primer ahijado profesional: habíamos quedado de reunirnos al día siguiente para tomar un café -el primero del año con él- pero Rb me recordó que los salubristas habían estado amenazando con realizar bloqueos durante toda la semana; pero quedamos en monitorear la situación al día siguiente.

Por la noche ví una película de acción que estrenaron el mes pasado: ambientada en Londrés y protagonizada por una chica y su hermano autista; también terminé de leer la sección de Tell me everything que llevaba a medias; me gusta mucho la forma en la que escribe la autora: presenta situaciones cotidianas con personajes bastante identificables y explora diferentes puntos de vista.

Después continué con el libro en francés: 101 experiences de philosophie quotidienne: no he realizado ninguno de los experimentos propuestos; algunos me parecen interesantes, algunos me parecen ridículos, pero, al final, mi objetivo es adquirir un poco más de conocimientos de francés.

Y a ver cómo sigue eso...

lunes, 24 de marzo de 2025

Los mejores años... The best years... Les meilleures annees...

Ayer -o antier- estaba pensando en el momento de la vida en el que me encuentro: a los cincuenta y dos años -y considerando que la estimación de vida para mi género, en el país, es de setenta y cuatro años- estoy previendo un remanente de veinticuatro años o así; give or take.

Los primeros diecisiete los viví en la casa paterna; estudiando desde los siete -fueron once años en total-; luego viví cinco años de clases universitarias; trabajando informalmente el tercer año y formalmente los últimos dos; luego empecé a trabajar como Ingeniero -pero ya llevaba dos años de cotizar en la seguridad social-.

Trabajé dos o tres años en la panadería más grande latinoamérica -empezando mi familia en el segundo año-; luego me gradué, mientras trabajaba en la fábrica de veladoras aromáticas más grande del país -ya inexistente desde hace mucho-.

Luego fueron dos o tres años en una gran cadena de cafés; luego vinieron un par de años de viajes al Imperio del Norte -para mejorar mi fluidez en inglés-; y el final de mi vida familiar;  luego tres o cuatro trabajos -en cinco años- antes del actual, en el que acabo de sobrepasar los diez años.

Ha sido un largo -y tortuoso- camino; y no creo que lo que venga esté más tranquilo: mi hija segunda, al parecer, quiere cortar completamente la comunicación: llevo escribiéndole mensualmente desde diciembre y no ha dado señales de vida -excepto que la he visto a veces conectada en google o en fb-.

Mi hija segunda se partió el tobillo el año pasado y aún anda renqueando -luego de un par de operaciones y una placa metálica-; mi hijo menor -al parecer- sufre constantemente de estados depresivos -o melancólicos-; al menos ambos trabajan, al menos ambos viven en el apartamento que adquirí el año pasado.

Al final, anoche, estuve meditando nuevamente en que quiero dividir el resto de mi vida en tres secciones: continuar -si puedo- trabajando como hasta ahora los siguientes ocho años, haciendo un poco de trabajo voluntario; luego, los siguientes ocho años, trabajar parcialmente y hacer más trabajo voluntario; y los últimos ocho -o los que queden-, nomás hacer trabajo voluntario.

O sea, puedo morirme mañana -nuestro país es de los más inseguros-, o puedo vivir hasta los ochenta; la lucha será constante: cada día traerá su propio afán; pero puedo -creo- enfocarme en este día, y hacer que cuente, ayudar a alguien, o al menos, no causar más sufrimiento.

Y a ver cómo sigue eso...

El lunes pasado me levanté a las seis y media; medité y luego jalé la computadora, de la mesa del comedor a la cama, para entrar a la reunión diaria; esperando la reunión resolví el wordle en inglés; la reunión estuvo normal.

Salí de la habitación un poco después de las nueve y cambié un poco el desayuno de los días laborales: le agregué una cucharada de cranberries licuadas a la avena -Rb trató de consumirlas hace un tiempo pero le provocaron reacciones alérgicas-; y además la gelatina contenia psyllium; pero estuvo bueno el desayuno.

Luego traté de adelantar un poco en el trabajo; había estado con dificultades para avanzar; finalmente decidí enviar un correo a mis compañeros, con copia a la persona que nos está asignando tareas; básicamente quería dejar evidencia que, en efecto, estaba realizando algo; aunque, la verdad, lo encuentro intrascendente; de todos modos envié el correo y el compañero que mejor me cae me respondió por la herramienta de mensajería.

A media mañana fui a la tienda de la esquina: planeábamos acompañar la tortilla española de los tres primeros días de la semana con ensalada; y nos faltaba zanahoria para dos días; a la una preparé un par de ensaladas; además, calentamos las porciones de tortilla española; y la salsa de tomate que Rb había preparado para acompañarla; yo también sustituí el aderezo por una mezcla de crema y salsa de tomate; que me sobraron del desayuno del sábado anterior.

Después del almuerzo sacamos a caminar a los perros; el tiempo estuvo bastante raro: el sol continuaba bastante fuerte, pero, desde la noche anterior, se había desatado un viento bastante fuerte; entonces, cuando el sol alumbra el calor es fuerte, pero en la sombra se siente un poco de frío.

A media tarde lavé los trastos y preparé el café y té de la tarde; además, conversé un poco con la persona de Camerún con quien he estado en comunicación desde la semana anterior; lo no tan bueno fue que me repitió nuevamente que mi francés es inteligible.

Por lo que creo que me dedicaré algunos meses a ‘empezar’ a mejorar mi pronunciación en ese idioma; antes de buscar una persona con la cual conversar; de todos modos decidí continuar ayudándola con su español: está estudiando para ser traductora y creo que le beneficiará.

Después del horario laboral realizamos los ejercicios de la rutina de los lunes; luego del baño cené, y después me metí a la habitación de Rb a ver el capítulo nueve de la primera temporada de The Expanse; y a hacer Busuu y Duolingo.

También traté de ver un poco de The Electric State; pero me estaba quedando dormido; literalmente se me cerraban los ojos; por lo que mejor me puse a ver el wordle en francés (no pude completar la palabra) y a jugar un poco de ajedrez; por la noche empezamos a ver una nueva temporada de una serie de competencia de pastelería: hemos estado viendo varias versiones de este tipo de competencia durante los últimos años.

El martes me levanté a las siete y media; medité, resolví el Wordle del día y entré a la reunión diaria; aunque la misma fue igual, estaba medio tranquilo porque el día anterior había enviado un correo a todo el equipo, para dejar evidencia de mi desempeño en las actividades que estaba llevando a cabo.

El día estuvo bastante tranquilo; al menos en casa: en el exterior se desató el caos porque el gobierno publicó una ley para que todos los vehículos cuenten con un seguro de protección de terceros; y es una idiotez, porque el requisito es ley desde hace muchos años -está en la ley de circulación nacional-; lo que faltaba era que lo reglamentaran; y el gobierno de turno -el ‘menos peor’ de las últimas décadas- decidió que debía implementarse en cuarenta y cinco días.

Total que en varios puntos de la ciudad empezaron a realizarse protestas y cerrar vías; se volvió un caos -como cualquier evento en esta desordenada urbe-; al mediodía almorzamos tortilla española y ensalada --también me tomé la última parte de la última coquita que tenía-.

Estoy pensando darme una pausa -al menos en casa- con las gaseosas; después del almuerzo sacamos a caminar a los perros y, a las tres, subimos al perro de Rb al auto, para acudir a su inyección semanal; temíamos que el tránsito estuviera muy pesado, debido a las protestas por las nuevas disposiciones de transporte; y, efectivamente, el último kilómetro estuvo un poco tardado; pero llegamos a buena hora al lugar.

Yo me metí al lugar de costumbre y ordené un capuccino y un par de porciones de zeppelin, mientras Rb llevó a su perro a la veterinaria; como me había llevado los cubos de 4x4x4 y 5x5x5; y me puse a armar el primero, mientras consumía el café y el primero de los panitos.

Rb no se tardó mucho en la clínica: aún no había consumido el segundo pan cuando retornó; también tenía la mitad de mi café; subimos al auto y nos metimos al tráfico; el cual estaba bastante pesado; lo bueno es que nomás nos tocó una cuadra o dos de esto.

Ya que a esa distancia debemos dar una vuelta en U; y tránsito en sentido contrario estaba bastante ligero; con lo que no tuvimos muchas dificultades en retornar a casa; de donde volvimos a salir luego del horario laboral.

A las cuatro y media nos dirigimos caminando en dirección sur; llegamos hasta la altura del supermercado más alejado y luego retornamos al que queda a mitad del camino; allí nos proveimos de bananos para un par de días.

Por la noche terminé de ver la primera temporada de The Expanse -y bajé de una vez los trece episodios de la segunda temporada-; también ví el final de The Electric State; y no me pareció la gran cosa; luego vimos con Rb el final del primer capítulo de la temporada de pasteles que dejamos a medias la noche anterior; siento que he estado leyendo menos estos últimos días; pero, la verdad, no le pongo mucho sentimiento.

El miércoles me levanté a las siete y media; resolví el wordle en solo dos líneas, lo que es bastante random; luego entré a la reunión diaria del equipo; la del día anterior había estado bastante extensa, pero la del día fue corta.

Después me quedé en la cama, haciendo Duolingo -terminé el reto semanal de sesenta lecciones con más de 90%; mi compañera hizo casi la mitad-; y un poco de Busuu: el día anterior había terminado todas las lecciones que puedo tomar de Francés, sin pagar.

Aún estoy sopesando qué haré con los idiomas: quiero realmente hablar en francés; creo que ya leo y escucho bastante bien; no tanto la escritura, y menos la expresión oral; en el ínterin avancé en Portugués en Busuu.

A media mañana tuve la llamada quincenal con mi supervisora; en general encuentro estas reuniones bastante vacías; pero trato de no exteriorizarlo porque, al final, es mi trabajo; al parecer  las metas de este año estarán más ambiciosas; no sé qué pasará.

Lo relevante (?) de la reunión es que oficializó nuestro próximo almuerzo de equipo -se supone que nos vemos cada tres meses- para el jueves de la próxima semana; así que sí: ese día tendré que salir de casa; al mediodía preparé las dos ensaladas del almuerzo, las cuales consumimos junto con la última porción de Tortilla Española; luego sacamos a caminar a los perros; el sol sigue estando bastante fuerte.

Por la tarde avancé un poco en How to tell when you will die; y sí, sigo con un ritmo bastante lento de lectura; también bajé la última versión que encontré de Francés en Rosetta Stone; quería ver si podía instalarlo en alguna de las computadoras de Rb.

Al final de la tarde, después del horario laboral, hicimos la rutina de ejercicios de los miércoles; estabamos a medias cuando recibí una llamada de un número desconocido: era la madre de mis hijos, preguntando si mi hijo menor estaba conmigo ese día.

Le respondí -secamente- que no; y continué con la rutina de ejercicios; Rb me preguntó más tarde de qué se había tratado la llamada y le comenté; también le comenté que aún no podía comunicarme de una forma ‘normal’ con la madre de mis hijos.

Después de la reunión le envié un mensaje a mi hijo menor, felicitándolo por su cumpleaños; unos días antes había puesto una alarma en el celular para hacerlo a las ocho de la mañana; pero nomás había cancelado la alarma cuando sonó -creo que estaba en una reunión de trabajo.

El jueves Rb fue al mercado en el centro histórico; yo me había levantado a las seis y media, meditado, resuelto los wordle en inglés y francés; y entonces me dí cuenta que no había entrado a la reunión de training que había a las siete: se me olvidó dejar la alarma del celular.

Se suponía que era la última de estas reuniones; y la diaria no tuvo mucha variación con respecto a las que he estado atendiendo las últimas semanas: nuestra área no aporta nada a las mismas; en la tarde, después del horario laboral, nos dirigimos a los supermercados en dirección norte; debía comprar un par de bolsas de snacks para el almuerzo que había previsto con mi hijo el fin de semana.

Compré de una vez el par de Fantas que pensaba llevar al almuerzo con mi hija el último sábado del mes; luego pasamos al otro supermercado a sacar dinero: regularmente les regalo cien dólares a mis hijos para sus cumpleaños o navidad -la tradición sigue-.

Retornando de los supermercados pasé a la panadería a comprar el pan para mis desayunos de los fines de semana; luego dejamos las bolsas en garita y fuimos a la tienda de las verduras; aún no teníamos todos los ingredientes para el almuerzo del día siguiente; por la noche continué viendo The Expanse; y terminé de ver Batman Ninja contra la liga de la justicia Yakuza; este es un anime (?) con una variación de las historias de estos personajes.

El viernes me levanté a meditar a las seis y media; luego resolví los wordle del día y entré a la reunión diaria del trabajo; había puesto una alarma para las ocho y veinte, para enviar el correo semanal que nos está pidiendo nuestro nuevo lead.

Y otra alarma para las nueve menos cinco, para no olvidarme de entrar a la reunión semanal de QA; la cual estuvo más escueta que la anterior; básicamente es la petición de hacer más, pero sin especificar ningún detalle acerca de la asignación.

Un poco antes del mediodía el nuevo lead llamó a todo el equipo local y pidió una estimación de tiempo para completar algunas tareas; lo cual realmente es una petición intrascendente: hemos estado trabajando en lo mismo desde el año pasado.

De todos modos, acordamos con el equipo local reunirnos el lunes siguiente; para evaluar lo requerido y presentar en grupo un escenario un poco más ordenado; al mediodía preparamos con Rb pescado, que es nuestra opción semanal del día.

Por la tarde, al final de la jornada laboral, nos pusimos a hacer la rutina de ejercicios de los viernes; yo he estado escuchando un poco más de francés y aproveché el tiempo para reproducir algunos audios a través de los audifonos de bluethoot.

Estábamos por empezar la última parte de la rutina -el estiramiento- cuando vino el señor de las verduras; le pusimos pausa al video y Rb salió a comprar algunas verduras, para los almuerzos de la semana siguiente.

Luego que Rb retornó con las compras terminamos los estiramientos y luego tomamos una ducha; después me puse a ver un poco de The Expanse; y a completar las lecciones diarias de Duolingo y Busuu.

El sábado me levanté -al igual que toda la semana- a las seis y media; medité, hice los wordle del día; y un poco de Duolingo y Busuu; después me quedé en cama, leyendo un poco del libro de No Ficción que estaba por iniciar.

Después me levanté a prepararme el desayuno de los fines de semana; y a esperar a que Rb le diera de comer a sus perros y, luego, desayunara: habíamos quedado de ir al supermercado más cercano, a proveernos de bananos.

A las once empecé a preparar el almuerzo que esperaba llevar a mi visita mensual con mi hijo menor: burritos de embutidos, arroz, champiñones y chile pimiento; y ensaladas; a las doce me bañé y subí las dos mochilas al auto; junto con los consumibles que les había comprado a mis hijos a finales del mes anterior; y empecé el camino hacia el apartamento en el que viven.

El tránsito no estuvo muy pesado -excepto en el puente de entrada a la ciudad- y llegué al edificio antes de la una; me quedé en la sala y mi hija mayor salió un poco más tarde a saludarme; estuvimos conversando un rato; de hecho estaba por llamar a mi hijo cuando ví que me había enviado un mensaje ocho minutos antes, preguntando si ya había llegado; salió de la habitación -algo contrariado por la espera- y nos dirigimos al parque temático de costumbre.

Me preocupa ver que mi hijo tiene dificultades caminando -también ví, antes de despedirnos que los zapatos que estaba usando tienen la suela agujereada-; y creo que es debido al exceso de peso; en el parque temático nos dirigimos directamente al área de mesas y almorzamos; yo consumí todo: burrito, ensalada, snacks y -la mitad de la- Fanta; mi hijo se terminó esto último y la ensalada; pero dejó la mitad del burrito y los snacks.

Después del almuerzo nos subimos a la rueda de Chicago y luego empezamos a caminar de vuelta; pasamos del edificio para entrar al comercial que se encuentra del otro lado de la calle: allí compré unos paquetes de café instantáneo, y un mini pastel de mandarina.

Retornamos al apartamento, puse agua a calentar y partimos el mini pastel en cuatro porciones: le había sugerido a mi hijo que consumimos la mitad del mismo y que la otra mitad podía compartirla con su hermana.

Luego nos pusimos a practicar con los cubos de Rubik; llevaba ocho de los mismos y estuvimos armando los mismos hasta las cinco y media; a esa hora me despedí de mi hijo y retorné a casita; por la noche ví el siguiente capítulo de la serie The Expanse, completé varias lecciones de Duolingo y algunas en Busuu; en esta última aplicación he estado recibiendo retroalimentación bastante positiva de hablantes del portugués.

El domingo me levanté a las seis y media; medité los diecisiete minutos que he estado haciendo las últimas semanas y retorné a la cama; resolví los dos wordles del día y luego me quedé dormitando; como estaba sintiendo bastante sopor, puse una alarma para que sonara a las ocho y media; a esa hora me levanté a preparar el desayuno de los domingos; después me metí a la cama con Rb: ella estaba, luego de darle de comer a sus perros, empezando a desayunar.

A media mañana salí a lavar el automóvil: ya llevaba varios meses de acumular polvo y se veía bastante descuidado; también rellené el depósito de refrigerante y el radiador; al mediodía Rb preparó las alitas dominicales y yo preparé un par de ensaladas.

Después de sacar a caminar a los perros preparé un par de tazas de té; el mío lo consumí con la última parte de las donas que Rb me había obsequiado el día jueves; durante el resto de la tarde traté de avanzar en el libro de tecnología: Peopleware; pero, la verdad, apenas adelanté en el mismo.

Básicamente me la pasé jugando ajedrez en el celular; y a las cuatro y media ayudé con la preparación del almuerzo de la semana: pelé y cuadriculé algunas papas, pelé y rodajeé un par de zanahorias, y pelé y cuadriculé un güisquil; con eso preparamos un gran caldo de pollo.

También preparé la gelatina para mis desayunos de los primeros cuatro días de la semana: en este caso fue con sabor a uva, y con dos cucharadas de Psyllium; con esto terminé la primera de las bolsas que Rb me había cedido; ya que no estimaba consumirlas en su totalidad. 

Por la noche ví un capítulo de The Expanse; también hice algunas lecciones de Duolingo y algunas de Busuu; y continué jugando más partidas de ajedrez, como que es la época del año en la que intento practicar más con ese juego.

Y a ver cómo va eso.

lunes, 17 de marzo de 2025

Tres olivas -y seis moscas-... Three Olives -and six flies-... Trois Olives -et six mouches-

Hace más de tres años -antes de que empezara a llevar listado de libros por línea de lectura- encontré un par de libros con una protagonista llamada Olivia -u Olive, en inglés-: el primero lo leí en español; creo que encontré el título en uno de los listados de Goodreads: Luz de Febrero; el título original era Olive Again; y me dí cuenta cuando lo terminé y busqué más sobre la autora.

Entonces me enteré que era la continuación de otro libro: Olive Kitteridge; ambos libros me impresionaron -como a muchos lectores- por el estilo, y los personajes, creo: básicamente son un grupo de relatos de diferentes personajes en Nueva Inglaterra.

Y, viviendo en nuestra mágica región, uno creería que hay muy poco para relacionarse con el grupo de personas que retrata la autora; la mayoría descendientes de los primeros colonizadores de norteamérica; pero, quizá esa es la magia: el sufrimiento es universal.

Y acabo de encontrar el tercer libro en el que la autora coloca al personaje que une las historias de los dos libros; y de allí el título -en inglés- de ambos; el título es Tell me everything; y aquí continúan los relatos de personajes en el mismo lugar de Nueva Inglaterra; y por allí se cuela, otra vez, Olive Kitteridge.

Y la segunda parte del título de esta entrada: por vivir al lado de un cañón con bastante vegetación, recibimos con frecuencia visitas inesperadas: alguna serpiente de jardín, algún alacrán, frecuentes zancudos, y algunas moscas.

Debido a los penúltimos, hemos comprado una serie de raquetas eléctricas; y por las últimas adquirimos un par de matamoscas; especialmente los viernes, que cocinamos pescado, debemos hacer uso del matamoscas casi todas las semanas.

Usualmente es una -o dos- mosca que se cuela dentro de la casa y tenemos que ocuparnos de la misma; pero el día martes de la semana anterior fue un extremo: cuando retornamos de caminar por la tarde encontramos dos moscas revoloteando por la cocina.

Intentamos aplastarlas con el matamoscas pero no lo logramos; de hecho creí que había eliminado una en la ventana del comedor; pero por la noche, fue extremo: había una en la habitación de Rb, la que matamos con una raqueta eléctrica.

Luego, cuando empezaba a leer en mi habitación escuché otra; y fui por la raqueta eléctrica; me costó encontrarla pero por fin la atrapé; pero, seguí escuchando el vuelo de otra; y al final resultó que habían otras dos; al final fueron como seis moscas las que lograron colarse dentro de la casa ese día; toda una novedad.

Y a ver cómo sigue eso.

El lunes pasado me levanté a las seis y media: era el primer día después del cambio de horario en el Imperio del Norte; la participación de mi área en esta reunión sigue siendo la misma: ninguna; la reunión terminó como a las siete y media; me quedé en la cama -ya había resuelto el wordle en inglés- y estaba considerando si volverme a dormir un rato; pero, unos minutos antes de las ocho, recibí una llamada por whatsapp.

Como no tenía los audífonos perdí la llamada; pero la devolví en el acto: era la misma persona que me había escrito el día anterior por la tarde; esta persona vive en un país africano, que tiene como idiomas oficiales el francés y el inglés.

Estudia -en la universidad- para ser traductora; además de su idioma original: Basa(?), habla francés, español, inglés y chino; estuvimos conversando casi una hora -la mayor parte en español- y practiqué ¡por primera vez! hablando francés.

Después continuamos la conversación por mensajes de whatsapp; realmente espero aprovechar la oportunidad para ganar un poco de confianza en la conversación en francés; en el lado laboral, volví al bajo nivel que he tenido durante el último tiempo; con la excepción que el nuevo lead del equipo me contactó para requerir el documento que habíamos estado actualizando la semana anterior.

Se lo envié, comentándole que estaba disponible para continuar revisando el mismo; pero ya no obtuve noticias; por lo que nomás continué avanzando con el libro en francés de matemáticas que llevaba a medias; por la tarde, después del horario laboral, realizamos la rutina de ejercicios de los lunes.

El martes me levanté a las seis y media, resolví el wordle del día y entré a la reunión diaria del equipo; no hubo ninguna novedad en la misma; luego me puse a hacer algunas lecciones de Duolingo y Busuu; durante el resto de la mañana estuve leyendo un poco del tercer libro en el que se menciona a Olive Kitteridge; el libro me gusta tanto que incluso intenté comentárselo a Rb; pero es un tema que no le interesa mucho.

Al mediodía almorzamos lo mismo que el día anterior -y los tres siguientes-: arroz con hígados de pollo y zanahoria; acompañado de una pequeña ensalada; después de sacar a caminar a los perros lavé los trastes del día.

A las tres Rb le puso el arnés a su perro y lo subió al auto; el cual conduje hasta la clínica veterinaria a donde hemos estado acudiendo durante las últimas semanas; se suponía que iba a ser el último martes de tratamiento.

Pero no, aún debemos llevarlo -al menos- otra vez; en el camino había activado el hotspot del celular de Rb, en caso me contactaran del trabajo; pero no recibí ningún mensaje; el trayecto de ida no estuvo muy complicado: habíamos salido un poco antes de las tres de la tarde de casa y llegamos con bastante anticipación al comercial en donde se encuentra la clínica.

Le propuse a Rb que llevara al perro a la clínica, aunque tuvieran que esperar; mientras yo me entretenía en el supermercado, con un café y un pan; también había llevado tres cubos de Rubik: 3x3x3, 4x4x4 y 5x5x5; Rb bajó al perro y se dirigió a la veterinaria; yo entré al supermercado y ordené lo mismo que en las últimas dos ocasiones; y me dispuse a la espera; la que no fue muy larga: no había consumido la mitad del café cuando Rb retornó con su perro.

Al parecer no estaban muy ocupado en la clínica por lo que los atendieron rápido: un veterinario examinó el párpado del perro, una asistente lo inyectó y retornaron al auto; tampoco encontramos mucho tránsito en el camino de vuelta.

A las cinco volvimos a salir, aunque esta vez a pie, para dirigirnos a los supermercados en dirección norte: quería comprar papel de aluminio, y algunos ingredientes para el desayuno que había planeado para el siguiente sábado.

En el supermercado de descuentos adquirí algunos abarrotes; y en el siguiente supermercado compramos bananos; luego caminamos de vuelta a casa; por la noche ví el tercer episodio de la primera temporada de The Expanse.

También terminé de leer la primera parte de Tell me Everything y terminé de leer el libro de matemáticas; empecé a leer el segundo libro de un filósofo francés contemporáneo; el libro se llama 101 expériences de philosophie quotidienne; y, aunque no creo que esté realizando los experimentos, tal como los indica el autor; me servirá para familiarizarme un poco más con el francés, al menos el escrito.

El miércoles me levanté a meditar a las siete y media; la noche anterior había tenido bastantes dificultades para dormirme; no sé si influyó el hecho de que tuve que dar caza a varias moscas dentro de mi habitación.

La cuestión es que me costó conciliar el sueño; y durante la noche -no estoy seguro de la hora, pero era bastante tarde- estuve escuchando el ladrido de los perros a un par de casas de distancia; y creo que también la perra más anciana de Rb se puso a chillar en la madrugada: sucede a veces, como está acostumbrada a que la alimenten alrededor de las tres, en ocasiones se despierta antes y se pone a chillar.

En fin, medité durante diecisiete minutos y luego jalé la computadora, de la mesa del comedor a la cama, para entrar a la reunión diaria; mientras la computadora encendía resolví el wordle del día; y el trabajo siguió tranquilo: nomás estuve esperando notificaciones sobre los documentos que había enviado la semana pasada; pero no hubo ninguna novedad; aproveché para adelantar en las lecturas.

Y el día estuvo bien ocupado, pero con la cuestión de las moscas: creo que fueron más de una docena las que exterminamos con Rb; usando un par de matamoscas de plástico y un par de raquetas eléctricas; realmente se sentía como una plaga; al final de la tarde; después del horario laboral, realizamos con Rb la rutina de ejercicios de los miércoles; luego del baño me metí a la habitación de Rb  a ver un capítulo de The Expanse.

El jueves cambiamos nuestra rutina: usualmente Rb sale un poco después de las nueve pues es el día que reserva para su visita semanal al supermercado en el centro histórico; pero le habían avisado que ese día estaría cerrado.

Además, en el trabajo habían organizado la quinta -o sexta, no estoy seguro- reunión de capacitación sobre la tecnología con la que hemos estado trabajando desde el año pasado; y, debido al cambio de horario en el Imperio, tuve que entrar a la reunión a las seis de la mañana.

Entonces empecé mi rutina diaria a las cinco y media; medité, resolví el wordle y luego entré a la reunión de capacitación; la cual no fue muy buena porque la persona a cargo no pudo configurar de forma correcta su equipo y no presentó la información que había previsto.

Después de esta reunión; a las siete, me pasé a la reunión diaria del equipo; luego salí de la habitación a desayunar; pero después, bastante rápido, creo; nuestro nuevo lead nos convocó a una reunión; intrascendente, pero que me dejó bastante inquieto.

Básicamente se puso a tratar de asignar tareas; pero no tenía ni pies ni cabeza; lo que volvió a desestabilizar la relativa paz que había estado teniendo durante las últimas semanas (o meses); o sea: no veo un buen futuro en el área.

El resto del día pasó casi igual; excepto que durante el almuerzo preparamos pescado: como Rb debía ir al día siguiente al mercado del centro histórico preferimos consumir ese día el pescado semanal; al final de la tarde -después del horario laboral- nos dirigimos a los supermercados en dirección sur; en el más distante compré unas salsitas de tomate y un paquete de queso en rodajas.

En el otro supermercado compramos bananos; además de los embutidos que utilizo durante los tres desayunos del fin de semana; también pasamos a la panadería de ese lado; en donde compré el pan para los desayunos.

Por la noche ví el quinto -o sexto- capítulo de la primera temporada de The Expanse; también avancé un poco en el libro de Seligman que estoy leyendo, es sobre Psicología Positiva, pero me está costando bastante avanzar en el mismo.

El viernes retorné a mi horario habitual -desde el principio de la semana- de despertar: a las seis y media sonó la alarma del reloj y me levanté a meditar; luego resolví el Wordle del día (llevo una serie más de veinte días) y luego entré a la reunión diaria del equipo.

Después empecé a hacer mis lecciones matutinas de Duolingo; pero no pude concentrarme en la misma porque me llamó el colega del Imperio del Norte con quien trabajé los documentos las semanas anteriores.

Total que ni siquiera completé una lección; y perdí los cuarenta y cinco minutos de puntos dobles; creo que es la vez que -habiendo empezado en la mañana- he punteado más bajo; creo que me quedé en veinticinco puntos.

Tuvimos una mini reunión de equipo -los cuatro analistas locales y el de los documentos- en la que revisamos una configuración remota con una tecnología con la que debemos interactuar; luego nomás esperé a la siguiente llamada: la semanal que programó nuestro nuevo lead; en donde nos presentó a dos nuevos integrantes del equipo -dos personas con bastante tiempo en la empresa-; además del de la documentación y otra analista que ha trabajado varios meses en el equipo.

También tuvimos que presentarnos los cuatro miembros del equipo local; la reunión no fue muy extensa y el mensaje fue el mismo: hay que seguir haciendo lo que podamos hacer por el momento; luego me levanté y me preparé mi desayuno de los viernes; con una variante: desde principios de la semana estoy ayudando a Rb a consumir unos restos de Psyllium que adquirió hace algunos años; y que estima que no agotará antes de su fecha de vencimiento (se vencen el próximo año).

Los primeros tres días de la semana intenté agregarle el polvo a la porción de avena que desayuno; pero no tuve muy buenos resultados; estoy planeando agregarle una cucharada a la gelatina semanal; pero ese día le agregué un cuarto -o media- cucharadita al huevo.

Y no salió tan mal; el resto del día laboral lo pasé actualizando mis registros personales; Rb salió hacia el mercado del centro histórico un poco después de las nueve y retornó al mediodía; con media docena de muffins.

También me compró un paquete con diez tortillas de harina: habías estado buscando este producto pues planeaba usarlo en la elaboración de los omelettes que hago cuando invito a desayunar a alguno de mis amigos.

Por la tarde -un poco antes de que nos pusiéramos a hacer los ejercicios de la rutina de los viernes- vino el señor de las verduras; le había encargado a Rb un plátano, dos tomates y un chile pimiento; después del horario laboral hicimos los cuarenta y cinco minutos de ejercicios de fuerza; para ‘aprovechar’ el tiempo escuché un par de videos en francés; uno explicaba varios términos ‘avanzados’ del idioma, el otro hablaba sobre la pronunciación de algunos sonidos del mismo.

Ese día aún encontramos algunas moscas dentro de la casa; busqué en internet y, efectivamente identificamos una variedad diferente a la mosca común; aunque, al parecer, cercanamente relacionada a la misma.

El sábado me levanté a las cinco y media de las cinco y media de la mañana; había previsto alguna reunión con la persona de Cameroon y, la noche anterior, le había enviado el horario que esperaba tener durante el fin de semana.

Incluso le había ofrecido que podía llamarme a las cinco de la mañana; para que pudiéramos intercambiar idiomas (español/francés) durante media hora; pero no me llamó; a las cinco y media sonó la alarma y me levanté a meditar.

Luego intenté resolver el wordle del día pero rompí mi racha (la palabra era ladle) de veintiseis días -la noche anterior, o la anterior a esa, había roto mi racha, mucho más corta de wordle en francés, la palabra era neufs).

Un poco después de las seis me metí a la ducha; luego me puse a preparar el desayuno pues había invitado a desayunar a mi amigo de ascendencia china -con algunos rasgos de autismo-; para las siete ya tenía preparada la comida: omelettes (con embutidos, champiñones, chile pimiento y Psyllium), frijoles refritos, tomate en rodaja, plátano frito, y café.

Mi amigo vino un poco después de las siete y nos pasamos las siguientes cuatro horas en el comedor: entre desayuno y conversación; en esta ocasión no trajo su computadora, pero me obsequió dos presentes: un pequeño libro artesanal, que se ganó en un evento de tecnología.

Y una revista del grupo de antropología gnóstica -yo lo considero, como varios países, una secta coercitiva- a la que asiste; me volvió a invitar a sus reuniones, pero creo que -esta vez- fui un poco brusco al negarme: o al negar rotundamente en la existencia de la magia.

A las once nos alistamos con Rb, pues habíamos planeado bajar a los supermercados en dirección sur; le propuse a mi amigo que nos acompañara caminando hasta encontrar un busito y, un poco después nos estábamos despidiendo, en el boulevard.

Con Rb caminamos nomás al supermercado más cercano en dirección sur; en donde adquirimos algunos bananos; Rb también compró un pequeño saco de comida para gatos: ahora, a partir del relajo de la gata de los vecinos, se ha propuesto alimentar a varios gatos -ferales y domésticos-.

Almorzamos pollo asado, un poco del arroz que nos había sobrado de los almuerzos semanales y una pequeña ensalada; luego hicimos una limpieza bastante amplia: en la mañana había matado una mosca y, por la tarde encontramos otro par.

Total que removimos la refri y la estufa; buscando lugares propicios para la reproducción de las moscas; también removimos las puertas del pequeño trastero que se encuentra bajo el lavatrastos; y nos deshicimos de la mayoría de cacharros -de metal- que almacenábamos en el lugar.

Para terminar, aumentamos la altura del último nivel de la repisa metálica en donde almacenamos la mayor parte de la vajilla y los ingredientes que utilizamos para cocinar; y aproveché para limpiar la estufa; y cambiar el papel de aluminio con el que protejo la superficie de las hornillas; para terminar la tarde ví el capítulo siete de la primera temporada de The Expanse; volví a ver los quince minutos iniciales de The Electric State pero continué hasta la hora de la película.

El domingo me levanté a las siete y media; no quería levantarme tan temprano, pero tampoco tan tarde; medité y retorné a la cama; a hacer un poco de DUolingo; creo que dormité un poco y me levanté a preparar mi desayuno del fin de semana a las nueve.

Un poco después de las diez nos dirigimos, con Rb, a los supermercados en dirección sur; el sol estaba bastante fuerte, pero, aún así, decidimos caminar hasta el más alejado; aunque no cruzamos la calle, nomás retornamos al supermercado que está a medio camino.

En este compramos bananos y lechugas; luego retornamos  a casa; decidimos sacar a caminar a los perros antes de preparar el almuerzo; y, luego de preparar las alitas dominicales -y la ensalada para acompañarlas- terminamos la rutina de antes del mediodía.

Por la tarde lavé los trastes del almuerzo y preparé una taza de té, únicamente para Rb, pues yo debía salir a las tres de la tarde; a esa hora tomé el automóvil y me dirigí a la casa del voluntario que vive en la colonia donde crecieron mis hijos.

Llegué a la hora esperada: a las tres y cuarto; el plan era pasar a la peluquería que se encuentra al otro lado de la calle y luego tocar el portón; lo he hecho de la misma forma en varias ocasiones; pero en este caso había un joven esperando turno.

Lo raro -molesto para mí- fue que el joven estaba fuera de la peluquería, hablando por teléfono; y fue cuando intenté entrar que el peluquero me dijo que era su turno; así que tuve que esperar unos minutos antes de que se pusiera en acción.

Y el corte del joven -era algo de un estilo moderno- le tomó los quince minutos que había previsto; y cuando me senté en el sillón para el corte, ví que mi amigo había salido al portón de su casa: al parecer se había dado cuenta que me había parqueado y estaba esperándome.

Lo bueno es que mi corte de pelo es bastante sencillo: nomás pido que le pongan la guía número dos a la afeitadora; por lo que, menos de diez minutos después, crucé la calle, a saludar a mi amigo; y nos pasamos las siguientes dos horas en su comedor: llevaba un paquete de café instantáneo y cuatro cubiletes; me disculpé profusamente con mi amigo por hacerlo esperar frente a su casa; también me contó que esta semana tiene que ir nuevamente con el médico, para ver si le ajustan la medicina de la presión.

Y que está esperando a que le permitan manejar, pues lleva más de mes y medio de no salir de su casa, debido a la prohibición a conducir; a las cinco y media intenté hablar con el esposo y el hijo de mi tía -los llamé por whatsapp- pero ninguno respondió.

Había planeado pasar a visitar a mi tía favorita antes de retornar a casa de Rb; pero, al no poder confirmar que habría alguien en casa, nomás conduje de vuelta a casa; el tránsito estaba super ligero por lo que, un poco más tarde, estaba parqueándome.

Como habíamos acordado con Rb, me puse a pelar y partir dos libras y media de papas y, luego de cocinarlas, preparé la tortilla española que almorzaremos los primeros tres días de la semana; corté las papas en cubitos y los puse a hervir durante diez minutos; luego las mezclé con una cantidad similar de pollo cocido, champiñones y chile pimiento; sofreí la mezcla en aceite de oliva con un poco de ajo; y lo completé con siete huevos batidos; el resultado fue una tortilla española, que dividí en seis porciones.

Como Rb tenía su clase de teología aproveché para encerrarme un rato en mi habitación y terminar -por fin- la primera parte del libro Flourish; en el mismo Seligman actualiza su concepto de Psicología positiva; pero me ha estado costando bastante avanzar en el libro; creo que pasé tres días nomás en esta primera parte.

Y a ver cómo sigue eso...

lunes, 10 de marzo de 2025

La expansión... The expanse... L'étendue...

No recuerdo cuál fue la serie más extensa que he visto; ni hace cuanto; o sea, hace como quince años empecé a ver House MD, a partir de la temporada cuatro o cinco; y luego continué hasta el final -creo que fueron siete temporadas-.

También -por esa época- ví, casi integramente Homeland -estuvo muy buena-; quizá la mitad de The Big Bang Theory; toda la serie de Breaking Bad; y toda la serie de Silicon Valley; además, Be Positive, y alguna que otra serie corta o de una o dos temporadas.

Pero, desde hace algunos años, he estado limitando mi consumo de audiovisuales; incluso las películas -como Flow- las veo en dos o tres sesiones: trato de utilizar mi tiempo en actividades menos 'pasivas'; como jugar ajedrez, resolver cubos de Rubik o leer.

Pero ayer empecé a ver The Expanse; que es una serie de ciencia ficción y que ha sido recomendada varias veces por uno de mis divulgadores de Youtube favoritos -le CEO de una academia de tecnología de Latinoamérica-.

Empecé a ver el primer capítulo de la primera temporada -creo que acaban de sacar la sexta- pero el sitio en el que estaba reproduciéndola se empezó a parar; por lo que mejor bajé toda la primera temporada; lo chistoso(?) es que ya había visto el primer capítulo en el pasado.

Creo que los capítulos tardan como cuarenta y cinco minutos; y creo que la primera temporada contiene en total ocho capítulos; al menos ya tengo todos los capítulos en mi computadora con Ubuntu; creo que veré la primera temporada -me llevará un poco más de una semana-; y luego decidiré si continúo con el resto.

Y a ver cómo va eso.

El lunes pasado me levanté a las siete y media; como me dormí un poco antes de medianoche, sentí que el sueño me sustentó bastante; medité, resolví el Wordle del día y luego entré a la reunión diaria; después continué con el trabajo en los documentos que estaba preparando desde la semana anterior: aún me faltaba completar tres de los mismos; también estuve en estrecha comunicación con mi compañero en el Imperio del Norte.

Creé una carpeta compartida en nuestro sitio laboral pues estábamos empezando a hacernos bola con los cambios que estábamos introduciendo en los documentos en los que ya habíamos avanzado; me pasé casi todo el día inmerso en la misma tarea; un poco después del mediodía subí el séptimo documento a la carpeta compartida; para el almuerzo consumimos, con Rb, una de las porciones de Pollo en crema -de almendras- y loroco.

Un poco antes del almuerzo había llamado a una persona que conocí en un grupo de intercambio de idiomas: un anciano argelino que ahora vive en el Imperio del Norte y que habla además de su idioma natal (árabe), francés, español, inglés, portugués, y creo que también un poco de mandarín.

Estuvimos conversando casi solo en inglés; intenté expresarme en francés pero dijo que no me entendía; también hablamos un poco en español; su nivel es bastante bueno; quedamos en que volveríamos a conversar para explorar el intercambio de español/francés.

Después de sacar a caminar a los perros, lavar los trastes, y preparar café y té; empecé a trabajar en el penúltimo documento de la lista actual; también retrasamos la hora de los ejercicios media hora: a las cinco realizamos la rutina de ejercicios de los lunes.

Después me tomé un poco de tiempo para ver una parte de la última película del Capitán América; luego subí el documento completado a la carpeta compartida -la verdad no estaba muy grande-, con lo que ya me quedaba nomás uno.

Cuando Rb se sirvió su segunda cena en la cama -lo que hace desde hace más de un año-, me retiré a mi habitación -lo que hago desde hace unos meses, pues me molesta el olor de la comida en la cama- y comencé a leer el libro en español de turno: Una suerte pequeña.

Retorné luego, un rato, a la habitación de Rb; hasta las once; a esa hora me retiré a mi habitación y completé la segunda (de tres) parte del libro en francés que estoy leyendo: Dieu expliqué à mes petits-enfants; no diré que me parece banal, pero bueno.

El martes me desperté un poco antes de las siete: el edredón se había corrido y el clima está bastante fresco, por lo que el frío me despertó; pero no me levanté hasta las siete y media; a esa hora bajé de la cama a meditar, luego resolví el Wordle del día, y entré a la reunión diaria; en la cual seguimos sin participar mucho, aunque ahora acude a las mismas quien nos está asignando tareas.

Después de la reunión me quedé en la cama, comenzando el trabajo en el último de los documentos de la lista; también conversé un poco con el compañero en el Imperio del Norte: queríamos sincronizar los cambios; continué trabajando toda la mañana en el documento -excepto un momento un poco antes de las once, en que hice las lecciones de Duolingo-; y subí el resultado un poco antes del mediodía.

Y es que ese era el día de la semana en el que había estado conduciendo a Rb, y su perro, a la veterinaria en donde están tratando su párpado; lo bueno es que puedo conectarme desde el celular -gracias a que Rb pone el suyo en modo hotspot-.

A las tres subimos el perro de Rb al asiento trasero del auto y conduje hasta la clínica veterinaria; cuando me estacioné frente al supermercado del lugar revisé los mensajes y, efectivamente, me había escrito mi compañero; lo bueno es que nomás confirmé que ya había subido el documento a la carpeta compartida.

Rb bajó a su perro y se dirigieron a la clínica; yo entré al supermercado y ordené un capuchino y un par de porciones de magdalena (dos dólares y medio); pero justo en el momento se interrumpió la energía eléctrica; con lo que tuve que esperar un rato.

Lo bueno es que llevaba los cubos de Rubik de 4x4x4 y de 5x5x5; la electricidad retornó unos minutos después y me estuve en el lugar un poco más de media hora; pero aún no había terminado el café cuando Rb retornó con su perro.

Abordamos el automóvil e iniciamos el camino de regreso a casa; en una gasolinera del camino paramos para rellenar el tanque de gasolina (dieciocho dólares); lo que cubro en su totalidad cada vez que viajo al puerto a visitar a mis padres.

Cuando retornamos verifiqué que no hubiera habido novedades en el trabajo y me relajé un poco: había completado los nueve documentos en menos del tiempo esperado; a las cinco de la tarde nos dirigimos a los supermercados en dirección sur.

No entramos al supermercado más lejano; nomás caminamos hasta su altura; luego retornamos al que queda a medio trayecto; allí Rb compró bananos y lechugas; después regresamos a casa; por la noche estuve actualizando mi registro de gastos (el mes pasado fue un éxito: gasto del cuarenta por ciento de los ingresos); no tengo muchas esperanzas este mes: además de los cien dólares que le dejé a mis padres, para emergencias.

Por el mismo viaje, debo cubrir más parte de la gasolina, y el regalo de cien dólares para el cumpleaños de mi hijo menor: en tres semanas cumple veintitres; cuando Rb llevó su segunda cena a la habitación, aproveché para salir al comedor y llamar a quien fue mi supervisor en la ciudad del Imperio del NOrte en la que viví hace casi veinte años.

El miércoles el trabajo bajó un poco -bajó casi todo-: el día anterior había enviado los nueve documentos que me habían requerido, así que estaba nomás a la expectativa de la retroalimentación del nuevo asignador, quien los estaba revisando.

Medité, completé el Wordle y entré a la reunión diaria; salí de la habitación un poco después de las nueve; pero no hice Duolingo hasta más tarde, y Busuu; a media mañana me reuní con mi supervisora; era la reunión quincenal; en la misma nomás le comenté que me estaban asignando más tareas, por lo que consideraba conveniente no tomar los dos jueves de vacaciones este mes, recomenzar en abril con el patrón.

Estuvo de acuerdo; el resto de la reunión no varió mucho: me comentó que la capacitación en la principal herramienta que utilizamos iba a continuar (no había entrado a ninguna de las tres reuniones); y que habría una reunión de equipo a finales del mes.

Al mediodía preparamos, con Rb, unos fideos de camote; para terminar de preparar -nuestra versión de- espaguetis a la boloñesa; después del almuerzo sacamos a caminar a los perros, luego lavé los trastes y preparé café y té; después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de los miércoles; durante el día había acordado reunirme con el programador local con quien más me comunico: quería mostrarme un framework de JavaScript en el que ha estado trabajando últimamente.

La reunión era a las seis; pero, aunque el señor de las verduras había venido a media tarde, aún necesitábamos huevos de la tienda; y también preparar la papaya que cenamos casi todos los días; al final Rb me propuso que me quedara preparando la papaya -frecuentemente lo hago- mientras ella se dirigía a la tienda; lo hicimos así y a las seis ya estaba libre para la reunión.

La misma tardé casi una hora; y, la verdad, no me entusiasmó: he estado usando React desde el año pasado y me ha permitido crear algunas apps que uso en el teléfono; Astro se ve atractivo, pero nomás lo veo como otra opción.

En la noche empecé a leer el siguiente libro de la línea entrelecturas: Second Act; había elegido el libro por el tema: relatos de personas en la segunda parte de la vida; pero luego dudé en continuarlo; en la introducción dice que son las historias biográficas -y algo de ciencias sociales- de muchas personas como Ray Krock o Toni MOrrison (triunfando bastante tarde); pero no le veo mucha diferencia con lo que acabo de leer en la misma línea: What should I do with the rest of my life.

O sea, quiero leer algo sobre la segunda parte de la vida; pero no sobre el triunfo en la misma, o el éxito en alguna área; quizá nomás sobre qué puedo esperar, o cómo afrontar de una forma más efectiva los últimos años (espero que aún veinte).

También terminé de leer Dieu explique a mes petit-enfants; y no, no me gustó; tampoco lo aborrecí; simplemente me llama la atención los malabares que tiene que hacer el autor para explicar su creencia en dios.

El jueves me levanté a las seis y media; había dejado la alarma del celular para esa hora porque tenía la capacitación -la cuarta para el grupo, la primera para mí- sobre la tecnología en la que trabajamos actualmente.

Medité y luego jalé la computadora -de la mesa del comedor a la cama- para atender la capacitación; antes hice el wordle diario; la reunión estuvo interesante; y, como el conferenciante se había quejado de que casi no había preguntas, me aseguré de indagar en varios de los puntos que presentó.

A las ocho nos tocó pasarnos a la siguiente reunión; en la que casi no participa mi área -aunque ahora también entra quien nos está asignando tareas-; a media reunión Rb entró a saludar; me levanté luego de que la reunión acabara; me preparé el desayuno y realicé mis lecciones matutinas de Duolingo; el día anterior había estado viendo algunos videos sobre conversaciones en francés, y debo mejorar en esa línea.

A las nueve Rb se despidió, para dirigirse a su visita semanal a los supermercados del centro histórico; al parecer había bastante tránsito en la ciudad, debido a una protesta de un culto judío que ha sido estado siendo procesado por la justicia local; algo de robo -o abuso- de niños.

No tenía ninguna asignación pendiente; pero mi compañero en el Imperio del Norte me escribió para comentarme que debíamos (debía yo) revisar los nueve documentos para resaltar algunos términos; como no me gusta complicarme la vida, bajé los nueve documentos a mi disco local, los convertí a PDF y realicé una búsqueda general en el grupo completo -algo que realizaba en mis funciones anteriores-; no estuvo tan complicada la cosa.

Rb retornó un poco antes del mediodía, cargada de sus frutas para la semana; también me trajo una mini magdalena, de una de nuestras pastelerías favoritas; por la tarde nomás estuve esperando retroalimentación de mi compañero en el trabajo, pero no hubo ninguna.

Aproveché para explorar qué libros podría agregar a mi lista anual; al final bajé Flourish, de Martin Seligman, como sustituto a Second Act; también avancé en When to tell when you will die; ya nomás me queda un ciclo.

El viernes me levanté nuevamente a las siete y media; el día anterior me había sentido bastante agotado al final del día, debido a que me había levantado una hora antes, para atender la capacitación sobre la tecnología que utilizamos; entonces me recordé que, a partir del próximo lunes, ese mi horario habitual: hay cambio de horas en el Imperio del Norte.

Después de meditar jalé la computadora de la mesa del comedor a mi cama, para entrar a la reunión diaria de mi equipo de trabajo; antes había resuelto el wordle del día del New York Times, llevo un streak de diecinueve días; el anterior máximo fue de dieciocho.

La noche anterior también había empezado a resolver un wordle en francés: ví que Rb había encontrado un sitio para realizarlo en español; pero no me llama la atención en este último idioma; después de la reunión me quedé en la cama haciendo un poco de Duolingo; luego me levanté a preparar el desayuno de los fines de semana; el día anterior había comprado, además del pan habitual, un par de cubiletes -gasté casi el triple de lo que gasto semanalmente en este rubro-.

A media mañana entré a la nueva reunión semanal que organiza la persona que nos está asignando tareas -a la que entré tarde la semana anterior-; en esta ocasión había puesto una alarma en el celular para evitar saltármela.

La reunión estuvo tranquila: básicamente sobre lo que hemos estado realizando; pero, esta persona nos recordó que nos había pedido un correo semanal detallando las tareas que habíamos realizado; después de la reunión preparé el correo que había sido solicitado: afortunadamente mi semana estuvo bastante ocupada, por lo que no tuve inconveniente en enviar un sumario de lo que había estado haciendo, con mi compañero en el Imperio.

Un poco más tarde volvimos a reunirnos; en esta ocasión; para revisar un documento y la forma de aplicarlo; fue una reunión de más de una hora en la que estuve tomando nota de los cambios necesarios; al parecer el nuevo lead tenía una reunión con su jefe, por lo que suspendió la reunión, pero indicó que volvería -justo a la hora del almuerzo de casi todos- a convocarnos nuevamente.

Les comenté la situación del almuerzo a mis compañeros: no me preocupaba tanto almorzar trabajando, sino la salida posterior con los perros de Rb; dos de los otros tres indicaron que también tomaban su hora de almuerzo al mismo tiempo.

Y uno de ellos -mi compañero menos favorito- le escribió al lead indicando que salí a almorzar e informando que retornaría en una hora; yo respondí al mensaje con un ‘same here’ y el otro compañero con un ‘me too’.

Y cerré la computadora; mientras almorzábamos con Rb, pescado frito y un resto del pollo que habíamos consumido los primeros dos días de la semana laboral; luego acompañé a Rb en la caminata diaria de sus perros.

Retorné un poco antes de las dos y me uní a la llamada; nomás estaba el lead y el compañero que toma su almuerzo a las dos; pero la llamada estaba silenciosa; cuando entré el lead empezó a indicarme más comentarios para el documento.

La llamada tardó un poco menos -al parecer, el lead tenía que acudir a otra reunión-; los otros dos compañeros se unieron un momento; pero la llamada fue concluida bastante rápido; lavé los trastes, preparé café y té -debo de dejar de tomar café dos veces al día: me produce molestias estomacales, por lo que debo retorna al té de menta por las tardes-; luego modifiqué el documento en el que trabajamos con los comentarios recibidos.

Al finalizar el horario laboral (a las cuatro y media) realizamos, con Rb, la rutina de ejercicios de los viernes; habíamos hablado de salir más tarde a la tienda, yo no tenía ganas, pero me había resignado a hacerlo; afortunadamente, Rb tampoco estaba animada para hacerlo, por lo que lo dejamos para el día siguiente.

Por la noche estuve avanzando en la última parte de Hackers and Painters -últimos dos capítulos- y buscando con qué continuar en esa línea; había considerado leer un libro sobre c o c++; al final decidí empezar a aprender Rust.

El sábado la alarma del celular sonó a las seis y diez; había programado reunirme con mi único amigo de la facultad a las siete y veinte y querí realizar un par de actividades antes de salir de casa: meditar, wordle en inglés y lecciones de Duolingo.

Me costó levantarme, hice dieciséis minutos de meditación -era el último de estos cincuenta días- y, luego de resolver el wordle del día (me tardé bastante en encontrar la palabra: navel), hice dos o tres lecciones de DUolingo, portugués, me parece.

A las siete menos diez me metí al baño y a las siete y diez estaba arrancando el auto; no había mucho tránsito y, un par de minutos antes de la hora convenida, estaba estacionando en el Mc Donald’s del periférico más cercano.

Le envié un mensaje a mi amigo y me dispuse a esperarlo; no tardó mucho en llegar; aunque se atrasó: debía llevar a sus dos hijos mayores a dos universidades diferentes y ambos tardaron más tiempo del que esperaba, en alistarse.

Estuvimos en el lugar por una hora y media, entre conversación, un par de desayunos de los más usuales: egg mcmuffin, me parece; su hija mayor está ahora -quince días- dando clases en un colegio y su segundo hijo va en el segundo año en la facultad.

A las nueve le escribí a Rb para comentarle que retornaría pronto a casa y que podríamos dirigirnos a los supermercados; la verdad no me atraía mucho compartir más tiempo con mi amigo; un poco más tarde me despedí e inicié el camino de retorno a mi casa; vine a encontrar a Rb aún desayunando y luego se puso a hacer sus lecciones de Duolingo; yo hice un poco de Busuu y, luego, nos dirigimos a los supermercados en dirección norte.

En el supermercado de descuentos Rb compró un cargador para su teléfono; luego pasamos a la ferretería grande: necesitaba sacar un poco de efectivo; pero ya no hay cajero automático en el lugar; pasamos al otro supermercado y ambos sacamos un poco de efectivo; en el camino de vuelta pasamos a una tienda en la que habíamos dejado pagada una papaya -y un par de bolsitas de café instantáneo-; luego retornamos a casa.

Cuando regresamos terminamos de preparar el almuerzo: jocón de pollo; y, después de tomarlo, y sacar a caminar a los perros, me puse a leer un poco del libro de matemáticas en francés; también terminé de ver la película que llevaba a medias: Companion.

Además, mi hijo menor me contactó por whatsapp: le había enviado -les había enviado- un link sobre unas becas en Taiwán, pero resulta que eran para nivel de licenciatura; pero aprovechó la comunicación para solicitar un préstamo; le transferí cuarenta dólares, que ofreció retornar en el resto del mes; por la noche terminé de leer la parte del libro en francés que tenía entre manos -creo que ya voy por la mitad- y practiqué un poco con los cubos de Rubik de 4x4x4 y 5x5x5;

El domingo me volví a levantar a las seis y diez; y mi primer pensamiento fue que a partir del día siguiente debía empezar a levantarme a las seis y media: una hora antes de lo que me he estado levantando estos últimos cuatro meses, debido al cambio de hora en el Imperio.

Después de meditar -y resolver el wordle del día-, hice varias lecciones de Duolingo -más del doble que el día anterior-; luego me metí a la ducha; llegué al restaurante en donde había programado el desayuno con mi doctora casi a la hora esperada: siete y media.

Le envié un mensaje para comentarle que ya estaba en el lugar y, unos minutos más tarde, la ví entrar en el lugar; al igual que el día anterior, me hice cargo de la factura -ella al menos lo ha hecho en algunas ocasiones-.

Luego, nos pasamos dos horas y media poniéndonos al día de nuestras vidas, desde la última vez que habíamos coincidido; creo que no nos veíamos desde Octubre; en general, creo que, está mejorando: en esta ocasión no hubo lágrimas en el recuento.

Puse una alarma para las diez y, unos minutos después de esa hora, la acompañé al parqueo, para despedirnos; la salida estuvo un poco complicada, debido a la cantidad de automóviles a esa hora de la mañana.

Retorné a casa sin mucho contratiempo; Rb sacó a los perros al patio cuando vió que estaba estacionando el auto y luego retornó a terminar su desayuno; luego fuimos al supermercado más cercano en dirección sur; en donde compramos un poco de bananos.

Al mediodía preparamos las alitas de pollo dominicales; y luego, como habíamos sacado a caminar a los perros antes del almuerzo, nomás esperé a que les diera la comida, para lavar los trastes y preparar los tés de la tarde.

El resto de la tarde nomás acompañé a Rb en la cama, mientras ella veía alguna serie en su computadora, me puse a ver algunos videos en francés y a actualizar mis registros financieros; a media tarde me contactó una de las personas que se anunció en un grupo de intercambio de idiomas: le había enviado un mensaje en francés ofreciendo mi ayuda para practicar inglés y español.

Y a ver como sigue eso.