Es un sentimiento clásico -para los padres de familia especialmente- que los primeros días de enero son una cuesta hacia arriba: retorno de los niños a los estudios, recuperación de los gastos de las fiestas de fin de año y así.
Yo ya no tengo responsabilidades paterno-filiales tan directas; de vez en cuando ayudo a mi hija mayor con sus gastos cotidianos o a mi hijo menor con sus gastos de tecnología; o a mi hija mediana con algunos gastos universitarios… y en esta ocasión incluso decidí no seguir con los desafíos personales para inaugurar el año.
Como había previsto viajar a visitar a mis papás el segundo sábado de enero -y debíamos llevar al perro de Rb al veterinario el primer sábado- llamé al mecánico el primer lunes del mes para que viniera a revisar el auto por qué al realizar ciertos giros emitía un pequeño repiqueteo.
El mecánico vino el jueves y diagnosticó una punta de flecha -sea lo que sea eso- defectuosa siendo el remedio un cambio de la pieza de ambos lados; al final gastamos ese día como 300 dólares pues tuvo que llevar la parte del lado derecho a un torno pues no podía extraer una pieza.
Luego de entregarme el auto el mecánico me comentó que había además engrasado el cojinete del lado derecho pues para extraer la pieza atorada habían tenido que calentar todo el mecanismo… de todos modos, me aseguró, no habría ningún inconveniente.
Pero sí lo hubo, el día sábado llevamos al perro de Rb a la veterinaria que queda al otro lado de la ciudad y cuando bajábamos una cuesta empezamos a escuchar un zumbido algo raro; y no pude identificar en qué lado se estaba produciendo.
Luego de retornar de la veterinaria me dirigí -por tercera vez- al banco en el que recibo mi salario para presentar una carta solicitando el traslado del saldo en dólares de la tarjeta que mi hija segunda usó durante casi cinco años hacia la nueva cuenta en dólares que había abierto recientemente.
Luego pasé por una ferretería a comprar poxipol pues el retrovisor del lado derecho del auto volvió a zafarse y la última vez el mismo mecánico lo había reparado con un adhesivo de este tipo; al menos el retrovisor quedó muy bien.
Había tratado de no darle importancia al zumbido que habíamos escuchado con Rb pues las piezas sustituidas eran nuevas -de hecho las anteriores eran las originales-; pero, el domingo que la llevé a la iglesia continuaba el ruido -en cierto momento creí que era una moto que nos quería rebasar- por lo que llamé al mecánico, quien quedó de venir a ver el auto al día siguiente.
El lunes por la tarde se presentó el mecánico y fuimos a dar una vuelta para que escuchara la vibración que se producía cuando el auto superaba los cuarenta kilómetros por hora; nos comentó que era el cojinete del lado derecho y que había que cambiarlo.
Total que gastamos otros sesenta dólares para el cambio pero además nos dijo que lo mejor era que se le realizara una alineación y balanceo porque de lo contrario, debido al cambio del cojinete, los neumáticos podían empezar a dañarse.
Como el sábado ya había previsto ir al puerto y creí que manejar doscientos kilómetros realmente podrían estropear las llantas busqué talleres con servicio de alineación y balanceo y al día siguiente aproveché el almuerzo para dirigirme a uno cercano.
El problema fue que tenía que esperar más de dos horas y, a pesar de que había avisado de mi ausencia en el trabajo, tenía que presentarme justo a mediodía a una reunión para la coordinación de ciertas tareas de mi trabajo que estoy empezando a desarrollar.
Como me molesta ausentarme de mis labores manejé de vuelta a mi casa y me resigné a ir al puerto en autobús: el trayecto en autobús tiene una duración aproximada de dos horas y media (más del doble del tiempo en auto) pero me preparé para el viaje: instalé Chess en mi celular y bajé varios audiolibros.
El sábado me levanté un poco antes de las seis de la mañana para bañarme y tener tiempo de hacer algunas lecciones de Francés en Duolingo antes de dirigirme a la para del bus local; me tomó un poco más de media hora -tuve que caminar casi medio kilómetro- para llegar al lugar en donde podía abordar el bus al puerto.
Esperé otra media hora y a las siete y media ya iba rumbo al puerto; a donde llegué a las 9:30; aunque a la casa de mis papás llegué una hora después pues el puente de acceso está en reparación por lo que el bus tuvo que tomar una gran desviación para ingresar al pueblo.
Encontré a mis papás bien; ahora tienen un perro además de los gatos que ya mantenían en sus casas -son tres pequeñas casas construidas en serie en el mismo terreno- y estuvimos un rato allí y luego otro rato revisando la construcción con la que me están apoyando: al segundo nivel le faltan las divisiones y la terraza.
Creo que la construcción va por buen camino y espero que la obra -menos los acabados- esté completa para el final de este año; quizá me lleve otro año los acabados -repello, plomería, electricidad, puertas y balcones- por lo que en dos años o así podría ya estar yendo a quedarme algunos fines de semana por mes.
Un poco después del mediodía nos dirigimos a una Domino’s Pizza y almorzamos en el lugar; y a las dos de la tarde mi padre se fue a una reunión de veteranos de la marina y mi madre me acompañó a la estación de buses; a las dos y media el bus inició el retorno; este viaje estuvo un poco más corto y a las 5 estaba entrando a mi casa.
El domingo volví a levantarme temprano pues había invitado a un amigo psicólogo -a quien no veía desde hacía más de diez años- a desayunar a las 8:00 en el Mc Donald’s de costumbre; pero, como el auto no estaba disponible debía irme en bus y transmetro.
Además quería hacer las lecciones de antes de mediodía de Duolingo; caminé un par de kilómetros para abordar un bus que me dejaría en el anillo periférico y al haber llegado temprano en lugar de abordar el transmetro me dirigí caminando al lugar; al cual llegué con un poco de tiempo de anticipación.
Estuve esperando en el lugar un buen tiempo pues mi amigo se retrasó y luego desayunamos y nos pusimos un poco al día con nuestras últimas novedades: él es analista de datos en una ONG y anda en la primera etapa -siete meses?- de relación con su novia.
Para retornar sí tomé el transmetro y el bus que me deja justo a la entrada de la colonia a donde llegué bastante temprano pues mi amigo tuvo que retirarse bastante rápido del desayuno.
Por la tarde fuimos con Rb a la MegaPaca en donde adquirí un par de tenis por 12 dólares: una mala compra pues no me dí cuenta que el material no es cuero y ya se ven dañados con un par de usadas; además la suela es un poco elevada y por haberlos usado para caminar el lunes y martes de esta semana me provocaron molestias en el talón derecho.
La semana pasada finalicé King Dork; es Young Fiction y el final es un poco raro pues no pude encontrar un cierre para el arco del personaje; no sé aún si leeré la continuación: King Dork Approximately; en esa línea empecé Turtles All The Way Down de John Green.
También terminé Critical Thinking in a Nutshell y empecé el siguiente de esa línea: Thinking from A to Z; este es una especie de diccionario de términos comunes en el área del pensamiento crítico; estoy tratando de leer 20 páginas en cada ciclo.
Estoy por terminar de leer Las madres, de Carmen Mola y estimo que seguiré con otro libro en español del mismo género (novela negra) y la misma nacionalidad que este; quizá el último libro de Dolores Redondo.
Aún llevo a medias What Do You Say After You Say Hello y tengo identificados tres o cuatro libros más sobre Análisis Transaccional; de hecho la reunión con mi amigo el domingo pasado era para explorar material de este tipo pero no nos dió tiempo de llegar al tema.
Además estoy en conversaciones -nuevamente- con una psiquiatra que conocí hace diez años para reunirnos a tomar un café y quiero aprovechar para explorar su conocimiento sobre terapias grupales disponibles localmente.
En el área de tecnología sigo con Clean Code; pero, además, estoy tratando de ver algunos cursos en la plataforma de Platzi (aún me quedan un par de meses de acceso) y adicionalmente, en el trabajo nos suscribieron por seis meses a otra plataforma en la que debo ver algunos cursos para terminar de completar el perfil de la posición en la cual he estado trabajando durante el último año.
Y bueno, este sábado espero -por fin- llevar el auto a la alineación y balanceo necesarios; luego será la primera clase del último módulo de lengua de señas; y por la tarde espero almorzar y pasar un rato con mi hijo menor -he decidido por esta época ver un sábado a mi hijo y un sábado a mi hija-.
También, mi hija segunda respondió -por fín- a mis mensajes sobre Facebook comentándome que está aplicando a Grad School -creo que es para un master- pero que hasta febrero le confirman; no sé qué toca ahora pero creo que llega el momento en que vuele -al igual que sus hermanos- en soledad.
Y mi papá quizá obtenga -por fin- este año el grado universitario de profesor de enseñanza media; de pronto será mi tercera ceremonia como padrino de graduación… y a ver cómo va eso.