viernes, 3 de julio de 2015

Carreras, carreras...

Mi hija segunda obtuvo una beca en uno de los colegios más prestigiosos de la ciudad -y más caros-.  El trámite fue bastante largo.  Fuimos a ese colegio hace unos tres meses para que se evaluara para aplicar a la beca.  Luego me enteré que era otra beca.  Un mes después o algo así volvimos a ir para nuevamente aplicar, ahora si a la beca que yo conocía.  Un compañero de trabajo, en mi segundo lugar de trabajo como ingeniero, se había graduado en la misma forma de este colegio.

El instituto de nivel medio en el que estudian mis hijos tiene como tradición enviar a los mejores alumnos a aplicar para becas a este colegio, asociado con una de las universidades más caras del país.  Mi amigo se graduó de este colegio y luego pasó a la universidad nacional, a donde ingresó un año después que yo.  Ahora dirige las operaciones en un país de sudamerica de una de las gasolineras más grandes del mundo.

La primera evaluación fue un día sábado.  Llegaron como dos mil aplicantes y se suponía que el siguiente sábado llegaría otro grupo similar, o mayor.  La segunda evaluación, creo que en este caso el grupo se reducía a 50 alumnos fue varios sábados después.  Este fue el sábado que coincidió con la graduación en la cual fui padrino de un Administrador de Empresas en mi antigua universidad.  El tercer paso fue una entrevista, para lo que pedí unas horas de la mañana libres y acompañé a mi hija. 

 El cuarto paso, en este caso ya confirmado el otorgamiento de la beca, fue una sesión informativa a la que la acompañó su madre.  Este paso fue bastante complicado.  Me llamaron el último día en que se suponía que avisarían a los veinticinco alumnos que habían obtenido la beca.  Estaba en medio de una reunión telefónica pero logré agradecer por la oportunidad y anotar los datos para la siguiente reunión.  Lo malo es que el día en que la habían programado hubo rumores de manifestaciones ciudadanas en la ciudad y llamaron un par de días antes para cancelar.  Lo mismo sucedió en la segunda ocasión.  A la tercera por fin se logró realizar.

El último paso debía realizarse el viernes pasado.  La noche del martes de la semana pasada la madre de mis hijos me envió un sms para que llamara a mi hija.  Debía proporcionarle una carta laboral, unos estados de cuenta bancario y la copia de mi documento de identifiación.  Ese viernes era el límite para presentar la papelería en el colegio y formalizar la inscripción.  

El miercoles a las 8:05 bajé a recursos humanos a llenar una boleta para solicitar la carta laboral.  Me indicaron que se tardaban dos días en emitirla.  Por la tarde pasé a los tres bancos en donde tengo cuentas monetarias y obtuve los estados de cuenta.  En una librería cerca de mi casa le saqué fotocopia a mi documento de identificación.  Por la noche pasé a la casa de mis hijos y le comenté a mi hija que la carta me la daban hasta el viernes y que iba a pedir permiso al mediodía para acompañarla al colegio.

La verdad es que se me hizo cuesta arriba compartir documentos con información financiera personal pues sospeché que la madre de mis hijos lo tomaría como excusa para volver a las exigencias de más recursos.  Aún ahora más de la mitad de mi salario se lo transfiero mes a mes.  Le comenté esto a mi hija, lo de la distribución de mi salario no mis temores de su madre.  Al final me dije que lo que debe pasar debe pasar.  Por otra parte, por el tiempo de espera había estimado que los documentos pasarían directamente de mí al colegio.

El viernes temprano bajé a recursos humanos para verificar a qué hora estaría la carta y me indicaron que entre 11 y 12 usualmente los documentos estaban preparados. Los hermanos se habían ofrecido a acompañar a mi hija y les había pedido que pasaran como a las doce y media.  Mis hijos pasaron como a las 11:30, tuvieron que esperar como media hora y luego mis hija mayor y mi hijo menor regresaron a su casa y yo acompañé a mi hija al colegio.

Nos costó un montón llegar al colegio.  Los buses son bien irregulares.  Estuve a punto de pagar taxi pero finalmente no hubo necesidad.  Lo malo es que mi hija no había completado la papelería.  Faltaba la carta de ingresos de su madre y un certificado médico.  No recibieron la papelería y, por ser asueto este lunes, nos indicaron que debía ser presentada el martes a las 8:00.

Me molestó bastante que no se hubieran preocupado por completar la papelería pero, por ser mi hija tan responsable, únicamente le indiqué que debíamos preparar la información para presentarla el martes.  La pasé a dejar al lugar de trabajo de su madre para que le pidiera la carta laboral y me vine corriendo al trabajo.  Al final me ausenté casi tres horas.  Le había pedido permiso a mi jefa por dos horas.  Lo bueno es que había venido una hora y media antes por lo que sólo me tocó que quedarme media hora luego de la hora de salida.

Lo malo es que debía trabajar por la noche, y posiblemente algunas horas el fin de semana.  El transmetro, como todos los viernes, estaba atestado.  Me costó bastante realizar el transbordo pero al final no llegué tan tarde a la casa de Rb.  La reunión de las siete no estuvo muy larga y luego sólo tuve que trabajar como de diez de la noche a medianoche.

El sábado debíamos aprovechar para completar la información médica de mi hija.  La dificultad estaba en que no tenía su tarjeta de vacunación y para que el doctor firmara el certificado médico debía tener a la vista la misma.  El otro faltante era un certificado de audiometría.  Durante la mañana estuve llamando a varios lugares y finalmente encontré a un audiólogo en la zona en la que trabajaba el año pasado.  Luego de la audiometría fuimos a jugar baseball un rato al campo deportivo más grande de la ciudad.  Caminamos un montón.

El domingo hablé con mi hija como al mediodía pues le había dejado una nota a su madre para que estuvieran conmigo el lunes.  Como mis hijos menores no estaban seguros si iban a estudiar al día siguiente habiamos quedado de que pasaría a media mañana por su casa.  Mi hija me comentó que aún no habían encontrado la tarjeta de vacunación y que estaban volteando la casa para buscarla.  Por la noche empecé a escribirle a varios conocidos que estudian o se han graduado como médicos.  Al final resultó que si no encontraban la tarjeta podía volver a vacunarla.  Lo malo es que el lunes era asueto y no encontré a ningún médico disponible.  Lo bueno es que encontraron la tarjeta esa noche.

El lunes por la mañana Rb me fue a dejar a mi habitación pues debía llevar una computadora y un buen poco de ropa que había ido acumulando en su casa.  Cuando pasamos por el lugar en donde empezó el tratamiento dental de mis hijos hace un par de años Rb me comentó que estaba abierto y que podía probar allí si le extendían el certificado a mi hija.  Ordené un poco mi habitación y fui por mis hijos a las 10 de la mañana.  Mi hija mayor tenía bastante tarea y le cedí una de las computadoras a mi hijo menor.  Nos dirijimos, con mi hija menor, al dispensario y afortunadamente había un pediatra disponible y nos firmó el certificado médico.

Por la tarde probamos hacer un simulacro de la ruta que debían tomar al día siguiente mis hijos menores pues mi hijo menor se ofreció a acompañar a su hermana a entregar la papelería en el colegio.  Lo malo es que a medio camino empezó una lluvia bastante fuerte que nos impidió completar el recorrido.  Retornamos a mi habitación y después de ver media hora de Howl's moving castle los fui a dejar a su casa.  Rb llegó por mi como a las siete de la tarde.

El lunes que me desperté vi en mi celular que tenía una llamada perdida de la noche anterior del número de la madre de mis hijos.  Le pedí a Rb que en vez de llevarme a la estación del transmetro en la que usualmente me deja me llevar a mi habitación.  A las cinco y media llamé a mi hija para ver porqué me habían llamado y me indicó que querían preguntarme si podía acompañarlos una aparte del camino.  Le indiqué que pasaría a las seis por su casa y esperé un rato en mi habitación.  

Dejé a mis hijos más o menos en el mismo lugar hasta donde habíamos podido avanzar el día anterior y me vine a la oficina.  Los llamé a las siete para ver por donde iban y me comentó mi hija que aún estaban esperando el autobús en el mismo lugar en donde nos habíamos tardado bastante el día viernes.  Les había dejado dinero para emergencias.

A media mañana volví a llamar a mi hija y me comentó que ya estaban retornando a su casa, que habían completado el trámite.  Les tocó que pagar taxi pues luego de más de media hora no habían podido abordar un bus al colegio.  Por fin está inscrita.  Se supone que el otro mes empieza su ciclo escolar en ese lugar.  Ahora empecé a recolectar información de la Embajada de Japón para ayudar a mi hija mayor pues el otro año se gradúa y creemos que es una buena opción buscar una oportunidad en el extranjero para sus estudios universitarios.


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