El sábado llegué -como casi siempre- temprano a la biblioteca a donde acudo cada dos semanas a dialogar con un grupo de vecinos -y mis dos hijos locales-; en las últimas ocasiones he aprovechado los cuarenta o cuarenta y cinco minutos de espera para preparar el borrador de la siguiente entrada de este blog.
Solicito una computadora en recepción, escribo las novedades de la semana y guardo el texto como borrador -en google drive o en blogger-; luego, el lunes o martes, de la siguiente semana lo complemento y lo publico.
En esta ocasión me dí cuenta que la red estaba más lenta que de costumbre: la carga de las páginas en el navegador se demoraba bastante y en algunas ocasiones incluso no cargaba; pero esperaba que este sitio sí guardara el borrador; lo cual no ocurrió... hoy que entré a complementar el texto me encontré con un borrador completamente vacío: todo quedó perdido en el ciberespacio. Y aunque recuerdo que había escrito ocho o diez párrafos no logro recordar cuál era el hilo de lo escrito.
Estoy avanzando en Black Cake y es un libro que me resuena bastante; no sé si es porque una parte del mismo está ambientado en alguna isla del mar caribe (a orillas del cual crecí) o porque relata la vida de una familia interracial o simplemente porque la escritora le imprime un buen ritmo a la narración.
Estoy leyendo dos capítulos de The Huntress entre cada uno de los otros libros que leo en paralelo por lo que me falta ya menos de la cuarta parte del mismo; en español continúo con El Mono Obeso y aunque no aporta información nueva sobre la obesidad encuentro la presentación de los datos bastante amena.
En No Ficción continúo con The Song of the Cell y aunque aún no he llegado al límite que he establecido (cinco libros del mismo autor) me parece que será el último que lea de este médico de India: sus redacción es muy buena y sus historias son remarcables, sin embargo, me provocan estados de melancolía debido -creo- a la descripción que hace de procedimientos y experimentos médicos.
En tecnología continúo con Code Complete y me parece que seguiré con el mismo durante el resto del año (son mil cuatrocientas páginas); este libro presenta de una forma bastante amplia cada una de las fases del desarrollo de software y además lista para cada paso una serie de libros para ampliar el conocimiento del mismo.
En meditación aún no he llegado a la mitad de Zen Training -leo únicamente un capítulo en cada ciclo- y aunque en las últimas semanas había estado poniendo en práctica algunos consejos para mi práctica diaria de meditación este día retorné a mi procedimiento anterior.
Y otro libro -y de esto era de lo que se trataba el borrador perdido- que empecé la semana pasada es de esos que siempre me digo que no volveré a empezar: de los de Chopra, Coelho y similares; pero es que incluso estos tienen -al menos para mí- su momento.
Recordaba que en mi primer semestre de la facultad estaba bastante decaído -o enfermo- y me estaba yendo bastante mal en el primer curso de matemática superior; y por casualidad cayó en mis manos un folleto de técnicas de estudio -creo que era de mi primo estudiante de leyes-.
El folleto era una burda copia de El Rinoceronte; y nomás habían cambiado el tema del mismo de éxito financiero a éxito académico; sin embargo, me levantó el ánimo y al final -luego de muchas otras ocurrencias- aprobé el curso -y algunos años más tarde- obtuve el título de ingeniero... en fin.
Creo que estos libros son como la comida chatarra: sabes que su valor nutricional es ínfimo y que contribuye a aumentar los niveles de triglicéridos y provocan molestias estomacales; pero en el momento te dices que no van al estómago sino al corazón -y no me refiero al músculo-.
El libro en cuestión se llama Arregla tu desmadre y es muy malo: lo escribió una editora de Nueva Inglaterra que se cansó del frío y de la carrera de ratas y decide irse a vivir a una isla del cariba para pasar sus días caminando en su playa privada, bronceándose y tomando copas de vino -y escribiendo libros, por supuesto-.
Y el insulto añadido a la ofensa es que lo estoy leyendo en español: el libro lo compartieron en uno de esos grupos de whatsapp al cual me han invitado debido a que 'me gusta leer'; la traducción -creo- la realizó una persona mejicana pues el libro está salpicado de modismos de este país e incluso de referencias geográficas a sus playas.
Pero eso, estoy leyéndolo cuando no encuentro ánimos de avanzar en alguno de los libros 'serios' -usualmente por la noche, mientras Rb mira alguna de sus series- y ya llevo más de la mitad del mismo con lo que esperaría empezar a arreglar mi desmadre muy pronto.
A ver cómo va eso.
También avanzo poco a poco -un capítulo por semana o así- con el libro actual de dibujo: You can draw in 30 days; el autor presentaba clases de dibujo por televisión y los ejercicios que presenta en su libro han sido bastante accesibles.
El lunes pasado mi prima favorita me pidió -nuevamente- un préstamo de doce dólares pues su hijo mayor andaba con dificultades y faltaba un par de días para que les pagaran; y creo que este tipo de eventos son los que construyen las relaciones... o eso espero.
El martes por la noche -luego de tres o cuatro meses- reiniciaron mis clases de dibujo digital: mi editora había salido de viaje -y tenía otros compromisos, creo- por lo que hasta ese día revisamos las tareas que me había asignado y empezamos con lo nuevo: rostro humano y cabello.
El miércoles fue el día que muchas empresas celebran el día del profesional informático (día 2^8 del año); no me recordaba pero un excompañero me envió una imagen con la información del día y lo reenvié a varios de mis contactos que se desempeñan en esta área.
Uno de los contactos a los que envié la imagen fue mi ex supervisora; ella me respondió con una invitación a que nos vieramos -con su novio, mi ex gerente- en una feria de cultura japonesa que se llevará a cabo el primer domingo del próximo mes.
Y aunque no me llama la atención este tipo de eventos -especialmente desde que mis hijos llegaron a la adultez- creo que es otro de los eventos que construyen las relaciones... por lo que ese mismo día adquirí -online- la entrada para la feria; la otra semana espero contactarla para afinar detalles de la reunión.
El jueves por la mañana estaba sintiendo pesada la espera del desayuno -a mediodía- y aprovechando que ví en línea a mi amigo que vive en PDX lo llamé por Facebook y tuvimos una conversación de casi dos horas.
Las actividades post jornada laboral de la semana pasada mantuvieron su ritmo: caminata el lunes, miercoles y viernes; y ejercicios el martes y el jeves; pero el viernes era asueto nacional -día de la independencia- por lo que aproveché para reunirme con mi único amigo de la facultad.
Nos habíamos puesto de acuerdo para encontrarnos en el mismo restaurante donde celebramos el cumpleaños de mi doctora y estuvimos en el lugar desde las ocho -él había llegado más temprano- hasta casi las once de la mañana.
Luego regresé a mi casita y por la tarde, en la caminata del día, aproveché para comprar refrigerante y los ingredientes para mi almuerzo del domingo pues Rb debía ausentarse la mayor parte de ese día debido a compromisos de sus estudios de teología.
El sábado me tocaba ir a la biblioteca municipal en la que llevamos a cabo diálogos filosóficos y había planeado reunirme con el ex ciudadano británico -ahora es ciudadano local- que conocí cuando fungí como fiscal de mesa receptora de votos.
Como la reunión era a las diez de la mañana no modifiqué mi rutina matutina -meditación y desayuno temprano- y un poco después de las nueve y media me dirigí al centro comercial en donde habíamos acordado encontrarnos.
Estuvimos en el lugar un par de horas entre café, muffin y conversación; su historia es bastante interesante: nacido y criado en el imperio británico, malo para los números pero bueno en idiomas estudió un doctorado en una lengua nativa americana.
Y luego se casó con una ciudadana local y se quedó a vivir en el país; adquirió -¿habrá algún trámite burocrático local sin corrupción?- la nacionalidad, tuvo dos hijos y adoptó tres -algo de religión y corrupción en esto también- y ahora trabaja en una entidad paraestatal, sus cinco hijos ya son adultos.
Al mediodía me dirigí a la biblioteca municipal y, luego de perder -sin notarlo- las notas que había tomado para esta entrada, participé por un par de horas en el diálogo de filosofía; mi hijo mayor llegó bastante temprano y mi hija mayor bastante tarde.
Luego de despedir a la concurrencia y limpiar el área que nos brindan para la reunión invité a mis hijos a almorzar y a sugerencia de mi hijo menor nos dirigimos a un nuevo local de pizzas; almorzamos en el lugar y un poco antes de las cinco los pasé a dejar a cada uno a su habitación.
El domingo me quedé todo el día en casa: Rb debía acudir a un departamento vecino a la capital a predicar en una extensión de su iglesia; la fui a dejar a su templo un poco antes del mediodía y retorné a casa a prepara mi almuezo: hot dogs.
De acuerdo a lo planeado me tocó darles el almuerzo y la cena a sus perros y sacarlos a caminar por la tarde; al final retornó a una hora bastante avanzada de la noche pero, afortunadamente, no hubo ningún inconveniente para ninguno de los dos.
La semana pasada -el jueves- acudí a la primera reunión formal del proyecto al cual trasladaron al PM, tres devs y tres testers; la reunión estuvo bastante corta y básicamente nos tocó -nuevamente- presentarnos con el equipo asignado... aún estoy esperando la asignación de nuevas tareas...
Y a ver cómo sigue eso...
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