Antes de viajar había considerado que iba a ser un poco difícil mantener mi hábito de meditar antes de dormir y después de levantarme; como lo he estado haciendo por más de cuatro meses: iba a dormir prácticamente dos noches en el autobús y temía que la cama en la que iba a dormir en casa de mi hermano estaba en un lugar abierto; y mi hermano es bastante fundamentalista en temas espirituales; nomás no quería generar conflictos fraternos.
Pero no, en el viaje de ida pude meditar bastante bien antes de la medianoche y, gracias a que mi hermano me cedió la habitación de mis papás -con seguro en la puerta- pude meditar sin ningún problema de privacidad el jueves por la mañana.
Había puesto la alarma del celular para las seis de la mañana pues había acordado con mi único amigo de la infancia de pasar por su casa -con mi hermano- alrededor de las siete de la mañana; después de los doce minutos de meditación me metí a la regadera y luego me puse a leer un poco en la sala de la casa.
Mi hermano salió un poco después de su habitación y un poco más tarde mi amigo llegó en su moto; nos dirigimos a un comedor que queda en las afueras de la empresa portuaria del lugar -habíamos desayunado en el mismo lugar con mi hermano el año anterior-.
En el lugar ordenamos tres desayunos bastante típicos: huevos con frijoles y refresco de tamarindo -aunque yo preferí una coca cola: había aceptado que tenía que tomar un desparasitante después de esa comida pero no quería arriesgarme demasiado-.
Nos estuvimos un poco más de una hora en el lugar; entre desayuno y conversación: mi hermano mayor y mi amigo han mantenido una relación bastante estrecha a través de los años y tienen muchas anécdotas en común.
Un poco después mi hermano sugirió que nos dirigiéramos a uno de los balnearios de la montaña y, después de que mi amigo pasara a llenar el tanque de su motocicleta, nos dirigimos al camino de terracería que se adentra en el monte.
Llegamos poco después a un lugar en el que alrededor de un par de pozas de agua se encuentra la escuela de la aldea y un pequeño comedor; mi hermano nos invitó a una gaseosa y nos estuvimos en el lugar hasta el final de la mañana.
Cerca del mediodía les indiqué que debía llegar a donde mi amigo del bachillerato a las doce y media -había intercambiado un par de mensajes con él más temprano y me había compartido la ubicación de su casa por WA-; mi hermano había pensado que mi amigo de la infancia iba a acompañarme -el año pasado fuimos juntos a su oficina- pero le indiqué que en esta ocasión era nomás yo el invitado.
Retornamos un rato a la casa y un poco después de las doce le pedí a mi hermano que me condujera a la casa de mi amigo del bachillerato: su casa se encuentra en un punto intermedio entre los dos puertos en los cuales crecí.
Llegamos a la colonia de mi amigo justo un par de minutos antes de la hora indicada: me apeé un poco antes de la motocicleta y le escribí para comentarle que me encontraba frente a la escuela del lugar; mi amigo me mandó un audio en whatsapp para que caminara un par de casas más.
Llegué al lugar -mi amigo estaba sentado en el patio de su casa- y nomás se saludaron con mi hermano; quien se retiró del lugar; estuve con mi amigo durante el siguiente para de hora poniéndonos al día del último año; la conversación giró bastante sobre su estado de salud: su pronóstico de vida no pasaba de un año.
También estuve jugando un rato con uno de sus perros; un pequeño que parecía tener mezcla de salchicha y chihuahua pero que tenía muy buena energía para estar corriendo tras una pequeña pelota de caucho; que retornaba cada vez que se la lanzaba a un extremo del patio.
Cuando llegué a la casa de mi amigo había una chica -que creí que era su esposa- atendiéndolo; al llegar me ofreció un vaso de refresco y luego le ofreció a mi amigo café; del que también compartí una taza; al final la chica no era su esposa sino una sobrina; la esposa llegó un poco después de las dos de la tarde.
Al llegar la esposa de mi amigo le preguntó si iba a ir a la oficina -tienen una oficina de trámites aduanales en el puerto- pero él contestó que no se sentía con ánimos; a esa hora le indiqué a mi amigo que estaría media hora más y luego me retiraría, para dejarlo descansar.
A las dos y media nos despedimos y caminé un par de cuadras hasta la ruta principal que une ambos puertos; iba a tomar un taxi -allí son bastante populares y cobran un dolar por el viaje- pero al final decidí esperar un bus que nomás me cobró medio dólar.
Aprovechando que tenía tiempo libre -mi próxima reunión era hasta cinco horas después- pasé a saludar a la hermana de mi madre con quien mejor se han llevado; al igual que el año pasado encontré en el lugar a un par de primas y varios de sus hijos -y al segundo bisnieto de mi tía-.
Mi tía me ofreció almuerzo y me sirvió una cantidad bastante abundante de mi comida favorita del puerto: Rice and beans; estuve departiendo con mi tía y su familia durante la siguiente hora o así y luego me despedí, comentándoles que retornaría a la ciudad por la noche.
Entonces retorné caminando el par de kilómetros que separa la casa de mi tía de la casa de mi hermano mayor; lo encontré en la sala de su casa conversando animadamente con un par de personas: uno de ellos se mostró bastante entusiasmado de encontrarme -nos conocimos de niños- y el otro indicó conocerme, aunque yo tuve dificultades -en ese momento- de ubicarlo.
Estuve el resto de la tarde en la casa de mi hermano, descansando un poco en la sala y un poco después de las cinco inicié una videoconferencia con su mejor amigo -que ahora vive en la ciudad del Imperio del Norte en la cual pasé un par de años-.
La conversación es frecuentemente la misma: recuerdos de su juventud, repaso de las amistades, y revisión de planes para el futuro a mediano plazo; como veía que la conversación se extendía le indiqué a nuestro amigo que me avisara cuando faltaran quince minutos para las siete de la noche -seis de la tarde en su ciudad-.
A la hora indicada les indiqué que debía dirigirme a mi última reunión del viaje y mi hermano me condujo al McDonald´s de un centro comercial que se encuentra a medio camino entre ambos puertos: allí encontré al otro amigo del bachillerato a quien había visto el año anterior.
Invité a mi amigo a un pequeño refrigerio y estábamos empezando con el café cuando me comentó que habían avisado en el chat del grupo de bachillerato que nuestro amigo había fallecido; yo me mostré extrañado pues habíamos departido apenas cuatro horas antes.
Pero, la hija menor de mi tía -yo les había comentado de dónde llegaba cuando pasé por su casa- me llamó por Facebook y me confirmó la noticia; además, me indicó que el velorio ya había empezado y que se estaba realizando en un salón de usos múltiples de la calle donde viven.
Acordamos con mi amigo ir un rato al velorio y, luego de llamar a su hija -andaba en el comercial con su novio-, comentarle la situación y pedirle que le diera tiempo en el lugar; nos dirigimos al lugar en el que se estaba realizando el velorio.
En el lugar habían veinte o treinta personas; la mayoría jóvenes y la mayoría fuera de las instalaciones; con mi amigo nos sentamos un rato en las sillas del interior y luego pasamos a brindarle el pésame a la -ahora- viuda de nuestro amigo.
Estaban en el lugar ella y su hija, junto con el papá y la hermana del fallecido; la señora me comentó que alrededor de media hora más tarde de mi despedida mi amigo se había puesto bastante mal: comenzó a vomitar sangre y, aunque hicieron llegar una ambulancia e intentaron estabilizarlo, falleció.
Estuvimos con mi amigo en el lugar un poco más de media hora -incluso acepté uno de los pequeños tamales que estaban obsequiando a los asistentes- y luego él me condujo -también anda en motocicleta- hasta la casa de mi hermano mayor.
Cuando llegué a la casa le comenté a mi hermano lo sucedido y él se mostró más afectado de lo que esperaba; después nomás esperamos hasta las diez de la noche; hora en la que mi otro amigo de juventud había acordado en pasar por mí para llevarme a la estación de buses.
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