Ayer cumplí cien días de -este ciclo de- meditación; por supuesto, creo que he obtenido el resultado que esperaba: ninguno; no estoy seguro si este es el período más amplio en el cual he mantenido la práctica; de pronto fueron los seis meses que estuve asistiendo al templo Zen; aunque tampoco creo que haya sido tan constante en esos días.
Por lo pronto este reto se acaba en mil días; incluso ya tengo los calendarios del próximo año para continuar con la gamificación de mi práctica: cada cincuenta días aumentar un minuto; hasta llegar a los treinta minutos después de despertarme y treinta minutos antes de dormirme; por ahora voy en doce.
Lo interesante, o quizá no tanto, fue que anoche empecé a meditar diez minutos antes de la medianoche, por lo que técnicamente incié el día meditando; pero, esto tuvo sus consecuencias negativas: había dejado la alarma para las seis de la mañana y, al sonar, nomás la desconecté; despertándome a las siete y cuarto; como consideré que ya era muy tarde para la reunión diaria de las siete, nomás me levanté a meditar.
Después me llevé la computadora a la cama; estuve leyendo mis correos y viendo si había alguna novedad en el chat grupal; luego me volví a dormir; Rb llegó un poco después de las nueve y continuamos en la cama casi hasta las diez; hora a la que me levanté a desayunar y a ver si había algo nuevo en el trabajo; aún no había nada.
A media mañana salí al patio trasero y procedí a serrar la mata de bananos cuyo racimo estaba justo sobre el techo del antiguo taller del papá de Rb; el techo ya se encuentra en un estado muy precario y justo con el anterior racimo estuvo a punto de caerse; afortunadamente logré empujar la mata para que se apoyara en la pared de la casa y logré cosechar el racimo sin muchos problemas.
El problema estuvo en que no ví que había un panal de abejas -o avispas, no estoy seguro- bajo una de las hojas del bananal y al estar realizando el último corte del racimo volaron en desbandada y me picaron: una en la mano izquierda y una en la pierna derecha; ambos puntos se hincharon, pero no mucho; creo que es otra de las ventajas de la edad adulta: se sufre menos con el dolor.
Ahora solo debemos salir a repartir las pencas de banano a la cuadra pues, debido al ambiente húmedo imperante en estos días -hay alerta de huracán para dentro de un par de días- Rb no puede procesarlos para hacer harina.
The works...
El viernes pasado me desperté a las cinco de la mañana; me levanté a meditar y luego pasé la computadora del comedor a la cama; estuve trabajando un poco pero, al no encontrar una función de la aplicación que debía revisar, me quedé dormitando hasta la hora de la reunión.
Participé en la reunión -casi nadie del equipo local estuvo en la misma- y después salí a prepararme el desayuno de los fines de semana; desayuné y retorné a la cama; hasta después de las nueve, que Rb entró a preguntarme algo, entonces saqué la máquina al comedor.
Rb estuvo con molestias de la gripe/estomacales por lo que se pasó la mayor parte de la mañana en cama; y, como no bajamos el pescado del freezer; un poco antes de mediodía me tocó ir a la tienda por medio pollo; almorzamos un caldo de pollo con arroz y aguacate y después sacamos a caminar a los perros; aunque la caminata no estuvo tan tranquila pues la mayor parte del día ha habido lloviznas intermitentes.
A media tarde preparé té para ambos -había estado consumiendo desde el día anterior por la tarde la mitad de un brazo gitano de chocolate: la otra mitad planeaba llevarla el domingo en mi visita mensual al voluntario que vive en la colonia en donde habité por más de una década-.
Después me fuí a la cama de Rb y continué con -terminé- Gamify y empecé a leer Tracers in the Dark; me estuve un buen tiempo en la cama pues Rb llegó a recostarse y terminé durmiéndose más de una hora; después del horario laboral me puse a hacer la rutina de ejercicios de los viernes; Rb declinó pues seguía sintiéndose mal;
El sábado me levanté temprano; volví a poner el reloj para levantarme a las 6:00; medité y salí a preparar el desayuno de los sábados después volví a la cama a hacer Duolingo y volví a dormitar; a media mañana Rb me pidió que fuera a los supermercados -seguía sintiéndose mal-; me dirigí al supermercado más alejado en dirección sur y compré varias cosas que mi hija me había pedido para sus alimentos semanales.
En el otro supermercado compré arroz y bananos para nuestro consumo; el resto de la mañana me la pasé tratando de ponerme al día con las clases de React; llegué casi a la mitad de las cuatro horas del segundo sábado que no pude asistir por andar en la misión.
A la una y media de la tarde cargué en el auto las provisiones de mi hija -incluyendo los embutidos que había olvidado la semana pasada- y me dirigí a su casa; estaba lloviendo y el tráfico estába terrible; usualmente me tardo entre veinte y treinta minutos en llegar; ese día a las 2:10 le envié un mensaje comentándole que iba tarde: llegué a las 2:30.
Había llevado mi computadora con Fedora y me conecté a su red para entrar a la clase -sería la tercera sesión a la que no asistía y quería (al menos) hacer acto de presencia- también transferí los ciento cincuenta dólares que me pidió prestados para la renta del mes de julio.
Luego nos subimos al auto -mi hija ya anda nomás con una muleta- para ir por pizza; pero en el camino -el tráfico seguía intenso- cambió de opinión y nos metimos al mc donald’s donde usualmente invito a desayunar a mis amigos; nos estuvimos en el lugar almorzando -ella y mi hijo menor siempre se decantan por las creaciones gourmet de Mc Donalds, yo elijo usualmente las opciones más pequeñas- y conversando sobre la vida y su finitud.
Un poco después de las cinco regresamos a su habitación; se suponía que hay una panadería casi enfrente de su casa y habíamos planeado comprar pan de banano; pero estaba cerrado; nomás compré un par de galletas en la tienda de barrio y subimos a su habitación; preparé té -me preocupa el sabor tan fuerte a lejía (ella le agrega desinfectante para verduras) por lo que no me lo terminé- luego, un poco después de las seis me despedí y retorné a mi casita.
El domingo volví a levantarme temprano; preparé mi desayuno y luego retorné a la cama a hacer Duolingo; quería hacer muchas lecciones porque -desde la semana pasada- la competición semanal no termina el domingo a las nueve de la noche sino al mediodía; igual me bajaron del tercer al cuarto lugar.
Por la mañana continué poniendome al día con el curso de React -ví la mitad de la clase que me faltaba y la del día anterior-; y me puse a hacer la tarea que había dejado la maestra: ChatGPT y Gemini han sido de mucha ayuda.
Al mediodía Rb me preparó alitas, yo preparé una ensalada y ella intentó comer el resto del caldo de pollo que había estado consumiendo desde el viernes -sigue sintiendose mal-; a las tres de la tarde me dirigí a la casa del voluntario que vive en la colonia en la que habité por más de una década; llegué bastante rápido, aunque me costó parquearme pues había alguien ya frente a su casa.
Llevaba la mitad del Brazo Gitano de Chocolate que había comprado el jueves -el voluntario cumple años el martes- y una de las libras de café que traje de la misión; y la prensa francesa; preparamos café y compartimos el brazo gitano; y estuvimos jugando dominó -dejo que me gane muchas veces- hasta las cinco y media; y conversando sobre la vida y las amistades en común; a las cinco y media nos despedimos y retorné a mi casita.
El lunes se celebraba el día del Ejercito en nuestro país -el día anterior realmente pero hubo una ley que movió la celebración a un día laboral hábil- por lo que fue asueto nacional; me levanté a las seis menos cuarto pues había quedado con el amigo con el que trabajé hace como quince años en una empresa de software -y a quien he visto un par de veces al año por los últimos dos años- de reunirnos en un restaurante del periférico a las siete.
Medité y luego estuve leyendo un poco de Grokking simplicity -está buenísimo: Programación Funcional-; luego me bañé y me dirigí al restaurante; las calles estaban vacías; más vacías que los domingos; llegué al lugar con quince minutos de antelación y pedí una mesa para dos.
Luego estuve leyendo el periódico y jugando un poco de ajedrez; a las siete y cuarto le pregunté a Chatgpt cuál era un tiempo de espera recomendado en latinoamérica antes de llamar a un amigo que no se presenta a una invitación.
La respuesta fue que entre quince y treinta minutos; esperé hasta el minutos veinticinco y llamé a mi amigo; lo desperté; se disculpó e indicó que se ponía en camino; le dije que manejara tranquilo y seguí esperando.
Llegó un poco después de las ocho y me entregó la bolsa de chocolate de -su propio emprendimiento- que usualmente me obsequia; yo le entregué dos de los libros que me retornaron de la donación a la biblioteca -envueltos en papel de regalo- y una libra de café.
Luego estuvimos un par de horas hablando de la vida y el trabajo; aparentemente se cambiará en el mediano plazo -hace como cinco años me había ofrecido el retorno a la oficina que dirige actualmente y hace un par de años me refirió a otro trabajo que se alinea bastante con mis funciones actuales-; a las diez le indiqué que ya debía retirarme y que debíamos repetir el desayuno antes de que termine el año.
Vine a encontrar a Rb ya mejor que los días anteriores -aparentemente es adenovirus- y me pidió que hicieramos la rutina de ejercicios a las once de la mañana; estuvo super pesada, por la humedad en el ambiente -antes había aprovechado para cargar la lavadora con mi colada mensual-.
Después de realizar los ejercicios nos dirigimos -en auto- a los supermercados en dirección sur; como no había almuerzo preparado -Rb aún tenía que terminarse el caldo de pollo de los días anteriores- yo había planeado comprar pollo frito en un local a la par del mercado; pero estaba cerrado.
Rb compró pollo para su perra más anciana -y un poco para nosotros- y yo compré cuatro libras de gelatina; retornamos a casa; preparé un par de huevos con embutidos y arroz, y almorzamos; después sacamos a caminar a sus perros; a las tres Rb le dió de comer a sus perros y yo preparé café -instantáneo- para mí y té para ella; y me terminé -por fin- el brazo gitano de chocolate del jueves; luego realicé los últimos ajustes al código de la tarea del sábado y lo subí a Github.
Ayer me levante a las seis. Medite y despues le agregue el minuto planeado al periodo de meditacion; lo cual significaba que era el dia 100 de este ciclo de meditacion; luego entre a la reunion diaria; el pm me pregunto si entraria en el testing mas serio que se esta realizando pero le comente que me ausentare nuevamente por un largo periodo de tiempo este mes.
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