viernes, 3 de mayo de 2024

El final final... The final ending... La fin finale...

Me cuesta leer los mismos libros -o ver las mismas películas- más de una vez; en el caso de los primeros la gran excepción es El Viejo y el Mar: creo que lo leí una vez en mi adolescencia; quizá una vez en mi época veinteañera; más de una vez en mis treinta y alguna vez en mi cuarentena.

Y, autores; hace mucho tiempo leí bastante a García Marquez -casi todos sus libros- y a Isabel Allende -muchos, muchos libros-; y he leído bastante a Stephen King; pero no tengo preferencias; es más, -aparte de Isabel Allende-, me puse hace muchos años un límite de no más de cinco libros del mismo autor.

Porque empezaba a encontrarlos repetitivos; no así los de Isabel: su estilo de escritura creo que nunca me gustó, pero las historias que cuenta me atrajeron siempre -aunque no he leído sus últimos cuatro o cinco libros-; y luego está Paul Auster.

Hace quince años o así, creo, leímos un fragmento de uno de sus libros en un grupo de lectura de la biblioteca de mi antigua universidad; luego terminé de leer el libro por mi cuenta; y creo que nomás he leído un par de este autor; pero, La Invención de la Soledad es otro de esos pocos libros que me ha quedado como referencia vital.

Y no sólo por el libro: empecé a informarme sobre la vida personal del autor y su familia: especialmente su hijo -quien tenía cinco o seis años cuando el libro fue editado por primera vez-; y quien murió -de una sobredosis- hace un par de años: estaba esperando ser juzgado por la muerte de su hija a causa de una sobredosis.

Y hace unos días Rb me preguntó si había leído a Paul Auster  pues en Twitter andaban dando la noticia de su muerte: rememoré un poco con ella las circunstancias de la lectura del libro y -no por primera vez- la historia del autor y su hijo; también que sabía que Paul tenía más de setenta años y que había sido diagnosticado con cáncer hacía ya algunos años.

En fin, no inventó la soledad pero creo que me dió una visión interesante del concepto.

El domingo pasado me levanté a las siete menos diez y, después de la meditación y el desayuno, estuve haciendo mis lecciones diarias de francés en Duolingo; luego del desayuno de Rb fuimos a una tienda de productos chinos a comprar un par de raquetas para electrocutar zancudos -la última se nos arruinó hace poco, luego de muy poco tiempo de uso-.

Esta tienda es enorme y nos pasasmos un gran rato recorriendo sus pasillos; aprovechando los precios bajos compré un cubo de 2x2 y uno de 5x5x5; el primero para reponer uno que perdí hace unos años y el segundo para cuando me decida a aprender a armar el que planeo sea el último de la serie.

En el camino de regreso pasamos a un supermercado a ver si habían bayas rojas pero no hubo suerte: nomás compré un helado en este centro comercial; luego retornamos a casa a prepara alitas ensalada y consomé de pollo.

Después de sacar a caminar a los perros me dirigí a la casa adel voluntario que vive en la colonia donde crecieron mis peques -y donde viví en soledad casi una década-; lo invité a una de las sucursales del lugar al cual había invitado a mi prima el día anterior, la misma fórmula: café y pastel.

Aunque en este caso fue uno de mis pasteles favoritos: fresas con crema; también llevaba un juego de dominó que aún conservo de mis días como voluntario y nos estuvimos un par de horas en el lugar con sendas partidas; después lo lleve de vuelta a su casa.

En la noche terminé de leer Ce que le peux te dire d'elles y empecé a considerar cuál sería mi próximo libro en esta línea de lectura: tengo en mi tablet cuatro o cinco libros más en este idioma pero creo que se parecen bastante a los que ya he leído -creo que son de las mismas dos autoras-.

El lunes me levanté a las seis cuarenta y, luego de meditar, ingresé a la reunión de trabajo; después de la reunión permanecí en la mesa del comedor -para evitar dormitar-; mi hija me había pedido el día anterior que le prestara dinero para pagar el alquiler de su habitación y transferí los ciento cincuenta dólares a la cuenta del dueño de la casa en la que habita por estos días.

Mi hija está suspendida parte de la seguridad social desde hace casi tres meses y aún no hay indicios de que empiecen a pagarle el subsidio que se supone debería estar recibiendo por no poder trabajar; a media mañana me reuní con mi supervisora y conversamos sobre la organización de una reunión de equipo para mejorar la integración.

También me puse de acuerdo con mi amigo que vive al otro lado de la ciudad -y a donde he ido en tres ocasiones- para que venga a desayunar un fin de semana de este mes; al final creo que vendrá el último sábado de mayo por lo que ya he empezado a planear la comida de ese día.

Al final de la tarde hicimos los ejercicios de nuestra rutina de fuerza y resistencia: he dejado de utilizar las muñequeras pues me estaban causando irritación en la muñeca y he tratado de sustituirlas con las botellas de un litro de concreto; aún tengo dificultades para completar series con estas.

Además terminé de preparar las rutinas de kickboxing/abdominales que estaremos implementando a partir del mes de junio: serán dos días de rutinas de fuerza/resistencia y una con la combinación de Kickboxing y abdomnales que hemos estado haciendo desde el año pasado.

El martes me levanté a las seis y cuarenta; medite y entré a la reunión de trabajo; luego volví a la cama y me dormí hasta las nueve; me levanté para acompaár a Rb a la tienda de las verduras y pagué por un cartón de huevos; luego preparamos el almuerzo: hígados de pollo con arroz.

A medio almuerzo entré a la reunión virtual para despedir a un compañero del Imperio del Norte que se retiraba al día siguiente; en el transcurso del día empecé a leer Le temps de lilas: es de la misma autora del libro anterior y continúa con la historia de la misma familia que protagonizaba Ce que je peux te dire d'elles.

Después del horario laboral fuimos a los supermercados en dirección sur y compramos pollo pues -aprovechando el asueto del primero de mayo- habìamos planeado preparar un asado al día siguiente; tambié compré sal y una pelota de plástico para mi hija mayor -lo segundo es para rehabilitación-.

Cuando estábamos por pagar en caja empezó una lluvia bastante fuerte que nos dejó más de un cuarto de hora encerrados en el supermercado; afortunadamente la lluvia amainó y pudimos retornar a casa bastante secos -más que la lluvia lo que nos ha mojado en otras ocasiones son los autos que pasan a toda velocidad en el asfalto-.

Terminé de leer Why has nobody told me this before y empecé a leer otro de los libros -al igual que A Good Life- que tenía en mi lista hace mucho tiempo pero que aún no me decidía a empezar: Four Thousand Weeks: y sí, se ve bastante interesanet en el planteamiento de la gestión del tiempo.

El miércoles primero de mayo me levanté a las siete de la mañana; medité y luego me quedé despierto -en la mesa del comedor-; hice Duolingo y a las nueve y cuarenta y cinco realicé la limpieza de pisos que hago tres veces por semana: barrido y trapeado.

Luego acompañé a Rb a la tienda de las verduras pues debía de comprar manzanas y tomates para mi hja mayor; a las once empecé a encender las brasas para el asado de pollo -también había adquirido media docena de longanizas y media docena de chorizos para la ocasión-.

También -siguiendo una receta encontrada en YouTube- asamos papas; por la mañana Rb me comentó sobre la muerte de Paul Auster; avancé un poco en Le temps de Lilas y a las cinco y media -después de la rutina de ejercicios de kickboxing, y un buen baño- me dirigí a la habitación de mi hija mayor.

Por ser un día de asueto el tránsito estaba bastante ligero: no tuve que detenerme en la salida del municipio o la entrada de la ciudad; el periférico también estaba bastante vacío; pero, dos o tres calles antes de llegar a mi destino, el tránsito se detuvo: un automóvil se había ido a insertar bajo un trailer.

Ví a los lejos luces de emergencia -creo que había un par de unidades de los bomberos- por lo que me metí a la vía auxiliar; lastimóssamente alguien había parqueado su camioneta en el lugar -aparentemente para bajar a ver el accidente... la gente-.

Pero esto no me atrasó más de unos cinco minutos: me parqueé bajo la ventana de la habitación de m hija y subí a entregarle lo que llevaba: manzanas, tomates, un block de papel para dibujo, sal, pelota de plástico  y un paquete de seis rollos de papel higiénico.

Luego preparé té y compartimos unas galletas de chispas de chocolate; al final me estuve más de una hora entre conversación y una partida completa de Scrabble en ingés -aunque seguimos sin llevar punteo de las partidas); a las siete nos despedimos y retorné a mi casita.

Por la tarde había -de acuerdo a lo que había previsto- escrito a Rc para ver cómo iba esta serie de Radioterapia y ver si podía ir a verlo -o traerlo un rato a la casa-; me envió un par de audios en los que se escucha dificultad para respirar y comentándome que no se sentía nada bien; además, por ser asueto no tuvo tratamiento ese día por lo que deberá retornar el próximo lunes para la última dosis.

Ayer me levanté a las seis y cuarenta y, luego de meditar y participar en la reunión diaria del trabajo, me quedé en la mesa del comedor haciendo Duolingo y sopesando las opciones para prepararme para el curso de React que empezaré en un par de sábados con mi hijo menor.

Estuve considerando utilizar Docker para correr la última versión de Node en mi máquina con Fedora: no quiero instalar ninguna de las tecnologías que utilizaremos en el curso pues no sé cuales serán los requerimientos para el mismo -en lo que a versiones se refiere-.

Al final instalé una versión de Rocky Linux en la aplicación de virtualización que viene incluida con fedora; me pasé el día configurando esta distribución y corriendo un par de ejemplos de un libro de React que bajé por la mañana.

Rb fue al mercado temprano -por el asueto del día anterior las calles estaban más llenas que de costumbre- y retornó con dos porciones de uno de mis pasteles favoritos: zanahoria; además, le transferí a mi hijo los cien dólares que le descuentan mensualmente para la adquisición de acciones de la empresa en la que trabaja.

En la noche no ví ninguna serie sino que estuve jugando varias partidas de ajedrez en mi teléfono y haciendo casi dos horas de Duolingo: acaban de cambiar la distribución de las lecciones de Francés y seccionaron en partes unidades más pequeñas los pocos niveles de Coreano.

Y a ver cómo sigue eso...


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