Esta semana estoy retornando -más o menos- a mi rutina semanal-: el sábado pasado le comenté a mi hija que ya dejaría de llegar a verla los miércoles en la noche; que a partir de esta semana estaría llegando únicamente un día a la semana: preferentemente domingo pero en el caso del almuerzo mensual, el día sábado.
Y es que, por una parte, cada miércoles me ha estado tocando pasar más de una hora -entre ida y vuelta- en el tráfico del final del día para llegar a acompañar una hora o así a mi hija; y creo que luego de dos meses ella también debe empezar a hacerse a la idea de que tiene que retornar a cierto grado de normalidad -que no sé qué signifique en su caso- en su rutina.
El miércoles pasado me levanté a las cinco de la mañana: después de meditar inicié mi jornada laboral; hice limpieza un poco antes de las nueve porque a las nueve y media tenía una reunión con mi supervisora, después de la cual tenía una reunón de capacitación para todo el equipo.
La limpieza estuvo normal; y en la reunión con mi supervisora revisamos el estado de la encuesta que enviamos la semana pasada: tuvimos una respuesta del setenta y cinco por ciento de participantes (al parecer en total somos doce miembros en el equipo local) y quedamos en que le enviaría un borrador para la realización de la próxima actividad de integración.
También conversamos sobre mis vacaciones; al parecer su jefe le llamó la atención porque no es correcto que alguien tenga acumulados ocho años de vacaciones -estoy por cumplir diez años acá- y que debo empezar a rebajar ese número… no me gustó realmente esto, pero, no hay de otra: además de las vacaciones de junio espero ir a otra jornada en julio y tomar otros días en diciembre; pero no es suficiente: deberé empezar a tomar un día libre cada dos semanas para empezar a rebajar la cantidad (o sea que deberé renunciar al pago de dos meses y medio en caso me despidieran).
Luego de la hora laboral hicimos la rutina de kickboxing con Rb; luego me preparé y me fuí a la habitación de mi hija; el tráfico estuvo bastante pesado para salir del municipio y el periférico también estaba lleno; llegué unos minutos tarde a la casa y el auto que iba delante se estacionó en la acera para comprar flores (siempre hay allí un par de jóvenes vendiendo girasoles y así); después de esperar otro rato por fin subí a la habitación.
Estuvimos compartiendo por un poco más de una hora -supuestamente es el último miércoles que la visito: a partir de la otra semana será solo los domingos (excepto cuando toque almuerzo sábado)-; tomamos té con la otra mitad del arrolladito que había comprado la semana pasada; armamos cuatro cubos de rubik: 2x2, 3x3, 3x3 mirror y 4x4; y conversamos -otra vez- sobre valores, virtudes, temperamento y caracter.
Un poco después de las ocho nos despedimos y empecé el viaje de vuelta; que estuvo terrible: encontré tráfico antes de tomar el camino que conduce al municipio por lo que me bajé del periférico y traté de entrar por el mismo lado pero desde el comercial donde se estacionan los busitos; allí también el tráfico estaba detenido: continué conduciendo por la ruta que lleva al pacífico y al final vine como cuarenta minutos luego de despedirme de mi hija (usualmente me toma 20 minutos o así).
El jueves me levanté a meditar a las cinco de la mañana; trabajé un rato y a las siete entré a la reunión diaria; después de la reunión me quedé un rato en la cama pero, a las ocho, salí a trabajar a la mesa del comedor; estuve trabajando en el afiche -similar a los que hacía el año pasado para mi grupo de discusión filosófica- para la reunión informal con el equipo de trabajo el primer miércoles de junio; se lo envié a mi supervisora y le pareció la idea: ver corto metrajes y jugar dominó ; Un poco antes de las duez Rb salió hacia el mercado y yo desayuné.
Rb retornó al mediodía y recalentamos la comida que estuvimos consumiendo desde el martes -una especie de comida china-; después del horario laboral fuimos a los supermercados en dirección sur: en los cuales nomás compramos una lechuga -y yo compré una bolsa de snacks-
El viernes me levanté a las cinco de la mañana: medité y preparé el desayuno; luego estuve haciendo Duolingo; a las siete entré a la reunión y a las nueve y media hice la limpieza; después del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios abdominales.
El sábado me levanté un poco antes de las siete, medité y preparé el desayuno; después de que Rb desayunara nos dirigimos a los supermercados en dirección sur; compré algunos ingredientes para el desayuno del día siguiente con mi hermano mayor; también compré varias provisiones para mi hija mayor.
Retornamos un poco antes de las once de los supermercados; me preparé y tomé el auto: tenía almuerzo con mi hija a las dos de la tarde pero, también había programado una reunión con uno de mis amigos garífunas -a quien no veía desde hacía más de quince años-.
El tráfico estuvo un poco pesado: llegué un poco después de las doce al lugar en el cual habíamos planeado reunirnos: el comercial desde donde salen los busitos municipales; mi amigo aún no estaba en el lugar; lo esperé un momento y estaba a punto de llamarlo cuando se apareció en el food court: estuvimos en el lugar -no aceptó cuando le propuse que compráramos algo de tomar- durante una hora.
La conversación giró en torno a lo que nos ha ocurrido durante los últimos quince años: él se ha dedicado a escribir libros que autopublica en Amazon; además tiene tres hijos adolescentes: uno con su esposa -que es médico y trabaja en la administración pública-; uno que concibió en Panamá en sus viajes de negocios y otro en Costa Rica, de la misma forma -el hijo (ya adolescente) que tiene con su esposa es el menor-.
Yo le había propuesto a mi amigo que nos despidieramos a la una y media pero él prefirió a la una; lo acompañé a la estación de buses articulados y luego saqué el auto del parqueo; conduje hasta una calle aledaña y estacioné el automoviil bajo la sombra de un árbol -el verano ha estado realmente intenso- para esperar un rato antes de dirigirme a la habitación de mi hija mayor.
Un poco después de la una y media me uní al tráfico del periférico: estaba bastante pesado y apenas llegué a tiempo a la habitación de mi hija; llevaba la mochila con aislante en donde había metido los pepinos, zanahorias, tomates y embutidos que llevaba.
Subí a la habitación de mi hija y le entregué los suministros; luego salimos a buscar una pizzería pues eso fue lo que había sugerido cuando le pregunté qué quería almorzar: el tráfico seguía bastante pesado y nos costó un poco encontrar un comercial pero al final entramos a un nuevo -para mí- lugar en una avenida bastante concurrida; ordenamos una pizza con barbacoa y tocino y unas gaseosas; mientras almorzábamos empezó a llover torrencialmente.
Estuvimos en el lugar un poco más de una hora -se suponía que no cobraban las primeras dos horas de parqueo pero me tocó pagar 1.5 dólares-; después retornamos a su habitación; en donde estuvimos armando los cubos de Rubik, jugamos una larga partida de Scrabble y preparé té -llevaba un par de galletas de chispas de chocolate-.
A las cinco y media nos despedimos y retorné a mi casita; en la noche estuve ordenando un poco la mesa del comedor -removiendo todo lo que vamos acumulando con el tiempo con Rb- para recibir a mi hermano mayor al día siguiente; también me despedí una hora antes de Rb pues al día siguiente debía de levantarme con màs de una hora de antelación.
El domingo me levanté a las cuatro y cuarto; medité once minutos, me bañé y tomé el auto para ir a la estación de buses del puerto por mi hermano mayor; el viaje me tómo veinte minutos y a las cinco estaba parqueándome frente a la estación; mi hermano ya estaba esperándome: el bus había llegado a las cuatro y diez; nos saludamos y luego retornamos a casa.
A mi hermano le gustó la naturaleza alrededor de la cual vivimos y estuvimos un rato caminando alrededor del cañón del otro lado de la calle; Rb salió a saludar -los perros habían hecho un relajo cuando entramos a casa- y luego yo me metí a la cocina a preparar el desayuno: Omeletes, frijoles y café.
Desayunamos con mi hermano y luego estuve -con la ayuda de la computadora de Rb, mi computadora del trabajo y mi computadora con Fedora- explicándole el estado actual de la tecnología -él no tiene ni siquiera un teléfono inteligente-; a las nueve de la mañana abordamos el auto -Rb se había ofrecido a acompañarnos- y llevé a mi hermano a la iglesia central de la denominación en la que se ha congregado casi toda su vida.
Dejé a mi hermano en la iglesia -cuando se despidió de Rb se puso un poco emotivo agradeciéndole por estar en mi vida- y retornamos a casa; estuve haciendo Duolingo y leyendo un poco de Lessons in Chemistry; me sentía un poco agotado pero decidí no tomar la bebida gaseosa de café que había estado reservado para el evento.
Además, había programado un zoom con mi mejor amiga de la ciudad del Imperio del Norte en la cual viví hace como veinte años; no nos habíamos hablado en muchos años -la última vez que vino al país fue hace como ocho o nueve años y nomás nos hemos comunicado de manera irregular por medio del correo-; pero me cae muy bien: ella y su esposo -y su familia- fueron un gran soporte durante mis años problemáticos -viajes y finalización de mi familia nuclear-.
Estuvimos conversando más de hora y media; poniéndonos al día de la vida de ambos; incluso hablaron un rato con Rb -las había presentado cuando vino al país con su esposo (teníamos un par de años de salir con Rb)-.
Luego empezamos a preparar el almuerzo; a las doce y media mi hermano me llamó para trasladarlo de la iglesia a la estación de buses al puerto; el tránsito seguía, afortunadamente, bastante ligero; cuando llegué a la iglesia ya estaba esperándome en el parqueo y nos dirigimos a la zona de la estación; en el camino tuve un lapsus y tomé una avenida diferente; pero aprovechamos para pasar a una gasolinera y almorzar con unos hot dogs, snacks y gaseosas -yo reservé la bolsa de snacks y la gaseosa-; luego nos dirigimos a la estación; y a esta hora la avenida principal ya estaba bastante llena; nos costó un poco llegar al lugar.
Me estacioné y acompañé a mi hermano hasta el bus -pidiéndole, cuando nos despedimos, que me llamara cuando llegara a la casa de mis papás-; saliendo del parqueo empezó a llover bastante torrencialmente pero no tuve ningún contratiempo retornando a casa.
Había planeado no dormirme en el día -por la dificultad para conciliar luego el sueño por la noche- pero al final tomé una siesta de veinticinco minutos; después estuve viendo la clase del curso al cual nos anotamos con mi hijo menor: son cuatro horas pero, por tratarse de información bastante básica, ví el video con una velocidad de 2x y luego envié la tarea a la maestra: un json y un filtro en python para mostrar la información -para escribir la tarea utilicé ChatGPT y Gemini-.
Por la noche me tocó que hacer varias lecciones de Duolingo pues estaba en riesgo de que me bajaran de la última liga: he estado en la misma durante los últimos tres años; a las once me retiré a mi habitación y estuve leyendo un poco del libro en español: La Dependienta; luego medité y me dormí -mi hermano no me llamó-.
Ayer me levanté a las ses y cuarenta -estaba esperando recuperar un poco del sueño no tomado la noche anterior-; medité once minutos y encendí mi computadora: la reunión del día -como cada quince días- cambió de quince minutos a hora y media; luego estuve trabajando en la modificación del afiche para la reunión de integración del equipo de trabajo: agregando detalles del lugar en el cual se llevará a cabo.
Y a ver cómo sigue eso...
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