Estoy casi seguro que había encontrado este libro hace algunos meses en alguna de las listas que consulto para explorar opciones de lectura; por alguna razón había decidido no leerlo -como con Educated-; y esta semana que busqué un poco en la red, me enteré que incluso -para variar- ya hay una serie de Netflix con el mismo título.
Tampoco estaba seguro qué leer, en la línea de inglés, después del libro de RuPaul: estaba considerando Gamify pero, al igual que el último libro, no era técnicamente ficción; por lo que ayer bajé Lessons in Chemistry y, después de terminar el libro de español y leer la primera parte del siguiente -La Dependienta- empecé a leer la primera de las seis partes en las cuales lo dividí.
El miércoles pasado debía ir a visitar a mi hija -y llevarle provisiones- por la noche; el día anterior Rb había utilizado el auto para recoger a su perra más anciana después del corte de pelo; y por la tarde vimos que la llanta trasera del lado del copiloto estaba bien baja.
Por lo que, después de la caminata de los perros post almuerzo, saqué el auto y lo llevé a la gasolinera más cercana -está a cuatro o cinco calles- para llenar el tanque y que calibraran las llantas -es una estación con el servicio completo-; el joven pasó rápidamente por los cuatro neumáticos y me comentó que todas las llantas tenían la presión correcta: 32.
Me extrañó su comentario pues la llanta en cuestión estaba definitivamente baja; le pedí prestado el calibrador a la persona que acababa de llenar el tanque y me bajé a ver la llanta: efectivamente, no tenía ni 20 psi de presión -también escuché que había un partido de futbol-.
El primer joven llegó corriendo y comentó que la llanta estaba bien antes y que quizá la válvula estaba dañada pues cuando él pasó la presión estaba bien; nomás rellené la llanta y me aseguré que las otras tres estaban bien; por la tarde -después de la jornada laboral- hicimos la rutina de ejercicios de kickboxing.
Después de los ejercicios fuimos a la tienda del señor de las verduras pues nos habíamos quedado sin papayas; ya había escuchado varias veces que Rb se quejaba del alto costo de las frutas y verduras; por lo que le indiqué que, a partir de ese día, iba a empezar a cubrir una parte de las mismas -este era el único costo con el que no contribuía hasta ahora; y es que Rb compra muchas frutas que yo no consumo-.
Después de pelar y partir la papaya, cené y luego tomé el auto para ir a ver a mi hija mayor; hubo un poco de tráfico al tomar la ruta de la ciudad y la subida de la entrada estuvo un poco difícil; el periférico también estaba bastante concurrido; aún así llegue a la hora esperada -siete de la noche-.
En la habitación de mi hija preparé té y lo compartimos con unas galletas de chocolate; estuve una hora en su habitación, armando los cubos de Rubik y conversando sobre mi próximo proyecto de valores, inteligencia emocional y mindfulness -aunque creo que la última parte la agregué luego de la conversación que tuvimos-.
A las ocho de la noche nos despedimos y retorné a mi casita; estuve haciendo mis lecciones de Francés y Coreano en Duolingo y avanzando con How to think like a programmer: básicamente he estado repasando los conceptos de programación que ví hace treinta años en la facultad; a las once me retiré a mi habitación y a las once y media hice los diez minutos de meditación.
El jueves me levanté a las cinco y veinte; medité y empecé a trabajar; le escribí al programador que más nos ha ayudado para solicitar soporte para la realización de una tarea; a las siete entré a la reunión diaria; esta estuvo un poco más larga de lo habitual; después me dormí otra hora.
A las nueve me levanté y acompañé un rato a Rb en el comedor; un poco antes de las diez se arregló y se dirigió a realizar su visita semanal al mercado, y yo preparé mi desayuno; después entré a una reunión con el programador al que contacté el día anterior, para ver una forma de avanzar en una de las tareas que tengo asignadas; también mandé una encuesta a todo el equipo para organizar una actividad de integración.
Después del trabajo fuimos a los supermercados en dirección norte; compramos cubos de silicón para congelar y enfriar bebidas; también compré té de hierbabuena, sodas y snacks -los últimos para el almuerzo que había planeado par el sábado con mi hijo menor-; además de una docena de papel higiénico, para mi hija mayor.
El viernes me levanté a las cinco y media, medité y esperé un poco antes de salir a preparar mi desayuno; el día estuvo bastante normal: terminé de leer On being awesome y Le temps de Lilas; y empecé a leer el siguiente libro de francés: Ton silence m'apparteint; en inglés empecé a leer un libro de citas que publicó el editor de la revista Wire.
Después del trabajo hicimos la rutina de ejercicios abdominales -el calor ha estado bastante alto-; también me comuniqué con mi hijo para prevenirlo que quizá llegaría un poco más temprano al día siguiente, por el exceso de autos que he estado viendo últimamente en el boulevard al lado del cual vivo.
Un poco más tarde mi hijo me escribió para comentarme que -por medio de un correo- habían anunciado que no iniciarían el curso al día siguiente -por falta de participantes- sino hasta la siguiente semana; le propuse que, de todos modos, almorzáramos al día siguiente y viéramos qué podíamos adelantar en la configuración de las computadoras.
El sábado me levanté a las seis y cuarenta, medité, y preparé mi desayuno; a media mañana fuimos a los supermercados en dirección sur; compré un par de paquetes de las galletas de chocolate que utilizo en las visitas con mi hija mayor; además, para aprovisionarla: tortillas de harina, jamón y leche en polvo.
En el otro supermercado compré un arrolladito; que pensaba utilizar en las visitas del fin de semana con mis dos hijo; antes del mediodía me bañé y tomé el automóvil; llevaba mi computadora de Fedora -aunque olvidé el cargador-; también llevaba la mochila con aislante térmico -las dos Fantas adentro- y los snacks; la salida del municipio estuvo bastante pesada pero la entrada a la ciudad no me dio muchos problemas: Llegué justo a la una de la tarde.
Llamé a mi hijo desde fuera de su casa, pero no contestó; luego, el dependiente de la aceitera fue muy amable al ofrecerse a abrir la puerta; subí al segundo nivel y encontré a mi hijo que salí a a rasurarse; lo esperé un momento y luego nos dirigimos a la gasolinera que está a un par de cuadras de su casa; en donde compramos un par de hotdogs para luego caminar las cinco o seis cuadras hasta la universidad.
Buscamos las mesas de concreto en donde compartimos muchos almuerzos con sus hermanas hace más de media década; estuvimos conversando sobre el proyecto para crear el sitio web con los temas que he estado leyendo este año -y que también había comentado con su hermana mayor en mi última visita-.
Luego empezamos a caminar de vuelta a su habitación; a un par de cuadras de llegar, la lluvia se dejó caer con bastante fuerza; afortunadamente casi todas las casas de la calle cuentan con cornisas por lo que casi no nos mojamos; la lluvia estuvo fuerte pero fue bastante corta.
En la habitación de mi hijo trabajamos un poco en mi computadora -la batería le dura nomás media hora o algo así-: vimos la parte de React de FreeCodeCamp y acordamos completar las cuarenta y siente lecciones antes del próximo sábado; y vimos un reel de Youtube sobre un servidor en donde se puede escribir y probar directamente código de React.
Luego le regalé el cubo de 2x2 que llevaba y estuvimos armando este, junto con el de 3x3 de colores y el de 3x3 de espejo; además resolvimos cuatro o cinco ejercicios de ajedrez de jaque mate en un movimiento; para terminar la tarde jugamos una partida de ajedrez; a las cinco nos despedimos y retorné a mi auto
En el camino pasé al mismo supermercado en donde había comprado, hacía unas semanas, una caja de edulcorantes para mi hija mayor; en esta ocasión compre dos cajas -nueve dólares-; luego retorné a mi casita -aún con claridad diurna-; por la noche tuve dificultades para que no me bajaran de la liga más alta de Duolingo y estuve sopesando qué libro empezar a leer luego del del editor de Wire.
El domingo temprano hubo un temblor local; o al menos es lo que estaban diciendo en las redes sociales cuando me desperté: lo interesante es que me recordé que había soñado que estaba templando; o sea que fue lo suficientemente fuerte para incorporarlo al sueño pero no tanto como para despertarme.
Me levanté a las siete menos veinte, medité, desayuné e hice mis lecciones de francés en Duolingo; un poco antes de las ocho entré a la habitación de Rb para estar un pequeño momento en cama; después empecé a realizar los ejercicios de React de FreeCodeCamp; los primeros fueron bastante sencillos pero al treinta por ciento -o así- del contenido, se empezaron a poner bastante complicados.
A las diez fuimos con Rb al mercado en donde compramos artículos a granel; compré un saco de cincuenta libras con comida para perros -se suponía que lo haría más frecuentemente para ayudar a mis padres con sus perros; pero creo que nomás lo hice una vez hace como seis meses-.
También compré una caja de edulcorante que me costó diez dólares pero tiene cinco veces la cantidad de lo adquirido el día anterior por casi el mismo precio; al salir del supermercado compré un pastel de tres leches; retornamos a casa y -como he sentido que el auto cargaba mucho peso en el baúl (a veces rechina cuando tomo una subida con mucha velocidad) decidí bajar las dos cajas de libro que he cargado allí por varios meses-; después estuve avanzando con React.
Antes del almuerzo Rb me pidió que la acompañara a una venta de frutas porque nos habíamos quedado sin papaya -nuestra cena habitual-; la venta de frutas está a cinco o seis cuadras pero, por el sol, conduje -sin muchas ganas- hacia y desde el lugar; afortunadamente todo transcurrió sin ninguna novedad.
A las cinco y media cargué los pedidos de mi hija en el automóvil y me dirigí a su habitación; el tráfico estaba bastante ligero por lo que llegué al lugar en la mitad del tiempo habitual; estuve en su habitación un poco más de una hora entre té -con arrolladito-, conversación y una partida de Scrabble en inglés; a las siete me despedí y retorné a mi casita: a hacer Duolingo y ver una parte de Matrix Resurections.
El lunes la alarma sonó a las cinco de la mañana pero me quedé otra hora en la cama; a las seis me levanté y empecé a meditar; pero me recordé que era el día designado para aumentar en un minuto el período por lo que detuve el cronómetro y volví a recomenzar.
El día estuvo bastante normal; aunque no pude entrar a un par de los sitios que necesito en el trabajo, por una situación con las claves; también recibí un correo de nuestra administradora, informándome que no había registrado mis tiempos de trabajo de la semana anterior; afortunadamente pude resetear la clave de este último sitio y actualicé la información.
Estuve trabajando bastante tiempo en la sección de React de FreeCodeCamp: llegué al sesenta por ciento pero creo que el cuarenta por ciento restante se pone demasiado complicado; por la tarde hicimos los ejercicios de fuerza y resistencia; por la noche, después de Duolingo, terminé el libro de RuPaul.
Ayer me levanté a las cinco de la mañana; después de meditar once minutos me puse a trabajar y avancé un poco en un par de asignaciones; después me puse a completar las lecciones de Francés en Duolingo; estaba en medio del tiempo de hacer puntos dobles cuando recibí una llamada de mi hermano mayor y estuvimos conversando durante media hora.
Se supone que viene el domingo y me pidió que fuera a encontrarlo a las cinco de la mañana en la estación de buses del puerto; el resto del día estuvo bastante normal y, por la tarde, fuimos a los supermercados en dirección sur; por la noche empecé a leer La Dependienta y Lessons in Chemistry.
Y a ver cómo sigue eso...
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