Al final del día un certificado es nomás la expresión de la constancia de una persona: soportar o mantenerse en el camino durante el suficiente tiempo para completar con los requisitos para obtener una prueba de que se llegó al final.
En el ínterin pueden pasar muchas cosas: abandonar y regresar -una o más veces-; avanzar sin parar; extender o acortar la ruta: mi papá se inscribió a la misma Universidad nacional el mismo año en que yo ingresé -aunque ya había intentado con una privada, creo-; hace cuatro o cinco años obtuvo -por fin- el título de maestro de educación media.
Y ahora anda -supuestamente le falta un año de clases- en la búsqueda del título de Licenciado en Educación; mi pregunta sería: ¿por qué?; quizá debería ser: ¿por qué no?; porque la final, creo que lo mismo pasará en mi vida -aunque el diploma de licenciado lo tengo hace más de veinticinco años-.
Porque el aprender -o el aprendizaje- es uno de los 'valores' vitales en mi vida; me cuesta pensar en una época en la que no haya andado con un libro bajo el brazo -aunque desde hace ya más de cinco años, la mayoría han sido digitales-.
Quizá me toque -también- morirme con un libro bajo el brazo...
El lunes estuvo tranquilo en todo sentido: me levanté a las seis y media a meditar; luego retorné a la cama para la reunión diaria del equipo de trabajo; después me dormí hasta las nueve y media; a media mañana me levanté a desayunar.
Después estuve leyendo la primera parte de The Happinness Trap; me tocaba enviar un flyer del evento de ciberseguridad pero había planeado hacerlo por la tarde; antes del mediodía la PM que nos está apoyando lo envió -no recordaba que ese había sido el acuerdo-.
Al mediodía Rb preparó arroz con mollejas e hígados de pollo; antes de almorzar sacamos a caminar a los perros; lo que estuvo bien pues después del almuerzo empezó a llover y nos hubiera complicado la rutina.
Después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de los lunes; luego de un buen baño estuve leyendo un rato; completando el libro de CAT y terminando La blague du siecle; luego bajé varios libros para continuar la línea de francés.
También ví. por la noche. el segundo capítulo de la cuarta temporada de Porni; esta es una serie Noruega que hemos estado viendo con Rb por varios años; no recuerdo desde hace cuánto y no recuerdo cómo la encontramos; pero nos ha parecido bastante interesante.
El martes Rb sacó el auto para llevar a su perra más anciana a que le cortaran el cabello; por la mañana mis hijos me contactaron -mi hijo menor- para que les pagara el servicio de Internet; supuestamente no recordaban que yo me había comprometido a hacerlo.
Antes del mediodía recibí un correo del trabajo en el que la supervisora anunciaba el próximo jueves para la reunión trimestral del equipo de trabajo; será un almuerzo en otro lugar elegante de una de las zonas más pudientes de la ciudad -para ese día había planeado mi segundo día de vacaciones del mes.
Como Rb había salido en la mañana con su perra no quería salir a caminar por la tarde, sino realizar ejercicios en la sala; por lo que, después del horario laboral, me fui -solito- caminando a los mercados que nos quedan en dirección norte; cuando salí del supermercado compré un número de la lotería nacional.
El miércoles Rb fue a una cita en una clínica holística que queda en el área de los supermercados en dirección norte; le aplicaron acupuntura, masajes y una inyección homeopática -agua, según yo-; por la mañana tuve la reunión quincenal con mi supervisora; le comenté lo de mi día de vacaciones de la otra semana y le propuse cambiarlo para este viernes; lo cual aceptó.
Además, le propuse -y aceptó- que invitáramos a los cinco miembros del equipo de administración de nuestro departamento -con quienes compartimos ubicación geográfica- al evento de ciberseguridad que iniciamos hace un par de semanas; dos personas aceptaron la invitación.
Por la tarde me puse a depurar uno de los cuestionarios que encontré en un libro para obtener el certificado CompTIA; el cual se ve interesante pero cuesta diez veces el precio del PSPOI; por la tarde, después del horario laboral, realizamos los ejercicios de los miércoles; luego fuimos a la tienda de las verduras.
El jueves terminé de depurar el cuestionario que había iniciado el día anterior; Rb fue al centro histórico a realizar la compra semanal de frutas; me trajo, cuando retornó, un par de mis zepelines favoritos; por la tarde me reuní con el dev y la pm con quienes estamos realizando el evento de ciberseguridad.
Por la tarde pude pagar un año de la cuota del Colegio de Ingenieros; había intentado hacerlo por la mañana pero el banco ligado al gobierno es bien ineficiente y me marcaba como inactivo -realmente estoy activo hasta el fin de este año y pago un año y medio antes-; afortunadamente en la página del colegio pude pagar con mi tarjeta de crédito; después del horario laboral fuimos a los supermercados en dirección sur.
A pesar de haber decidido hace unas semanas no pagar los doscientos dólares para obtener el certificado de PSPOI, al final me dije que por qué no… Así que planeé utilizar el día de vacaciones que me tocaba el viernes para realizarlo.
El viernes me levanté a las seis y media de la mañana -mi horario normal últimamente-; medité y retorné a la cama para enviar el primer quiz del evento de ciberseguridad que estamos llevando a cabo este trimestre; a las siete envié el form de MS y luego pagué el examen para el certificado.
Y funcionó muy bien; completé las ochenta preguntas antes de los treinta minutos y volví a repasar desde el inicio; justamente la primera o segunda la hubiera obtenido mala porque de tres respuestas probables nomás había elegido dos; creo que me ayudó haber estado repasando obsesivamente las más de ochocientas preguntas que había encontrado por varios lugares de internet… muchas eran muy parecidas.
Al final obtuve una calificación de 79/80 (me queda duda de cual fue la que no contesté correctamente) e inmediatamente le envié un screenshot al SM de nuestro equipo -y al ex compañero que se está dedicando a ser PO en algún sitio de freelancing-.
Luego distribuí la noticia entre muchos conocidos -y mis dos hijos-; después preparé el desayuno de los viernes y, a las diez y media, hicimos la rutina de ejercicio de los viernes con Rb: como era mi día de vacaciones, y tenía que salir por la tarde, le pedí a Rb que hiciéramos la rutina de ejercicios antes del mediodía.
A las dos y media tomé la penúltima libra de café que me quedaba del viaje de mi tercera jornada como traductor y empecé a caminar hasta el lugar en donde tomamos el bus intermunicipal; lo que fue providencial porque nomás saliendo de la calle al boulevard ví el nivel de embotellamiento del viernes por la tarde; afortunadamente el bus pasó bastante rápido y luego también el Transmetro.
Llegué con más de cuarenta minutos de anticipación a la estación del transmetro más cercana al lugar en el que habíamos acordado reunirnos con mi ahijado profesional; por lo que decidí pasar a la juguetería más grande la ciudad a ver si había un buen juego de ajedrez con piezas grandes; encontré uno bastante aceptable -veinte dólares-; el cual adquirí; luego caminé a la cafetería en donde nos habíamos visto la última vez con mi ahijado.
Y volvió a pasar lo que continúo notando: pedímos unos café y unos pastelillos y nos dieron un dispositivo que se suponía vibraba cuando la orden estuviera lista; pero ví que dos o tres personas habían pedido luego de nosotros y ya habían recibido su orden.
Me acerqué al mostrador y al parecer habían ‘perdido’ nuestra orden; por lo que se las recordé -con la factura- y, cuando me ofrecieron que me la llevarían a la mesa; pero no, me quedé esperando en el mostrador; y bueno.
Pasamos un poco menos de dos horas con mi ahijado; poniendonos al día de la vida de cada uno: lo ví un poco más lleno; no sé si es el estilo de vida o la edad -o ambas cosas-; a las seis menos cuarto -había puesto una alarma- nos despedimos y me dirigí a la estación del transmetro más cercana; luego caminé hasta el comercial en donde se estacionan los busitos que vienen a la calle donde vivo.
El sábado me levanté a las seis y media, medité y volví a la cama a hacer Duolingo; luego me levanté a preparar el desayuno de los fines de semana; después del desayuno fuimos con Rb a los supermercados en direción sur y a la tienda de las verduras.
Venimos un poco después de las once y me puse a hacer veinte minutos de bicicleta estacionaria; luego de bañarme me puse a preparar las ensaladas que había planeado llevar para el almuerzo con mi hija; salí justo a las doce y media de casa y creí que llegaría tarde al apartamento de mis hijos; pero no, afortunadamente el tránsito no estaba muy pesado y un par de minutos antes de la una estaba estacionando en nuestro espacio del edificio.
Mi hija ya estaba lista cuando llegué al apartamento; y mi hijo salió a la sala a saludar; nos dirigimos con mi hija mayor al parque temático más grande de la ciudad; aunque antes de entrar compramos -en una gasolinera a un par de calles- un par de hot dogs.
Nomás entrar al parque buscamos un lugar para almorzar -todo estaba lleno- y dimos buena cuenta de los hotdogs, ensaladas y snacks -había llevado la mochila hielera de Rb-; después compré un boleto para subir a la rueda de Chicago más grande del parque; luego retornamos al apartamento; en el camino pasamos a la panadería de costumbre a comprar un zeppelin.
En el apartamento preparamos té para los tres y convivimos un momento; también estrenamos el nuevo juego de ajedrez en una partida con mi hija mayor; a las cinco y cuarto me despedí de ambos; había estado considerando si conducir las dos cuadras hasta donde había quedado de reunirme con el voluntario en cuya fiesta de cumpleaños coincidimos por primera vez con Rb hace once años; o caminar.
Al final caminé el par de cuadras; llegué al lugar con cinco minutos de antelación y mi amigo llegó con cinco minutos de retraso; compré un par de cafés -y un pie de queso para mí- y pasamos la siguiente hora poniéndonos al día de cada vida.
Hace once años cumplió treinta -allí nos conocimos con Rb-; hace un año celebró los cuarenta y nos invitó a una fiesta temática con disfraces de cartón: de las pocas veces que hemos salido con Rb durante los últimos años -debido a sus alergias alimenticias-.
A las seis y cuarto mi amigo me pasó a dejar al edificio donde viven mis hijos, saqué el automóvil y retorné a casa; el tránsito estaba un poco raro pero no me tardé mucho antes de estar parqueando el auto frente a la casa de Rb.
And life just goes on...
No hay comentarios:
Publicar un comentario