domingo, 15 de junio de 2025

El reto 2025 -y no creerás esta oportunidad-... The challenge 2025 -and you won't believe this opportunity-... Le défi 2025 -et tu ne vas pas croire cette opportunité-...

Hace unos años -cuatro? cinco?- estuve realizando challenges cuando llegaba el mes de enero: fueron dos o tres años seguidos, en los que aprendí a malabarear, mejoré un poco mi escritura de código y dejé de agregarle azúcar a las bebidas como el café y el té.
 
También logré -por varios meses, en varias ocasiones- eliminar mi consumo de media para adultos -lo que casi siempre lleva al autoplacer, o como se le conoce por estos días en ciertos círculos de internet: PMO-; algo que ha sido -desde los catorce años- una constante en mi vida desde mi descubrimiento de los viernes por la noche en el cable.
 
Total que en cada ocasión que realizaba los retos personales, el resultado era, en general, satisfactorio: y con lo último pasa que es un tema super común en la mayor parte de media, escrita, auditiva o visual: el sexo vende.
 
Y ahora acabo de empezar un nuevo reto: pasar cien días -a partir del lunes pasado- sin las primeras dos letras; la última no está descartada, pues aún cada varias semanas -o meses- tenemos relaciones con Rb, y, realmente no creo en eso de la energía sexual y sandeces similares.
 
El inicio del reto ocurrió porque andaba buscando libros en portugués para continuar leyendo luego de que termine A Lua de Johana; y en una de las búsquedas en el sitio en el cual obtengo los libros digitales, encontré un libro de un autor de India -pero con nombre bastante portugués- que se trataba de cortar el ciclo de PMO.
 
Es un psicólogo -creo- que incluso en la introducción aclara que él aún no ha logrado librarse por completo -es como un culto que salió de Reddit y ese tipo de lugares- pero da algunas estrategias para no desperdiciar la energía sexual; lugares comunes como visualizar, meditar, etc.
 
O sea, el libro es bastante básico; pero, al hojearlo, me puse a pensar en que -al igual con mi reto de mil días de meditación diaria (voy casi a la mitad!)- podía realizar algo retante durante este año; por lo que desde ese día -aunque por la mañana había estado en algunos hilos relacionados en el antiguo Twitter- decidí cortar PM; y quedarme con la O cuando se trate de Rb.
 
Lo que he estado considerando es encontrar alguna forma de celebración -o autoreconocimiento- para cuando alcance algunos hitos en el camino: por ejemplo, al llegar a veinticinco, cincuenta y setenta y cinco días; pero aún no se me ha ocurrido nada.
 
La segunda parte del título tiene que ver con un amigo que ha estado en los círculos del MLM desde hace unos años; y no sé que pensar: el tipo es brillante -y proviene de un entorno acomodado: su padre era abogado y él estudió en uno de los mejores colegios (católicos) del país).
 
Pero su vida ha dado varios giros inesperados durante la última década (?): se divorció; sus hijos están por terminar la universidad en una de las universidades más caras del país; perdió su trabajo hace como cuatro o cinco años -en el cual duró casi veinte- y ahora tiene casi un año de trabajar en una sección del gobierno local.
 
Y ya me había comentado en alguna ocasión -con mucho entusiasmo- sobre varios 'proyectos' de emprendimiento en los que se estaba involucrando: páginas en las que podía vender cursos, esquemas de afiliación, y así.
 
Según recuerdo, la última vez que nos habíamos visto -más de un año atrás- me había presentado algo de afiliados: marketing digital, ventas online, algo de cruceros, la verdad era algo confuso; yo nomás le agradecí por la información y le pedí que me hiciera llegar material escrito para comprender mejor.
 
Lo nuevo está contado al final de esta entrada. 
  
El miércoles tuve vacaciones; se suponía que debía tomarla los jueves, pero justo ese día de la semana había una reunión con mi supervisora, el pm, nuestro lead y su jefe -y mi compañero más brillante- por lo que cambié el día -lo había validado con mi supervisora-.
 
Después de que Rb tomara su desayuno nos dirigimos al mercado del centro histórico; en el camino de vuelta me bajé en una estación a mitad del camino: había estado viendo en Marketplace una escalera de tres escalones que mi hija mayor me había pedido.
 
Y en un lugar cerca de esta estación hay una tienda que las estaba vendiendo a muy buen precio; corrí casi todo el trayecto a la tienda -una calle, realmente- y adquirí una escalera china plegable con cuatro escalones -las de tres se le habian terminado al señor- por treinta dólares.
 
El lunes hice ejercicios en soledad: Rb ha estado enferma del aparato respiratorio; cada día de la semana sus estornudos y toses fueron empeorando un poco más; por lo que también el miércoles y el viernes tuve que completar la rutina de ejercicios solo; y los tres días las hice sin pausa -ni agua-; nomás adelanté las dos pausas de cada rutina.
 
El jueves realizamos la reunión programada, mi compañerito presentó el proyecto -su inglés es bastante débil y, en general, habla muy bajo-; pero me siento agradecido de que me haya incluido en sus dos propuestas de mejora del departamento; al final el jefe de nuestro lead aprobó la realizacón del proyecto, por lo que habrá que escribir código.
 
A la reunión de la una de ese día -nos hemos quejado varias veces, y con varias personas (incluso el organizador) por la hora, pues tres de nosotros tomamos nuestro almuerzo a la misma- entramos los cuatro analistas, pero no entró el lead; al parecer andaba ocupado.

El viernes nos reunimos los seis trabajadores del equipo local -esa fue la razón por la que no tomé el día de vacaciones en ese día-: estamos preparando una presentación; la cual programé de forma semanal, ya que en la primera no veía muchos avances; total que estoy tratando de ordenar las actividades.
 
Debido a esta actividad me había reunido con mi lead el lunes, para aclarar la estructura del equipo; ese mismo día -o el siguiente- me reuní con el lead de los devs para tener la estructura de su área un poco más clara; y el viernes presenté la gráfica organizacional que había preparado, con la información recabada.
 
Rb fue, finalmente, al médico el jueves; acudió a una clínica de una cadena de farmacias -me parece- y no le cayó bien el médico -tiene la costumbre de entablar conversaciones bastante personales con la mayor parte de personas con las que interactúa-; le diagnosticó rinitis estacional.
 
Lo cual está convencida que no fue un diagnóstico acertado; cree que es un virus el que la ha estado afectando; y yo también creo esto último: desde la mitad de la semana empecé con molestias en la garganta: dolor al deglutir.
 
El sábado temprano hice wordle en inglés, francés y portugués; también completé varias lecciones de Duolingo; sigo con los repasos diarios de portugués, francés e inglés; y además, empecé los árboles de italiano en francés y portugués en francés; después salí a preparme el desayuno de los fines de semanas.
 
A las nueve y media fuimos a los supermercados en dirección sur; en el más lejano compramos pollo para los almuerzos de la semana; también compré mayonesa, aceite y gelatina; en el otro supermercado compramos bananos; y un poco de pollo para los almuerzos del fin de semana.
 
Retornamos a casa a las diez y media; leí un poco de Fuego en la Garganta y, a las once, empecé a preparar el almuerzo -keto- que había previsto con mi hija mayor: antes de salir había dejado dos pechugas, estilo cordon bleu en la refri; también había desinfectado lechuga, fresas y lavado un par de pepinos.
 
Preparé las ensaladas; pasé los rollos de pechuga por huevo batido y harina de almendras; y los puse durante quince minutos en aceite a fuego medio; después de voltearlas saqué a la perra más pesada de Rb, a su caminata diaria.
 
Cuando retornamos de la caminata puse las pechugas en papel absorbente; a las doce me bañé y tomé el auto -la llanta trasera del lado del piloto vuelve a perder aire- para dirigirme al departamento de mis hijos.
 
Llevaba la escalera que había adquirido el miércoles, el desinfectante para pisos y el detergente que había adquirido la semana anterior en el supermercados de productos a granel; y las bolsas de a basura que había comprado el martes -el martes y el jueves me había tocado salir solo, pues Rb estaba en reposo-.
 
El tránsito estaba terrible: apenas a un par de calles, luego de salir al boulevard, encontré el embotellamiento de costumbre; pero llegué al edificio en el que viven mis hijos un poco antes de la una; y como no quería realizar dos viajes en el elevador, subí todo al mismo tiempo. 
 
Encontré a mi hija terminando la limpieza de los pisos; la esperé un momento y luego nos dirigimos al parque temático de costumbre; en donde almorzamos, luego de comprar dos latas de gaseosas -dietéticas- por el doble del precio que se adquieren en el exterior.
 
Después del almuerzo estuvimos resolviendo los seis cubos de Rubik: dos de 3x3, uno de 2x2, uno de espejo de 3x3, uno de 4x4 y uno de 5x5; luego le dí el pasaporte a mi hija, quien se subió a un juego mecánico en el que unas balsas son elevadas en una torre y bajan por un resbaladero lleno de agua.
 
Para terminar la tarde en el parque, nos subimos a la rueda de Chicago más grande; afortunadamente no había mucha gente en las atracciones; por lo que la cola fue mínimoa; y, un poco después, nos retiramos del lugar.
 
Caminamos hasta el departamento un poco después de las cuatro; y como habíamos acordado departir hasta las seis, mi hija propuso una partida de Scrabble; la cual estuvo muy buena, utilizamos todas las fichas del juego.
 
Casi terminando la partida -después de las cinco y media- encontré un mensaje en Whatsappa de uno de mis excompañeros de la facultad; proponiéndome que nos reuniéramos para tomarnos un café.
 
La verdad es que trato de aprovechar las oportunidades de este tipo, dado el tamaño tam minúsculo de mi círculo social; por lo que ni me recordé que, después de nuestra última reunión, había decidido no volver a contactarlo: ese día me presentó una gran oportunidad de hacer negocios (MLM, afiliaciones, y así).
 
Lo llamé de vuelta pero no contestó; luego le dejé un mensaje en whatsapp para que me llamara al celular; me despedí de mi hija un poco antes de las seis e inicié el camino de vuelta a casa; en el camino me llamó mi amigo; y quedamos en que pasaría por mi casa un poco más tarde.
 
Un poco después de las siete salí al boulevard y nos dirigimos al café en el que nos habíamos reunido la última vez -se encuentra en el mismo comercial del supermercado más cercano en dirección sur-; pero el mismo estaba cerrado: el horario de atención termina a las siete de la noche.
 
Nos dirigimos a otro lugar -en donde me reuní con mi amigo Testigo de Jehová la última vez-; pero en el camino me propuso quedarnos en el café de una gasolinera; en donde intentó sacar dinero de un cajero automático.
 
Pero el mismo estaba en mantenimiento; por lo que me tocó pagar los cinco dólares de los dos cafés con dona -lo cual, realmente, no me pesó-; después me estuvo contando lo mal que le va en el trabajo del gobierno: un compañero antiguo de la facultad es su jefe, y no se llevan bien.
 
Noté que empezó a usar expresiones como; la personalidad de algunos individuos; persona narcisita y persona reprimida; lo cual asocié con el lenguaje que utilizan en los grupos de pseudo emprendedores actuales.
 
Finalmente me comentó la razón de la reunión: estaba en 'otro' esquema de marketing multinivel; pero este es bueno, pues apenas está empezando en latinoamérica; por otro lado, le congelaron la tarjeta de crédito y necesitaba "solo" trescientos dólares para aprovechar esta oportunidad 'única'.
 
Un poco antes de esto había puesto la alarma del celular para que empezara a sonar; y le pedí que me explicara lo último en el camino, mientras me retornaba a mi colonia; también le pedí que me mandara los detalles por whatsappa, para discutirlos con mi pareja; y me dije: otra de mis 'amistades' que marcaré en rojo.
 
La verdad es que la salida nocturna no le cayó nada bien a mi sistema respiratorio: llevaba ya varios días de estar sintiendo molestias en la garganta -Rb me ha estado dando té de varias hojas por la mañana y la noche- y sentí, luego de entrar a casa, que tenía un poco de fiebre.
 
El domingo me levanté a las seis y media y me sentía apaleado: como que entré al por ciclo del episodio viral; medité, resolví los wordle en inglés, francés y portugués; y me volví a dormir un rato.
 
Luego reuní los ánimos para levantarme a poner una carga de ropa en la lavadora: por alguna razón no lavé el primer día del mes -como de costumbre- y la canasta de ropa sucia estaba a rebozar; incluso lavé únicamente la mitad del contenido.
 
Eran como las siete cuando puse a funcionar la lavadora; que marcaba un ciclo de cuarenta y ocho minutos; aunque, por la baja presión del agua entubada, generalmente le toma casi el doble del tiempo programado para completar el ciclo.
 
Volví a meterme a la cama -realmente me estaba sintiendo mal- y estuve durmiendo hasta después de las ocho; hora en la que Rb me habló, pues la fuga de agua de una de las entradas de la lavadora había empeorado, con lo que se estaba derramando demasiada agua; me levanté a cerrar la llave de esa rama.
 
Después preparé mi desayuno de los domingos; no tenía ganas de hacer nada, salvo de retornar a la cama a continuar durmiendo; pero el té que me preparó Rb me devolvió bastante energía; por lo que, aunque ella había declinado, le propuse que fueramos a la tienda de celulares, a que adquiriera uno nuevo.
 
Rb había decidido actualizar su celular un par de semanas atrás: el actual (Huawei) estaba perdiendo la carga muy rápido; y, como a final de mes tendrá que estar todo el día fuera, había planeado adquirir uno de la marca Honor, que, según la publicidad, cuenta con una batería de larga duración.
 
Total que a media mañana nos dirigimos al centro comercial en el que está la tienda de celulares; yo quería aprovechar para depositar ochenta dólares, que tenía guardados desde hace varios años, en mi cuenta de ahorros.
 
En el camino pasamos a una gasolinera, pues la llanta trasera estaba muy baja; a la otra trasera también le estaba faltando el aire; llegamos al comercial y nos parqueamos en el parqueo externo.
 
Rb se dirigió al local de los celulares y yo fui al banco; el cual tiene en el lugar un pésimo servicio: no hay atención cara a cara; sino que instalaron cuatro o cinco estaciones similares a autoservicio; con cápsulas, pantallas y teléfono.
 
Se tardaron un montón de tiempo en procesar el depósito de los ochenta dólares -creo que también influyó el que no llevara anteojos, con lo que no había podido llenar por completo la boleta de depósito- pero, finalmente, me retornaron la boleta y la libreta actualizada.
 
Después busqué a Rb; quien estaba terminando de adquirir su nuevo teléfono; el cual le costó una unidad de la moneda local -ya que ella paga una mensualidad por el servicio telefónico y de internet-, cubierto por mi persona; después nos retiramos del lugar; felizmente sin pagar parqueo, ya que nos habíamos quedado en el exterior.
 
Cuando venimos me metí un rato a la cama; aunque los síntomas durante la semana habían sido ligeros; desde la tarde del sábado había empezado con un poco de secreción nasal; la misma se había incrementado el domingo, con un poco de tos.
 
Para almorzar calentamos el caldo de pollo que Rb había preparado el día anterior para su almuerzo; lo que consumimos con arroz, aguacate; y la porción de costumbre de las alitas dominicales.
 
Como habíamos sacado a caminar a los perros antes del almuerzo; hice lo único que quería en la tarde: me metí a la cama y me dormí casi tres horas; sin ningún esfuerzo, y sin ninguna culpabilidad.
 
Cuando me desperté encontré un mensaje de mi amigo de la noche anterior; comentándome que ya no necesitaba el préstamo, y disculpándose por el abuso de confianza al solicitarlo; como consuelo le envié un mensaje bien dramático, comentándole que estaba enfermo.
 
Y creo que allí quedara eso... 
 
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