Me preocupó la reacción de mi hija mayor al no obtener el primer lugar en el concurso de Rubik. Siempre ha sido bien competitiva pero me preocupa que se frustre hasta las lágrimas cuando alguien -en este caso su hermano menor- la supera. También me preocupó que hace unas semanas mis peques me comentaran que la mayor estaba teniendo pesadillas muy frecuentemente.
Desde lo de las pesadillas me hice el propósito de empezar a meditar con mis chicos los domingos. La semana pasada bajé un video que había visto en la época que asistía a mi templo zen. En el video, de Youtube, un joven explica -en inglés- las formas básicas de meditación.
El domingo me costó un montón levantarme. Llegué por mis chicos con siete u ocho minutos de retraso y mi hija segunda -se parece tanto a mí- me reclamo que estaba atrasándome. Estuvimos en mi habitación viendo unos videos de violín, guitarra y piano que había bajado en la semana y luego vimos el video de meditación. Luego hicimos zazen por cinco minutos. Planeo ir aumentando un minuto cada dos semanas hasta llegar a 20 minutos -en uno o dos años-. Refaccionamos sandía y luego preparamos una ensalada para comer con el arroz chino que acostumbramos comprar cuando vamos por la hora mensual de internet.
Como en años anteriores hemos tenido dificultades para encontrar un café internet la última semana de diciembre, decidimos reorganizar este mes, teniendo: El primer domingo la graduación de un primo, el segundo internet, el tercero el Irtra y el último el almuerzo en un restaurante. Además de pagarles por una hora de internet yo pagué media hora para configurar un blog familiar, es nuestro proximo proyecto.
Luego de Internet pasamos al restaurante de comida china de costumbre por un arroz chino con pollo y nos fuimos a almorzar a la universidad. Después del almuerzo nos dirigimos a la biblioteca. Habíamos planeado estar cuarenta minutos leyendo pero cuando nos faltaban como 10 minutos mi hija mayor me comentó que estaba temblando -estábamos en un tercer nivel-. No sentí al inicio el temblor pero luego ví que varios rótulos colgantes estaban oscilando. La bibliotecaria a cargo evacuó el nivel. Venimos a mi habitación y lavamos los trastes del día. Luego vimos un poco de Valiente.
A las 6:00 los fuí a dejar a su casa. Retorné a mi habitación a cenar -pan con té- y luego estuve actualizando mis correos. Me dormí alrededor de las once de la noche.
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