jueves, 29 de noviembre de 2012

Miercoles y Jueves, casi acaba Noviembre...


El miercoles entré a las 8:00 a mi trabajo.  Por la mañana estuve trabajando en un asignación bastante corta pero que se alargó porque no podía instalar una base de datos, el disco de la computadora de pruebas está defectuoso.  O la partición, no sé.  Llevaba la chequera de la cuenta en la que había depositado el sábado.  Había planeado bajar al mediodía al banco a depositar la mensualidad de mis peques y almorzar avena y una doblada.   Mi jefa y el compañero que nos acompaña a las cenas de lectura/películas propusieron ir a almorzar a Patsy y bajamos a las 12:30.  Comimos el almuerzo ejecutivo que preparan y ninguno de los tres quedó muy conforme con lo servido.  Aunque a mí la verdad no me pareció tan mal.

Retornamos un poco antes de las dos al edificio, mi jefa y el compañero subieron al elevador y yo pasé al banco a depositar lo que debía.  Luego, por la tarde, continué trabajando en la misma asignación hasta la hora de salida.  Salí un poco antes de las 18:00 y me vine caminando bastante despacio a mi casita.  En el camino pasé al supermercado a comprar un par de zanahorias.

Por la noche estuve hablando con mi mejor amiga del voluntariado sobre el viaje de este domingo.  Una noche antes el voluntario que vive en la misma colonia me había llamado para comentarme que la voluntaria que vive en Antigua Guatemala le había pedido que en vez de ir a las ruinas como habíamos planeado llegáramos a su casa -otra vez- y almorzáramos allí.  Eso le comenté ayer a mi mejor amiga del voluntariado.  Quedamos en que iba a pedir permiso en su casa para salir todo el domingo.  Me dormí un poco antes de medianoche, luego de terminar de ver -otra vez- La Orden.

Este día llegué otra vez un poco antes de las ocho a mi oficina, aunque me levanté un poco después de la seis a prepara mi ensalada de zanahoria y atún -sin nada más-.  Como a las 9:00 me llamó mi jefa para contarme que el almuerzo del día de ayer le había caído mal y que estaba enferma.  Que posiblemente llegaría a medio día.  Continué trabajando hasta el mediodía en la asignación de ayer y afortunadamente todo estaba en orden.  Un poco después de la una bajé a caminar un poco ya que había comido en mi escritorio la ensalada que llevaba.

Bajé caminando lentamente las gradas del edificio y armando un cubo de Rubik que compré ayer en mi camino a casa.  Fuí a dar una vuelta por Miraflores para estirar las piernas y pasé viendo los libros que exhibe la mejor librería -para mí- de la ciudad: Artemis y Edinter.  En esta librería acostumbraba comprar los libros por internet en las ocasiones que estaba en Estados Unidos y tocaba el cumpleaños de uno de mis chicos.  Al final entré a la librería a preguntar si tenían algún libro de la serie Ramona Quimby de Beverly Cleary.  No tenían ninguno pero tenían Querido Señor Henshaw, de la misma autora.

De este libro leímos hace varios años un extracto en un multilibro que compramos usado.  Como no cargaba efectivo ni tarjeta le pedí a la vendedora que me lo apartara.  Cuando retorné a mi oficina le pedí al compañero B que me prestara 6 dólares y medio -que era más o menos el precio del libro-.  Luego, aprovechando que el compañero más nuevo de la oficina -han entrado varios programadores y este que es Gerente de Seguridad- había llevado donas, preparé la avena y volví a comer.

Como a media tarde nos convocaron a la cafetería y partimos un par de pasteles por los cumpleañeros del mes de noviembre -mi jefa y el compañero B-.  Luego mi jefa estuvo en una reunión y por Skype me asignó otra tarea -esta sí bastante trabajosa-.  Estuve durante la última hora trabajando en la asignación y como a lasl 17:45 me retiré de la oficina.  Pasando por Miraflores llamé a mi chica mayor para ver como iban y por poco se me olvida pasar a la librería.  Afortunadamente aún estaba dentro del comercial cuando me acordé y pasé por el libro.

Este día la antigua secretaria actual oficial de recursos humanos envió un correo convocando a la actividad de amigo secreto por las navidades -el límite mínimo de gasto son como 30 dólares- y el convivio de los empleados que hacemos año con año.  Me anoté para ambas actividades.  El primer año en la oficina me regalaron Mil Soles Espléndidos -el Jefe Máximo de ese entonces- y regalé un disco conmemorativo de Juan Gabriel.  El siguiente año me regalaron un mp3 player -aún lo tengo- y regalé -al Jefe Máximo de ahora- un disco de Enya.  El año pasado retorné el primer día de diciembre y ya estaban organizados.  No pude participar.  Veremos como me va ahora.

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