domingo, 16 de diciembre de 2012

Domingo, convivios, convivios...


El jueves fuí a la oficina de recursos humanos del banco en el que estoy aplicando.  La persona que me entrevistó hace dos semanas no me ha vuelto a llamar pero tomé como una buena señal el que me hayan citado para realizarme los examenes psicométricos y la entrevista inicial.  Me fuí de saco y corbata y un poco antes de las 8:00 llamé a mi jefe para avisarle que había tenido un contratiempo familiar y que llegaría lo antes posible.  No me respondió.  Le envié un sms y llamé a la oficina en donde uno de los compañeros de Soporte tomó el mensaje.

El proceso inició a las 8:00.  Había varias personas iniciando el mismo.  Básicamente llené una solicitud, entregué mi curriculum, pasé una entrevista inicial y me realizaron como 5 o 6 pruebas psicométricas, las cuales no me dejaron muy tranquilo.  Apenas pude llegar como a la mitad de las respuestas en los ejercicios de percepción y aritméticos.

Después de las pruebas me dirigí a mi oficina.  En el camino pasé a un supermercado en el que dejé mi mochila, en la cual había guardado mi saco y corbata, pues no me pareció adecuado llegar con un traje formal a la oficina.  Llegué un poco antes de las 12:00 a la oficina.  Mi jefe me preguntó cómo me había ido y me comentó que nos reuniríamos más tarde para hablar más tranquilamente del tema.  Luego trabajé como media hora antes de que me recordara que tenía que ir al almuerzo de celebración del cumpleaños del jefe de mi jefe.

Fuímos a un restaurante de comida italiana.  Caro.  Almorcé una pasta Alfredo con Pollo y compartí el gasto del almuerzo del jefe de mi jefe.  Retornamos un poco después de las dos y media a la oficina y estuve trabajando en la confección de un listado de prioridades que le habían pedido a mi jefe para una reunión.  Me retiré a la siete de la noche.  Caminé hasta el supermercado en donde había dejado mi mochila y cuando estba retornando ví a u par de tipos sospechosos justo en la esquina del restaurante en donde nos reunimos usualmente con mi grupo de voluntarios.

Decidí entrar al restaurante para ver si había algún conocido.  Encontré a una de las voluntarias de mi grupo de la mañana cenando en compañía de una amiga -otra voluntaria-.  Estuve compartiendo con ellas un poco más de una hora y luego retorné caminando a mi habitación en donde continué viendo Homeland en su segunda temporada.  Me dormí bastante tarde.

El viernes se suponía que entraría a las siete de la mañana por la reunión semanal de mi área.  Cuando ya iba de camino recibí un mensaje de mi jefe comentándome que había olvidado las llaves en la oficina.  Supuse que eso quería decir que llegaría tarde pero, como ya iba de camino, continué.  Entré a la oficina a las siete y mi jefe llegó un poco después de las ocho.  Estuve una parte de la mañana en una reunión viendo las prioridades y tratando de comprobar la solución de una funcionalidad.  Al mediodía nos reunimos con el jefe de mi jefe y los otros supervisores.  Terminamos la reunión casi a las una y media.

Bajé a almorzar un poco de avena que tenía en mi archivo.  El almuerzo lo hice con el jefe de programación, quien era a quien debía entregarle un regalo en el intercambio de esa noche.  Al final no envió ninguna sugerencia.  Después del mediodía me enteré que me había ganado un libro en inglés al contestar a una trivia, concurso convocado por mi librería favorita.  Por la tarde continué con las pruebas que me habían solicitado y salí un poco después de las siete, pues debía dejar enviado un correo a un cliente.  Al salir me dirigí al supermercado que queda cerca de la oficina a comprar un certificado de regalo.  Me costó bastante la transacción -casi una hora- debido a que era la primera vez que compraba una de estas tarjetas.

Al final llegué al restaurante en donde nos habían citado un poco después de las 8:00.  La cena estuvo bien, compramos una opción en la que podíamos comer todas las alas de bufalo o mini hamburguesas por un precio accesible.  En el intercambio de regalo, me tocó recibir del compañero que nos acompaña al club de lectura.  Me regaló un certificado de regalo del mismo supermercado por el valor mínimo que se había acordado para el intercambio.  Le entregué el certificado que había comprado al jefe de programación y estuve un par de horas más en el lugar.  Como a las 11:00 mi jefe me dió aventón hasta mi habitación.  Vine a ver un capítulo de Homeland y me dormí un poco antes de la una de la mañana.

El sábado me levanté a las 6:30 pues debía estar en el lugar de reunión de mi grupo de visita de la mañana antes de las ocho y no había hablado sobre aventón con el voluntario que vive en la misma colonia.  Llegué bastante temprano al lugar de reunión.  A la visita no llegaron muchos integrantes del grupo, aunque si bastantes de los otros grupos de visita.  La visita era para apoyar un convivio para pacientes hematooncológicos.

Al final tampoco llegaron muchos pacientes.  Estuvimos jugando con algunos niños, compartiendo con unos miembros de un coro y al final cantando un rato.  También nos dieron refacción: Refresco, pastel, ponche de frutas y un pan con pollo.

Después de la visita nos dirigimos con seis o siete voluntarios más a PeriRoosevelth, desde donde planeábamos tomar un bus hacia Antigua, pues esa tarde era el convivio del grupo de visita.  Estábamos en este lugar cuando nos llamó el voluntario que vive en la misma colonia.  Una media hora después pasó por nosotros y nos fuímos a la casa de la voluntaria que vive en Santa Lucía Milpas Altas, en donde planeábamos preparar un almuerzo sencillo.

Por cuestiones de tiempo, decidimos comprar comida china en lugar de preparar el almuerzo entre todos.  Llegamos como a las dos a la casa de la voluntaria, almorzamos arroz chino y chao mein y luego estuvimos jugando ping pong y futbol.  La casa de la voluntaria es preciosa,  al parecer el hobbie del papá es la arquitectura y ha decorado la casa casi como un museo.  Un poco antes de las seis, y después de haber compartido pastel y ponche nos retiramos.

Con mi jefe habíamos acordado de reunirnos el sábado a las 6:00 en el edificio en donde trabajamos para atender el convivio de la oficina, que se celebraba en un hotel en las afueras de la ciudad, en dirección completamente opuesta al lugar en el que yo tendría el convivio en la tarde.  Como mi convivio de la tarde se alargaba, un poco antes de las seis le envié un mensaje de que retornaría tarde a la ciudad y que prefería ver por mi lado como llegaba al hotel.  Me respondió con que nos reuniéramos mas tarde.  Finalmente después de un par de mensajes -y una llamada- extra, acordamos reunirnos a las 7:00 en el edificio de la oficina.

El voluntario que vive en la misma colonia pasó a dejarme al lugar como a las siete menos y diez y, como andaba con una playera y pantalón de lona, pasé a un almacén a comprar una camisa manga larga.  Mi jefe pasó por el lugar un poco después de las 7 y media, en compañía de la secretaria de la oficina y nos dirigimos al lugar del convivio.  Que estuvo poco concurrido.  Se suponía que habían hecho una reserva para 27 personas -somos un montón al final- y llegamos como 14.  Solo dos chicas.  El plan era cena con música bailable.

Al final las dos chicas estuvieron turnándose para bailar con varios compañeros de la oficina.  La cena estuvo buenísima y, contrario a lo que debí haber hecho -me había pasado todo el día comiendo- me serví dos veces.  Lo que provocó que la última parte de la velada sufriera los primeros síntomas de indigestión.  Un poco después de las once de la noche nos repartieron las canastas -este año fueron más pequeñas- y ayudé a la secretaria de la oficina a realizar la rifa de varios regalos -al final fueron uno para cada uno-.  Me gané una memoria de ocho gigabytes.  Un poco después de medianoche nos retiramos del lugar y mi jefe pasó a dejarme a mi casita.  Todavía vine a poner un capítulo de Homeland en la computadora pero me dormí antes de que avanzara mucho.

Hoy me levanté un poco después de las nueve y ordené un poco mi habitación, aún seguía con molestias estomacales por lo que decidí pasar este día en ayuno.  A las nueve y media fuí por mis chicos.  Estuvimos un rato en mi habitación viendo un video que había bajado esta semana.  Mis chicos menores traían su lista de sugerencias.  Bastante sencillas, por cierto.  Meditamos por cinco minutos.

Como a media mañana nos dirigimos a la cooperativa en la que tienen sus cuentas de ahorros.  En el camino pasamos al supermercado y compramos -con mi tarjeta de regalo- un Clue.  El precio estaba mucho menor que en la tienda que había consultado antes, aún me sobró un poco de dinero en la tarjeta.  Después fuímos a la cooperativa y mis chicos depositaron una parte del dinero que les habían enviado mis papás hace unos meses.  Se quedaron con una pequeña parte para gastarlos a discreción.

Después de la cooperativa nos dirigimos a almorzar al centro.  Almorzamos en el Mc Donald's de la Sexta Avenida, estaba atestado.  Nos costó encontrar un lugar para almorzar pero finalmente nos hicimos de un par de mesitas.  Luego del almuerzo retornamos a nuestra zona en el Transurbano.  En unas mesitas de la facultad de Odontología abrimos el Clue y jugamos un par de partidas.

Un poco antes de las cinco nos dirigimos de vuelta a mi habitación.  Mis chicos me ayudaron con un poco de trastes que tenía en el lavadero y luego vimos quince minutos de Percy Jackson y el Ladrón del Rayo.  A las 6:05 los retorné a dejar a su casa.  No he comido -casi- nada y decidí o, más bien la moneda decidió, no cenar.  Sólamente veré un capítulo de Homeland y trataré de dormirme temprano.  Quiero empezar la semana con el pie derecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario