Para la visita navideña de este año -en el mismo lugar del año pasado- nos convocaron en el mismo Mc Donald's a las 8:00. Dejé mi despertador para que sonara a las 6:30 y me levanté en cuanto sonó. Metí las dos batas en mi mochila, pues le había ofrecido una de mis batas al sonrisero con el que visitamos el sábado por la tarde y tomé un autobús hacia el lugar de reunión. El restaurante estaba bastante concurrido y los sonriseros a cargo no estaban organizando nada de nada. Afortunadamente encontré a una sonrisera amiga, que andaba con el voluntario que está involucrado con el cubo de Rubik en el país. A las ocho y media que se dió la señal de partida abordé el automovil de mi amiga, con únicamente el otro voluntario que estaba con nosotros.
La visita estuvo un poco menos concurrida que el año pasado. También sentí que se desorganizó un poco más. Lo interesante es que encontré a una niña que directamente me preguntó si me acordaba de ella. Le indiqué que el año pasado había llegado a la visita pero resultó que nos habíamos conocido hacía solo unas semanas. Ella era parte del coro que había llegado a apoyar la celebración de la navidad de los pacientes hematooncológicos. Estuvimos en esta actividad hasta las doce del día. Hubo bailes, concursos, regalos y refacción. Aunque no tan ordenado como el año pasado.
Luego de la visita nos fuímos con Ms, varios de los voluntarios de su grupo y el amigo al que le había prestado la bata a almorzar a un restaurante en donde venden batidos de leche. Se supone que el lugar es famoso pero casi ninguno de nosotros había comido allí. Estuvimos en el lugar alrededor de una hora entre almuerzo, globoflexia y conversación. Luego la mayoría abordamos el mismo autobús para retornar a nuestras casas.
Como aún debía empacar varios regalos busqué una librería y compré tres pliegos de papel, también tres sobres para el dinero que mis padres le enviaron a sus nietos. Retorné a mi habitación y empaqué el Lego de mi chico, el teléfono de mi hija mayor y la arcilla y ajedrez de mi hija segunda. También rotulé los sobres de cada uno. Luego me puse a ver Annapolis. Cuando terminó la película salí a comprar pollo Pinulito y vine a almorzar a mi habitación. Un poco antes de las seis fuí a la panadería más grande de esta colonia por la magdalena que había dejado encargada -y pagada- un día antes.
Un poco después de las seis fuí por mis peques. Quienes también traían regalos. Me regalaron -de acuerdo a mi lista de sugerencias-: un par de calcetines, negros; un calendario personalizado, este les quedó muy bien; dos libros personalizados de mi hija primera y segunda, un buda en arcilla de mi hijo menor -esto no estaba en mi lista-; además un monito de lona que planeo coser en mi bata nueva.
Como a las seis y media retorné a dejarlos a su casa y vine a ver Extracted. Me costó terminarla. Estuve un rato en Facebook pero un poco después de las nueve programé la computadora para que se apagara en sesenta minutos y me dormí en ese lapso. Un poco después de las once recibí un mensaje de mi mejor amiga pero solo lo leí y continué durmiendo. Creo que escuché la cohetería de medianoche pero sólo me dí vuelta y continué. Me desperté a las 7:30 AM.
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