jueves, 20 de diciembre de 2012

Jueves, regalos, regalos...

Voy atrasado con los regalos.  Afortunadamente compré la semana pasada el teléfono que había planeado darle a mi hija mayor.  Antier estuve buscando un libro que mi chico escribió en su lista de sugerencias: Ben y Yo -o más bien Ben and Me-.  No encontré el libro en el país.  Una librería que creía bien cara tenía uno en inglés de Benjamín Franklin y coloqué el pedido online, me pareció un buen precio -como seis dólares-.  Adicionalmente pregunté si podían conseguirme el otro libro.  Este si lo consiguen pero cuesta como 10 dólares.  Ordené el primero que había visto y me confirmaron anoche que lo traen en tres o cuatro semanas.  Le daré una impresión del pedido a mi chico ya que a sus hermanas les estoy dando, además de los regalos un par de tarjetas telefónicas del valor más pequeño.

Ayer entré a trabajar un poco antes de las ocho.  Han estado un poco pesados los días pues no sólo me toca avanzar en mis pruebas sino apoyar en algunas tareas extras a mi jefe.  Por la mañana me escribió el amigo que vive en el centro histórico, contándome sobre locales, precios e incluso enviándome unas fotografías de los tableros de ajedrez que había visto el día anterior.

A la hora del almuerzo -salí como a las 1:30 a almorzar- me dirigí al Walmart que está a pocas cuadras de mi trabajo.  Compré un lego que habíamos visto con mis chicos el domingo y que mi hijo había dado como aceptable para regalo.  También compré un plátano, un par de bananos y un par de zanahorias.  Pagué la cuenta y retorné a mi oficina a almorzar la avena que llevé con la fruta comprada.

Continué trabajando en lo mismo por la tarde -realmente tratando de avanzar subrepticiamente en otro par de pruebas- y le avisé a mi jefe que me retiraría a las 5:30 pues debía ir a comprar regalos para mis hijos.  A las 17:35 me retiré de la oficina.  Al mediodía había sacado dinero de un cajero pero no tenía sencillo por lo que pasé a un café en donde trabajé hace unos seis o siete años para que pedir billetes más pequeños.  Llegué rápido al centro y compré el tablero de ajedrez -más dama- que había visto en las fotos que me envió mi amigo.  Luego tomé el transurbano para regresar a mi habitación.

Por la noche me llamaron mis papás.  Desde el año pasado -creo- tienen la costumbre de enviarles dinero a mis chicos para fechas especiales.  Esta navidad no es la excepción.  Estuvimos conversando un momento con mi papá y luego les dí el número de cuenta de cheques que tengo en el banco más grande del país.  Ví el capítulo 9 de Homeland segunda temporada y me dormí.

Hoy me costó un poco menos levantarme.  Dejé el reloj para las seis pues planeaba llevar la acostumbrada ensalada de zanahoria y atún.  Rallé una de las zanahorias que traje anoche pero no encontré atún.   Creía que aún tenía pues hace algunos meses ví que tenía un montón de latas.  Me llevé sólo la zanahoria rallada en uno de los trastes de comida china.

Entré a mi trabajo un poco antes de las ocho.  En el ascensor -desistí de las gradas hace como una semana- encontré a uno de los programadores nuevos.  Uno de los que estuvieron tomando fuertemente para el convivio.  Me contó un poco de cómo terminaron el convivio, llegaron al final entre tres y cuatro de la mañana a sus casas.  Continué por la mañana con las pruebas que estaba realizando por mi lado.

Al mediodía fuí a Juguetón, planeaba comprar un cubo de Rubik original para mi pequeño.  Otro de los items en su lista.  La sorpresa - o quizá no tanto - es que están agotados.  Desde la oficina llamé a otro par de lugares y tampoco encontré.  Supuestamente en una juguetería de la zona 10 tienen uno y, aunque estaba apartado, la dependienta me prometió que llamaría si no llegaban a recogerlo entre hoy y mañana.  Sino consigo el Rubik le compraré una figura de acción a mi chico.

Por la tarde estuve conversando con una dama que conocí en Facebook -pero que era parte de mi grupo de voluntarios-.  Es auditora -y un poco llenita- y el año pasado -o antepasado?- me comentó que tenía una relación un poco extraña con un mexicano que había venido a trabajar al país y luego había retornado a su país.  Ella incluso fue a verlo hace más de un año.  En fin.  Se supone que nos veremos la otra semana.  También le dí los 15 dólares a mi jefe para el almuerzo del domingo.

Casi al finalizar mi jornada laboral -durante la tarde estuve complementando una prueba antes de liberar una versión- estuve conversando con una amiga de tres o cuatro trabajos anteriores.  Le comenté que no me habían llamado del banco desde la semana pasada y que estaba pensando en llamar a la que sería mi jefa.  Estuvo de acuerdo.

Saliendo de mi trabajo llamé a mi chica mayor y estuvimos conversando un rato.  Estaban jugando Bancopoly.  Luego llamé a la persona que me entrevistó la semana pasada pero el cel sonó hasta enviarme al buzón de mensajes.  Como a medio camino me llamó mi papá, para comentarme que ya habían depositado en mi cuenta.  La verdad había revisado online y me había dado cuenta que les estan mandando bastante dinero a mis chicos -el doble de lo delaño pasado-.  Les agradecí por el detalle y les prometí hacer todo lo posible por llevar a mis chicos a principios del otro año.  En un local un poco después encontré a mi prima favorita y su hijo menor.  Me recordó que tengo que llegar a su casa para navidad, al almuerzo.


Había planeado pasar a comprar una torta para cenar -ya se está convirtiendo en habíto, también- y unas cuadras antes de llegar al lugar recibí otra llamada, esta vez de la persona que me entrevistó en el banco hace dos semanas.  Me comentó que ya tenían los resultados de las pruebas psicométricas y que su jefa había estado enferma.  Que ya enviaron mis datos a la empresa que realiza el estudio socio económico y que seguramente la otra semana me llamaban para entrevista, que casi 100% segura estaba que yo era el elegido.  Me emocioné.  Pasé a comprar la torta y una gaseosa y snack a una tienda y me vine a cenar.

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