martes, 11 de diciembre de 2012

Martes, almuerzos, regalos y disapointment...


El domingo que fuí al mercado con mis chicos compramos cuatro aguacates.  En el almuerzo utilizamos sólo dos.  Guardé el otro par de aguacates para los almuerzos del Lunes y Martes.  El lunes pasé a comprar un par de salchichas a la tienda y llevé uno de los aguacates y una sopa que tenía desde hacía algunas semanas en mi habitación.

El día estuvo medio tranquilo.  Estuvimos trabajando con mi jefe en la prueba de la misma funcionalidad que trabajamos la semana pasada.  También estuvimos reunidos una parte de la tarde para verificar algunos tiempos de prueba que se debían planificar durante una reunión del martes por la mañana.  Al final salí un poco antes de las seis y me vine directo a mi casita.  Vine a ver los últimos dos capítulos de The Big Bang Theory que había bajado durante el fin de semana y el último capítulo de la primera temporada de Homeland.

Por la mañana había encontrado a mi ex jefa en Skype y le había agradecido la buena referencia que le había dado a su ex compañera de trabajo sobre mi rendimiento.  Al mediodía había preparado la sopa que llevé y había bajado a almorzar al tercer nivel.  Continué leyendo Cartas a Adriana.

Este día se suponía que tendríamos una reunión con el jefe de mi jefe a las 9 de la mañana.  Llegué un poco antes de las ocho y empecé a trabajar en la comprobación de una funcionalidad que teníamos pendientes con nuestro cliente en el país vecino del norte.   Además, como ayer antes de retirarme mi jefe me había pedido que le comprara un pastel y un café a su amigo secreto -mi supervisora favorita-, pasé antes de subir a Mc Donald's por el encargo.  Parte del café se me cayó subiendo las gradas.

La novedad este día era que ya varios compañeros habían enviado su listado de regalos sugeridos para el amigo secreto.  Yo había estado barajando algunas posibilidades los últimos días y al final envié como sugerencias: Un juego de Clue -en inglés o español-, un vale para una zapatería, un gadget o un vale de alguno de los almacenes más grandes de la ciudad.  El jefe de programación aún no ha enviado sus sugerencias.

Mi jefe llegó un poco antes de las 9:00 y me indicó que yo no entraría a la reunión que estaba planificada pues me había programado una reunión de capacitación con la subsidiaria en uno de nuestros vecinos del sur.   Al final no se dió la reunión, el maestro de ajedrez de la oficina era quien llevaría la voz cantante pero no pudo hacer que los convocados de la subsidiaria se presentaran a Skype.  Mientras esperábamos si se daba o no la reunión estuvimos conversando un poco sobre filosofía y relaciones.  El maestro de ajedrez de la oficina acude a un grupo gnóstico y practica meditación.

Aprovechando el aguacate sobrante esta mañana había comprado pan y jamón y preparado unos panitos, tres.  Me comí uno a media mañana y al medio día bajé con el resto y la avena a almorzar al tercer nivel, junto con Cartas a Adriana.  No tomé mucho tiempo de almuerzo pues había planeado empezar con las compras navideñas.  Acudí a una tienda de electrónicos a comprarle un celular a mi hija mayor, el que está usando está apagándose constantemente.

Después del almuerzo seguí trabajando en la misma asignación de la mañana y participé en una reunión a la que mi jefe no pudo acudir.  Un poco antes de salir de la oficina revisé mi correo de Outlook y me percaté que había una oferta -realmente era de ayer- para Analista de Procesos, cuando ví el correo me pareció conocida la dirección y al investigar un poco más en Google, encontré que era para la misma posición para la que me habían entrevistado la semana pasada.

Tuve un bajón de ánimo bastante fuerte.  La verdad estaba contando con esa oportunidad.  Por otra parte, he estado repitiéndome que debo seguir trabajando tan bien -o mejor- de como lo he estado haciendo durante este año, eso hasta que realmente tenga otra oportunidad, o de hecho, me toque renunciar.  Finalmente me puse a buscar un par de artículos para continuar avanzando a pesar de las decepciones.

Un poco después de las cinco y media recibí una llamada, la verdad casi no se escuchaba, ya que por la altura de la oficina la señal es muy irregular.  Le indiqué a quien me llamaba que le devolvería la llamada y entré a una pequeña sala de reuniones.  La que llamaba era la misma persona que la semana pasada.  Me llamaba para una entrevista con su jefa -el segundo paso- el día de mañana a las 5:30.  Así que mañana tengo que volver a pedir permiso en mi trabajo para salir una hora antes.

Un poco antes de esta escena le había enviado un mensaje por Facebook a mi mejor amigo en Portland, en Yahoo News había salido una encuesta con las carreras más satisfactorias y el Bombero Municipal estaba en la segunda posición.  Mi amigo andaba por Facebook y me contestó el mensaje, agradeciendo el mensaje que había dejado en el libro de visitas de la esquela de su abuelo el fin de semana.  Intercambiamos un par de mensajes más.

Un poco después de la hora de salida me retiré de mi oficina.  En el camino llamé a mis peques para verificar si estaban siguiendo el curso de inglés que les pasé el domingo.  Me recibió mi hija mayor con la novedad que habían comprado unas pericas australianas -el domingo me habían comentado algo-.  Hablé también con mi hija segunda y mi chico para que me pasen este domingo el listado de sugerencias para sus regalos esta navidad.  Ya solo me faltarían dos regalos.

Vine un poco antes de las siete a mi habitación a limpiar un poco el baño, previendo que si avanzo en el proceso del banco me tocará recibir una visita domiciliar.  También a ver los primeros capítulos de Homeland segunda temporada.  Este día el compañero A me pasó los últimos seis capítulos de los once que lleva ahorita la segunda temporada.

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