Entré a mi habitación un poco después
de la una y media. Aún puse un capítulo de Homeland en mi
computadora pero la programé para que se apagara cuarenta minutos
más tarde. Me dormí, estimo, un poco antes de las dos de la
mañana. Dejé el reloj para que sonara a las ocho y media.
Un poco después de las ocho me
desperté y salí a lavar un poco de ropa. También ordené mi
habitación y a las nueve y media fuí por mis chicos. Este día
tocaba, según nuestro calendario la hora mensual de internet.
Estuvimos armando cubos de rubik, leyendo y un poco antes de las once
de la mañana fuímos al mercado para comprar la refacción -melón-
y algunos ingredientes para complementar el almuerzo.
Antes de salir meditamos cinco minutos.
Parte de la mañana la pasamos viendo
un capítulo de Phineas and Ferb en inglés y un par de videos sobre
tecnología que les había conseguido a mis chicos. Refaccionamos en
el patio de mi casa, mis chicos leyendo y yo aproveché para preparar
una ensalada de tomates y pepino. Un poco después del mediodía nos
dirigimos a almorzar a la universidad.
Usualmente los domingos que toca
internet primero pasamos al cibercafé y luego vamos a comprar al
restaurante chino de costumbre para finalizar en los campos de la
universidad para almorzar. En esta ocasión como consideré que ya
era muy tarde, nos dirigimos directamente al restaurante de comida
china, fuimos a almorzar a los campos de la universidad y luego
pasamos al café internet para que mis chicos tuvieran su hora
-realmente hora y cuarto- mensual.
Después retornamos a la universidad
-está a la par- y conseguimos hojas para hacer origami. Mi hija
segunda nos enseñó uno de las últimas figuras que aprendió: Un
Buda sentado. Después de terminar el origami retornamos a mi
habitación. Mis chicos me ayudaron con los trastos del día y luego
vimos veinte minutos de Percy Jackson y el Ladrón del Trueno. A las
seis los fuí a dejar a su casa.
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